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Entrevistas Aymée Nuviola en Santiago de Cuba. Foto: Cortesía de la entrevistada Aymée Nuviola en Santiago de Cuba. Foto: Cortesía de la entrevistada

Aymée Nuviola: First Class from Havana

Conoce bien los entresijos, los perfiles y las complicaciones de los repertorios en la música cubana, pero al mismo tiempo confiesa que no le gusta que “le pongan bordes”. Sabe de lo que habla, no solo porque es músico de formación sino porque habiendo comenzado muy joven, y siendo aún muy joven, tuvo el privilegio de acumular la cantidad suficiente de horas-escenario para llevarse todo eso que no se aprende en una escuela o que no te puede enseñar un maestro de tú a tú.  Esta década que casi termina la catapultó a otros niveles, recogiendo frutos de la paciencia y el aprendizaje de unos cuantos años. Cubana rellolla, más allá del cliché, sin préstamos ni facilismos, Aymée Nuviola suele hablar de su vida y de la música ofreciendo sus criterios con total llaneza, sin convencionalismo alguno y sin otra necesidad que expresar su pensamiento musical tal y como se le presenta.

A los cubanos de la Isla, de cierta generación en adelante (o hacia atrás, no sé) se nos perdió, como “se pierden” otros tantos artistas que han cogido el trillo para intentar hacer su trabajo en otras “tonalidades”. De pronto un día llegaba un email con alguna noticia, más adelante, algún videíto colocado en el Paquete Semanal, y así rescatabas en alguna zona casi perdida de la memoria a una de aquellas dos mulatas hermanas, de aquellos tiempos en los que no era común que una orquesta de salsa (término no sacrílego de uso común por lo feo que sonaba eso de “timba”) como la de Pachito Alonso y sus Kini Kini tuviera en su línea frontal a dos mujeres cantantes. No era posible más, nada que hacer si se te fue la mora. 

Por eso, a pesar de que casi siempre opto por rehuir de las cronologías, y aunque a estas alturas gracias a cierta “movilidad” de los datos y al Google modus operandi, la historia del día de ayer está a la mano de todos, decidí comenzar por el principio, de manera habitual y sencilla.

¿Cuánto hay de la Aymée Nuviola de los inicios en la artista actual?

“Yo creo que todavía hay. Me mantengo en la posición de que no me gusta que me pongan bordes y me enmarquen en una sola cosa. Estoy consciente de que todos los artistas necesitan tener una dirección, o sea, que hay que entender que uno se enfoca en determinados públicos y tiene su estilo, en el que debes enfocarte según lo que quieres hacer, porque si no te conviertes en una especie de circo musical que en nada ayuda a tu carrera. Pero sigo teniendo mi piano, que me encanta, que fue con lo que comencé el dúo con Lourdes. Esto me permite hacer esa música íntima que me  gusta mucho, tanto en mis composiciones como en cosas del filin, jazzeadas, de la trova, la bossa nova, etc. Eso me sigue cautivando, sobre todo porque nosotros estuvimos en un inicio en una orquesta que hacía varios tipo de géneros, lo cual marcó y sigue marcando mi carrera. A mi me gustan las propuestas nuevas, no importa el género. Mi discografía así lo refleja, es variada, y eso también, creo, es el resultado de esos inicios.

Aymée junto a su hermana Lourdes. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Aymée junto a su hermana Lourdes. Foto: Cortesía de la entrevistada.

“Hay algo que me marcó en Cuba también, y es que fui junto a mi hermana casi una fundadora, por la participación que tuvimos como mujeres dentro de la timba. Lourdes después tuvo un despliegue mucho mayor cuando siguió sola haciendo este tipo de música más agresiva. Eso a veces trato de incorporarlo a mi trabajo y, por supuesto, a mi discografía. Aquí afuera no deja de estar presente, aunque hay que dosificarlo un poco, de manera inteligente, para que se asimile”.

