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Artículos Adalberto Álvarez. Foto: NATHADREAD PICTURES Adalberto Álvarez. Foto: NATHADREAD PICTURES

Reflexiones sobre la voz sonera (a propósito del homenaje a Adalberto Álvarez)

El pasado 17 de agosto se celebró en el teatro Karl Marx un concierto-homenaje por los treinta y cinco años de Adalberto Álvarez y su Son, así como los cuarenta y seis de carrera de su creador.

Bajo la acertada dirección artística de Santiago Alfonso, el espectáculo, que duró cerca de tres horas, mantuvo un ritmo fluido no solo por la reconocida calidad y solidez de la agrupación del maestro Adalberto, quien fuera el conductor del mismo, sino por el largo desfile de grandes músicos y cantantes que prestigiaron el momento. Como una suerte de gremio que se mantiene reforzado con cierta coherencia, la música cubana bailable de estos últimos años ha unido a sus cultivadores en permanentes colaboraciones, pero la capacidad de convocatoria y la obra de El Caballero del Son son palabras mayores.

Revisitar el trabajo de maestros como Adalberto Álvarez, más allá de los imprescindibles homenajes y reconocimientos, no solo es un pretexto para lograr conexiones con una tradición viva y replantearnos la misma, sino un incentivo para dialogar con problemáticas del presente. 

Analizando una parte significativa de sus composiciones, podemos llegar a la conclusión de que desde su concepción estos temas presuponen unas cualidades vocales y musicales excepcionales, lo que antes y aún hoy suele presentarse como una categoría de rango superior: el cantante sonero. Cantar un son pueden hacerlo varios; ser un sonero, solo unos pocos. Por eso, revisitar temas como Pura imagen (Alexander Abreu), Agua que cae del cielo (Lele y Robertón) o Tu fiel trovador (Alain Pérez) nos plantea, en los momentos actuales, tanto a su creador e intérpretes como al público en general, disímiles interrogantes y oportunidades para el análisis.

Un fenómeno muy interesante en la música cubana bailable actual es el contraste entre una suerte de decantación hacia cadencias cada vez más soneras por parte de ciertas agrupaciones de primer nivel y grandes formatos y, por otra parte, el privilegio de lo performático-comunicativo, gestual-corporal, por encima de lo vocal. Este último fenómeno es menos reciente, pero de alguna manera se ha instalado con carácter al parecer irreversible en este tipo de música desde el boom de la timba en los años 90 del pasado siglo. Es en esta coyuntura que puede plantearse la obra de Adalberto Álvarez como un reto en la actualidad. Hay son en nuestras orquestas hoy, pero los soneros quizás se expresen de manera diferente.

Tania Pantoja y Rojitas, junto a Adalberto Álvarez. Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

Tania Pantoja y Rojitas, junto a Adalberto Álvarez. Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

No es que haya que sentarse a esperar por que aparezcan “cracks” como Rojitas o Félix Baloy, hombres que rara vez agitaban sus manos o invocaban al público a ninguna suerte de movimiento porque todo lo resolvían con su voz (éxtasis total de la audiencia incluido, algo que Rojitas se encargó de volver a demostrar en la noche). Es que cuando la altura de las composiciones demanda igual rango interpretativo, lo sonero como hecho musical y cultural, fraguado y arraigado por tantos años, salvo escasas excepciones, comporta en sí mismo la necesidad y la cualidad de un tipo de voz. Puede ser algo pesada pero siempre es mejor si es brillante y potente, con amplio registro, de relativa anchura y calidez, acompañada de una forma natural de decir en relación con el habla del cubano. En este aspecto, el maestro, como en otros tantos, siempre ha sido muy fiel a la tradición a la hora de escoger a sus cantantes.

Los intérpretes (en este caso los invitados a la celebración), ostentaban desiguales posibilidades vocales. Es obvio. Sin embargo, el reto sonero se resuelve aquí a través de varios resortes. En otros casos sencillamente no se resuelve. 

Alexander Abreu logra redondear sus interpretaciones gracias a un desborde de musicalidad innata, a un dominio de códigos raigales. Su órgano vocal no venía diseñado para estos menesteres. Pero Abreu y Havana D’Primera trabajan sobre la hondura de la tradición mucho más de lo que parece (si bien deberíamos plantearnos hoy el alcance de este término en nuestra música). Y cuando la tradición es explorada en profundidad desde una genuina vocación artística, termina imponiéndose a lo estandarizado y repetitivo, que es decir deformación y condena de la tradición viva. Por eso Abreu es hoy una excepción feliz. Sus mensajes fundamentales están en sus inspiraciones y en sus montunos, que es donde despliega sus cualidades expresivas y sus mensajes que lo desmarcan, por mucho, del resto. De ahí se explica, entre otros factores, esa conexión con el público, aunque las emociones algunas veces lo hagan exaltarse un poco. Pura imagen pudiera pensarse que le queda grande. Baloy dejó una huella insuperable gracias a temas como este. Pero el trompetista logra siempre darle un giro a lo que  interpreta, solo necesita un montuno y mostrar por qué es un sonero. Lo demostró esa noche.

