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Dando la nota Fragmento de la portada del álbum Yusa. Fragmento de la portada del álbum Yusa.

Yusa

Yusa es la confirmación de que no todos en Cuba hacen solamente la música de sus abuelos. Claro, en su obra hay ecos urbanos de las canciones de la trova tradicional, pero son sus ramificaciones tales como el bolero y más notablemente el filin, las que influyen esta auténtica voz del siglo XXI cubano, cuyas canciones no se acomodan en ninguna de las más o menos rígidas calificaciones genéricas habitualmente impuestas sobre la música de la Isla.

Como cantautora moderna, está tan influenciada por el pop y el jazz español y norteamericano como por la nueva trova y el son. En cualquier caso, es evidente que Yusa ha crecido con el oído estimulado tanto por lo que su propia tierra tiene que ofrecerle, como por toda una legión de músicos que incluye a Miles Davis y Sting, a Peter Gabriel y Stevie Wonder, a Chick Corea y Jaco Pastorius. Y ella forma parte de una generación muy atenta, que está al tanto de la obra de sus contemporáneos brasileros (Lenine, Chico Science, Chico César, Carlinhos Brown) tanto como del quehacer de cualquier buen músico de “casa”.

Nació en el barrio habanero de Buenavista y creció en la comunidad de edificios de Alamar, en la costa noreste de La Habana. Entre esas aguas y la música pasó su infancia y adolescencia, conviviendo con su madre economista que la adora y su padre marinero que solo sabe decirle su amor con ojos de mirar al mar. 

Yusa comenzó por la guitarra, continuó con el estudio del tres, al tiempo que desarrollaba sus naturales aptitudes para el piano y el bajo. Lo que inspira esencialmente este primer disco son esos años de pura creatividad, tocando y compartiendo con sus compañeros en las aulas y pasillos del conservatorio de música “Amadeo Roldán”, intercambiando ideas musicales y fiestas juveniles con estudiantes que hoy son músicos de inmensa valía en el panorama cubano, como Roberto Carcassés, arreglista de la mayor parte de las canciones del disco. Luego, está aquí también el periodo de trasnochar para improvisar en el quinteto femenino Quasi-Jazz, compartiendo las noches en el mítico y céntrico club habanero La Zorra y el Cuervo, con lo que más vale y brilla de la escena jazzística nacional. 

Un fenómeno clave de los años 90 en Cuba fue la emergencia de dúos contemporáneos que revitalizaron de manera totalmente imprevista la antigua usanza de cantar a dos voces y guitarra. Como años atrás comenzaran a hacer Tosca y Xiomara, Marta Campos y José Antonio Quesada o Gema y Pável, Yusa y Domingo dejaron también una estela en el panorama urbano de La Habana.

Esta mujer y sus cómplices (todos excelentes músicos) grabaron en las madrugadas durante el sofocante verano del 2001, en una bella casona de la calle 11 de El Vedado. Allí, en el ambiente íntimo del estudio del cantautor Pablo Milanés (salvo un par de temas grabados en el Teatro Amadeo Roldán) dieron a luz un disco que rompe todos los esquemas. El productor,  Pável Urquiza, lo aderezó además, con “sonidos espontáneos”, desde el tráfico percusivo a los trenes, desde los clicks de cámaras fotográficas al llanto de niños, desde la melodía de un caja de música al ruido de las olas del mar respondiendo a la llamada de Yusa a Yemayá, orisha de las aguas.

El enigma de las letras agridulces de Yusa, tiene el marco preciso en una música simple y sofisticada a la vez, a un tiempo cubana y universal, que bien pudiera  (¡por fin!) catalogarse como nueva música cubana.

  1. Tomando el centro 2’32
  2. A las doce 5’04
  3. La fábula 3’35
  4. Tienta paredes 3’59
  5. Cuestión de ángulo 6’22
  6. La partida 3’20
  7. La número 2 4’14
  8. Mares de inocencia 3’39
  9. Todo o casi nada 3’35
  10. Canción en cuba para Freya 3’33
  11. En todas las esquinas 1’54
  12. Involución 4’27
  13. Momentos 4’51
  14. Chiquichaca 3’32
  15. Flash 1’33

Músicos:

Yusa: Voz en todos los temas; guitarra española en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 9, 13 y 14; guitarra electroacústica en 4 y 13; piano en 8; bajo eléctrico en 15; coros en 1, 2 6, 12, 13; dedos en 14.

Roberto Carcassés: Fender Rhodes en 2, 3, 4, 5 11, 12 y 13; piano en 2, 7, 10; palo de lluvia en 6 y 9; dedos en 13.

Oliver Valdés: drums en 1, 2, 4, 6, 7, 8, 13 y 14; claves en 6; cajón en 9; dedos en 10; pandereta en 13.

Jorge Alexander Pérez (El Sagua): bajo acústico en 2, 3, 5, 911, 12 y 13.

Pável Urquiza: guitarra española y acústica en 12; coros en 2, 5, 6, 12 y 13; dedos en 14, cámara fotográfica en 14.

Daniel Stable: bajo eléctrico en 6.

Elmer Ferrer: guitarra electroacústica en 1 y 11.

Lucía Huergo: saxo soprano en 2, 3, 6, 8 y 12; teclados en 6.

Mario Félix Fernández (El Indio): Fliscorno en 3.

María Victoria Calero: Flauta en 3.

Alejandro Aparicio (El Pícaro): congas en 2, 3, 5 y 7.

Octavio Rodríguez: tambores batá en 6.

Elis Regina Ramos: cello en 8 y 10.

Ramsés Puente: primer violín en 7 y 12.

Jessie de Armas: segundo violín en 7 y 12.

Jenny Padrón: viola en 7 y 12.

Martín Meléndez: cello en 7 y 12.

Norberto Valdés: contrabajo en 7.

Domingo Candelario: voz en 14.

Grabado en Estudio PM Records, excepto 5 y 12, grabadas en Sala Caturla del Teatro Amadeo Roldán por Alfonso Peña.

Mezclado por David Revuelto y Pável Urquiza en Peermusic Estudio, Madrid, España.

Masterizado por Luca Germini en Studio D-Ley, Madrid, España.

Productor musical: Pável Urquiza.

Coordinación y Producción: Darsi Fernández.

Producción Ejecutiva: Mo Fini.

Asistentes de producción: Niurka Sánchez, Irán Hernández, Sandra Hernández.

Fotografías: Jeannie Ellis; Mo Fini.

(P) Tumi Music, 2002. 

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