La imagen solía pixelarse con relativa frecuencia aunque el audio fluía normalmente. En realidad, no podía pedirle más al Hangouts en esta parte del mundo. Quizás por eso, o tal vez por el entusiasmo producto del intercambio de algunos recuerdos, llegó un momento en el que decidió prescindir de las gafas oscuras que la protegían en ese lapso de tiempo en el que los músicos desean no existir para otros: el horario matutino. Pero, si soy justo, debo decir que un buen catarro (esa terrible enfermedad tan temida por los cantantes) la tenía atrapada e interrumpía nuestro diálogo de vez en cuando.  Por eso, para intentar motivarla un poco, saqué un vinilo de Pachito Alonso y sus Kini Kini, de los que aún guardo en colección, y se lo enseñé. La risa no se hizo esperar, Cuidado con la mora (1990) puede ser considerado también un disco de Aymée Nuviola y le trajo muchos recuerdos.

La huella de las Nuviola está presente en ese álbum, no solo desde el punto de vista interpretativo sino en la producción misma. A pesar de su juventud, Aymée estuvo a cargo del montaje de voces, se desempeñó en el teclado (junto a Lázaro Valdés Jr.) e influyó en la selección de dos temas de corte no habitual para este tipo de orquestas en aquel entonces: Yo digo que las estrellas (Silvio Rodríguez) y Voy a conquistar (Pancho Céspedes). “Fue una etapa en nuestro trabajo en la que descubrí a Pancho en Cuba. Por supuesto, no puedo decir como tal que lo descubrí porque ya su trabajo existía, pero advertí en él un talento que no sabía que iba a ser tan grande. Había mucha gente que no lo conocía, que conocía más a su hermano Miguel Ángel, gran cantante. Me di cuenta que las canciones de Pancho eran tan maravillosas y empecé a ver cómo yo mezclaba el trabajo  suyo con el de Pachito. Hubo un momento en el que hicimos con Pancho dos grabaciones independientes de la orquesta: una fue para el Festival de la OTI de 1992, la cual quedó finalista en Cuba; se llamaba Algo más que amigos. Pero como Pachito  era un poco territorial en ese sentido, intenté fusionar las dos propuestas. En ese momento ese tipo de canciones ofrecían grandes recursos armónicos, se percibía como algo fresco, actual. Finalmente convencimos a Pachito y fue cuando grabamos el tema: Voy a conquistar. El de Silvio siempre me gustó mucho y, de hecho, yo solía cantarlo sola con frecuencia. Él lo escuchó y  me preguntó extrañado por esa canción y al final pidió montarla y grabarla”.

Aymée y su grupo, años atrás. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Aymée y su grupo, años atrás. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Tengo entendido que trabajaste y pusiste voz con otras orquestas en aquellos años…

“Sí, con Irakere hice El baile del Juanito y Boliviana.  A veces se dice que con NG La Banda, pero como tal no hice nada con NG, sino con un todos estrellas que dirigió José Luis Cortés. Con él estuve involucrada en varios proyectos, recuerdo uno que se llamaba De aquí pa´ allá, que era para Puerto Rico en el que hice dúo con Tony Calá”.

En materia de premios y reconocimientos, los últimos años han sido generosos con esta cantante. Premio Grammy Latino para Como anillo al dedo (2018), sendas nominaciones al Grammy Latino y norteamericano para el disco First Class to Havana (2014-2015) y otras dos iguales para su más reciente producción A Journey Through Cuban Music (2019-2020). Este último, no solo camina promocionalmente aún con frescura sino que genera expectativas por su posible premiación por la Academia a finales de este mes.

Hablando de este último disco, A Journey Through Cuban Music, pudiera pensarse que para un artista con cierta fama y prestigio, una producción tradicional es algo fácil o seguro. ¿Cómo es la revisión del repertorio? ¿En qué momento decides hacer esto? ¿Cómo te dejas asesorar en la selección de los temas a pesar de que sean más o menos conocidos? ¿Cómo es ese trabajo de mesa?

