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Entrevistas Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista. Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista.

Robe L Ninho, afrosembrando rap y conciencia

Yo ahora me estoy deconstruyendo, rearmando, pero para deconstruirte de verdad tienes que ir hasta la raíz. Yo nací en Candelaria, específicamente en La Sabana, un lugar discriminado, uno de los barrios periféricos más complicados que tenía ese municipio que —a su vez— era uno de los más complicados que tenía la provincia de Pinar del Río y que ahora tiene Artemisa, que lo heredó con la nueva división político-administrativa. Nací en ese barrio con alto índice de violencia, de escasez, pero no de pobreza. La pobreza es algo que la gente nunca ha entendido, porque cuando tú tienes tanto adentro, aun cuando no poseas nada material, no puedes ser pobre. De manera que allí, en La Sabana, a pesar de vivir con esa precariedad, teníamos una alegría difícil de comprender. Ese es un barrio donde nunca falta la música. Ni un segundo. 

Desgraciadamente la economía en nuestro país, y en todo el mundo, tiene color de piel. Las zonas vulnerables y marginadas en Cuba son asentamientos poblacionales de personas negras. Eso, la gente que vive en zonas de privilegio no lo puede entender. No entiende lo que es vivir en un lugar en situaciones extremas. Yo, por muy deconstruido que pueda estar en el machismo, no puedo entender lo que es vivir en un cuerpo de mujer. Tú, por muy deconstruida que estés en el racismo, no podrás entender lo que es vivir en un cuerpo negro, racializado. Con esa comprensión yo crecí. Pero, si estás en la sabana, no quieres ser una gacela; nadie quiere que se lo coman. Yo tuve que ser un leoncito más.

A los ocho años ya era el hombre de la casa: mi papá nos abandonó y mi mamá se quedó sola. Al ser el mayor de tres hermanos, me convertí en un niño con preocupaciones de adultos. Pero la vida te enseña varios caminos y tú escoges cuál seguir. Desde muy pequeño pelaba a mis hermanitos o a mis amigos y la bola se empezó a regar: “Oye, quién te hizo ese corte, te quedó bola’o”, “Robe L Ninho, el de La Sabana”. Y así, hasta que empecé a cobrar por aquello. Desde el día en que lo intenté, me salió chévere. A mí el estilismo me dio la oportunidad de tener ingresos económicos para no meterme en ilegalidades.

Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista.

Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista.

Después, todavía en la primaria, comencé a bailar breakdance y conocí la cultura hip hop. A mí el rap que me gustaba era el americano, en español solo Vico C. Luego, en la secundaria, empecé a escuchar a algunos raperos cubanos. Mis amigos empezaron a rapear e hicimos una peña en Candelaria, que yo iniciaba bailando y ellos terminaban rapeando. Así empezó mi incursión en esta cultura a la que le debo mi vida, porque sustituyó actividades que yo hacía; en vez de estar fajándome con alguien, de tener una conducta quizás disfuncional —producida por todo lo que es el racismo estructural y, también, por un sistema racista—, bailé. La ira que sentía y que antes descargaba con alguien a los golpes, ahora la resolvía a través del baile. Vamos a retarnos, pero bailando. Era otro tipo de batalla. Y otro tipo de aceptación. Cuando miraba para atrás, muchos de los que crecieron conmigo estaban presos o muertos, o eran alcohólicos; y yo, que de cierta manera era el líder, el maluco, estaba “en talla”: pelando y haciendo mi dinerito, y viajando por toda Cuba, a eventos y festivales. 

