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Reseñas Tonya Boyd-Cannon. Foto: Pablo Massip. Tonya Boyd-Cannon. Foto: Pablo Massip.

Tonya es un cañón

Aunque su apellido en inglés signifique otra cosa, la homofonía con la palabra que define esos tanques bélicos en nuestro idioma puede dar idea de lo que esta cantante, de visita entre nosotros, resulta en escena.

La afronorteamericana Tonya Boyd-Cannon, en efecto, “dispara” energía, vibras positivas, fuerza emocional, magnetismo y carisma a mansalva, al punto de «matar de amor» al auditorio.

Así ocurrió en las dos presentaciones que nos regaló a plateas llenas en el Teatro Martí y la sala del Museo Nacional de Bellas Artes. Aunque esta vez solo cantó ( ¿para qué más?), la intérprete, que se mueve entre géneros como el soul, el reggae, el funk, el rock y el góspel, sin desdeñar el blues, el jazz , la balada y los ritmos afrocaribeños, es también, si hemos de creer a respetables testigos, ejecutante de varios instrumentos (piano, órgano, batería y saxofón), y además compone muchas de las piezas que interpreta.

Tonya Boyd-Cannon junto a Brenda Navarrete en el Teatro Martí. Foto: Pablo Massip.

Tonya Boyd-Cannon junto a Brenda Navarrete en el Teatro Martí. Foto: Pablo Massip.

Nacida en Mississippi y criada en Louisiana, Boyd-Cannon ganó el concurso Budweiser’s Battle for the Crown, y fue finalista en el Top 20 de The Voice de NBC. Cuenta con varios álbumes y se ha presentado en numerosos festivales en Estados Unidos.

La artista es una digna heredera de la tradición de la canción negra en su país, nacida generalmente en las iglesias protestantes, aunque se remonte a las plantaciones sureñas, donde los antepasados procedentes de África trabajaban como esclavos, mientras entonaban a voces sus lamentos y dolores.

Tonya es dueña de un poderoso aparato vocal que, aunque de cuerda contralto, se pasea ufano por los registros y transita de notas graves a agudas, que aterrizan en falsete. Pero no solo usa la voz sino que pone todo su cuerpo en función de la entrega: manos, pecho, cintura…; acompaña su canto con el baile, y gusta de entremezclarse con el público que invita al escenario o con el que comparte al saltar ella misma a la platea y que, de pie, se une entusiasta a la fiesta.

Tonya Boyd-Cannon. Foto: Pablo Massip.

Tonya Boyd-Cannon. Foto: Pablo Massip.

Aquí en La Habana contó con su grupo, integrado por auténticos virtuosos que fundieron teclados, batería y vientos al torrente vocal de la cantante, quien, para ser totalmente justos, incurrió (al menos en la actuación de Bellas Artes a la que asistí) en algunas desafinaciones, sobre todo cuando modulaba o alargaba determinados sostenidos.

Pero en ambos casos, a juzgar por quienes también la disfrutaron en el Teatro Martí, se trató de conciertos plenos y hermosos, en los que lo mismo sonaron temas propios insertados en la tradición jazzística, afrocubana o del góspel que el Superstition, de ese gran exponente de la música estadounidense toda que es Stevie Wonder; tanto un conocido villancico navideño como un número con resonancias de bossa nova o un “sonazo” como el Químbara que hizo famoso nuestra Celia Cruz.

Tonya Boyd-Cannon junto a La Reyna y La Real en la sala del Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Pablo Massip.

Tonya Boyd-Cannon junto a La Reyna y La Real en la sala del Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Pablo Massip.

Y hablando de las del patio, Tonya invitó en el show de Bellas Artes a dos jóvenes cantantes que trabajan con éxito la música urbana, sobre todo el rap: La Reina y La Real, quienes se integraron al discurso de reivindicación femenina que también emite, desde lo íntimo y lo social, la cantautora estadounidense. En el del Teatro Martí, un día antes, se hizo acompañar de Brenda Navarrete y dicen que fue apoteósico. Y en Fábrica de Arte Cubano, el pasado jueves, también volvió a demostrar su valía. 

Fueron noches mágicas, estas que gracias a la Embajada de Estados Unidos en nuestro país y el Instituto de la Música nos permitieron conocer a esta notable intérprete, y que ojalá sean un indicio que marque el reinicio de la colaboración y el intercambio cultural sostenido entre ambos países. 

Frank Padrón Más publicaciones

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  1. Darsi dice:

    Me la perdí, qué pena; parece que fue una fiesta cada concierto!

  2. Nadia Karandashov Robinson dice:

    Muy preciso tu comentario Frank, ella es sencillamente espectacular. Sentí mucho la ausencia de músicos cubanos en sus conciertos. Tonya trasmite una energía muy contagiosa, su química con el público comienza desde que sentimos su voz. Como se dice , se metió al público en un bolsillo y así es, todos los que pudimos repetimos los tres conciertos que afortunadamente tuvieron sus diferencias. Agradezco a quienes hicieron posible esta visita. Gracias a Tonya por llenarnos de alegría.

  3. Frank Padrón dice:

    Gracias, Darsi y Nadia. Respecto a los músicos nuestros, invitó a esas colegas, pero creo que con su virtuos team no era realmente necesario.

  4. Ernesto dice:

    Como siempre Frank nos entrega información sólida y de lectura disfrutable. Me perdí un gran espectáculo.

  5. Mirna dice:

    ¡Excelente reseña crítica! Se disfruta artísticamente, como si yo hubiera estado en ese delicioso espectáculo musical, ahora!! ¡Bravo, bravo, Tonya, y mil aplausos para nuestras estrellas del patio!

  6. Orlando Carrió dice:

    Hermoso comentario el de Frank, no solo nos da detalles imperdibles sobre la actuación de Tonya, sino que explora en los detalles, los matices y los volcanes de un concierto memorable, sin olvidar, claro, las leyendas y esa buena dosis de ironía y humor que siempre están presentes en sus comentarios.

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