
Michel Boutic y la década del reparto
Es septiembre de 2023. Hace media hora que Michel Aguilera, conocido como Michel Boutic, debía haber llegado, pero a sus 30 años es un tipo con mala memoria y no recuerda la entrevista. Se está poniendo viejo sin darse cuenta, dice apenado cuando aparece. Hace 15 años, cuando era un chamaco y tenía mejor memoria, bailaba. Ese fue uno de sus primeros encuentros con la calle. Hoy, él mismo se define como la fucking cátedra de esta vaina, cuando habla de producción y reparto.
—¿Bailabas tecktonik, Michel?
—No, yo bailaba efecto. El tecktonik lo bailaban los frikis, los hippies.
Eso no era lo de él, Michel siempre fue repa.
Después de la etapa del baile vinieron muchas más. Se graduó de Técnico Medio en Cultura Física y, para que no le invalidaran el título, hizo dos años de servicio social.
Un día, empezó a caminar por toda La Habana; andaba calle arriba y calle abajo con las manos llenas de papeletas que anunciaban conciertos. Le daba promoción a Osmani García, a Chacal y Yakarta, a cualquiera; ganarse la vida en Cuba nunca ha sido fácil y su pago dependía de cuántas personas fueran al concierto.
Otro día, que sabrá Dios en qué pensaba, se le metió en la cabeza cantar. Él, que no se sabe ni las notas musicales, grabó varios temas que agrupó en un disco y firmó par de videos. Nunca los lanzó, porque él no sabía lo que hacía. Por esos años a mucha gente le dio por cantar y él quiso probar suerte en aquello.
Tiempo después, Michel, que por encima de todo es un tipo inteligente, se dio cuenta de que el dinero de verdad estaba detrás de las máquinas y no al lado del micrófono. Desistió totalmente del canto.
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Para su estudio ha invertido en equipos y plugins alrededor de 30 mil dólares. “Todo pagado, porque yo todo lo pago”, aclara.
“Empecé con un estudio barato y, por un gusto personal de que mi música sonara cara, compré equipos caros poco a poco. Pero, claro, hay estudios que tienen la mitad de la mitad de la mitad que yo y tienen temas pegados en la calle. No hay nada definitorio en el proceso de grabación”.
Su primer aire acondicionado se lo pudo comprar mucho antes, de quilo a quilo. Lo logró gracias al famoso paquete semanal, porque antes de tener un sello discográfico y un estudio y mucho antes de existir Dboutic Music como empresa discográfica, existió como agencia de promoción.
Cansado de repartir tantas papeletas y de sudar de tanta caminata, reventado de pasar por estudios de grabación clandestinos y de recoger música en una memoria para entregar a DJ de discotecas todas las semanas, agotado de pasar trabajo y de ver el que pasaban los artistas cubanos, pensó que ser promotor del paquete semanal sería una mejor opción. No se equivocó. Llegó a convertirse en promotor oficial del Paquete Omega, espacio que le sirvió para conocer más de cerca los estudios musicales cubanos y colársele al asunto.
Simultáneamente, trabajó como representante del grupo Los Tres Gatos, pero esto, al igual que su álbum nunca lanzado, no llegó muy lejos. De esa época quedó una versión del famoso Sorry de Justin Bieber, que grabó la agrupación y se escuchó en varios centros nocturnos del país. Además, fue el primer tema que referenció al naciente productor y mostró su nombre al final del videoclip; DBouticStudios aparecía ya en una pantalla.
El paquete fue un éxito para Michel, pero a partir de 2016 —con la llegada de internet a Cuba a través de las zonas wifi primero, y luego con los datos móviles— el contexto comenzó a transformarse. Para conocer el último estreno urbano no había que esperar al día de la semana en que llegaba el paquete ni pasarlo por Zapya, bastaba con abrir YouTube desde cualquier dispositivo.
