
Entre Westminster y Abdala: una ingeniera de sonido cubana
Apenas ve la luz del día. Pero no siente que se esté perdiendo nada. Dice que las horas le parecen minutos y que el espacio dentro de esas paredes insonorizadas es su hábitat natural. Es más: le encantaría saber que en 10 años seguirá haciendo lo mismo. Porque vivir dentro de un estudio de grabación no ha conseguido aburrirla o molestarla, y no cree que pueda encontrar jamás una razón para abandonar su pasión: “registrar e inmortalizar algo tan mágico y poderoso como la música”.
Acaba de llegar de Reino Unido. En 2018 obtuvo la prestigiosa Beca Chevening y, como puede suponerse, le cambió la vida. Ahora la ingeniera de sonido y máster en Producción de Audio en la Universidad de Westminster en Londres, Dayana Rodríguez Hernández se siente mejor profesional, porque sabe que su vida ha cambiado en todas las esferas.
“Soy más organizada a la hora de trabajar, respeto más cualquier detalle que contribuya a crear un ambiente de trabajo positivo, y cuido con firmeza los tiempos de entrega; esa palabra tan temida allá: deadline, se ha convertido en un modo de hacer, y la aplico a todas las esferas de mi rutina. Agradezco mucho esa disciplina y siento que soy una persona más eficiente”, comenta a Magazine AM:PM desde su trabajo constante en los Estudios Abdala.
Camino a Westminster
Fueron meses de preparación excesiva. Aunque no sabía que la Beca Chevening existía, descubrirla al azar le abrió un camino. Fue conversando con su prima, quien había acabado de recibirla, que conoció de su existencia. Nunca imaginó la oportunidad de estudiar una maestría en Reino Unido, pero comenzó a preguntarse cómo aplicar a un programa parecido. Y se decidió a poner todo su empeño en conseguirlo.
“El proceso para aplicar es largo y exigente. Lo más difícil fue encontrar un balance entre la aplicación, que toma casi un año, y el trabajo en Abdala, que consumía casi todo mi tiempo. Otra de las exigencias de este proceso es enfrentar un examen de inglés que te acredite para poder estudiar con gran rigor académico en un país de habla inglesa”, recuerda.
Aunque existen cientos de universidades británicas que poseen programas de arte, encontrar uno enteramente dedicado a la Ingeniería de Sonido fue imposible, porque todos la vinculan con la producción musical. “Cuando comienzas a profundizar en los módulos de cada máster, te das cuenta de que su forma de prepararte está enfocada en crear profesionales versátiles que sean capaces de asumir múltiples roles dentro de una industria que cada día enfrenta el peso del desarrollo y la tecnología”, analiza.
Dayana tuvo un privilegio que pocos consiguen: fue aceptada por las tres universidades a las que aplicó. Entonces pudo elegir el Máster en Producción de Audio en la Universidad de Westminster en Londres, dirigido por el profesor Matej Dimlic, y con un claustro de profesores formado por talentosos ingenieros y productores británicos como Simon Gogerly, Nick Bennett, Kevin Paul y Glen Skinner, entre muchos otros.
“Dentro de la escuela nos ayudó mucho ver a gente con formaciones tan diferentes estudiando juntos por un mismo objetivo. Uno de los elementos más valiosos que Chevening pone a tu disposición es la posibilidad de conectar e intercambiar con multitud de profesionales, algo que permite una red de contactos con personas de intereses comunes”.
Cada día trajo un nuevo reto. Los proyectos eran tan singulares que iban más allá de la ingeniería de sonido e incluso de la producción musical. De pronto te ves convertida en alguien que busca talento artístico, que hace producción ejecutiva, y muchos otros roles que exigen tanto de ti que indudablemente te hacen crecer, recuerda Dayana.
