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Entrevistas René Rodríguez. Foto: Cortesía del entrevistado. René Rodríguez. Foto: Cortesía del entrevistado.

René Rodríguez: paisaje electroacústico

René Rodríguez es compositor, pianista, docente y artista visual. Asume la creación electroacústica sin un “libro de recetas” bajo el brazo. Este singular creador, Máster en música por  la Universidad de las Artes, se encuentra en La Habana en una constante búsqueda interior. Concibe su obra al sazonar meticulosamente la claridad en el uso de la temática, la lógica discursiva del timbre, la economía de recursos audiovisuales y la sencillez en las ideas como plataforma para el posterior y complejo proceso creativo. 

La música de René hipnotiza por la integración de lenguajes en un logrado diseño de imágenes que muestran su esencia como creador. Cuando la escucho, intento conocer la conceptualización del artista; me gusta descubrir su perspectiva de la música. En esta entrevista, también me aventuro al descubrimiento de sus procesos creativos.

 ¿Qué es para ti la música electroacústica?

Un taller quijotesco donde genero a mi antojo timbres, formas y colores. Emerge de un cúmulo de situaciones ajenas o sujetas al arte, potenciado por la ciencia y los deseos de cruzar nuevas fronteras. La historia de la música electroacústica ha sido testigo del maridaje entre tecnología y creación artística. La considero el medio más eficaz para depositar y transmitir mis inquietudes artísticas, lo mismo que le sirven a un pianista el piano o a un pescador sus pertrechos. Es una manera de contar y “cantar” historias mediante códigos diferentes e imparciales. 

¿Por qué crear música electroacústica?

Debido a mi inclinación por las artes visuales, esencialmente la fotografía y el video, he encontrado en la música electroacústica la síntesis perfecta. Este conjunto de disciplinas, asociado con lo aprehendido en mi carrera como compositor, permitieron que tomara esa dirección. También, la combinación entre placer y necesidad creativa y la suerte de poder contar con los medios básicos para desarrollarla. 

¿Desde cuándo haces música con computadoras?

Aunque en la práctica no tuve una computadora delante hasta mis estudios en el ISA, desde mucho antes, mediante la observación y la apreciación, se establecieron precedentes que estimularon mis deseos de conocimiento. Sin dudas fueron mis maestros de nivel medio los que me inculcaron la sensibilidad y metodología de trabajo, que tanto agradezco. Incluso desde mis primeras fotografías con una Zenit rusa, que me acompañaba en cada viaje junto con un grabador de casete, sentía la necesidad de integrar sonido e imagen de una forma no convencional. Tenía, a pesar de la escasez de medios, ese afán de archivar sucesos  con un fin que hasta ese momento desconocía, pero que de cierta manera vislumbraba. 

Los ejercicios con la electroacústica comenzaron en la etapa universitaria. A la profesora Teresa Núñez le debo mis primeros pasos en el Estudio de Música Electroacústica y por Computadoras (EMEC), pero fue mi maestro Carlos Fariñas quien avivó este compromiso y así, poco a poco, la pasión por penetrar en la  vertiente compositiva. 

Una de sus mayores influencias en mi trabajo, fue hacia la apertura del pensamiento creativo y la vinculación de la composición con las artes visuales, la arquitectura y la literatura. A partir de estos presupuestos estéticos, comenzó a fomentarse en mí la inquietud por ampliar el campo creativo adjuntando el registro sonoro al visual, de tal manera que, al enfrentarme en lo profesional a la edición y realización de video, ya la semilla germinaba. A fines de los 90 participé en un curso del Laboratorio Nacional de Música Electroacústica (LNME), que me fue abriendo más puertas y de esta manera, ya para principios del 2000, estaba estrenando mis primeras piezas en eventos nacionales y extranjeros, como el Festival de La Habana de Música Contemporánea, el megaevento expositivo Cuerpos pintados en Santiago de Chile y el concurso SGAE de Jóvenes Compositores.  

¿Cuáles son tus influencias?

