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Reseñas Freddy Laffita. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales. Freddy Laffita. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Pongamos que hablo de Laffita

Freddy vive en el calabozo de la persistencia (ojalá también en el de la abstinencia). Lleva el fascinante look de los vencidos, con su sonrisa ajada detrás del sombrerito y una camisa de mangas largas sobre el pullover negro. Bajo la Luna naranja pudiera ser otro hombre que baila con un taburete al ritmo de su guitarra, pero para el público tiene un Cuarto corazón y quiere que  lata toda la noche, hasta que el ron lo mate. 

Antes pasó su coterráneo Amaury del Río. Pasó la lluvia, y nos llevó del patio de la Biblioteca provincial a la sede de La Trovuntivitis. A La Trovuntivitis dice Freddy que le debe lo que es. A inicios de siglo, cuando lo relegaron en Las Tunas, los trovadores de Santa Clara lo declararon un igual; esos trovadores sobre quienes, a la una de la tarde, había comentado el poeta local Alexis Castañeda Pérez de Alejo en un evento teórico realizado en el Centro Cultural El Mejunje. Su libro y esta ponencia La Trovuntivitis: algo más de 25 años de historia de canciones resultan una guía para saber cómo se raya el maíz en la Casa de la Trova del centro de Cuba.

Una vez concluida la actividad fuimos a pedirle a Joaquín Borges Triana escucharlo disertar en el podcast Trovando. Nos sentamos en el Bar de Teresita, mi colega Erik Méndez y yo, y por trago solo le pedimos al Joaco que destilara su alcohol acumulado por años. Le gusta estudiar el Movimiento a partir de las generaciones. Tiene bien delimitadas las promociones y ha escuchado en vivo o grabaciones, más y mejor que nadie, a todos los que en este país se han parado en un escenario a cantar con una guitarra a cuestas. 

Sin embargo, a Freddy Laffita es difícil ubicarlo en alguno de esos tantos grupos que han surgido desde los 70 del siglo pasado. Empezó en la trova en 1996 y hace tiempo que reina en oriente con Fernando Cabreja pero, como él mismo dice: “a veces para los tuneros La Habana está más lejos que París”. Me pregunto, con su amigo José Luis Serrano, “si vencedores habrá siempre en el podio”. 

Richard Gómez. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Richard Gómez. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Por la Luna Naranja (el viernes) había pasado también el manzanillero José Alberto Sánchez, que por un problema con la acústica del lugar apenas se pudo disfrutar; el entusiasta veterano Richard Gómez, con una canción para Sara, la directora de De cierta manera; mientras que el joven juglar del Balcón del Oriente, Jesús Ricardo Pérez Cecilia, se asomó para cantar una tonada. Ya era más de la una de la mañana del sábado y muchos “tenían razón para acostarse sin comer”, como burlándose del tema de Pedro Luis Ferrer que cuenta que en la luna sin comé no se puede estar. Cuenta Freddy que El Gordo constituye uno de sus principales referentes porque es un trovador perfecto, aunque no tenga relación aparente con el trabajo que él hace. 

Desde ese día fui uno de los tantos lazarillos de Joaquín Borges Triana. Pero siempre él  terminaba guiándome por unas calles de Santa Clara que conoce mejor que yo. Por los micrófonos de Trovando pasarían además el guantanamero Maikel Moral, el dúo Fábula y el propio Freddy. 

Laffita empezó la madrugada con Dos palabras. La gente coreaba “al viejo herrero que oyó cantar a los caballos”. 

Pero en verdad fue el “caballo» de Aquiles el que penetró en la santísima Troya pasadas las 8 de la noche de esa jornada. Eduardo Sosa fue un Ulises distractor para que los lugareños no percibieran la emboscada musical del guerrero de Santiago de Cuba. El nombre José Aquiles, incluso para un sector del público amante de la trova, no dice mucho. Sin embargo, tiene en su haber dos premios Adolfo Guzmán de la canción cubana y es casi un fundador del viejo “nuevo” movimiento. Así como Augusto Blanca, otro de los invitados de honor de esta edición. 

Augusto Blanca_ Carmaux Pérez

Augusto Blanca. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Por cierto, Augusto y el Trío Palabras (aunque aquí siempre fueron dos) le hicieron de coro griego a Aquiles. El holguinero tendría tiempo el sábado en la noche, durante la ceremonia por la declaración de la Trova Cubana como Patrimonio Cultural de la Nación, para cantar sus “poblinas” y trovadas. Al día siguiente llegaría la peña de Roly Berrío para no olvidar que una vez fue sol. 

Dice mi amigo y colega Miguel Ángel Castiñeira que Roly Berrío es la trova santaclareña. Y cuando se le ve en el patio del Museo de Artes Decorativas quedan pocas dudas. Sobre el cemento, es un niño malcriado que no sabe cuándo parar de divertirse, o un amante incansable: el semental de la trova. No se sabe mi nombre, pero me gané su cuero desde el primer día cuando llevaba puesto el uniforme de Modric con Croacia. 

Roly pudiera ser el 10 de La Trovuntivitis. Solo fue hacia el banquillo porque lo sustituyó la argentina Adriana Martínez, creo que la única cantante internacional en esta edición del evento. La rioplatense abrió con una canción en guaraní (me dijo Roly cuando yo esperaba la guagua para regresar a La Habana que es la primera vez que ocurre en la ciudad) e incluyó Oración del remanso y algunos tangos en su repertorio. Roly, por su parte, regresó bajo la lluvia para infarto del sonidista del local.