Por ese tiempo, Osniel y Yordano tocaron a su puerta en busca de ayuda. “Los empecé a manejar artísticamente sin saber que lo hacía”, dice. “Ahí empiezo como mánager de verdad”.
“En la música hay mil formas de llegar a un artista y mil maneras de trabajarlo. Lo primero que hice con Kimiko y Yordy sucedió de manera inconsciente. Los vestía, los calzaba, les producía la música, los videos y hacía la promoción. Con otros artistas no he hecho el mismo trabajo, porque no ejerzo como mánager. Solo les ofrezco mis plataformas para que distribuyan su música”.
Así, desde el 2019 hasta la desintegración del dúo en 2022, Dboutic estuvo acompañando éxitos como El Campeón, Mi negrita, Me mataste y Noche de perdedor.
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En 2023, su atención ha pasado al dúo El Principal y Carlichowa y al solista Yoani Star, los tres artistas que tiene firmados bajo el sello Dboutic Music. Ahora colabora también con Planet Records como arte y repertorio (A&R) del sello, donde trabaja además con Charly y Johayron, Bebeshito y Pokercito.
Para fijarse en un artista Michel no se rige por un patrón. “En Cuba, un día te funciona una cosa y otra al siguiente. De aquí a seis meses lo que te diga ahora probablemente no funcione. Hace ocho años funcionaban los dúos de un rapero y otro que cantara lindo. Ya no, ahora a la gente no le importa eso, por ejemplo, se fijan más en un dúo donde uno tenga la voz gruesa y sea afinado y el otro tenga un tono diferente”.
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En la historia de Michel contada por Michel, DBoutic tiene la suerte de ser el primero en todo. Fue el primero en internacionalizar el reparto y llevarlo a Perú, el primero en acercar a un repartero a las instituciones al lograr que Kimiko y Yordy tocaran en Cuba para un público multitudinario. Para eso tuvo que reunirse 80 veces con la directora del Instituto Cubano de la Música y otras 80 más con un viceministro de Cultura. “Tuve que demostrarles que merecía esos papeles, avales y permisos. Tuve que darle la vuelta al mundo y virar para cuestionarles las razones por las que supuestamente podían tocar en cualquier país menos en el mío. Entonces, a partir de ese momento, todos los procesos y trámites empezaron a suavizarse.
“No pueden seguir poniendo trabas al artista que en una canción habla con doble sentido o con lenguaje de la calle. Por tantos impedimentos y deslegitimación no tienen artistas jóvenes, porque todos los que logran salir del país no quieren virar más. Yo regresé porque tengo mi cabeza bien enfocada en lo que quiero”.
—¿Cómo fue tu experiencia en Perú, cómo acoge ese público internacional un género como el reparto?
—Funciona igual que en Cuba, en Perú había lugares que se llenaban y otros no. Nosotros llegamos a tocar para cinco mil personas en un espacio repleto.
“El reparto está internacionalizado. Quizás no al mismo nivel que el dembow o el reguetón, eso sí. ¿Qué sucede? Que a los dueños del mercado no les conviene que el reparto, un género inventado en Cuba, se expanda de manera incontrolable. No obstante, de aquí a cuatro años si sus exponentes siguen haciendo buena música habrá que ver hasta dónde llega”.
—¿Tu compañía cuenta con algún respaldo legal en Cuba? ¿Puedes, por ejemplo, importar algún insumo?
—Mi empresa está legal en Miami a nombre de un familiar. Aquí en Cuba no tengo respaldo alguno y por ahora tampoco me hace falta, porque no tengo forma de cobrar y legalizarla.
“Cuando Kimiko y Yordy se separaron, me abrí una plantilla como productor del Centro Nacional de Música Popular, que pertenece al Instituto Cubano de la Música. Legalmente, soy productor de la empresa, aunque lo que hago con los artistas no está del todo vinculado al Instituto.
