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Entrevistas Orelvis Domínguez (guitarra), Alexander Serradet (guitarra y voz), Misael Hidalgo (bajo y voz) y Raidel Expósito (batería). Foto: María Lucía Expósito. Orelvis Domínguez (guitarra), Alexander Serradet (guitarra y voz), Misael Hidalgo (bajo y voz) y Raidel Expósito (batería). Foto: María Lucía Expósito.

Punkis karboneros

A más de 200 kilómetros de La Habana, en el municipio más occidental de Cuba, sobrevive una banda de frikis nacida en el clímax del Período Especial. Abrieron camino en septiembre de 1995 en Sandino, Pinar del Río. Un grupo de jóvenes amantes de los sonidos pesados y las letras contestatarias, denunciadoras de las injusticias y los problemas del mundo.

La banda fue fundada por cuatro amigos con muy poca experiencia musical. Querían sonar y expresarse. Un pájaro negro estampado en el cajón de la batería. Alas abiertas. La sombra detrás.

Alexander Serradet es el único que sigue activo como músico de aquellos cuatro socios. Es el cuerpo narrador de la historia de Albatross, un grupo que se mantiene en vuelo 27 años después.

“Sin formación académica en la música, salimos a dar caña. Gracias a nuestra insistencia, a la gente y las bandas que conocimos en la carretera, nos fuimos puliendo, a veces empezando de cero cuando por un motivo u otro, nos vimos detenidos a espera de un nuevo compañero en la alineación por la salida de algunos de los miembros. Nunca hemos sido una banda profesional. Todos trabajamos en otra cosa y tenemos familia que atender y cuando estos puntos comenzaron a distar de la música algunos tuvieron que escoger un solo lado: el de las obligaciones más personales.

“En la música de Albatross vas a escuchar nuestro punto de vista sobre los problemas sociales, políticos y ambientales que afectan a la humanidad, pues aunque somos cubanos preferimos ver más allá de las fronteras. Somos parte de este mundo; tenemos el mismo aire, el mismo suelo y hasta las mismas necesidades”.

Foto: Maria Lucía Expósito.

Foto: María Lucía Expósito.

Una pequeña presentación en la ciudad de Pinar del Río, el 4 de diciembre de 1995, con una sonoridad emparentada con el heavy metal tradicional, fue el inicio. Para el año 1996 la banda decidió incursionar en otros senderos musicales y se insertaron dentro de las filas del death metal con matices thrash. Con esta nueva sonoridad se presentan nuevamente en la cabecera de la provincia.

“Fuimos invitados a participar en el primer festival Death/Thrash, celebrado allí en marzo del 1996, compartimos escenario con bandas  como Zeus y Necrófago”.

Tras esta etapa de death metal, Albatross decidió reconsiderar su postura musical. El local de ensayos del grupo tuvo su época de silencio, en lo que buscaban y encontraban el estilo y las canciones que más tuvieran que ver con la forma de pensar y expresarse de sus miembros. Llegaron entonces 10 temas de un rabioso hardcore con el que se presentaron los próximos dos años. En esta nueva versión, Alexander Serradet y Herodes Conesa cambiaron roles en los instrumentos.

“Por el año 1998 Ernesto Pistola Rivera y el bajista Herodes Conesa abandonaron la banda. Pistola pasó a formar parte de Trauma (posteriormente Médula), una banda de la ciudad de Pinar del Río. Herodes abandonó por completo la escena musical”.

La banda cayó en un letargo al no contar con reemplazos para estos músicos, pero Alexander y Luzmany decidieron que no podían detenerse en ese momento, y enseñaron a tocar batería a un amigo llamado Joe Luis González. Luzmany soltó las baquetas y se encargó del bajo y las voces. Regresaron a los conciertos con más fuerza, como un trío. Así, como mismo lo cuenta Alex, tocaron por todo el país.