Entonces, esas dos cosas que son mi pasión ahora mismo me salvaron la vida. Con el tiempo tuve la idea de fusionarlas y hacer un proyecto que se llama Baber Streets Cuban Hip Hop C4, cuyo propósito era brindar a la mayor cantidad de niños posibles en todo el país, la oportunidad de salir de su entorno adverso. Estuve en varios barrios pobres de la Isla, todos los fines de semana hacía algo, saltando de provincia en provincia, pelando y cantando. Pero yo no solo pelo; yo pelo y voy hablando con la gente, tratando de realzar todo lo que nos han quitado. Busco que sientan que tienen que vivir orgullosos de lo que creen que deben avergonzarse. Les cuento sobre la historia genial que tenemos las personas racializadas. La historia la escriben los que ganan y ellos no te hablan de la de África, que es la primera en existir; le ponen el nombre de “esclavo” a la gente y, cuando eso pasa, la despersonalizan, le quitan la condición de ser humano. Te hablan de un Dios blanco, de un supuesto “descubrimiento”. América no fue descubierta, fue destruida y saqueada. ¿Cómo esos que vinieron van a ser los dioses a los que queremos parecernos? La primera persona en existir fue africana, entonces todos los habitantes del planeta somos afrodescendientes; sin embargo la mayoría de las personas negras viven avergonzadas de su ascendencia. Hay una sola raza que es la raza humana, pero existe la racialización. En mi discurso musical, trato de resignificar eso. 

Otra cosa que hacía con Baber Streets, cuando iba a un lugar a pelar, es que ofrecía valores añadidos: si quieres pelarte, tienes que coger un libro y leerme en voz alta; o puedes llevarte el libro. Lo que esa gente hacía ya después con ese libro escapaba a mi esfuerzo, pero era una apuesta. También mezclaba todo eso con el rap, con manifestaciones artísticas del hip hop, con graffiti, con breakdance, y demás. Yo empecé a hacer Barber Street en el 2015 y de ahí para acá ha habido en Cuba una revolución alrededor del cabello afro.

Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista.

Robe L Ninho. Foto: Cortesía del artista.

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El rap para mí es la música más inteligente. La trova también es muy inteligente pero es muy abstracta, la reflexión la hacen los cultos. Pero el rap es de barrio. El público en Cuba necesita un mensaje como el del rap; y la gente del rap necesita de un público. Por eso yo lo utilizaba en Baber Streets, cada vez que iba a pelar me llevaba a un grupo de raperos, los más interesantes que encontrara. Y se construyó algo lindo, muy empoderador, por lo que al establishment empezó a molestarle. Empezó la censura. Pero yo seguí y entendí que debía superarme más. 

Tengo una tía que vive ahora en Estados Unidos y que era estilista. Un día me dijo que había pasado la escuela Bella Caribe, que necesitaba que fuera a ver si su título académico estaba listo, pues le hacía falta allá donde vivía. Cuando llegué, me enseñaron los requisitos para matricular y yo los reunía todos, así que matriculé. Esa es una escuela que tiene un alto índice de racismo —ahí enseñan a la gente a alisar el pelo, imagínate—, tiene conceptos que no van conmigo, todos los términos racistas están normados ahí. Pero igual estuve para aprender técnicas y entendí que yo tenía que hacer todo lo contrario. 

Con el paso del tiempo, con todo esto de Baber Streets, de la escuela, empecé a hacer rap contestatario. Trataba de no utilizar obscenidades en las letras, de no ofender, pero cuando alguien es privilegiado y tú le recuerdas ese privilegio se ofende y se molesta. No tenían cómo atacarme porque los textos eran bastante poéticos, digamos. A partir de ahí, mezclé más cosas. En mis performances pelaba y rapeaba a la misma vez y hacía un show que era una partidera —dos mil o tres mil personas donde quiera que iba. Entonces se empezó a generar un movimiento, no solo a través de mi música, sino con otros músicos o raperos que estaban viviendo la cruda realidad; un movimiento de rebeldía contra la opresión del sistema. Porque podemos estar bien o mal, pero respetando la ideología de cualquiera tenemos derecho a exigir nuestros derechos. Pronto percibí que el problema que la mayoría tenía era que la llamada Revolución Cubana tiene más de 60 años; sin embargo la esclavitud tiene 500, ¿cuál vamos a resolver primero? ¿Vamos a seguir siendo nosotros la carne de cañón? Supongamos que el pueblo logre que el gobierno cambie, ¿los negros vamos a seguir en la miseria? ¿Vamos a seguir mirando para abajo por la forma en que tenemos el pelo? A partir de ahí me dije: la pincha es esta. Hay gente que habla contra el sistema y yo tengo que tratar de fortalecer el orgullo de los negros, luchar contra el racismo a través de ese orgullo. 