Mis influencias se mueven a través de la música visual, el videoarte, la música concreta, el minimalismo, generalmente por relacionar la banda sonora con la música electroacústica y tener elementos comunes con algunos de los derroteros creativos que fomentan mi creación. Pienso que el hecho de estar tan vinculado a la fotografía, genera, mediante lo visual, zonas comunes para mi búsqueda de lo sonoro. Pero yendo más atrás, debo remitirme a esa etapa de estudiante de nivel medio en la Escuela Nacional de Arte cuando, casi de manera indirecta, el cine de autor motivó este encuentro. Las tendencias cinematográficas que rompían los cánones de la industria establecieron entonces, en mí, pautas que determinaron gustos y decisiones estéticas. Esta simbiosis entre imagen y música marcó mis primeras inquietudes. Una serie de directores como Michelangelo Antonioni, François Truffaut, Ingmar Bergman, Stanley Kubrick y otros, consolidaron la ya marcada inclinación. La riqueza estética cinematográfica del Free Cinema inglés, la Nouvelle Vague en Francia, el Cinema Novo brasileño, el Neorrealismo italiano, el Cine independiente norteamericano y el Dogma 95 danés, entre otros, engrandecieron este panorama visual y sonoro. 

Luego tuve la gran dicha de encontrarme con un grupo valiosísimo de maestros en mi formación, como Harold Gramatges, Tulio Peramo, Roberto Valera, Juanito Piñera, Juan Blanco, Calixto Álvarez, Mónica O’Reilly entre otros. Añado la relación con destacados compositores invitados por el Instituto Superior de Arte a impartir talleres de música electroacústica y otras tendencias, como Alejandro Rossi, de Argentina, y Luigi Abbate, de Italia. 

A todo este arsenal de creadores se suma el “premio” de haber pertenecido al aula de Carlos Fariñas. Con él, teniendo en cuenta su interacción multidisciplinaria, en especial su vínculo con el cine cubano, la apertura de conocimientos fue máxima.  Agreguemos las continuas interacciones con los programas y participantes en las distintas ediciones del  Festival de La Habana y el Festival Primavera de La Habana de música electroacústica, donde Fariñas propiciaba, entre los estudiantes, debates continuos para enriquecer nuestro lenguaje y conocimiento…. 

¿Qué software usas en tu producción artística?

He transitado por una secuencia larga de ellos que, a través de mi experiencia, han sido efectivos en su momento. La evolución ha ido acompañada de nuevas necesidades creativas, pero la realidad es que estoy en deuda siempre con la tecnología. Hay muchos recursos que desconozco, y que me gustaría implementar según lo requiera la dramaturgia de la obra. Sin embargo, eso tampoco me limita a la hora de plantear y poner en marcha un proyecto. Creo que las carencias tecnológicas que tenemos en Cuba, aunque ahora haya más puertas abiertas, me ha llevado a concentrar mayor atención en los aspectos constructivos y formales de la obra, que en el modo de hacerla sonar. No quiero decir con esto que le reste importancia a los recursos digitales, pero tampoco los considero como prioridad; si carecemos de una estructura narrativa sólida, de cualquier modo la tecnología no salvará a la obra de un ambiguo planteamiento formal, o sea: la técnica debe estar al servicio de la creación, nunca al revés.

Llegando al punto de tu pregunta, las herramientas que utilizo actualmente son Cubase,  Reason, y los editores de video Adobe Premiere y Vegas. Cada uno de estos programas los articulo en su conjunto o de manera independiente, según mis inquietudes creativas. Repito, en estos tiempos corremos el riesgo de una “ambición” desmedida por obtener el último software o plugin, mientras perdemos de vista lo relevante del resultado artístico en sí.

Como la gran mayoría de mis trabajos integran la visualidad con el sonido, he buscado programas que se afilien con estas variantes. Los resultados, a mi modo de ver, nunca han tocado el techo de mis exigencias, lo que considero una ventaja pues siempre habrá en la lista de tareas “otro intento” y otro… y así sucesivamente… de esas búsquedas inquietas, de las cuales nunca sabes si vas a llegar o a naufragar, porque la creación es un misterio maravilloso. El principio de todo artista es comunicar, pero si no te convences a ti mismo, el ejercicio generador de nada valió. Lo importante es que los deseos de conquista jamás aminoran.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Mi proceso creativo va en constante movimiento, simultáneamente permeado de puntos inalterables y lugares comunes de los que me valgo. Como dije con anterioridad, mis procedimientos se derivan de la formación académica y de las interacciones en el campo profesional. Carlos Fariñas y Enrique Pineda Barnet han sido ejes fundamentales. La cuestión ha sido siempre canalizar estas enseñanzas a través de una óptica personal. Como consecuencia de estas interacciones he dispuesto caminos, para nada determinantes, a medida que he ido sumando experiencias. 