“Un punk core rabioso, contestatario, irreverente y transgresor era lo que se podía sentir en los conciertos de Albatross de esos tiempos. Por desgracia, para nosotros y los seguidores, la banda tuvo una nueva y muy sensible baja. Luzmany Vivas, director y alma del grupo, se marchó a Estados Unidos. No fueron pocos los que pensaron que este sería el fin de la banda, pero alentado por muchos amigos, sobre todo por el propio Luzmany, busqué nuevos miembros, que aparecieron de entre gente sin ninguna experiencia musical, pero también con muchas ganas de expresarse a través de la música”.

La nueva oleada llegó a finales del 2004 con Freddy Cornelio en el bajo y Geandy Arango en las voces. Con este nuevo line up, ahora como cuarteto de vuelta, decidieron recuperar el tiempo perdido y volver a las giras y los festivales nacionales.

“Nuevamente el tema de la emigración, tan fuerte en la vida del cubano, volvió a golpear a las filas de Albatross cuando Freddy emigró a los Estados Unidos en agosto del 2009”.

El peligro de la extinción los acecha otra vez. Sin embargo, Alexander planta cara a la muerte del piquete y sigue pensando en músicos locales.

Foto: Maria Lucía Expósito.

Misael Hidalgo y Alexander Serradet en el Maxim Rock. Foto: María Lucía Expósito.

En enero de 2014 reapareció un renovado Albatross dirigido por Alexander en la guitarra y los coros, acompañado por Misael Hidalgo ―con solo 19 años― en el bajo, Raidel Expósito en la batería y Carlos Manuel Rondón como vocalista, ambos de 21.

“Un año y medio después Carlitos abandona y vuelve Albatross al formato de trío, y esta vez Misael es quien asume las voces. En marzo de 2018 se incorpora al grupo como guitarrista acompañante Orelvis Domínguez, de 26 años. Ya de vuelta al formato de cuatro, número de suerte para la banda, el estilo fue redefiniéndose y evolucionamos hasta el hardcore punk, aunque este es tema de debate entre todos los que han podido ver y escuchar lo que ofrecemos musicalmente, porque en un mismo sencillo puedes encontrar pasajes de thrash, punk, hardcore y heavy.

“Aún se pueden escuchar temas de los de antaño con buenos arreglos, algunos covers y temas recientes que han nacido principalmente de la obra de Misael en cuanto a letras, pero se trabaja por sacar a la luz canciones nuevas que amigos y allegados muy cercanos han compuesto para nosotros”.

El trayecto de estos frikis, como refiere el músico y director de la banda Alexander Serradet, abarca principalmente dos demos en los años 2000: Punkis karboneros, (en vivo en la Madriguera, 2004) y Gritos en 2005.  Lo de carboneros les toca de raíz, viene por el mismo arraigo de la génesis local de un pueblo.  Hacer carbón, como mismo persistir en hacer música por esos lares, es de los rituales de sobrevivencia.

Foto: María Lucía Expósito.

Misael Hidalgo y Alexander Serradet en el Moldavia. Foto: María Lucía Expósito.

“Trabajamos en la grabación y producción amateur e independiente de temas y videos nuevos. También rescatamos las primeras canciones que han impactado en general en nuestro público, con una diversidad generacional. Hay muchachos jóvenes en la banda que me impulsan. Hacemos que las cosas fluyan y nos está dando resultados, nadie mejor que el público para juzgar”, refiere Alexander.

Durante todos estos años, Albatross se ha presentado en diferentes arenas como el Pinar Rock. En la edición de 2017, lograron que el evento se extendiera por primera vez unos 60 kilómetros al oeste hasta el municipio Sandino, la guarida natal del grupo. Los festivales les vieron ir y venir por la autopista: la Madriguera en La Habana, Atenas Rock en Matanzas, Rockasol en Cienfuegos, Romerías de Mayo en Holguín, las peñas de Tendencia, Médula, Chispa e’ Tren, La Guerrilla, presentaciones en los pueblos, escuelas… hasta las discotembas fueron escenarios conquistados por esta banda que en el 2018 estrenó el Roncali Rock, un festival organizado por primera vez desde su templo local en Sandino con el nombre del faro que marca el final de Cuba.