“Es algo muy arriesgado. Nosotros hicimos el primer intento con First Class to Havana, que lo produjo Paulo Simeon, mi esposo y manager. Ese disco en realidad se vio algo cortado porque en ese momento nos involucramos en la novela de Celia y tuvimos que reducir prácticamente todas las giras y las promociones. Aún así el disco logró un alcance que nosotros ni esperábamos; todavía hoy nos lo piden bastante, incluso en festivales de jazz, por lo que decidimos no prescindir de los temas de ese álbum sino incluirlos en el repertorio. Hay canciones como Paco o El espacio que son obligatorias en mis conciertos. Yo digo que esta placa es el primer intento porque incluso recuerdo que hay un tema de Alexis Valdés con Jorge Luis Piloto que se llama Yo soy así, en el que nosotros hicimos unos coros al estilo de Van Van, mientras en otros nos íbamos más por la onda de la Charanga Habanera.

“Por eso, cuando salimos del disco Como anillo al dedo, decidimos regresar a las raíces. De hecho teníamos la propuesta de la disquera de hacer algo bien tradicional y cubano. Rápidamente mi esposo se dio a la tarea de hacer un estudio de la recepción de los temas de música bailable cubana en las diferentes plataformas de Internet, algún estudio también de los tipos de versiones que se le habían hecho. No te voy a negar que en ocasiones nos dio un poco de miedo ciertas canciones que estaban algo manidas, como Lágrimas Negras. Pero lo que hicimos, para no irnos totalmente por lo tradicional, fue comenzar por aquella época y terminar por la más actual. Por eso incorporamos temas de Irakere, Van Van, Kelvis Ochoa y Descemer Bueno.

Aymée Nuviola. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Aymée Nuviola. Foto: Cortesía de la entrevistada.

“Nunca pretendimos que tuviera un alcance didáctico-cultural, sino simplemente algo fresco para que la gente asimilara el alcance de nuestra música que es muy complicada, tiene muchas ramificaciones; si te pones a hurgar ahí te puedes enredar y perder. Lo que buscamos era un fonograma que fluyera con facilidad. Hay temas muy versionados pero siempre se les cambia la estructura y se refrescan con nuevos coros. Nos dimos a la tarea con Roniel Alfonso, quien es uno de los mejores productores y arreglistas que hay allá, de hacer una coproducción juntos. El disco se grabó en Cuba, yo le llevé algunos mambos que tenía concebidos, se los canté, él hizo todos los arreglos basados en la estructura de los temas que, en alguna medida, yo también tenía preconcebidos. Fue maravilloso trabajar con músicos de mi país, que tienen una acentuación diferente, gente joven, que hacen la música tradicional algo distinta a como lo hacen las personas más mayores”.

Poco a poco íbamos entrando en materia. Como intento pasar por periodista hasta que me descubran, trato de ser objetivo y abarcar hasta donde es posible todas las facetas, la discografía y el desempeño del artista, pero en este caso había un aspecto que me rozaba y entendí que era el momento oportuno: los soneros, la improvisación, su auto percepción al respecto.

“Todas las habilidades que nosotros tenemos son dones que Dios nos regala. Hay personas que lo desarrollan y otras no. Respecto a este tema creo que también hay desinterés. Yo noto que en Cuba hay muy buenas voces, a veces me quedo impactada por la buena voz y la tesitura de muchos cantantes, pero no siento que se preocupan mucho porque la gente entienda lo que están diciendo. A veces quieren demostrar mucho más esa facilidad de hacer melodías, la agresividad y la guapería de la timba que nosotros sabemos existe. Pero tiene que haber un mensaje, y el mensaje tiene que ser resultado de que te ocupes de improvisar lo correcto y en el momento correcto. Independientemente de que tengas el don o no lo tengas, se puede ir a un estudio y hacer guías que tengan un mensaje más allá de demostrar otras cosas. Siempre me gustó eso pero mi caminar por otros países latinos que no tienen nuestra idiosincrasia, que no tienen muchas de nuestras palabras autóctonas me hizo reflexionar sobre esto  e improvisar de una manera en la que todos me entendieran. Yo puedo inventar muchas cosas hablando musicalmente, en los discos puedo jugar con las armonías, pero me he dedicado más a que la gente se lleve un mensaje. En definitiva es un don que puedes desarrollar con la lectura, que te da vocabulario”.

