
El Amaliano/ Wow Popy
Amalia fue una negra, santera y protectora de santeros, que durante años se consolidó como referente matriarcal del barrio de Jesús María en la Habana Vieja. Sus protegidos eran los ñáñigos y delincuentes de la zona que durante la colonia se refugiaban en sus conjuros como los niños pequeños en una madre. Entre ellos, como marca identitaria, se llamaban Hijos de Amalia o Amalianos.
Pasados los años, el vocablo caló y a día de hoy los habitantes de Jesús María siguen reconociéndose amalianos, como una seña particular del barrio que, tras mil transformaciones, sigue siendo sinónimo de marginalidad.
En ese ambiente, marcado por serias problemáticas sociales, se mueve la última entrega discográfica de Yerson Isbel, cantante de reparto más conocido como Wow Popy. Producido por la compañía RamiRecord y titulado justamente El Amaliano, el disco está integrado por quince canciones que se mueven entre la lujuria, el sexo explícito y el desparpajo. Como ya se ha vuelto tradicional en el género, también cuenta con la colaboración de otros intérpretes que le impregnan al álbum el carácter de fiesta, de bonche, que marca al reparto.
Mientras en varias canciones, como Uapapa (ft. Dani Ome y Kevincito el 13) y Hormonas, hay una curiosa fusión con la timba, en otras solamente se incorporan trompetas, teniendo como resultado final lo que algunos han llamado timbatón. Es el caso de ADN, en la que de conjunto con Orlenis 22, utilizan las pautas como soporte para el cambio sorpresivo desde el reparto hacia un ritmo más cercano al songo, al estilo de Los Van Van.
Estamos ante un disco orgánico, que no propone grandes cambios a la narrativa de Wow Popy. Puede que sea Nota de voz, grabada con L-Len, la única canción que nos deja un sabor de melancolía y transmite una idea más intimista de la existencia y el amor, una imagen no muy común en el reparto. En El Amaliano se disfruta hablar de sexo y de mujeres con letras explícitas, música pegajosa y cambios melódicos que incitan a la cópula. Chingona (en colaboración con Fixty Ordara & Ja Rulay) es uno de los mejores ejemplos: con un coro marcado por la voz rajada del cantante de Ratatata, tal parece que el “apedreamiento” musical hacia la mujer que encuentra en el coito el fin último de la vida, es un gran carnaval, un esperpéntico bonche. En el lado opuesto está Pagarme el palo (de conjunto con El Dukesito y Rey Tony), donde el cantante se sitúa en la posición de semental y disfruta decirle a la chica de turno cómo debería pagarle las noches de sexo. Hay una tercera canción que toca el tema mujer/sexo aunque, en este caso, va un poco más allá de lo hasta aquí escuchado: Los palos (junto a Dícelo Were). Este es, sin duda, uno de los temas más explícitos describiendo una relación sexual dentro del reparto cubano contemporáneo. Al nivel de El lunarcito, de Harrison o La Papaya de 40 libras, de La Diosa, es una canción que vuelve lo que pudiera ser erótico, en algo puramente vulgar.
Curiosa es la colaboración en este disco de Popy con la Charanga Habanera. Esta orquesta, que tuvo su primera gran entrada en el timbatón con Cuéntame, junto a El Chacal, ha trabajado también con otros artistas urbanos como El Yonky o Los 4. En esta ocasión con el tema La batidora, se intenta recolocar en la preferencia del público después de años sin lograr “pegar” un número. No es una canción que se diferencie mucho del resto de las colaboraciones habituales de la Charanga y, con un coro que pudiéramos llamar cansino, pasa sin muchas glorias. Algo similar sucede con el tema que musicalmente más se separa del discurso del fonograma: Vete, interpretado con Jerry La Bandera, es una fusión de trap y reparto. No es este el tipo de trabajo en que se destaca Popy, lo que lo convierte en una nota discordante dentro del conjunto.
Cada canción, eso sí, está signada por el sello personal de Wow Popy: las pautas en las cuales ha sido considerado rey. Esa especie de improvisación, liga de sabiduría popular con guapería, ha marcado la carrera musical del artista, y entre ellas destaca una como su bandera: Que la varilla se jorobe, pero que nunca se parta, dice con Wampi en Pornosotros. Y se puede decir que esta vez el disco “la ha partido”.
Como generalmente sucede en cualquier publicación discográfica, hay canciones que trascienden el disco y el público las convierte en el espíritu de la producción. En este caso han sido los sencillos Abrázame muy fuerte (una versión en tiempo de reparto del tema clásico de Juan Gabriel) y La Perdularia, en colaboración con Fixty Ordara & Ja Rulay, un remix de un tema que popularizó Wildey hace más de cinco años. Ambas, aparentemente diferentes, no son más que las dos caras de una misma moneda llamada reparto, donde se conjuga lo clásico con lo marginalizado.
Popy ha sido un artista que ha sabido mantenerse en el vaivén del reparto con una producción constante y marcada por un carácter más vernáculo, que se hizo evidente en aquellos cinco temas que tuvieron un solo nombre: Pautas, una forma más apegada a lo original que podría ser el género repartero. Tras éxitos recientes como No vas (en colaboración con Los 4); Diablo, qué linda; Dame cinturita, maricona (con Franciskito King, Orlenis 22 y Fixty Ordara & Ja Rulay); o Por ustedes (también llamada Pornosotros 2 o Tómate un jagguer, en colaboración con Wampi y Fixti Ordara & Ja Rulay); este disco viene a responder las exigencias de un público que desea lo carnavalesco, bullanguero, lujurioso y marginal que destilaban las intervenciones musicales de Wow Popy en temas aislados.
La producción, aunque responde como hemos comentado al nombre de El Amaliano, y espiritualmente transmite la dinámica social del barrio de Jesús María, es un regalo para todo el universo repartero, que encuentra en ella la voz de sus ideas y deseos. Es El Amaliano un grito de quienes, a través de estas canciones, encuentran respuestas a la pregunta de cómo sobrevivir, que cada día le hacen sus condiciones socioeconómicas. Es también, y por sobre todas las cosas, un disco funcional y coherente con el público que lo espera, y seguramente sonará cada fin de semana en el barrio de Jesús María cuando alguien celebre un cumpleaños de santo.
“ y seguramente sonará cada fin de semana en el barrio de Jesús María cuando alguien celebre un cumpleaños de santo.” Que horror! Ya no respetan ni a las deidades! Me imagino al santo cuando le pongan una de estas canciones! Estamos perdidos, Amalia revolcándose en se tumba mirando esto.