
Raúl Ciro (IV)
En el periodo post Superávit cada uno de los ex integrantes de la banda buscó una salida personal, mientras Raúl Ciro lo vivió con intensidad. Entre 1998 y 1999 se involucró, de manera sucesiva, en tres experiencias muy distintas: Queso, Ciro 3C y Club DiChávez.
Queso fue un proyecto compartido con Abel Omar Pérez, líder del grupo Perfume de Mujer —el cual también atravesaba un impasse—, para el que contaron con varios invitados. Este inició un sistema de trabajo, de hondo cariz autónomo, que sería crucial en el desempeño posterior de Raúl. Lamentablemente, permanece inédito hasta hoy, pese a su notable calidad.
Para el disco Ciro 3C, Raúl recogió temas suyos de distintas épocas, en una propuesta casi individual, que lo llevó a responsabilizarse con casi toda la instrumentación y el concepto general, acudiendo a mínimas colaboraciones directas. Otro fonograma independiente que circuló apenas entre un puñado de amigos y sigue siendo desconocido.
Cerrando su producción musical en Cuba, a inicios de 1999, Raúl participó en una experiencia colectiva que se concretó en P.L. Experiencia del Club DiChávez, donde también estuvieron implicados Míster Acorde, Yusa y Domingo Candelario. En este caso su contribución se limitó a una sola pieza, pero de cierta forma fungió como una especie de aglutinador de ideas, baza vital para esa grabación casi artesanal y de ínfima repercusión pública.
Todas estas apuestas rompieron con la concepción grupal que había determinado lo hecho por Raúl en Superávit. Eran tiempos analógicos, de muchas carencias y también muchas ilusiones. A partir de entonces, sus asociaciones con otros creadores serían para momentos puntuales, mientras se dedicaba a explorar las posibilidades de laborar en solitario, rodeado de las nuevas herramientas tecnológicas que se le iban poniendo delante. Pero esa ya será otra historia.
De todos modos, ¿quién puede comentar mejor lo que representaron para él esos años finales del siglo XX, sino el propio Raúl Ciro? (Humberto Manduley).

Portada del CD Queso.
Queso
A Abel me acerco porque tú me lo sugeriste. Eran días vacíos y todo iba perdiendo sentido. Frómeta no iba a los ensayos, se había comprado un ordenador con el dinero que recaudó Bolero. Carlitos se marchó a España, y yo me harté de tirar del carro de Superávit, desde atrás y sin bueyes.
No sé por qué razón andaba yo por esos días con un mini-aparato DAT [Digital Audio Tape] que me había prestado El Cochy, un amigo. Yo consideraba que, utilizando la técnica de las primeras grabaciones de Superávit, podía hacer algo. Después de varios intentos no muy logrados de Déjame cuidarte y De todos los ángeles —en casa de Abel González con su entonces compañera Virginia, un secuenciador, teclados y el mítico Deck AKAI de siempre— decidí un día visitar a Abelito [Pérez]. Hablamos, le comenté mi idea de grabar un grupo de canciones que completaran un casete, hacerle portada y regalarlos. Curiosamente él tenía en su casa un mini-estudio de cuatro tracks que usaba casetes preferiblemente cromados y resistentes. Este aparato era del Pachy [Julio César López], según me contó entonces. Creo que ese mismo día, usando el DAT y al escuchar lo que había hecho con el mini-estudio, hicimos una primera toma de Ciro Crack. No era nada del otro mundo —lástima que no la conserve—, pero la unión de este instrumental plantó los cimientos de un sistema súper óptimo. En vez de contar con cuatro pistas, al usar el DAT para hacer bases de saltos en estéreo, hacíamos infinitas las posibilidades de pistas sin perder casi calidad.
Conocía algo del trabajo de Abel, pasando desde Sebastián el Toro y Perfume de Mujer. No te digo que escuchara su música todos los días, pero Frómeta y yo estábamos al tanto de grabaciones y conciertos. Fui invitado al show [La última cena] en el que Frómeta colaboró en el bajo eléctrico, aunque no estuve muy convencido. Mi disco preferido de Perfume es Pollos de granja (Luna Negra, 1998). Considero que ahí el grupo suena redondo. Recuerdo cuando Abel me mostró algunas tomas: me quedé impactado, eso sí era un grupo. Todavía hoy, cuando lo escucho, me impresiona.
Tratándose de Abel, las cosas hay que tomarlas como son. Con él aprendí a relajarme un poco y dar tiempo a que todo saliera sencillamente como puede. Esto no quiere decir que no aspirara a más. Yo no diría que no compusimos juntos. Natalia es un tema impresionante en el álbum. Cuando pensábamos que la habíamos terminado —imagino que muy tarde en la madrugada—, me fui a casa (por entonces iba yo casi todos los días que a Abelito le apetecía a casa de Vivian y de allí pasábamos por la Casona de Línea). Al otro día cuando nos vimos, él me puso una versión que había hecho del tema. Le había agregado un solo de guitarra eléctrica con un pedal rarísimo y artesanal que Kiko Veneno había dejado en la Sgae, y que Darsi [Fernández] me dio junto a unas cuerdas incompletas. El timbre era como de wha wha. También puso cuerdas con un teclado que había dejado Polito [Ibáñez] por allí y tenía muy buenos timbres, un piano acústico y agregó una insuperable coda que desarrollaba el puente de la canción o una idea de esta. Cojones, cuando escuché aquello me quedé loco. Me puse eufórico. Entonces, como ya no había más que poner, me fijé que lo que necesitaba en algún sitio era un trueno, y le agregué algunas cosas: sonidos invertidos y agua. Nada, amigos, que este Abel es un monstruo, un pedazo de músico, incansable, genial, comprometido, imprevisible. El muy cabrón, mientras yo dormía, había agregado todas estas fabulosas piezas en el tema y había logrado esta joyita. También fue una suerte encontrar una copia en un casete cuando, por accidente, borró la copia que teníamos en el mini-disc con el que trabajamos más tarde.
Creo que después de mi experiencia en Superávit —sobre todo la de la etapa inicial—, esta, la del Queso, fue insuperable. Todavía hoy sufro no haber podido documentar bien todo. Daría cualquier cosa por entrar ahora mismo escondido en aquellas sesiones con una buena cámara de video y micrófonos, creo que hablarían solas esas imágenes. La forma en que pusimos las bases de Películas de sábado, Déjame cuidarte, Ciro Crack; Félix Lorenzo sacándole sonidos a aquellas copas afinadas con agua variable para la intro de Elefantes; cómo entraba y salía Yalica Jo con su violoncelo, siempre corriendo y a escondidas. Aquello fue de película. Mucha gente se perdió los dos conciertos que hicimos. A pesar de todos los problemas, fueron buenas presentaciones, impresionantes, únicas. Por ahí tengo copias en VHS.
Ciro 3C
Estoy especialmente orgulloso de este disco. Creo que está a la altura del primero en solitario de Paul McCartney. Lo considero superior, aunque me arrodille y rece ante Maybe I´m Amazed. Afortunadamente, Abel González me prestó un mini-estudio de cuatro tracks que había comprado, pero estaba terriblemente desajustado. No sonaba como el Yamaha de Pachy con el que Abel Omar y yo hicimos el Queso. No sé por qué extraña razón me desesperé tanto por grabar entonces. Evidentemente, aún me quedaba un queso tremendo.
En un principio, sin usar claqueta ni nada, grababa un track con el tema en guitarra acústica y voz, lo usaba de guía y si después agregaba algo mejor, lo eliminaba. Hay que tomar muy en cuenta que no estamos hablando de discos duros, ni grabación digital. Usaba casetes muy caros para entonces, y tenía que economizar los pases. Había mucho desgaste.