Aymée Nuviola. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Aymée Nuviola. Foto: Cortesía de la entrevistada.

¿Tú lo has entrenado? ¿Te lo has propuesto?

“Yo lo entreno, sí. Incluso a veces estoy escuchando canciones en la voz de otros cantantes y al escuchar los coros empiezo a pensar en qué guías se me ocurrirían a mí, cómo hubiera jugado con la métrica. Practico eso. Pero insisto en el mensaje. Hay gente que con tal de rimar suelen decir cosas sin sentido. Hay algo que está sucediendo en la música cubana y es que los coros se van distanciando del tema central de la canción en la medida que esta avanza. A veces hay coros relativos a santos traídos por los pelos. Al final eso te da menos margen a la hora de improvisar con coherencia porque es verdad que el propósito es hacer bailar al público pero todo debe tener una coherencia y estar organizado. No se puede perder la perspectiva de que la improvisación está hecha para enriquecer la canción, dándole más información al público alrededor de la temática central.

“Por otra parte, a veces no nos damos cuenta que la gente se aprende el texto de la canción y los coros pero también se aprenden las guías y hasta los mambos. Incluso, aunque uno tenga la capacidad de improvisar, yo noto que en ocasiones hay algunas guías que son buenas y suelo repetirlas porque intuyo que el público las espera”.

¿Crees que para ser considerado un sonero, en el sentido clásico o en el sentido actual, hay que defender el son en un estado más o menos puro o, digamos, una persona que tenga la voz, el timbre, la capacidad de improvisar, si lo hace de una manera fusionada o convencionalmente salsera, también puede ser considerado como tal?

“Es una pregunta bien interesante, fíjate que a mí me llaman sonera y, en realidad, no canto son. Me llaman sonera por eso, porque tengo la capacidad de improvisar, porque quizás tenga algo de sabor de ese tipo de música. Pero no soy una cantante de son tradicional. Pienso que la única vez que he grabado son tradicional es en este último álbum. Y también lo he hecho de una manera muy peculiar, no tengo tampoco esa manera ‘en clave total’ de cantar que tienen algunos soneros tradicionales, no es mi forma ni tampoco tengo ese vibrato de los soneros viejos, ni la manera en la que manejan la melodía. Pero actualmente cómo están las cosas creo que sí, que se le puede llamar sonero a alguien con esas características aunque no defienda el son puro. Pero no estoy de acuerdo que se le llame sonero a una persona que no improvisa, porque el sonero es precisamente eso, el sabor, la improvisación, el repentismo, la chispa. Fuera del ámbito cubano, por ejemplo, los puertorriqueños, los colombianos, los venezolanos, le llaman ‘soneos’ a las improvisaciones, o sea, para ellos sonear es improvisar. Se puede hacer con mayor o menor sentido del mensaje y la melodía, pero debe haber una creatividad combinada a la hora de enfrentar la improvisación”.

