
Gema, voz y maestría para el amor
A Gema Corredera resulta difícil hacerle una entrevista que abarque, en justa medida, su rica y multifacética trayectoria artística. Con siete años, se apoderó del escenario y nunca más lo abandonó; desde su debut, en el teatro Hubert de Blanck de su natal Habana, como parte del taller musical infantil de Teatro Estudio, dirigido por la profesora Leopoldina Núñez Lacret, hasta la actualidad. Han sido pues, varias décadas de presentarse con éxito en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y Asia, de compartir foros con artistas como Alejandro Sanz, Andy Montañez, Angelique Kidjo, Gonzalo Rubalcaba, Martirio, Jarabe de Palo, Lenine, Ketama, Roberto Carcassés, Pablo Milanés, Tito Puente, Willy Chirino, Yosvany Terry, Meme Solís, Aymée Nuviola, Albita y Marta Valdés, entre otros.
Gema María Corredera Saborit ya había iniciado sus estudios de guitarra clásica a los 11, pero descubrió el jazz poco después, cuando su maestra reconoció en su voz los característicos scattings de este género musical. Se graduó de la Escuela Nacional de Música en Cuba (ENA) en la especialidad de guitarra clásica, e ingresó en la carrera de Musicología, en el Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA). Durante esta etapa se enfocó en estudiar composición cubana contemporánea, música folclórica nacional—en especial la rumba—, compositores clásicos, y cursó en paralelo bel canto, con la profesora Carmen Godoy.
Según ha dicho, el año 1990 fue muy importante en su juventud: en mayo nació su hija Camila y ese mismo verano la gran compositora, Marta Valdés la invitó a integrarse a una peña que realizaba en la Casona de Línea, pues consideraba que la novel intérprete «poseía el don de descubrir en la música caminos secretos desconocidos para el propio autor». En ese contexto, surgió el dúo Gema y Pavel, con el que, un bienio más tarde, empezó su periplo por el mundo.
Háblame sobre tu salida de Cuba en 1992. ¿Cuando saliste con Pavel ya pensaban establecerse en España? En una entrevista mencionaste “las mieles y las hieles de la emigración”. ¿Cómo fueron esos primeros tiempos, en lo musical y, sobre todo, en lo cotidiano?
Salí en 1992, en una gira del grupo Teatro Estudio, que dirigía Raquel Revuelta. No lo planificamos, simplemente tuvimos la oportunidad de quedarnos unos meses más y hacer presentaciones al margen del grupo y de la obra que nos llevó a España. Ya con la decisión de asentarnos en Madrid tomada, volvimos a La Habana por unos meses y pusimos en marcha un proyecto discográfico con el cual debutar en Madrid. Al final, ese disco nunca se presentó, pero nosotros sí comenzamos una etapa definitiva de búsqueda y maduración artística y personal, que está reflejada en cada uno de los discos que hicimos.
Sin dudas, los primeros tiempos fueron difíciles. Tocábamos en pequeños locales y casi pasaron dos años hasta que obtuvimos el permiso de residencia español. Personalmente, me sentía triste alejada de mi niña pequeña, que quedó en Cuba cuidada por mi familia, con quienes siempre crecí muy apegada. Para colmo, no me acostumbraba al frío.
Sin embargo, lo maravilloso de la emigración fue la posibilidad de grabar discos, empezar una vida de conciertos, giras internacionales, festivales y muchos proyectos musicales y artísticos. Se abrieron las puertas de Europa, Asia y América para nuestra música.
Ha sido habitual por décadas que a los artistas emigrados no los difunden en los medios, y menos en la televisión… ¿Cuándo volviste a Cuba? ¿Pudieron actuar enseguida? ¿Cuánto hace que no vas?
Regresé a Cuba en 1995. Esa primera vez estuve un par de meses, trabajando en una producción discográfica, porque desde que desembarcamos en España nos empeñamos en dar a conocer a la generación de cantautores más cercana a nosotros; artistas con quienes habíamos compartido en peñas y conciertos. Convencimos al productor —con quien publicamos [el álbum] Trampas del tiempo, y para quien hicimos las producciones de A María Teresa Vera y Palabras, con Omara Portuondo—, para grabar un álbum colectivo de ese grupo de jóvenes cantautores, entonces residentes en La Habana. Así fue que regresamos a Cuba, a grabar el disco Habana Oculta. Más adelante, el grupo se conoció como Habana Abierta.
La última vez que canté en Cuba fue en 2016, tras 15 años de ausencia, y fui con mi espectáculo Más allá de la música, gracias a una iniciativa de Marta Valdés con la Casa de las Américas, apoyada por María Elena Vinueza, directora del Departamento de Música de esa institución. Pude cantar y recibir el cariño de la gente, en un encuentro inolvidable.
¿Cuánto aprendieron, musical y humanamente , durante los años en España?
Conocí y me enamoré de la cultura de todas las Españas que coexisten en esa geografía. Hallé amigos que se convirtieron en familia. Mi hija creció en Madrid. Me llené de influencias del flamenco y de la copla. Aprendí a defender la música en la que creo y llevé a los escenarios una manera, hasta entonces desconocida, de hacer la música cubana. Crecí como profesora y comenzó mi vida como conferencista, productora y arreglista.

