
Fotos robadas a la música cubana de los ochenta
Nací en París, en junio de 1959, por circunstancias fortuitas. Mis padres, ambos argentinos, se conocieron allí; pero a los pocos meses de yo nacer terminaron separándose, y mi madre decidió llevarme de la oreja a recorrer el mundo, sobre todo del lado “socialista”. Ella, que en Francia había comenzado a estudiar cine, se fue a la RDA a hacer un curso de camarógrafa de guerra que la llevó a Cuba cuando la invasión a Playa Girón.
Así, caí en Cuba con tres años y hablando solo alemán. Crecí, me hice fotógrafo, estudié licenciatura en Historia y empecé a trabajar en el mundo del cine; primero en el Cined, y después en el Icaic.
Si bien soy nacido en Francia, no soy francés, soy argentino por la nacionalidad de mis padres, pero durante la dictadura militar en Argentina, me negaron la ciudadanía por no presentarme al servicio obligatorio, así que hasta que no llegó la democracia a Argentina no pude viajar por no tener pasaporte. No quise hacerme cubano por miedo a que no me dejaran salir del país, que en aquel momento era la mayor pesadilla para cualquier joven en Cuba.
La fotografía la estudié de modo autodidacta, pero cerca de grandes maestros como Mayito (Mario García Joya) y Marucha (María Eugenia Haya Giménez). Ella fue quien me introdujo en el mundo del diseño de tapas de discos, en la Egrem, junto a Adita Santamaría.
Yo en aquel momento era pareja de Abigail García Fayat, también fotógrafa, una de las hijas de Mayito, y junto a ella hice nuestra primera portada de LP, (Vida, de Santiago Feliú). A raíz de ese trabajo hicimos amistad con Santiago, quien nos introdujo en el mundo de la nueva trova, aunque yo por otro lado conocía a Noel Nicola desde niño. Él fue quien me pidió que le hiciera la tapa de su disco Lejanías, quizás mi diseño más logrado, a pesar de los 30 años que han pasado.
En aquel momento en que estudiaba en la Universidad, la Egrem fue mi medio de sustento con el diseño de discos. Estuve un año y medio para hacer una tesis de grado que fue una tortura para mí. El mundo de la música y las artes plásticas era de una ebullición increíble; los 80 en Cuba y mis 20 fueron un esquema hermoso para crear.
Mi primera cámara fue una Zenit heredada de mi madre, que también era fotógrafa. Si mal no recuerdo, con esa saqué mi serie de Palo Cagao. Después mi padre Ángel me envió una Nikon desde Argentina; sería 1982. Ya con ella estuve en Viñales junto al Equipo Hexágono, y al caer en las redes del clan Mayito-Marucha, por necesidad me tuve que pasar a Canon, ya que así todos podíamos intercambiar lentes y conocimientos. Amé la Canon hasta hace unos años que me pasé a Sony. Para las tapas de disco usaba una 6×6, Zenza Bronica, que se la compré a alguien que se la había robado de su centro de trabajo; creo que me salió en 120 pesos.
En el año 87 fui de vacaciones a Buenos Aires y terminé quedándome. No fue intencional, pero las circunstancias lo provocaron. Allí viví 13 años, 4 más en Miami, ocho más en Madrid y 6 en Miami de vuelta, que es donde ahora vivo con mi familia. Durante todos estos años seguí haciendo fotografía, pero nunca más me acerqué al mundo de la música como en Cuba.
Te lo avise. Y no me escuchaste. Te voy a buscar. Sabelo
Qué bueno tu trabajo y tu mamá una divina