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Desmontando la noche Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM. Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

Don Cangrejo

A las nueve rodaron carrozas, orine y la cerveza sobrante de las latas que se derrama y moja los zapatos. Los policías se posicionaron para cuando empezara a rodar sangre. A las nueve empezaron los carnavales por el malecón y a cuatro o cinco paradas de P1, en calle 1ra, Playa, hay 20 chiquillos de 20 años esperando a que abra Don Cangrejo; y que cuando cierre, a las 4 a.m., no van a coger hacia el malecón, yo qué sé, por las carrozas, o por si acaso empieza a rodar sangre.

Aquí hay chiquillos universitarios o que parecen universitarios o que de alguna forma, por los padres, porque trabajan, porque se los mandan, tienen por lo menos 10 CUC para derretir, teniendo en cuenta el cover, 5 CUC, y el precio de la cerveza, 2 CUC. Ahora algunos fuman. Mujeres en vestidos y tacones. Mujeres en pantalones y tenis. Hombres en shorts, pulóveres por dentro y hombres en mangas largas. La fila llega a la casa de al lado, jardín, dos pisos, reja de 1.80 m. Hay luces que hacen una estrella blanca en el cielo negro con las puntas móviles. Se notan por detrás de la fachada del restaurante: un cartel, “Don Cangrejo”, en grandes letras rojas, algunos globos, techo de tejas rojas, ventanas de vidrio y el vitral de un cangrejo con cara de Sebastián (La Sirenita), con gorro de chef y un plato en la mano, fondo azul y algas.

Carros en el parqueo y en la calle. La reja es de madera con sogas y unas lámparas redondas que alumbran blanco en los muros del frente. Náutico todo. El anuncio a la entrada, que antes decía Charanga Latina, ahora dice Charanga Habanera y la diferencia entre las dos charangas es que Habanera cuesta 15 CUC y Latina 10. Hay unas cuantas matas frente al muro y un hombre recostado en el claro de pared entre las matas y la puerta que viene y me pregunta si soy yuma. Dizque por la cámara. Dice que vienen yumas que hacen fotos y también chivatones que hacen fotos. Que hace días cargaron, esto es, se llevaron preso a uno de los taxistas que esperan fuera y que se pregonan caminando detrás de los que salen, enseñándoles, discretos, cartelitos de taxi que flashean en los móviles. Por gusto, dice, lo guardaron gratis, esto es, sin razón, porque uno aquí lo que hace es luchar su carrerita. Nada malo. Le digo que tranquilo. Le digo que si fuera chivatón no estuviera ahí de idiota con la cámara.

Las noches que no son jueves ni viernes ni sábados, Don Cangrejo funciona, pero no hay demasiados taxis fuera ni tanta gente fuera. Entre domingo y miércoles, Don Cangrejo, desde que lo fundaron en septiembre de 1997, es un restaurante con precios normados cuya especialidad es, por supuesto, el marisco. Al principio, había una piscina con un puente donde el cliente elegía el animal que quería comerse. Iban presidentes, gente famosa. Después, a principios de los 2000, Don Cangrejo pasó del Ministerio de la Pesca al de Turismo, y a la piscina se le hizo un tablado que ahora funciona como sala de fiestas, que inauguraron artistas de trova como David Torrens y Kelvis Ochoa. En 2006 tocaron Baby Lores & El Chacal dos o tres veces y ya después la música bailable aplastó a la trova, el rock y el jazz. Ahora todos los viernes, desde hace casi una década, hay fiesta (Fiesta en Grande, le llaman); jueves y sábados, conciertos, generalmente de orquestas de timba o salsa o de reguetón.

A las 10:30 hay 60 personas que lucen relativamente iguales. Algunas de ellas hablan por el móvil como si no costara. Mijo, dice una mulatica, 18 años, keratina y cartera, ¿qué pasó?, ¿no vas a venir? Pausa. Mañana estoy súper complicada. Pausa. Okey, espérate, te la pongo. Fulanaaaa, viene Fulana, 18 años, keratina y cartera, agarra el móvil. ¿Qué estás haciendo? Pausa. Yo aquí, tú sabes. Pausa. Bla, bla, bla, bla, bla, bla y cuelga. ¿Tú tienes a Fulano en Plan Amigos?, le pregunta a la otra. Mija, no, responde la otra.