Dos semanas en EMI Music
¿Imaginas llegar a un país completamente desconocido y tener que buscar una banda musical para producir, grabar, mezclar y masterizarles una canción? ¿Cómo lo consigues? ¿Vas de bar en bar, como un cazatalentos? Tienes varias opciones, pero ninguna incluye renunciar. Las primeras tareas académicas le enseñaron a superar obstáculos y usar la creatividad. Para esta, la ocurrencia fue publicar un anuncio en Facebook en el que se mostraba la calidad insuperable del estudio musical del que disponían para semejante encargo. El resultado fue inmediato: aquello se convirtió en un casting de bandas que enviaban sus maquetas.
Entre otro montón de experiencias resalta sus dos semanas en la sección editorial de EMI Music, una maravillosa oportunidad en la que pudo participar en reuniones del equipo de producción y ver cómo una disquera tan grande lleva a cabo decenas de creaciones cada mes. Su rigor de planeamiento y altísimos niveles de calidad garantizan una maquinaria imparable que genera muchísima música, cuenta. “Edité mucho contenido para ellos teniendo acceso a buena parte del catálogo que manejan. Fue un gran volumen de información en poco tiempo, y eso da la medida de cuán desafiante es insertarse en los gigantes de la industria”, dice.
Los laboratorios del programa de Producción de Audio de la Universidad de Westminster también pueden ser un reto. Aunque Dayana reconoce como puntos en común de la educación en Cuba y Londres a la calidad del profesorado, la infraestructura de la educación de Reino Unido ofrece las herramientas necesarias para formar profesionales en cada campo. Estudios de grabación con la más alta tecnología y equipamiento, estudios de post producción y mezcla, un estudio Dolby Atmos certificado, con un inventario de microfonía, pre amplificadores, equipos de guitarra y bajo, sintetizadores, periféricos estándar de la industria, multitud de DAWs (digital audio workstations-plataformas de audio digital) como Pro Tools, Logic Pro, Ableton, Izotope, son prestaciones que permiten sacar partido a tu experiencia a niveles exquisitos, describe.
“Aprender a producir para radio, editar videos, hacer diseños sonoros para audiovisuales y animaciones, crear páginas webs, concebir un plan de negocios, hacer re-Mixes y sonido en directo, boom, escribir guiones, producir y dirigir un documental, y tantos otros proyectos, son retos que han aumentado mi versatilidad como profesional y me han dado valor para enfrentar lo que sea. También me permitieron crear un portafolio de trabajo más amplio e incorporar herramientas para cualquier encargo”.
Una mujer en la consola de sonido
De los 30 estudiantes de la Maestría, solo cinco eran mujeres y dos de ellas, ingenieras. Y ser parte de ese universo tan reducido tiene sus particularidades. Incluso en Cuba no son muchas las mujeres que se desempeñan en esta profesión, mayoritariamente masculina.
Para Dayana, ser mujer se expresa marcando diferencias, y casi siempre requiere demostrar más, o justificar que también puedes hacerlo bien. “No creo que sea una generación particularmente cruel en este sentido, pero las desigualdades siempre están. Un género no supera al otro, aunque pienso que las mujeres buscamos un nivel de detalle no mejor, pero sí diferente”, opina.
En el día a día del oficio, ellas deben enfrentar otras realidades que complejizan su rutina. Ser madre es uno de los hechos que llevan a reestructurar un horario tan demandante que escapa de cualquier planificación de tu tiempo, describe Dayana pensando en otras colegas, y agrega que el sonido en vivo es otro gran reto por cuestiones ligadas al esfuerzo físico. Eso no impide que también encuentres muchas trabajando en este sector, dice, y confiesa que solo ha incursionado un poco. “No deja de ser una descarga de adrenalina enfrentar un concierto en directo donde todas las decisiones tienen que ser tomadas con rapidez y cualquier duda o inseguridad hay que dejarlas a un lado”.