Comprendí, además, lo que es racismo: es el arma del racista y las armas como único pueden hacer daño es cuando hieren al agredido. ¿Cómo un agredido de racismo puede ser herido? Pues cuando le afecta. Y te afecta por desconocimiento. Si te dicen que tu pelo es malo y te afecta, es porque no sabes que ese fue el primer pelo que existió en el mundo, que tiene las mismas capacidades que cualquier otro pelo, no sabes que es el cabello más versátil, el único que puede alcanzar todos los estilos. Yo puedo hablar de su historia a través de mi arte: de que en nuestros pelos se escondían armas para las rebeliones, se escondía el oro para comprar la libertad que nos habían arrebatado, se escondían semillas para sembrar en los palenques cuando se fugaran, se trazaban rutas de escape en las trenzas para irse al cimarronaje. Esa historia es la que hay que contar. 

Esa es la lucha que tenemos hoy. Resignificar lo que somos a partir del orgullo. Ese es el mensaje que llevan mis canciones. Porque yo puedo estar en un solo lugar, pero mis canciones viajan. Entonces, si yo puedo hacer una canción con mis conocimientos como cosmetólogo, como especialista en cabello afro, como activista antirracista y la pueden escuchar muchas personas, pues la hago. Y creo que está funcionando. 

De hecho, acabo de regresar del extranjero y la gente reconocía algunos de mis temas. Fue una locura. No sé cómo lidiar con eso. Acá en Cuba no, acá no se conoce nada de lo que yo hago. Y eso es doloroso. Pero así le ha pasado a muchos; mira al mismo Polo Montañez —de mi tierra—, primero fue conocido fuera y después aquí. Estuve 45 días en el extranjero y no tuve uno solo de descanso: fui a Colombia, a Francia, me entrevistaron para Canal 24, TeleSur, CNN, la DW, pero siempre que regreso vuelvo a mi Sabana. Porque no se me puede olvidar nada. La realidad existe para seguir con fuerza y hacer que esa realidad cambie. 

De ahí nació Negro. Yo sabía que tenía que cambiar la sonoridad porque vengo de un lugar donde la música es algo muy rico. Cuba es un país que ha exportado más de veintitantos géneros musicales al mundo; entonces, ¿por qué yo voy a estar haciendo un género que es de otro lugar? Dentro de los raperos hay un concepto que a mí no me gusta mucho, que es que juzgan la música por el ritmo. Yo tengo un artista favorito que se llama Tego Calderón, el tipo escribe durísimo. Lo importante está en la letra. Los ídolos que yo tuve en la infancia eran unos homófobos, machistas, misóginos y son los dioses del rap. Pero su mensaje denigra a la mujer. Yo no quiero eso. Así que me dije: voy a ser más yo y menos los demás. Y empecé a hacer este ritmo que le puse “rongosere” o “cubacompa”, donde mezclo varios géneros musicales. Así hice Negro

Recuerdo que me pasó algo curioso. Por ese tiempo un amigo de Boston se había encarna’o en mi pincha y fuimos a Candelaria a grabar un video en casa de mi abuela, que era donde yo vivía, casi el centro del barrio porque estaba mi barbería. Cuando voy entrando siento que está sonando Negro; era el cumpleaños de alguien que lo estaba celebrando ahí. La barbería estaba llena de gente, todo el mundo cantando la canción y este amigo llegó y filmó aquello. Luego editó un video de 59 segundos para Instagram que puse solamente en Facebook. Eso fue un día por la mañana, por la noche se me bloqueó el teléfono de tantas notificaciones. La canción se había hecho viral en un momentico. Fue una bomba. Al otro día había no sé cuántos canales en YouTube con la canción, y yo no tenía YouTube. Después hicimos el video oficial, con un amigo, Orestes Baratuti, que fue con el que ganamos los Premios Lucas. Luego de eso, hice Cabello bello y fue también una locura. Organicé mi banda, comenzaron los intentos por hacer giras, por viajar, y al final lo logramos. Ha sido demasiado la reacción de la gente, no sabía que eso podía pasarme algún día.

