
Cubanas al piano
Nadie duda que la escuela cubana de piano existe y goza de buena salud. Pero en nuestra revista sentimos que las grandes cubanas de las teclas no se conocen lo suficiente por el público no especializado.
Esta lista presenta a algunas de esas mujeres que desde el siglo pasado y hasta nuestros días han plasmado su universo espiritual en las teclas de un piano. Encontrarán nombres muy conocidos y otros no tanto, de artistas que desde diversos roles —compositoras, concertistas, investigadoras, arreglistas, profesoras, pianistas acompañantes, repertoristas— dedicaron su vida al instrumento; algunas llegando, incluso, a grandes escenarios e importantes orquestas del mundo.
Probablemente echen en falta nombres que debieron aparecer en esta selección, entre ellos el de Enriqueta Almanza, a quien dedicamos un extenso artículo en nuestra revista, razón por la cual preferimos no incluirla ahora. Como suele decirse: “no están todas las que son”, pero no tenemos dudas de que “son todas las que están”.
Cecilia Arizti
Su padre, el pianista Fernando Arizti —contemporáneo de Manuel Saumell— le enseñó a tocar partituras de los clásicos desde muy pequeña. A los ocho años compuso un Ave María y una mazurca; luego, poco a poco, se familiarizó con todos los estilos y formas de la música universal europea de su tiempo. Después de completar sus estudios, actuó como pianista de concierto en Cuba y Estados Unidos. Se convirtió en profesora de piano en el Conservatorio Peyrellade, y publicó el manual Veinte ejercicios diarios para piano. En 1893, a los 37 años de edad, estrenó su Trío de cámara para piano, violín y violonchelo, una de sus obras más conocidas y la primera en su género escrita por una mujer cubana.
María de las Mercedes Adam de Aróstegui
Se trasladó a España con su familia a la edad de nueve años. Estudió piano y composición en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y continuó sus estudios en París con Louis Diémer, Jules Massenet y Vincent d’Indy. Tras completar su educación, trabajó como compositora y concertista de piano, realizando conciertos con Pau Casals. Fue la primera mujer cubana en componer una ópera: La vida es sueño, basada en la obra homónima de Calderón de la Barca y que fuera estrenada por la Orquesta Sinfónica de La Habana. Entre sus obras para orquesta destacan La infancia, Danzas cubanas, Serenata andaluza, y la Ballade Guerrière Écossaise, con texto del escritor británico Walter Scott. Compuso también canciones.
Ernestina Lecuona Casado
Con 15 años, viviendo en Guanabacoa, compuso su primera pieza, Luisa, que le dio amplio reconocimiento en Cuba y España. Estudió música, se casó con un músico, y tuvo descendencia de músicos —su nieto es el gran compositor Leo Brouwer—. Su labor profesional tuvo un paréntesis en que se dedicó a la crianza de los hijos. Los especialistas resaltan el amplio espectro de sus composiciones, que abarcan géneros musicales como fantasías-criollas, canciones, boleros, canciones de cuna, sones, criollas-boleros, guajiras, valses, danzones, himnos, y boleros. Su labor pedagógica la dotó del ojo necesario para detectar el talento; de los muchos nombres que le deben su carrera tal vez el más importante sea el de Esther Borja, a quien “descubrió” muy jovencita.
María Cervantes
Hija de Ignacio Cervantes, considerado por muchos el músico cubano más destacado del siglo XIX, desde muy niña se inclinó por el arte. Comenzó los estudios de piano con su padre y a los 13 años debutó como pianista en el teatro Tacón (hoy Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”), aunque su debut profesional se produjo en el Campoamor en 1929. Ese año se mudó a Nueva York y fue contratada por la discográfica Columbia. En Cuba, le impartió clases al jovencísimo Bola de Nieve, quien reconocía haber tomado los elementos rítmicos y la manera tan particular de acompañarse al piano a partir de los discos de quien mencionaba como “su mayor y verdadera influencia”. Sobre ella, la musicógrafa cubana Rosa Marquetti dijo: “No pudo haber sido ni dócil, ni sumisa, como correspondía a la época (…). Sumado a sus cualidades como intérprete, el temperamento que vaticinaban aquellas primeras composiciones e interpretaciones parecía (…) indomable”.
Margot Rojas
Mexicana de nacimiento, comenzó a estudiar piano en el Conservatorio Nacional desde su llegada a Cuba en 1912, bajo la tutela de Hubert de Blanck. Más tarde viajó a Nueva York para continuar sus estudios de piano con Alexander Lambert. Fue una distinguida profesora que trabajó en diversas instituciones educacionales, incluyendo el Conservatorio Amadeo Roldán y la Escuela Nacional de Artes (ENA). Ofreció conciertos como solista y acompañada por agrupaciones instrumentales como la Orquesta Sinfónica Nacional.