Desafortunadamente Agua que cae del cielo (Lele y Robertón a dúo) fue un desacierto. No es este un tema que conecte con las cualidades de ambos intérpretes. Ambos son insuperables en su capacidad de mover multitudes y no por casualidad llevan años instalados en la mejor orquesta de Cuba, escogidos por el propio Juan Formell. Pero allí su rol se ha ido especializando en otros perfiles, en los que sonear a través de inspiraciones con ciertas escalas melódicas que recorren varios registros, ha correspondido a cantantes primos como Mario Rivera y Armando Cantero. Lele ha desarrollado un estilo propio en el que lo cantado y lo hablado, unido a su peculiar forma de frasear, ha demostrado una vez más que el canto, en la música cubana bailable, no se debe juzgar solo por parámetros técnicos, sino también escénicos y comunicativos (oído armónico y melódico tiene de sobra, solo que escogió este camino para fortuna del público). No queremos decir que un estilo debe primar sobre otro, o que uno de los dos sea mejor o más efectivo. Simplemente ambos son diferentes, necesarios y funcionales, pero propuestos en diferentes momentos y direcciones. El error está cuando, desafortunadamente, ocurren cruces entre repertorio y estilos de interpretación que no conectan. Las desafinaciones reiteradas pueden ser mayores por esta causa, como sucedió durante el homenaje.

Alain Pérez sí ha asumido un amplio repertorio en cuanto a códigos temporales se refiere, desde una timba dura hasta el son más tradicional. Sorprendió a todos con su timbre de sonero añejo no hace mucho tiempo, dotando a la timba de matices y rejuegos vocales a la vieja usanza de los buenos boleristas. Alain se está poniendo retos constantemente. Como gran artista está todo el tiempo explorando los límites. Y en ese lapso tan breve en el que coexisten juventud y experiencia, dominando las miradas multidisciplinares de la escena musical, ha logrado ser muy eficaz. Tu fiel trovador sigue pareciendo un coto privado de Félix Baloy y Andy Montañez, pero Alain logró dotar a sus inspiraciones de más movimiento y autonomía. Cada una de sus guías es un ejercicio para él y para el público. De la misma manera que la tradición pesa sobre sus hombros, está todo el tiempo buscando cómo apartarse de los caminos trillados que le permitan decir algo nuevo (aquí referido estrictamente al canto), con la misma música. Pudiéramos decir como los músicos: le quedó. Es su versión. 

"Alain Pérez sí ha asumido un amplio repertorio en cuanto a códigos temporales se refiere". Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

«Alain Pérez sí ha asumido un amplio repertorio en cuanto a códigos temporales se refiere». Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

A Rojitas, por fortuna, no le ha pasado el tiempo por su voz. Llama la atención la claridad impecable que aún mantiene en la misma. La novia de un amigo mío es posiblemente uno de los sones más excelsos de todos los tiempos. Volver a escucharlo en su voz y con la misma orquesta fue una oportunidad única, así como Vivir lo nuestro, a dúo con Tania Pantoja (si bien a la ex Bamboleo, a pesar de defenderlo correctamente, le quedó algo forzado). Rojitas brilló también, como era de esperar en ¿Y qué tú quieres que te den?, todo un clásico que desde hace más de veinte años es de obligatoria interpretación en cada concierto de Adalberto Álvarez y su Son. No obstante, el gran cantante decidió a la hora de dar algunas notas agudas, recurrir a impostaciones de tinte lírico que deslucen totalmente la interpretación y se desmarcan de la naturalidad intrínseca del canto popular en Cuba, de la misma que hizo gala y con la que se ganó la admiración de su público en los años 90.