Fue precisamente una mujer quien la hizo decidirse por su profesión. Dayana Rodríguez Hernández estudió música desde los siete años. Se graduó de piano y asignaturas teórico-musicales de nivel medio, y hasta entonces toda su vida giró en torno a este instrumento; no conocía ni soñaba con nada más. Entonces hizo una elección diametralmente opuesta a la que le recomendó su maestra de piano de la Escuela Nacional de Arte, Rosalía Capote, quien la incitó a aplicar a Dirección de orquesta y Musicología. No tenía ni la más remota idea sobre la Ingeniería de Sonido, pero le llamaba mucho la atención. Fue el amor a la familia lo que inclinó la balanza: “Como soy hija de dos padres ingenieros, me resultó una bonita combinación del arte con la tradición familiar”.
Hoy no se ve lejos de un estudio. Y opina que solo alguien que ame la ingeniería de sonido describiría como positivo vivir constantemente dentro de sus paredes sin enterarse de la hora.
“Del trabajo lo disfruto casi todo: diseñar un montaje de micrófonos, experimentar diferentes colocaciones e intentar siempre capturar ambientes más allá del sonido directo. Algo con lo que me regocijo es el proceso de edición: me encanta aportar mi conocimiento musical a los discos. La comunicación con los músicos, hablar un lenguaje tan especial como el de la música, ver plasmar el talento de tanta gente en una computadora y observarlo convertido en un producto, es algo con un poder inexplicable”, confiesa con pasión.
Y mucho debe tener de inspiradora su profesión cuando se piensa en algunos de los proyectos recientes que más sonrisas le han regalado. Dayana tuvo participación en dos importantes discos de la música cubana: Libre de Pecado, un homenaje de Beatriz Márquez a Adolfo Guzmán, y Cantor del Pueblo, de Havana D` Primera. Este último debió compartirlo con el proceso de aplicación a la Beca Chevening, las clases de inglés, y la urgencia de hacer la post producción en una semana para que estuviera listo para llevarlo a mezclar a Estados Unidos. “Ambos discos han sido premiados y positivamente reconocidos por toda una comunidad de músicos y audiencia y me hace feliz haber tenido un papel en ello”, señala.
“Pienso que lo más importante es sentir pasión y respeto por cada cosa que hagas. No creo que eso garantice el éxito, pero estoy convencida de que te lleva por un buen camino. Estudiar todo el tiempo e intentar estar al día con un campo tan dominado por la tecnología que cambia y evoluciona a cada segundo no es tarea fácil, pero es un deber marchar al paso de este desarrollo. Siempre intento que cada trabajo sea la mejor versión posible de sí mismo”, define como su receta.
Parte de ese entrenamiento es visitar sus referentes laborales. Uno de ellos es el famoso ingeniero y productor norteamericano Al Schmitt, a quien admira por su estilo único de grabación, y por una trayectoria con iconos de la música como Frank Sinatra, Quincy Jones, Barbra Streisand, Ray Charles, Michael Jackson, Diana Krall, y Elvis Presley. Dayana toma como guía a muchos ingenieros y productores reconocidos, aunque sabe que debe prestarse especial atención al contexto de la música, el estilo y la visión del productor. “Cada proyecto es un universo único e irrepetible. La precisión de saber qué funciona mejor para cada ocasión es algo que vas adquiriendo y puliendo con la experiencia, y creo que se necesitan muchos años para dominarlo”.
Otro ritual del que no puede escapar es el de la buena música. Confiesa que siempre sale a la calle con sus audífonos y adora escuchar géneros y artistas diversos. Y, por raro que pudiera sonar, Dayana suele oír discos en los que ha trabajado, pues lo ve como un entrenamiento para descubrir detalles escondidos dentro de esa música que ha sonado tantas veces ya y que uno piensa que conoce por completo.
¿A qué debe sonar un tema?
Es su secreto: ella piensa que la música está lista cuando siente que es capaz de contar su historia sin que cambie o intente mejorar algún detalle, cuando hacer alguna que otra concesión no le va a quitar el sueño por las noches. Así lo cuenta, y define que la sensación de que algo en lo que trabaja está completamente logrado es muy difícil de sentir. “Cuando estás involucrado en una producción en más de una etapa —digamos grabación, post producción y mezcla— cada uno de estos procesos requiere un nivel de acabado y compromiso. Muchas veces durante el proceso de post producción, que es uno de los más cercanos a la música y más alejado del sonido propiamente, intento pulir de la manera más sutil y a la vez exigente el trabajo recogido durante la grabación. Hay muchos momentos en los que tienes que tomar decisiones sin consultar, y ese balance se hace complejo de lograr. Si trabajas en conjunto con un productor, te sientes más acompañada y, como ingeniera, intentas plasmar la visión que tienen ellos para esa música”.