Margot de Blanck
Hija de Hubert de Blanck y de su segunda esposa, Pilar Martín. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música, fundado por su padre, e inició su carrera musical a los 15 años. Tocó varias veces en el Carnegie Hall de Nueva York y en otras ciudades estadounidenses. Actuó extensamente en Europa, América Latina y Cuba. Enseñó piano y vivió fuera de Cuba durante muchos años. Ernesto Lecuona le dedicó La comparsa, una de sus obras más famosas.
Aida Diestro
Trabajó como directora del coro de la iglesia donde oficiaba su padre, lo que le permitió adquirir amplios conocimientos armónicos que más tarde aplicaría en el montaje de voces. Sus inicios como artista fueron en la radioemisora Mil Diez, donde actuaba como pianista repertorista; allí conoció a César Portillo de la Luz, a José Antonio Méndez, a Tania Castellanos, a Luis Yáñez y a Adolfo Guzmán. Fue la fundadora en 1952 y directora hasta su muerte del Cuarteto D’Aida, integrado por Elena Burke, Omara y Haydée Portuondo, y Moraima Secada, agrupación que a comienzos de la década de 1960 se afirmó entre las esenciales del movimiento de la cancionística cubana conocido como filin.
Numidia Vaillant Villalón
Estudió piano con el maestro Joaquín Nin en Santiago de Cuba. Se dio a conocer en la emisora CMKC en 1946. En 1956 la revista Show la destacó en la rara categoría de “pianistas excéntricos” junto a “un tal” Ignacio Villa. A pesar de su enorme talento, la suerte le fue esquiva, aunque muchos importantes artistas de la época dieron fe de su calidad pianística; así, buscando mejores derroteros, viajó por medio mundo hasta asentarse en París en 1958, donde tocó en los clubes de jazz de Saint-Germain como el Blue Note y el Be-Bop entre otros. De acuerdo con Rosa Marquetti, en esa ciudad llegó a colaborar “con Alejo Carpentier en algunos proyectos musicales cuando el gran escritor era también el consejero cultural cubano en Francia. Su nombre no se menciona cuando se habla de pianistas en Cuba, a pesar de que su vida (…) la hace notable y vinculada a momentos significativos de la historia musical cubana”.
Zenaida Manfugás
Con 17 años debutó en el Anfiteatro de la Avenida del Puerto, con la Banda Municipal que entonces dirigía el maestro Gonzalo Roig en la obra Concierto en La Menor de Edvard Grieg. En 1952, ganó una beca para estudiar en el Real Conservatorio de Madrid con Tomás Andrade de Silva y luego continuó en París con Walter Gieseking. En 1960 fue nombrada al frente de la Cátedra de Piano del Conservatorio Alejandro García Caturla en la capital cubana. Una década después regresó a Madrid con inmejorables credenciales profesionales y gran expectación ante su regreso a los escenarios ibéricos. Le sucederían conciertos en varias ciudades de Estados Unidos, donde llevó piezas latinoamericanas y del repertorio español. Para el 2002 volvió a España e impartió clases en el Conservatorio Reina Sofía. En 2005 se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York, al tiempo que mantuvo, casi hasta su muerte, su actividad como catedrática de Historia de la Música del Kean College de Nueva Jersey.
Ivette Hernández
Nacida en Guantánamo, desde muy niña sus padres la llevan a la capital cubana para asegurar la continuidad de sus estudios, donde fue descubierta por Erich Kleiber, quien le dirigió —teniendo ella apenas 12 años— un concierto como solista con la Orquesta Filarmónica de La Habana, interpretando Capriccio Brilliant, de Mendelssohn. El maestro vienés se convirtió en su mentor y alguien decisivo en el curso posterior de su carrera. En 1949 se trasladó a París para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música con Marcel Ciampi y obtuvo allí el Primer Premio de piano. En Londres ganó la medalla Harriet Cohen, concedida a los tres pianistas más destacados del año; mientras que en Nueva Orleans alcanzó el Primer Premio en el Concurso Internacional Luis Moreaux Gottschalk. Con todos esos reconocimientos, realizó giras por América y Europa, y grabó varias obras. A su regreso a Cuba ofreció recitales por todo el país, y conciertos con la Orquesta Filarmónica Nacional. En la década de los ‘60 se radicó en España. Posteriormente, residió en Manhattan, hasta su muerte. José Cáceres Danielsen, crítico musical puertoriqueño ha dicho: “En mi humilde opinión, Ivette Hernández es la mejor mujer pianista que ha dado Cuba y ocupa un lugar fulgurante en la constelación de estrellas del pianismo mundial”.
Teresita Junco Reyna
Heredó un arte que logró desarrollar y transmitir, no solo a sus hijos (Ilmar y Aldo López-Gavilán Junco), sino también a cada uno de sus discípulos, pues estableció una metodología que es parte de las bases de la Escuela Cubana de Piano. Graduada de Piano y Dirección Coral del Conservatorio Amadeo Roldán de La Habana en 1968 y del Instituto “Gnecin” de Moscú en 1973, tuvo una gran trayectoria artística y pedagógica, tanto en el ámbito nacional como internacional. Impartió cursos sobre interpretación de la música cubana y del repertorio internacional en México, Venezuela, Estados Unidos, Reino Unido. Su libro ¡Qué fácil es tocar el piano! devino texto obligado y de consulta, no solo de los estudiantes, educadores y padres, sino de los profesores de Piano y de Estética de nivel superior.
