
Charlas Musicales. El Acorde
Por Pedro San Juan
En la música moderna el acorde tiene importante significación y no solamente valora los temas melódicos, sino que, frecuentemente, representa la idea generadora de una obra.
Los compositores en su gran mayoría se han pronunciado en favor de esta supremacía del acorde y especialmente los impresionistas y los que gustan del color. La armonía pues, ha experimentado en nuestros tiempos un profundo cambio al abandonar el cometido de simple auxiliar melódico, para elevarse a la categoría de elemento principal.
Sin embargo, diremos que ya en otras etapas musicales y precisamente por autores antiguos y clásicos se ha intentado —y con éxito en más de una ocasión— dar a la armonía el puesto de honor que ostenta en la actualidad, siendo, entre otros, el gran Beethoven quien empleó procedimientos armónicos verdaderamente revolucionarios para su época, en sus últimas sonatas y también en su Quinta Sinfonía en donde se encuentran ya ejemplos de lo que podemos llamar acordes sin enlace y que llevan en sí una idea musical armónica.
Mas, aún aceptando el valor positivo de estos ejemplos pretéritos, justo es reconocer que pertenecen a los primeros albores de una brillante claridad en el campo de la armonía moderna sin llegar, ni con mucho, a la interesante modalidad que una élite depurada y amante de exquisitas sensaciones ha puesto en alto relieve.
Hoy la armonía, pujante en su predominio y sirviendo con marcado realce a una nueva estética musical revolucionaria y de enorme atractivo, es algo que encarna, de manera incomparable, el alma selecta de ciertos concepcionistas poéticamente soñadores y exquisitos que piden a esta importante manifestación de la música no solo la pauta del encadenamiento de acordes más o menos atractivos sino que revelen estos impresiones y estados del alma que en música, a veces, una armonía sensitiva y colorista —y la orquesta moderna con su policromía— pueden traducir acertadamente.
Y es cierto que en ocasiones determinadas el acorde, libre por completo de trabas escolásticas y sentando al mismo tiempo la existencia de nuevas verdades armónicas que sirven fielmente a la idea, razón única del todo en arte, representa con exactitud maravillosa la nota sentimental que lo motiva y que da pretexto a las más bellas y cautivantes combinaciones de los sonidos.
Son innumerables los ejemplos que los modernos compositores ofrecen a la investigación armónica- Albéniz, Schoenberg, Debussy, Ravel, Stravinsky, Milhaud, Ponlenc, Honegger, Satie, Malipiero, O’Respighi, etc., nos dan pruebas admirables de un arte nuevo en el que no todo se confía a la melodía, siendo la armonía con sus inagotables recursos también un contrapunto revolucionario —que algunos de ellos emplean de modo atonal— el principal resorte de su invención.
No es, a pesar de su positivo mérito, sobre el aspecto ultramoderno de un Honegger o de un Milhaud siempre interesantes para aquellos espíritus amplios y ávidos de seguir la evolución del arte musical, sobre quienes recae nuestra plena admiración —su arte, indiscutible e interesante con sus bellas manifestaciones, aconseja una prudente reserva en la apreciación— pero sí nos pronunciamos, francamente, por aquellos otros ya consagrados, unos por el hermoso legado artístico que dejaron a la admiración de generaciones presentes y venideras tales como Albéniz y Debussy y otros por lo que ya han dado de grande y de extraordinario, como Ravel, Stravinsky, Malipiero , O’Respighi, Turina, Falla, etcétera…
Grande es la importancia que en la música moderna actual se concede al acorde y las innovaciones armónicas llevadas a cabo hasta hoy son incontables. Pero todas ellas, como alrededor de un gran astro, giran en torno del arte debussiniano: las bellezas armónicas de las obras de Debussy serán comprendidas y aceptadas por sus continuadores y también por los temperamentos inquietos y artistas de espíritu selecto que saben llevar al pentagrama la idiosincrasia del presente que viven. Aunque ocurra luego que no todos sus contemporáneos sepan reconocer su alma y su época en los cuadros impresionistas o sentimentales que el compositor les ofrece.
¡Tampoco Beethoven fue comprendido en su tiempo!
*Texto publicado en el Diario de la Marina, Habana, 18 de Agosto de 1924.