“Vas descubriendo a qué debe sonar un tema siguiendo varios pasos”, dice, y revela que su guía fundamental es escuchar mucha música para nutrirse de diferentes sonoridades, conceptos de estilo y maneras de hacer. La comunicación con el autor del tema es primordial para lograr que esa canción transmita lo que la persona concibió en su mente.
“Pienso que, como ingenieros, somos también artistas capaces de aportar a cada trabajo, ofreciendo propuestas, buscando colores en la música y tratando de que la creación suene auténtica. Luchar contra los esquemas de que todo tiene que sonar igual garantiza que no muera la creatividad y nazcan cada día nuevas propuestas. Es ahí donde todo mantiene esa magia con la cual la música no aburre, o no debería jamás aburrir”.
Y su lucha cotidiana contra los facilismos tiene lugar entre las paredes de los Estudios Abdala, a los que llegó desde el segundo año de su carrera. Para ella es un privilegio haber trabajado como asistente de grabación por tres años con un ingeniero al que todos respetan y admiran mucho: Orestes Águila. “Gracias a la oportunidad de laborar en su equipo, tuve la posibilidad de empezar a vincularme con la industria en proyectos súper interesantes y complejos, cuando mi cabeza se preocupaba por aprender los elementos más básicos de la profesión. Fue una etapa de mucho aprendizaje que me exigió conocer la disciplina de trabajar dentro de un estudio, el respeto por una producción discográfica, y la interacción con personas de psicología tan diversa y compleja como todos los que formamos parte del mundo del arte. A ello le adiciono el entrenamiento que me llevó a entender y llevar a la práctica la teoría que hasta ese momento había recibido en el Instituto Superior de Arte (ISA). Ser capaz de hacer y tocar cuanto hay dentro del estudio me permitió darme cuenta de la pasión que siento por el sonido”.
Además de Abdala, ha trabajado en otros estudios de la capital: Areito de la casa discográfica Egrem, los estudios de la Egrem de 3ra y 18 en Miramar, así como algunas producciones realizadas en PM Records. Le encantaría incursionar en el mundo audiovisual porque le parece fascinante hacer sonido para cine. También le apasiona todo lo que tiene que ver con edición de diálogos, grabación de Foley, ADR, y diseño de sonido. Considera que se trata de un mundo muy creativo, desafiante y de otra dimensión más allá de la experiencia puramente auditiva. Tuvo la posibilidad de incursionar en la maestría en estos aspectos, y la experiencia la dejó con deseos de más.
“Algo que siempre ha estado en mis planes desde que comencé a estudiar la carrera, fue incorporar al plan de estudios algún módulo sobre producción musical. No pienso que un ingeniero deba cumplir el rol de un productor, pero sí considero que debe comprender este lenguaje; es una herramienta que permite mayor cohesión entre dos figuras tan unidas en una producción. Tuve la posibilidad de experimentar esta preparación conjunta en Londres durante la maestría. El programa de estudios está enfocado en prepararte como productor de audio y te da herramientas para estar capacitado como ingeniero y productor. Además, es la forma en la que muchos programas afines están diseñados, y considero que deberíamos tomarlos como guía y modificar nuestro plan de estudios en el ISA para formar ingenieros mejor preparados, con una cultura musical aún más sólida. No creo que sea fundamental para un ingeniero ser músico, pero representa una gran ventaja sentir que dentro de un estudio podemos hablar el mismo idioma”.
De las mejores personas que existen. Que alegría me da leer esta entrevista, ella cita que: «tuve un papel en el disco Libre de Pecado». Bueno, yo diría que sin ella, ese disco jamás hubiera sido posible! Gracias