Alex detiene la secuencia temporal para revivir uno de los momentos que lo sorprendió entre el periplo de Albatross por las provincias: “Fíjate que cuando volvimos a Ciudad Metal, en Santa Clara, después de unos años sin tocar allá, sorprendimos a un público nuevo que solo sabía de nosotros por los comentarios de los frikis más viejos”.

Ahora mismo integran la banda Alexander Serradet Hernández, como guitarrista líder y voces, Raidel Expósito García en la batería, Misael Hidalgo Cala en el bajo y las voces, y Orelvis Domínguez Martínez en la segunda guitarra. Casi todas las tardes ensayan en el cine abandonado de Sandino, frente a las tejas de la Casa de Cultura. El Moldavia es un sitio oscuro con proyectores viejos y oxidados. Ahí, con los cables sueltos, inventaron las extensiones, y con las maderas y el material acumulado construyeron bocinas. Al final, ya de noche, una ponina para beber cuando las gargantas están vacías.

Foto: María Lucía Expósito.

Raidel Expósito y Misael Hidalgo en el Moldavia. Foto: María Lucía Expósito.

En el magma de la burocracia y el poco apoyo institucional, los “punkis karboneros” han tenido que acudir a empresas como Turarte para tener al menos contratos y permisos de presentación, alguna señal de ingresos. Tocan gratis en el Maxim Rock y en los festivales por provincia a cambio de alojamiento o transporte. La mayoría de las veces se costean todo.

***

Madrugan. Comienzan la ruta apretados en el tren que sale de Sandino por única vez en el día, a las 4 a.m. Sesenta kilómetros después, suben a un camión en la terminal provincial hasta Avenida 100 y Rancho Boyeros. Esperan el P 12 o el P 16. Un ciclo que bien conocen, por suerte. Llegan al Maxim a las 2 p.m. Traen mucho alcohol de una bodega que le dicen Abdala por allá por su pueblo. Son los primeros en llegar de tres bandas que compartirán como invitados de los Switch. Alexander está ansioso. Hace los cuentos del barrio y de aquel pasado lejano del servicio militar, en el dienteperro de las costas del Cabo de San Antonio.

Diez de la noche. Les toca salir. Tocan por sorpresa Represión, un tema de los Switch, anfitriones de este encuentro. Tienen otra letra sobre policías. Arrimados al escenario, gritan y alzan los brazos los del piquete de fanáticos que se colaron en el transporte de los músicos desde Pinar del Río. Hace rato que ya todos sacuden el cuerpo. Alguien le dice a Alex que deje ser más libres a sus muchachos, que se libere más. Otra de sus letras va especialmente dedicada al exilio y a los presos políticos. El vocalista con la mano en el pecho y un t-shirt azul del equipo Cuba.

“El que tenga miedo a morir que no nazca”, una sentencia famosa que invoca Misael Hidalgo antes de la última canción.

Desde hace un tiempo, los Albatross cierran con un cover de Ellos dicen mierda, de La Polla Records. Han tomado la letra como su himno. Los corean altísimo desde abajo.

Mogollón de gente vive tristemente y van a morir democráticamente

Y yo no puedo callarme.

La moral prohíbe que nadie conteste, ellos dicen mierda, nosotros amén

Amén, a menudo llueve.

 

María Lucía Expósito Más publicaciones

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  1. Alain Corrales dice:

    Tengo la gran dicha de conocer a todos los muchachos de la banda, hoy me desempeño como subdirector municipal de Cultura, precisamente en Sandino, crecí viéndolos y escuchándolos y no es menos cierto que Alex y Albatross son sinónimos de perseverancia, entrega y de puro amor al Rock and Roll. Como refleja la historia, gracias a gestiones que se han hecho, hoy al menos pueden tener un sustento económico por la empresa de Turarte, porque de verdad tienen una gran trayectoria y merecen ostentar el galardón de músicos profesionales. Muchas felicidades a todos los.muchachos de la banda ALBATROSS 🤘🖕✊🖕🤘🖕🤘🖕🤘🖕🤘🖕🤘🖕🤘🖕🤘🖕🤘

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