Pero no solo de salsa o son vive el hombre (en este caso, la mujer). Las realidades del mercado de la música tienen sus propias leyes de gravitación, y desde Miami, o las entiendes o no existes como artista. El reto está en cómo plantearse el trabajo sin negociar ciertas esencias, en qué medida lo que está de moda los músicos se lo pueden llevar a su terreno y convencer a los diferentes públicos. Aymée tuvo que dejarse convencer, no era un paso sencillo de dar. Pero Paulo Simeon sabía que era el momento indicado, y que nada se perdía con explorar siempre y cuando no se perdiera la brújula. Es por eso que en Como anillo al dedo, la clave cubana está presente en más de la mitad de los temas y las estructuras de varias composiciones no son las propias del género urbano sino que están modificadas para dar cobertura a las inspiraciones. El experimento fue coronado con un Grammy Latino, pero todo comenzó por una idea de featuring. 

“Cuando empezamos a pensar en un nuevo disco, Paulo hizo un bosquejo y entendió que era buen momento de pensar en un featuring con alguien que estuviera colocado dentro de lo que se conoce como género urbano. Tenemos una suerte de alianza con Angel Arce, gran productor musical, más conocido como uno de los ‘Pututi’. Él ha empezado a dar grandes pasos en este tipo de género y era la persona indicada porque, en definitiva, yo no soy reguetonera y para convencer a la gente había que hacer una fusión lo más inteligente posible. Pututi tenía una canción que me dio a escuchar, se llamaba Bailando todo se olvida; yo le hice algunos ajustes y después pensamos en un featuring para ella. Encontramos a Baby Rasta y Gringo, dos reguetoneros puertorriqueños que incluso fueron a Cuba con nosotros.

Ese fue el primer tema grabado para el disco, y nos fue espectacularmente bien. Alcanzó primeros lugares en listas de Billboard, se pudo tocar en vivo en los Latin American Music Awards, se pudo vender a Zumba, disciplina de fitness muy popular. Después de este paso comenzamos a pensar en diferentes compositores para el resto de los temas, y hacerlo lo más compartido posible para no viciarnos. Llamamos a Tirso, miembro de los Tres de La Habana, y a Alexis Valdés, pero al final teníamos un eje que eran: Pututi, Bea —su esposa— y yo.  Nosotros tres participamos en la concepción y el retoque de todos los temas. Siempre estamos pendientes de no perder mi identidad como artista, que la gente se lo crea y, sobre todo, tener el margen para decir las cosas a mi manera. Incursioné, además, en lo que se llama música house que me ha funcionado muy bien en vivo”.

¿Sueles hacer los temas de este disco en vivo también? ¿Cómo manejas la instrumentación en ese caso?

“Sí, los hacemos, no todos los temas pero sí los más fuertes, como Rumba de la buena, Pa que la gente se entere y Fui yo quien te enseñó. Nosotros usamos una base ‘loopeada’, como se dice comúnmente, de los diferentes géneros que abordamos, pero el resto de la instrumentación, percusión, metales, bajo, piano, teclados, etc, es en vivo. Y no usamos prácticamente el famoso Autotune, solo para algunos pocos efectos, pero en la voz nunca. Por eso el cubano lo sigue sintiendo como su música, aquí le dicen cubatón, y los latinos lo identifican muy bien. Tiene algo bueno, y es que no hay que ser gran bailador para bailarlo, no hay que complicarse tanto y eso a la gente le gusta”.

¿Se puede hacer algo de timba teniendo varios músicos que no sean cubanos?

“Sí se puede y aquí en Miami hay muchos músicos no cubanos con capacidad para hacerla. Por ejemplo, en mi orquesta hay un venezolano en las tumbadoras, extraordinario, se llama José ‘Majito’ Aguilera. De hecho, los venezolanos entienden muy bien la timba porque ellos tienen en su folclor muchos ritmos con compases irregulares, por eso comprenden la síncopa y el contratiempo de nuestra música. Y es curioso porque, al mismo tiempo, le dan estabilidad al grupo, ellos tienen otros conceptos de la práctica de conjunto, y desarrollan su individualidad en el momento preciso que lo requiere. Es decir, que son muy talentosos pero tienen la disciplina del conjunto, que eso a veces a los cubanos nos falta un poco. En la trompeta está Javier Aponza que da unas notas impresionantes y es un estudioso de Alexander Abreu. Ya en el resto tengo bajo y piano cubanos. El piano es bien complicado, ahí sí trato de que sea siempre cubano porque entonces se notaría otra lectura que no es  la nuestra. No porque sea mejor o peor, simplemente es una cuestión de concepto. En el disco Como anillo al dedo trabajó un bajista venezolano que se llama Rodner Padilla, aunque el bajista cubano actual para todas mis presentaciones en vivo (y quien grabó el álbum A Journey Through Cuban Music) es Cristóbal Verdecia”.