Llegan taxis, Ladas y carros de turismo, baja gente, la gente hace cola y los carros siguen de largo, unos pocos entran, otros pocos parquean en la calle. La casa al otro lado de Don Cangrejo es la Unión de Empresas de Recuperación de Materias Primas.

Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

10:45. El parqueador abre un lado de la reja y la punta de la reja roza el césped que linda con la calle. Deja a la gente atrás. Entra al parqueo y trae con otro y dos barandas grandes y hacen una barrera entre la entrada y la acera. Todo el mundo atrás. Espera. Empiezan a llegar algunos gringos y un piquete de gordos que se hablan en alemán. Un hombre vende chicles. Unas cuantas chiquillas dicen que tienen reservación y el portero les dice que se paren del lado de la barrera donde no hay gente: las reservaciones no hacen cola y reservar es fácil: es ir días antes por la mañana, hablar con el gerente, Raúl, o con el maître, Rodney, pagar el cover del evento al que vas, pagar el cover de los que van contigo, y recibir un tique que te garantiza una mesa, la que quieras, por supuesto, entre las que no eligieron quienes reservaron antes que tú. Por la vía normal es muy difícil que alcances una mesa, ni siquiera si marcas desde las 9 p.m.

A las 11 hay más de cien personas en la acera, alrededor de la valla. El portero, con otros dos porteros, abre un resquicio mínimo entre el muro y la baranda por donde pasan todos, de uno en uno. Reservaciones primero. El portero revisa tique a tique, a nombre de quién y cuántas personas. Después, en el parqueo, otro portero con una linterna revisa los carnés de identidad porque las normas indican que es para mayores de 18. Si no tienes carné, te quedas fuera. Una vez que atraviesas el parqueo haces otra cola, ahora en una rampa al lado de Sebastián. Otro portero, gigantesco, con los brazos cruzados, deja pasar de poquito en poquito hacia un pasillo con globos y guirnaldas que desemboca en el mostrador donde pagas antes de, por fin, entrar a la Fiesta en Grande en la que, por supuesto, serás feliz.

A las 12 de la noche todavía hay gente entrando y gente afuera, y dentro muchas luces, dos paredes, el piso tablado, un cacho techado con carpa y lo demás al aire libre, globos de colores, cuatro bocinas, unas cuantas mesas, un escenario con par de pantallas, barra a la izquierda y lo de siempre: parejas que se calientan despacio, gente que bebe sentada, que baila, gente de pie, en piquetes, que conversan o hablan por cell o se recuestan, selfies, cigarros suaves, abanicos, prendas, reguetón lento, reguetón bonito, reguetón con trompetas electrónicas, cinturitas, gringos con tragos cortos de Ballantine’s, tatuajes, fosforeras, en pantalla Juan Magán con Belinda, Alicia Keys con Eminem, Rihanna, CNCO con Zion & Lennox, rico todo y mejor cuando ella pasa porque la miro, me gusta, me pego, la invito y bailamos, que es como tienen que hacerse estas cosas.

Nombre: Restaurante Don Cangrejo.
Dirección: Calle 1ra e/ 16 y 18, Playa, La Habana.
Horario (sala de fiestas): jueves, viernes y sábados, de 10:00 p.m. a 4:00 a.m.
Precio de entrada: Jueves y sábados, entre 5.00 y 40.00 CUC, depende del artista que se presente. Viernes, 5.00 CUC.
Precio de la cerveza: 2.00 (nacional), 3.00 (importada)
Capacidad: 500 personas.
Modos de uso de la música y géneros: Jueves y sábados, conciertos en vivo, generalmente de orquestas de música popular bailable o grupos de reguetón. Viernes, música grabada: reguetón, pop, trap…
Modelo de propiedad: Estatal.
Jesús Jank Curbelo Reportero de Periodismo de Barrio. Columnista en El Toque e Hypermedia Magazine. Ha publicado Los Perros (novela, 2017). Más publicaciones

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