En la síntesis de conocimientos adquiridos, he asumido un diseño en el que las imágenes sonoras y visuales se articulan en un proceso continuo e integrado. El “electrocumental” como modelo audiovisual, desde la hibridación entre imagen y sonido, me plantea retos, como todo. Desde luego, me propongo un trazado estratégico para comunicar mejor lo que intento transmitir, lo que no quiere decir que voy siempre con un “libro de recetas” bajo el brazo. La anatomía de cada obra es un misterio, eso sí, meticulosamente sazonado con principios que creo vitales a la hora de construir, entre los que están: la claridad en el uso de la temática, los elementos (visual y sonoro) planteados sin jerarquización, la manera en que se articula el tratamiento del timbre con la lógica discursiva, la economía de recursos sonoro-visuales, la sencillez en las ideas como plataforma para el posterior y complejo proceso creativo, entre otros.

Cuando me planteo un trabajo, desde su fase embrionaria, intento confeccionar un guión. Fariñas me decía que antes de disponer del piano o llevar la tinta a la partitura, había que sentarse a la mesa y controlar esos antojos divagantes mediante una guía lógica y mesurada. Un primer trabajo de taller es necesario, así lo aprendí y lo asumí como estrategia efectiva. Luego viene la etapa en que desato la más amplia búsqueda de material, fuentes sonoras primarias que después procedo a organizar según sus rasgos característicos, sea por texturas, colores o ritmos: sonidos determinados, indeterminados, rítmicos, armónicos, texturas mixtas, etc. Este proceso de clasificación y catalogación me permite disponer mejor el terreno para obtener una mejor cobertura creativa. Posteriormente vendría el proceso de montaje (todos estos procedimientos son aplicables tanto para la imagen como para el sonido), el que concibo alternando los elementos antes dispuestos en interacción constructiva. A partir de la idea base o “guion primario”, comienzo a plasmar y conformar poco a poco el trabajo. 

Me planteo una línea narrativa, manteniendo una idea en desarrollo que puede estar sujeta a contornos puramente conceptuales o fluir también entre lenguajes convencionales y figurativos, característicos del cine documental. En ocasiones utilizo recursos minimalistas en el manejo de la materia global como herramienta esencial para mantener la unidad temática y formal. En cuanto al sonido, me planteo una búsqueda entre parámetros puramente concretos, sonidos procesados electrónicamente, o bien la síntesis de ambos. 

El proceso no es más que la prolongación de las experiencias académicas y profesionales adquiridas. Estas influencias han propiciado la integración de lenguajes, sirviéndome de la conjunción de las variables creativas visuales con la música electroacústica y enfocado particularmente en el perfil audiovisual, concretamente en el documental de arte.

¿Qué te ha aportado la composición electroacústica?

Una residencia compositiva sin paredes ni techo, completamente abierta. Me ayuda a concebir la música fuera del canon habitual auditivo: dirigida hacia lo visual. Las variables son infinitas, se hallan tanto a través de una partitura como de cualquier situación generada por la realidad circundante. Siempre habrá límites que encontrar y cruzar; este lenguaje contiene las maneras precisas para hacerlo. La necesidad de construir sonidos es, de por sí, apasionante. La suma de esta búsqueda sonora en su vínculo con la imagen hace que la exploración se convierta en una experiencia innovadora que, a su vez, provoca disímiles resultados en la función expresiva en el arte.

foto de avatar Wilma Alba Cal Artista sonora y maestra de música. Ama su trabajo, los viajes y le gusta rodearse de gente positiva. Sueña que habla en 7 idiomas. Más publicaciones

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