Interior del álbum Ciro 3C.
La barba y la quijada es una canción que desarrollé de una idea inicial mientras la grababa. Casi todas las guitarras eléctricas son muestras improvisadas y editadas desde mi irresponsable ignorancia. Todo lo hice tal como reza en la portada del álbum, muchos amigos me ayudaron. 3C la compuse grabándola. Hice saltos a veces a un mini-disc, otras al DAT de la Sgae. Nubes lentas fue entre el mini-estudio y otra vieja grabadora de cintas de Abelito González. Intenté que Changuito [José Luis Quintana] tocara en El carné del grupito, pero no pudo ser.
El Ciro 3C hubiese quedado perfecto si no lo hubiese hecho yo solo. Otra visión siempre ayuda a afinar la agudeza. No soy un músico de academia, tengo mis taras y, además, mediando la premura, ya sabes. No usé metrónomo entonces porque no lo tenía; después Félix me prestó uno y por eso hay algunos temas que suenan más estables. Es muy contradictorio cómo acontecen las cosas. Gracias, sobre todo, a Abelito “Anima Mundi” pude consumar ese material del que estoy plenamente orgulloso. Recuerdo esa experiencia como una de las mejores de mi vida, superando a la etapa Queso.
Para mí, la grabación y producción total de esta placa fue tremenda experiencia. Era como un todo en uno. Me sentía iluminado. A falta de Frómeta y Abel Omar, allí estaban sus flujos, y Yalica. Elegí canciones viejas, versioné ajenas y propias, hice casi todo lo que quise. Hasta le pusimos baterías a los temas y sí, ya sé que todo suena con una inestabilidad ofensiva, pero no es lo único que se puede decir de este disco. Eso le dije a Frómeta cuando me comentó lo que le parecía. Hay que ser muy honesto ante este material. Sencillamente es perfecto, lo siento mucho, y doy gracias. Todavía hoy no sé qué le pareció a Yalica: realmente es su disco. Churro es la pista que más me cuadra de todas. A Félix le pareció muy interesante el bajo que allí toqué. ¡Qué más se puede pedir!
Últimamente, cada vez que escucho Tu cantante favorito de Frómeta, lo confirmo: es un músico genial, gran productor, compositor y arreglista. Pero el Ciro 3C es algo más que un disco —que lo es, eh, que quede claro, lo es. Una muy buena foto después del Queso. Eso es, una buena foto… En paz descanse Raúl Ciro. 1964-1999.

Raúl Ciro.
Club DiChávez: P.L. Experiencia
Lo de casa de Narah [Valdés] —en Chávez 57, Centro Habana— era algo muy similar y superior, en el sentido de comuna consumada, a lo de 13 y 8. Nosotros la pasamos bien, todos los ensayos se grabaron en video. La cámara se la pasaban entre Pablo [Herrera] y Narah. Hicimos mal que bien un disquito, como muestra del potencial del proyecto, sobre todo para sostener el patrocinio de Sergio Carruba. Extrañaba mucho a Yalica y cualquier locura se entiende. “Volviendo siempre a ti subo…”. Creo que lo mejor que he escuchado por ahí, en mi corta vida de musiquero, nunca quedó grabado.
Hasta dimos un concierto-comida irrepetible, fue genial, algo único. Esos días fueron como mi Verano del Amor preferidos. Arroz y salchichas en la olla eléctrica, y el Míster Acorde comiendo y comiendo; Yusa roncando a mi lado; Narah, Freya. No hay más que hablar, creo.
(Continuará)