Gema Corredera. Foto: Cortesía de la entrevistada.
Por supuesto, estabas muy bien preparada musical y culturalmente. ¿Habías cursado guitarra clásica con el interés de ser concertista? ¿Y por qué la musicología? ¿La ejerciste en alguna oportunidad? ¿Qué ha significado en tu trayectoria?
La guitarra es un instrumento perfecto para sonar y para acompañar. Fue el primer instrumento que tuve en mis manos y me fascinó. Siempre quise ser cantante pero, al menos cuando yo era niña, si querías estudiar música en el conservatorio, debías elegir un instrumento. Elegí la guitarra, sin dudar. Desde pequeña he sido muy inquieta y ávida de conocer el origen y la historia de la música. Me gusta investigar, leer y desentrañar. Y la musicología ofrece todo eso. Cuando fui a estudiar en el ISA me decidí por la carrera que ampliara mi mirada hacia la música en general, el análisis y la historia de este arte maravilloso, que tanto me apasiona.
De esta forma, he impartido conferencias y clases magistrales en diversas universidades de Estados Unidos y Europa sobre el bolero, la clave cubana, la cancionística cubana y la rumba. También, a la hora de emprender un proyecto musical, la musicóloga que soy conforma el concepto, analiza y define el repertorio, la sonoridad, la instrumentación, los arreglos y los músicos con los que debo desarrollar el trabajo.
Quienes conocimos a Leopoldina Núñez sabemos que era más que una maestra de guitarra, que dejó huella en más de una generación de artistas, era alguien que propiciaba un lugar de encuentros creativos. ¿Cómo llegaste a sus clases? ¿Y a Teatro Estudio? Cuéntanos también sobre tu cercanía con el Conjunto Folclórico Nacional.
Me crié en El Vedado, a las espaldas de los salones de ensayo del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Escucharlos todo el día hasta tarde en la noche, durante años, me familiarizó con la rumba y los diferentes géneros de la música afrocubana. Sin dudas, mi personalidad se permeó de esa manera de cantar y sincopar.
Así mismo, dio la casualidad de que la casa de mis padres queda a muy pocas cuadras del Teatro Hubert de Blanck, donde Leopoldina creó el taller infantil de Teatro Estudio, con el apoyo de Raquel Revuelta. Fuimos allí con un grupito musical que habíamos formado en la escuela primaria. En cuanto llegué al taller, Leo me tomó de la mano… y ahí comenzó todo.
Más tarde, a pesar de tener muchas herramientas personales para lanzarte como solista, ya fuera como cantante o como guitarrista de concierto decidiste integrar un dúo. ¿Por qué?
El dúo surgió orgánicamente a instancias de Marta, en su peña musical. Ya yo había grabado mucha música para cine y televisión, había hecho algunos conciertos y espectáculos como solista, y formaba parte del grupo Oru, de Sergio Vitier. Con Marta, al amparo de esos sábados en su peña, comencé a cantar junto a Pavel. Poco a poco, sin darnos cuenta, habíamos hecho un repertorio y nos presentábamos como dúo. No me lo planteé, simplemente sucedió y devino algo muy importante.
En una oración breve, dime por favor cómo recuerdas o definirías a:
Leopoldina Núñez: “Maestra en toda la extensión de la palabra. Me enseñó el camino de la música, la literatura y el arte. De ella tomé el profesionalismo, el amor por la enseñanza y la ética artística”.
Marta Valdés: “Una madre musical para mí. Me imprimió carácter y fuerza para defender mi música”.
Pavel Urquiza: “Incansable compañero de la música y la emigración. A mi juicio, el cantautor más completo de mi generación: músico, productor, alquimista”.
Teresita Fernández: “La compositora y trovadora de tres generaciones de niños en nuestro país. Juglar, mujer amorosa y fuerte, con la que compartí canciones y escenarios, y de la que guardo muchas canciones preciosas”.
Pablo Milanés: “Uno de los más grandes artistas cubanos de todos los tiempos. Innovador, comprometido con la música cubana y las nuevas generaciones, grande donde los haya”.

Gema Corredera junto a Marta Valdés. Foto: Cortesía de la entrevistada.
Tras casi una década en España, ¿qué te decidió a reubicarte en Miami? ¿Te resultó fácil este cambio? ¿Qué tan conveniente fue para la expansión de tu carrera?
Viví 16 años en España. Pero Miami ha sido otra gran escuela para mí. A nivel artístico he tenido la suerte de navegar por muchos escenarios de la ciudad y he tenido también un sinfín de experiencias, junto a artistas que admiro y respeto.
Antes de emprender mi primer álbum individual, Derramando Luz, dediqué un buen tiempo a cantar en directo en Puerto Rico, Nueva York y España. Empecé a conocer artistas y a colaborar con músicos de Miami. Paso a paso, fui conformando el repertorio y evaluando con quién trabajaría mi primer disco como solista. Lo realicé junto al excelente músico cubano Yosvany Terry, que se encargó de arreglos y dirección musical. Antes de grabar, ensayamos con los músicos y pusimos a prueba la sonoridad ante el público neoyorquino.