Paulo FG  fue un agradable acierto. De la hornada de cantantes de aquel boom timbero, ha sido uno de los que más crecimiento profesional y evolución ha mostrado. Paulo nada hoy como pez en el agua con cualquier orquesta que le pongan detrás. Se dice fácil pero el abanico es bastante amplio (de sonoridades, estilos, formas de arreglar, tratamiento del ritmo y la armonía, etc.). Ha hecho disímiles correcciones a través de todos estos años y mantiene fuerza en la voz. Él mismo confesó antes de su interpretación las vicisitudes iniciales y lo que significó haber entrado en ese mundo a través de la orquesta de Adalberto. Por eso, que el maestro haya seleccionado Fin de semana, un tema estrenado por el propio Paulo cerca de treinta años atrás, y que este lo haya cantado con tanta soltura y precisión, dotando a sus inspiraciones de una naturalidad como si fueran totalmente improvisadas (algo de lo que puede presumir con rigor  como muy pocos timberos), otorga un significado de cierre bastante feliz para el quehacer del maestro y el alumno. 

Otra voz actual de este panorama que se ha ganado buen público es Emilio Frías (El Niño). Con un timbre muy peculiar, capacidad para la improvisación y una propuesta fresca en sus últimos discos, se agradece su natural desenfado orgánicamente proyectado cada vez que sube al escenario. La rumba y el son lo han permeado con efectividad en su ambiente natural. Para desplegar sus cualidades le fue asignado todo un clásico: A Bayamo en coche (que por cierto, contó con una especial “obertura mozartiana” que recrea su melodía, interpretada nada menos que por José Luis Cortés). Al igual que en esta presentación, quienes lo hayan escuchado en vivo últimamente, podrán notar ciertos deterioros de la proyección vocal de El Niño, que llaman la atención sobre todo por su juventud. A Bayamo en coche, como otras tantas piezas del género, tiene demandas específicas resueltas en su momento muy inteligentemente por Tiburón Morales. Pero el uso de la tecnología y el incremento en los niveles de volumen hacen hoy en Cuba más difícil ajustar la orquesta al cantante, y se termina haciendo lo contrario. Quizás El Niño precise con urgencia un tipo de balance en el sonido como el que suele proponer Alain Pérez con su orquesta: menos volumen y mayor equilibrio de timbres y frecuencias (algo que acaso conlleva el reto de un cambio de estilo). Su orquesta, La Verdad,  es hoy una banda sólida y ambiciosa, pero puede ir lastrando a su líder aceleradamente de no replantearse este enfoque. El Niño sigue siendo una nota bien fresca en este panorama. Es la juventud con acervo, el arraigo de lo vívido y lo vivido. Esperamos se mantenga por muchos años más.

Paulo FG intepretó Fin de semana, estrenado por él mismo 30 años atrás. Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

Paulo FG intepretó Fin de semana, estrenado por él mismo 30 años atrás. Foto: Ariel Lemus. www.adalbertoysuson.com

Ya en otro sentido, deben destacarse las interpretaciones del Septeto Santiaguero, con otro tema de altura, Son para un sonero, encargado de abrir la noche, y la de Armando Cantero (Mandy) quien defendió Tal vez vuelvas a buscarme.

Pero, sin dudas el momento más emotivo para el maestro Adalberto fue una sorpresa fuera de guion: la reproducción de una grabación inédita de Gilberto Santa Rosa, especialmente dedicada a él. Más allá de la amistad que pueda unirlos, es un hecho de una significación artística y profesional insoslayable. Si hablamos de estos temas, Gilberto es hoy uno de los grandes soneros vivos, gran improvisador, con timbre envidiable que se desdobla en potencia o tersura, afinación perfecta, sentido milimétrico de la clave y, sobre todo, algo de lo que muy pocos pueden presumir: no comete errores. Su presentación reciente en el malecón habanero fue de un rigor aleccionador.

Finalmente, con respecto a la propia orquesta de Adalberto, la reciente incorporación de un cantante joven como Yurismar Sánchez (muy seguro, de excelente voz y seguimiento recomendado) ha reforzado esa línea frontal junto a otro sonero ya instalado como Jusvier Iznaga. Pero la figura clave en este sentido es Michel González. Pudiera decirse que es este el cantante que cualquier director desearía tener en su orquesta. Michel es de los intérpretes que aparentemente no brilla porque no descuella en nada de lo que hace, sin embargo, es capaz de hacerlo todo bien. Puede conducir casi cualquier tema de arriba abajo sin cometer error alguno, es comunicativo y logra conexión con el público, ejecuta las segundas voces diseñadas por el maestro sin dificultad (capaz de acomodar en ciertos momentos las imprecisiones de otros solistas), posee un timbre, una técnica y una facilidad para el canto que le permite desempeñarse sin esfuerzo. ¿Acaso le hace falta más? 