Aymée junto a Gonzalo Rubalcaba. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Aymée junto a Gonzalo Rubalcaba. Foto: Cortesía de la entrevistada.

Y si para la cantante cubana esta década ha sido de éxito y reconocimiento ascendente, el proyecto Viento y Tiempo ya son palabras mayores. Gonzalo Rubalcaba, uno de esos músicos de otra galaxia, que le tocó nacer en Cuba, le ha sacado otros colores a Aymée. A juzgar por lo poco que se ha podido difundir audiovisualmente, como proyecto en gestación, si la Nuviola no está en “clave total” tampoco puede decirse que está en “clave parcial”. Se le advierte mucho más precisa y deviene una pieza muy útil y funcional en la concepción de algo que va más allá de una serie de conciertos y escenarios. Viento y Tiempo se dibuja como un depurado fresco de la isla-musical, alegre o nostálgico según se desdobla la trama, invitándonos a una mirada caleidoscópica de más de un siglo de música. Ella lo sabe y no puede esconder su emoción cuando habla del tema.

“De verdad que es otra cosa, otra ventana, otro nivel, pensado de otra manera. Era algo que habíamos concebido hace tiempo pero por cuestiones de trabajo, tanto de él como mías, lo habíamos ido posponiendo. Este año logramos darle forma y es el resumen de una vida conectada por la música, por la familia, por el barrio, por muchas cosas. Lo estamos disfrutando mucho. Sorpresivamente Japón nos pidió la primicia y nos grabaron en vivo en el Blue Note de Tokyo, algo que saldrá como disco próximamente. Esa fue la puerta de entrada al proyecto porque en realidad lo teníamos concebido para el 2020. Pero estuvimos cerrando el verano en muchísimos conciertos por Europa”.

Todo parece indicar que Viento y tiempo seguirá caminando en 2020, pero Aymée ya comenzó en enero de este año a poner voces a su nueva producción discográfica que lanzará en paralelo. Llevará un nombre bien criollo (que me pidió no revelar aún) y estará centrado en grandes temas de la música colombiana. “Será algo de salsa con timba y tendrá canciones colombianas conocidas. Creemos que a la gente le gusta recordar temas populares y si lo hacemos de otra manera puede lograrse un buen trabajo”.

Para terminar, te propongo un ejercicio mental. Si pudieras dar todos los conciertos que quisieras ahora mismo en Cuba, ¿qué tipo de escenario y ambiente preferirías: el íntimo, el bailable, el cabaret?

“Me gustaría empezar por un bailable masivo con la mayor cantidad de gente posible y que fuera por Santiago de Cuba. Primero me gustaría calentar. No soy de Santiago, soy de La Habana, pero Santiago es una ciudad que nos dio mucho cariño a mi hermana y a mí. Incluso, cuando estuvimos allí con el proyecto A Journey Through Cuban Music, ellos nos mostraron una fidelidad increíble a pesar del paso de los años.

Después sí me gustaría ir para La Habana y presentarme en todo tipo de escenarios».

Y parece que lo va logrando, con su música está dando viajes de ida y vuelta a La Habana… y en primera clase…

foto de avatar Rafael Valdivia Coleccionista de vinilos errante en la madeja de la discografía cubana. Ingeniero alguna vez. En su playlist nunca faltan los grandes soneros de antaño. Más publicaciones

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