¿Qué prefieres de todas tus facetas: ser intérprete, dar conciertos, impartir clases magistrales, ser productora, crear bandas sonoras? ¿Cuáles son tus escenarios preferidos, los grandes o los íntimos?
Todos los escenarios me gustan. Mi gran vocación es cantar, grabar, dar conciertos, mezclarme con diferentes artistas de estilos distintos. La vida me ha llevado por los derroteros de la producción musical, las bandas sonoras para cine y teatro. Cada escenario tiene sus propios retos. En un evento grande me siento querida, alegre, poderosa. En ambientes íntimos me siento abrazada, elocuente, expresiva.
Siempre lo digo con orgullo, mi segunda gran vocación es enseñar. De hecho, hace ya muchos años mis amigos me llaman cariñosamente “maestra”. Comencé a impartir clases a los 15 años, cuando aún era estudiante de guitarra en la ENA. Incluso, mientras estudiaba musicología en el ISA combiné mis estudios enseñando como alumna ayudante de varias asignaturas. De este modo, ya atesoro casi 30 años de experiencia como pedagoga, instructora y conferencista.
¿Cómo trabajaste el estupendo disco Feeling Marta?
Me fui a La Habana y pasé diez días entrevistando a Marta, conversando con ella, escuchando sus canciones nuevas y revisitando juntas algunas piezas de épocas anteriores. Hicimos una lista de unas 25. Ella tuvo la enorme amabilidad de escribirme las partituras de los temas, uno a uno, de su puño y letra; un tesoro de mi vida.
Al regresar a Miami seguí analizando las obras hasta quedarme con 12 canciones. Xiomara Almaguer, Eddy Levy y Jeanne Habib, productores ejecutivos del álbum, apostaban por un disco íntimo, de cámara. Así fue que decidí trabajar con tres instrumentos nada más: piano, bajo y batería. Una vez decidido el repertorio, le pedí a Roberto Carcassés que hiciera los arreglos y la dirección musical, ya que es un artista con un talento enorme. Él podía aportar mucho a las canciones y al sonido que pretendía lograr: contemporáneo y sofisticado. Hicimos toda la pre-producción por Internet y unos meses más tarde él, Yissy García (drums) y Carlitos Ríos (bajo) volaron a Miami para grabar el álbum. Grabamos todo en menos de una semana. Cuando ya estaba masterizado, decidí incluir dos temas más: Sin ir más lejos y No es preciso (junto a la gran artista española Martirio). Así quedó finalmente Feeling Marta, con 14 canciones.
¿Qué implicó el premio GLAAD?
GLAAD es la organización más grande del mundo en materia de defensa de los medios de comunicación para la comunidad LGBTIQ+. El premio GLAAD es un reconocimiento a un alto nivel artístico y se otorga a artistas de todo Estados Unidos, destacados por una o varias obras, con temática LGBTIQ+. Fue una sorpresa maravillosa. Tuve la suerte de ser destacada por el video musical de Sin ir más lejos, de Feeling Marta.
¿Cuáles son tus planes actuales? ¿Trabajas en un nuevo disco?
Estoy inmersa en varios proyectos al mismo tiempo. Trabajo en un disco nuevo con canciones originales, por una parte. Ya tengo casi terminada la primera y espero pronto sacar el sencillo. Por otro lado, como productora y cantante, estoy en un álbum titulado Vestida de mar, dedicado a la poesía de Alfonsina Storni. Es un disco de fusión entre el flamenco y el filin cubano, junto al destacado guitarrista andaluz José Luis de la Paz. También avanzo en un proyecto con el gran músico cubano y querido amigo Lázaro Horta, recreando entre los dos canciones emblemáticas del repertorio cubano y latinoamericano. Y está la producción del disco debut de la joven cantautora puertorriqueña Ariana Lorén.
A la vez, continúo con mis clases de voz. Acabo de crear 1Vox Foundation que pretende, a través de la música y, específicamente, de la voz cantada y hablada, acercar a los niños y adultos con necesidades especiales al mundo exterior, y ampliar sus relaciones sociales.

Gema Corredera junto a Lázaro Horta. Foto: Cortesía de la entrevistada.
Para concluir, ¿cómo seleccionas tu repertorio? ¿Qué le pides a una canción?
Si una canción atrapa mi atención, ya sea por la letra, la historia que cuenta y/o la melodía, querría hacerla. Me gustan muchos tipos de canciones, pero sé que no todas las canciones son para mí. A la hora de cantar, voy a elegir aquella pieza que me gusta mucho y sienta que puedo aportarle algo hermoso.
Una versión de esta entrevista fue publicada orginalmente en Caritate Magazine, edición enero/marzo 2023.
Gracias por el acercamiento a Gema. Ha sido para mí un gran placer descubrir a través de elocuentes palabras, una parte significativa de la historia de la gran artista cubana.