***

Freddy Laffita tampoco sabe cuándo parar. Afirma desde la Luna que excederse es malo pero  no excederse es peor. Gracias a la gestión de José Aquiles están grabados y circulan por las redes algunos de los temas emblemáticos del tunero. Freddy nunca ha publicado un fonograma con una disquera oficial de Cuba. Eso no es impedimento para que los presentes rieguen sus Flores de hierro

“Las sombras del placer no son peores / Pero antes de clarear ya te han dejado / Y dicen que lamentan lo perdido / Si miro atrás me aterro / De cómo esta canción te ha despertado”. 

Un tema vallejiano con toda intención y que Laffita primero iba a dejar como soneto hasta que modificó los tercetos y lo musicalizó. Luego le dedica Alina, a Ariel Barreiros y a su esposa, que están en primera fila de incómodos asientos. 

El de Aguada se presentaría casi 24 horas después en el mismo escenario, acompañado como ya es habitual por Nelson Valdés y el Kíkiri de Cisneros. Nelson haría un homenaje a Lázaro García (a quien está dedicado el Longina) con una versión de Palmas y Cañas y, para seguir en lo rural, el Kíkiri entre versos militantes o de respeto al evento le dedica una emotiva décima al desaparecido trovador cienfueguero cada vez que encuentre un chance. Como apuntó Castiñeira en el sitio web de la AHS, aunque se cantaron en varios momentos algunos clásicos del autor de Carretón, y Joaquín Borges Triana hizo un evento teórico el viernes en la tarde sobre su obra, no hubo oficialmente un concierto dedicado a su figura, como sí ocurrió el año pasado con María Elena Walsh. 

Ariel Barreiros. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Ariel Barreiros. Foto: Carmaux Pérez / Tomada de las redes sociales.

Ariel Barreiros ya es otra cosa. Ariel debe haberse tragado alguna pieza de reloj o su mecanismo entero. Cada vez que saca una canción es mejor que la anterior. Su proyección es la de un salto cuántico. 

Aprovecho para decir que Freddy es graduado de Física Matemática. En su ahora del sábado en la madrugada le pone con Carmen un cascabel al silencio. Entre gritos, la gente le pide más canciones y él confiesa que eso le encanta. Cada vez que termina una se sonríe suave hasta con los dientes que le faltan. Freddy se ve feliz. También Joaco, que alguna vez le confesó a Freddy que iba a ser un grande y así se lo dispara sobre el murmullo. 

Pero donde Borges Triana más se exalta es en la descarga final del domingo. Después de que la gente exprimiera a Yatsel Rodríguez, alunizaron Yeni Turiño, Círculo de Tiza y Juan Pablo Palmero hasta que llegó Leodanys Castellón, el joven trovador-pintor-tatuador de Santo Domingo que inauguró el festival con un concierto el jueves a las cinco de la tarde y expuso varios de sus dibujos en tinta sobre trovadores cubanos en la sede de la AHS provincial. El último día cerró la descarga (no literalmente) porque “No quiero que cambie la historia/ No quiero encontrarme en el suelo un desierto/ Consignas, victorias/ No quiero cantarle al amor, ni escribir versos de mariposas /Lo que quiero es sentir el dolor/ El color de esta tierra hermosa”.

 En ese momento Joaquín se paró, fue para el escenario y sacó una púa de su cartera. Quería tocar la guitarra con Leodanys porque le encanta lo que hace. Pero aunque se intentó por varios minutos, a esa hora no apareció una nave para buscar otro instrumento. 

Esta pudiera ser la síntesis del evento: emotivo, con presentaciones e invitados muy valiosos, pero con algunos problemas organizativos acentuados por la lluvia. No obstante, ante la crisis total en la que sobremorimos, el Longina y el movimiento de la trova santaclareña es un oasis y no el desierto que canta Freddy en Milonga en Bajo Tono, que todo el mundo adora como El predicador. Yo, aquí, bajo el tono para colocar un fragmento: “Baja el tono predicador / Siempre hay lobo en el matorral / Un desierto es este lugar / Calla esa boca de mal agüero porque si no / El futuro vendrá”. 

Laffita detiene los acordes al comenzar el último tema para afilarse una uña con la boca. Dice que eso se lo enseñó Roly Berrío. Pide un aplauso para el bar pues le da poder para hacer lo que no se atreviera en condiciones normales. 

Muy bebidos, por cierto, debieron estar los decisores para confeccionar en cantidades industriales monedas por el 50 aniversario del Movimiento de la Nueva Trova. Se la dieron a la mayoría de los trovadores e instituciones que participaron en el festival, un exceso que termina por dejar vacío el reconocimiento. O quizá demasiado sobrios y a tono con la inflación del país. Al único que no se la pudieron dar fue a Levis Aliaga según Yatsel por estar fuera del país. Sus Ana y Parece un aguacero se cantan como  himnos en Santa Clara, y en casi todas las descargas de cualquier trovador de cualquier región del país.Otro tema emblemático de los Longinas pudiera ser el Leve resplandor del juglar tunero. 

Ya no hay más puerta. Esta es la grande para la canción de autor. Un festival que aún así, no mata la sed de los trovadictos del país. Como el ron tampoco mata a Freddy Laffita.

foto de avatar Fabio M. Quintero Crítico de archivos e investigador de cine clubes. Colabora con la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano (ENDAC) y en cualquier otro lugar donde los editores se equivoquen. Más publicaciones

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  1. Edelis Kbreja dice:

    EXCELENTE ! UNA ASÍ A FERNANDO CABREJA ,POR FAVOR

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