Ileana Bautista
Estudió en el Conservatorio Tchaikovsky de Kiev, en Ucrania; actualmente reside en Puerto Rico. Destacada por su obra clásica, ha realizado conciertos con la Orquesta de Cámara de La Habana, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, y la del Conservatorio de San Juan. Produjo los discos Música Cubana e Impresiones, muy bien recibidos por la crítica. En los últimos años, la música del dúo compositivo Gurdjieff / De Hartmann ha cambiado su forma de relacionarse con la música clásica, según sus propias declaraciones. Es profesora de piano en el Instituto Nacional de Bellas Artes de México.
Elvira Santiago
Inició sus estudios de piano con Graciela Santiago, y luego los continuó en el Conservatorio Amadeo Roldán. Fue discípula de Margot Rojas, Zenaida Manfugás, Cecilio Tieles y Natalia Hornowska; y recibió asignaturas teóricas directamente de Edgardo Martín, José Ardévol, Leo Brouwer, Roberto Valera y Federico Smith. Ha sido pianista acompañante de cantantes líricos y populares del Teatro Lírico, y tocado con la Orquesta Sinfónica de Matanzas y la Orquesta Sinfónica Nacional, además de integrar diversas agrupaciones de cámara. Ha dirigido el Coro de Cámara de Matanzas, ciudad donde ha trabajado como profesora en varios centros de enseñanza de la música. Como compositora se destaca en la creación de música para el Teatro Guiñol de Matanzas, música incidental, ciclo de canciones sobre textos de José Martí y Nicolás Guillén, obras corales con textos de Gerardo Diego y Federico García Lorca, y obras infantiles para piano.
Ninowska Fernández-Brito
Realizó estudios de piano con los maestros Harold Gramatges e Ivette Hernández. Posteriormente cursó una Maestría en el Conservatorio P. I. Tchaikovsky en Moscú con los maestros V. K. Merzhanov y Zinaida A. Ignatieva. Es fundadora del Instituto Superior de Arte de La Habana donde obtuvo la categoría de Profesora Titular y ejerció como maestra hasta 1992. Desde ese año se radica en México y trabaja en la Facultad de Música de la Unam, a cargo de las cátedras de Piano y Música de cámara en los niveles de Licenciatura y Posgrado. Tiene grabaciones como solista y de música de cámara Su vida profesional incluye también, el desempeño de diversos cargos de dirección y asesoría en entornos académicos, tanto en Cuba como en México.
Marialy Pacheco
Comenzó a estudiar piano desde muy joven en el Conservatorio Alejandro García Caturla. A los 15 años entró a la Escuela Nacional de Arte y después cursó tres años de composición con Tulio Peramo en el Instituto Superior de Arte de La Habana. En 2002 ganó el concurso cubano JoJazz y dos años más tarde grabó su primer álbum Bendiciones (Colibrí). Muy joven se trasladó a Alemania y realizó una gira de jazz por Europa, donde comenzó a forjarse su prestigio internacional. En 2012 ganó el Montreux Solo Piano Competition, por primera vez otorgado a una mujer. En agosto de 2014, debutó internacionalmente como pianista clásica mostrando su diversidad interpretativa, interpretando a Bach con la Orquesta Sinfónica de Queensland en Brisbane/Australia, dirigida por Gustavo Gimeno. Desde 2017 defiende en los escenarios sus fonogramas Danzón Cubano y Duets, este último con algunos de los artistas más destacados del jazz contemporáneo, entre ellos Hamilton de Holanda, Omar Sosa, Joo Kraus, Rhani Krija, Miguel Zenon y Max Mutzke.
Daniela Rivero Cernuda
Con apenas 22 años, Daniela es la promesa más joven del piano cubano. Alumna de la profesora Mayté Aboy González y actualmente de Ulises Hernández en el Instituto Superior de Arte —donde cursa la Licenciatura en Música—, ha obtenido ya varios premios internacionales por su enorme talento y gracias a su empeño y el de sus tutores. A propósito de su más reciente lauro, el tercer lugar en el Concurso Internacional “José Jacinto Cuevas” Yamaha, en México, la prensa dijo con respecto a su interpretación del Concierto No. 2 de Shostakóvich: “…fue un verdadero raudal de técnica y emotividad. Al terminar (…) Daniela, la sala estalla en una abrumadora ovación, de pie y con sonoros gritos de ¡BRAVO! que se prolonga largamente en una forma muy justa pues la interpretación ha sido tremenda”.
Muy buen artículo este, recoje buena parte de la historia musical cubana, con un enfoque en la mujer como protagonista, en un ámbito donde al menos yo, poco conocía👌🏿👌🏿
Mucho talento tiene Daniela Rivero. Le auguro más y más éxitos. ¡Qué orgullo!! FELICIDADES!!!