“Al artista cubano lo que más le golpea es la distribución de su música y ahí entro yo, que tengo un sistema de distribución digital. Por el tema del Bloqueo, muchos músicos dependen de personas como yo, que ayudamos a los que están en la calle, enseñándoles cómo cuidar y cobrar por su música.
“Respecto a los insumos, no los importo, porque no tengo un establecimiento propio. Hasta la fecha, la única mipyme relacionada con mi trabajo aquí es la de organización de eventos, y esa historia es más complicada de lo que parece…
“Por supuesto, hacer reparto tiene sus ventajas y retos. Todo es a gusto personal. El público repartero no tiene conocimientos profundos sobre música, por eso a veces cualquier cosa que lances al mercado puede parecer de calidad. Con 300 dólares te armas un estudio y con él das un palo fácilmente”.
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Hace un tiempo Michel se obsesionó con los carros. Trabajaba para irlos mejorando y cambiando. Luego fueron los relojes. Para él, producir reparto es el negocio más rentable que hay. “El reparto es lo que más da dinero, tanto en las presentaciones en vivo como en la distribución en plataformas”, asegura.
“La mejor manera de monetizar con el género es pegando un tema. Con uno solo pegado, se puede ganar entre ocho mil y nueve mil dólares. Lo malo es que nadie tiene la fórmula para lograrlo. Algo funciona y pummmm, diste el palo”.
—¿Cómo es tu relación con artistas de otros géneros (salseros, timberos, etc.)? ¿Crees que artistas del cubatón, por ejemplo, han tenido que adaptarse a nuevas formas de creación musical y hacer reparto?
—Muchos han seguido haciendo su música tradicional, pero sí han tenido que retractarse de toda la mierda que hablaron del reguetón. Han venido a pedirle favores a los reguetoneros, a esos que ellos mismos no querían que les dieran empresas y papeles.
—Y tu relación con las instituciones culturales cubanas, ¿cómo calificarías esas alianzas?
—Este es un país complicado. Ciertamente, en todos los países del mundo tienes que tener tu dinero justificado y pagar impuestos. Estas alianzas casi siempre son positivas para ambas partes, lo negativo es la burocracia que trae consigo. Las instituciones del Estado perdieron el control de la música en Cuba. Antes el 90% de los espacios eran estatales, ya no. Hoy no te hace falta un documento del Instituto para tocar. La música es libre, como en todos los países del mundo.
“En Cuba la música urbana no la pegan la televisión ni la radio, lo hace el público, la gente que te sigue. Los reparteros no le deben nada a nadie, solo a quienes los escuchan. Existió la época de El Benny, la de Los Zafiros, la de Celia Cruz, la de la timba en los 80 y 90, la de Cubanito 2002 y Gente de Zona en los 2000. Ahora, en esta década, existen los reparteros. El reparto llegó para formar parte de la cultura cubana, para reflejar en ella un país no antes descrito. Cuba tiene muchas Cuba dentro, pero a fin de cuentas, es una sola”. Agrega y mira el reloj como quien tiene que marcharse pronto”.
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Después de terminada nuestra conversación, supe por las historias de Instagram de Michel, que él realmente estaba en la terraza del Hotel Nacional—donde minutos antes conversábamos— porque “fue a comprarlo”, o eso dijo en sus redes con su particular sentido del humor . Esta semana volvió al estudio después de dos meses fuera, tuvo que cambiar de sede porque la inspiración le llegaba en cualquier momento del día y en el otro local el ruido molestaba a los vecinos. Al regresar, grabó cuatro temas en menos de tres horas. Ahora, dice que pronto volverá a “sacarle el quilo” al paquete. Así de multifacético es él, tanto, que se define como “mánager, productor musical, promotor, infuencer y EFI”.
Antes de concluir la entrevista, me recuerda el tipo complicado que es, en el campeón que se ha convertido. Tiene razón. En definitiva, Michel también tiene muchos Michel dentro, y seguirle el paso nunca será tarea fácil.