Cantar el son siempre requerirá unas cualidades especiales. Tocaría a las diferentes generaciones, con sus códigos propios y el legado de la tradición, entender y dialogar con estas y con sus cantantes. En su homenaje, como en todos estos años, el maestro Adalberto nos dejó las pistas.

foto de avatar Rafael Valdivia Coleccionista de vinilos errante en la madeja de la discografía cubana. Ingeniero alguna vez. En su playlist nunca faltan los grandes soneros de antaño. Más publicaciones

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  1. Marieta Meijide dice:

    Bravo Rafa! Muy acertado en cada uno de los análisis y en cada palabra esbozada. Mucho trabajo Y ESTUDIO tienen por delante las venideras generaciones que siguen este camino y que equívocamente nuestros medios llaman «Maestros».

  2. Lesmer dice:

    Los cantantes de Cuba actuales gozan de un gran talento pero tienes razón todos no están dotados de la capacidad interpretativa para virarce como todo un pelotero a cualquier base en relación con los diferentes estilos y es más que nada porque la música hay que sentirla antes de cantarla y todos los temas no le gustan a todo el mundo porque para gusto los colores y casa arreglista arregla de acuerdo a su estilo y concepto por tanto cada cantante hace según su estilo una interpretación que todo arreglista no es capas de captar pweoe s muy fácil arreglar a tu estilo y decir que el cantante no se ha acoplado todos tenemos un registro diferente y no es solo el
    Cantante de potencia y registro agudo quienes llegan a interpretar como Dios manda porque tengo innumerables ejemplos de artistas con bajo registro que mueven sus recursos ritamticos y armónicos y melódicos llenando todas las espectativas Y necesidades pero si no se siente el arreglo surge la falta de interpretación y eso va a su ves asociado con la costumbre de escuchar un solo estilo el oído se mal acostumbra y aveces queremos que los cantantes se parescan al que lo canto anteriormente , luego hay que pensar cuántas escuelas de técnica popular existen en Cuba para los cantantes profesionales ? Cuántos maestros particulares que cuestan dinero? Esos si algunos pero todos no tienen la posibilidad de pagarlo por eso no mejoramos en muchos casos , desafortunadamente la falta de música buena en los medios contribuye a la falta de manana en muchos de los artistas porque el oído de atrofia así como el alma con lo qe va escuchando y se mal acostumbra los cantantes cada uno tiene su manera de sentir y es cuestión del peoduvtor musical determinar en qué inclinación debe ir la producción y de teubirse con los cantantes y decir cómo se quiere el resultado para que suene con gusto antiguo o con gusto timbero moderno o jazsistico o más rumbero o más dulce o más afro o las míl y una diferentes maneras de interpretar un son pero no hay que criticar a los cantantes en ningún caso hay que ayudar ahora más que nadie apoya nuestra música por favor que hasta José Alberto el Canario dijo que La Timba esa no merita calidad , habiendo tantos timberos pa respetar , construyamos positivamente que es lo que nos ayudará y dejemos un poco las críticas a los intérpretes Soneros que tanto Lele como Roberton digan lo que digan y como lo digan siempre les va a quedar lindo y pa respetar , está es mi humilde opinión .
    Lesmer solenzar cantante timbero que vive en Suecia

  3. Bartolo dice:

    Excelente trabajo y minucioso anàlisis de Rafael Valdivia. Estoy de acuerdo en todo y puedo aportar màs pues considero que en ese espectàculo faltò el mejor y màs completo cantante sonero de Cuba de los ùltimos años que se llama Moisès Valle Yumuri pues reune todas las cualidades que requiere este gènero musical: Carisma inigualable y una prodigiosa voz bien timbrada, potente y aguda con una perfecta afinaciòn y extenso registro que le permite pasearse por cualquier tonalidad, ademàs de ser un buen improvisador con gran sentido del ritmo y musicalidad. Yumurì canta la mùsica cubana con naturalidad en cualquiera de sus gèneros pues naciò para eso ( y està màs que demostrado) Pienso que hubiera sido el cantante idòneo y perfecto para la orquesta de Adalberto pero decidio tomar su propio camino con gran acierto ( para bien de la mùsica cubana y de su pùblico) Es el gran ausente de este espectàculo y otro Gallo cantarìa si Yumurì hubiera estado esa noche cantando al Caballero. Por suerte aùn està joven y su voz madura con los años

  4. Robertina Morales Silva dice:

    Exelente articulo!!!!!!!!Viene muy bien para recordar que la voz de sonero es un timbre especifico que no debemos perder cuando lo encontramos, porque no se da en cualquier esquina, aunque haya cantantes que no lo tengan y se desempeñen muy bien.

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