Esa fue una parte del camino. Ahora ya tengo mi disco casi terminado. Se va a llamar Negro transparente y debe salir el año que viene. Mi intención es inscribirlo para los Grammy. En ese proceso busqué asesoría y me recomendaron que le hiciera un trasfondo diferente porque el disco era muy versátil. Tenía varios géneros: rap, danchall, afrobeat, rongosere, trap, incluso una balada. Yo quería tocar varias cosas, pero en la industria eso puede favorecerme o no, porque —si bien puede llegar a varios tipos de público— me quita una identidad, no perciben un sello, aunque tenga el flow que tenga. Porque, además, yo tengo una voz normal, no como Tego Calderón, que donde o lo que quiera que cante se sabe que es él, aunque cante pop. Entonces, la idea de este disco es comenzar a buscar ese sello para que apenas salga una canción se me identifique. 

***

En todo ese proceso también entendí que mi misión no es atacar. Si atacas, no hay diálogo, y si no hay diálogo, no hay cambio. Y necesitamos un cambio real, necesitamos extinguir la misoginia, el machismo, la homofobia, el racismo. Para eso también hay que ser antirracista, antimachista, etc. No basta con no ser machista, ni racista, ni homófobo, las posiciones neutras van a favor del opresor. Todos estamos criados en una sociedad machista y yo, por ejemplo, desde mi privilegio machista, trato de deconstruirme al máximo. A veces se me van cosas que ya tengo preconcebidas y ahí me paro y digo, ¿esto qué es? Y me cuestiono: ¿esto está bien o está mal? En ese sentido me pasó algo con Negro, en la primera versión que hice: a mí una vez me dijeron que habíamos sido esclavizados por ser cobardes, entonces en esa canción yo quise afirmar que éramos valientes, por eso dije: “… y del tamaño del Titán es mi miembro reproductor”. En Cuba todo el mundo sabe que cuando alguien va a referirse al coraje de otra persona dice: “la tiene más grande que Maceo, más grande que Mariana”, pero la interpretación en este caso fue literal, como si estuviera hipersexualizando el cuerpo negro. Yo soy responsable de lo que digo, no de lo que interpretan. Sin embargo, cuando digo esa frase tengo que entender que es cierto que ese fenómeno existe y no me puedo poner molesto si alguien salta, y me cuestiona. Por eso luego la cambié por otra frase: “… del tamaño del Titán es mi intelecto en su esplendor”, porque también nos han tildado de brutos. A mí me atacaron por eso y yo preferí no atacar. Porque el ataque obnubila todo lo demás, que puede ser positivo. Por eso insisto en que la deconstrucción tiene que ser desde la base y debemos mirarnos a nosotros mismos. La comprensión, en ese proceso, juega un papel fundamental. 

@djbroslm150 #afro #afrodance #afrobeats #afrohair ♬ sonido original – DJ BROSLM150

Por ejemplo, hay una cosa súper fuerte en TikTok ahora: varias personas blancas están haciendo el challenge de Cabello bello. Entonces ves a personas negras diciendo: “Oye, tú no te puedes apoderar de algo que no te pertenece”. Hay toda una discusión donde no voy a participar. Si eres blanco y antirracista, puedes cantar la canción porque estás haciendo un ejercicio de antirracismo, pero siempre desde la posición de que no es para ti, es una canción para la gente que ha sufrido lo que hemos sufrido nosotros. Quien debe guiar a la gente blanca en la lucha antirracista es la gente negra, quien debe guiar en la lucha contra el patriarcado son las mujeres, porque son quienes lo sufren. Pero a veces es complicado despojarse del privilegio. Si tú, como ser humano entiendes eso, entonces tu posición es apoyar. Pero también hay que ser estratégicos. Todas las personas que alguna vez fuimos discriminadas debemos unirnos. Porque ¿cómo es el poder? Blanco, heterosexual, masculino. Entonces hay que luchar. Quiero ver el mundo cambiar, pero antes de que eso pase quiero ver mi casa cambiar, mi barrio cambiar, mi pueblo cambiar, el país cambiar. Para eso, hay que empezar a desaprender. 

Amalia Echemendía Amalia Echemendía Artista visual, silbadora entusiasta, sacadora de formidables puntas de lápices. Se ríe como una hiena. Más publicaciones

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  1. Malagón dice:

    Me gustó mucho la entrevista y los enfoques de Roberto…. Felicidades al Robert por sus éxitos tanto artísticos cómo desde el activismo🤝🏾✊🏾

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