
Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana
Si usted llega unos 15 minutos tarde, no importa. Compre su entrada (en la taquilla del parque La Maestranza), “buenas noches, adelante”, y pase sin más. El Anfiteatro de La Habana Vieja es holgado, y uno puede caminar entre las filas o cambiar de puesto sin molestar a los contertulios.
Recuerdo haber venido a algún espectáculo infantil cuando era niña. El sol convertía la piedra en un tazón ardiente y los ojos se achicaban por el reverberar de la luz. Sin embargo, lo que de día era insufrible se transforma con la oscuridad. El Anfiteatro está hecho para la noche.
A las 9:00, desde el otro lado de la bahía, el habitual cañonazo marca el inicio del concierto. Me gusta que la tradición sea cómplice de la música, y sirva para algo más que atraer turistas y ajustar los relojes.
Hoy se presenta Ivette Cepeda, quien asegura que a menudo sueña con cantar en un lugar grande donde haya muchas personas. Por fin le fue concedido, y lo agradece.
En diciembre tocó aquí Raúl Paz y en marzo lo hizo Buena Fe. Viendo el coro entusiasta que conforma la gente ahora, cabe sospechar que muchos acuden a entonar las canciones que se saben de memoria, al remanso de esas melodías que hablan del amor y de la vida. Contigo, Ámame como soy, La Era está pariendo un corazón —ese himno—.
A gritos le piden a Ivette los temas popularizados en telenovelas, y ella complace, encantada. Baja los escalones que la separan de los primeros asientos, y tal vez la estructura de abanico le facilita saludar y conversar con su público. Algunos jóvenes, pero sobre todo gente en edad madura, de esos fieles que la siguen a donde cante y exclaman: “Te queremos, Ivette”.
La administración, por su parte, ha expresado la voluntad de acoger a “todas las culturas de La Habana”, incluyendo el rock, el hip hop, la música folclórica y la electrónica. El centro estuvo cerrado durante la pandemia, y tras la reapertura a principios de 2022 ha experimentado una “recontextualización”, sin renunciar al teatro musical y las actividades para niños.
Hasta aquí llega el fresco de la Avenida del Puerto. La acústica no decepciona, aunque las bocinas colocadas en los laterales, sobre las mismas gradas, impiden que cualquiera se quede ahí por largo rato. El escenario luce una escenografía mínima, y permite imaginar las agrupaciones de mayor formato que bien cabrían en su amplitud.
De hecho, el Anfiteatro fue inaugurado en 1936 con una función de la Banda Municipal de conciertos; ese mismo año acogió la zarzuela Cecilia Valdés, y más acá en la década de los 2000 a la Orquesta Filarmónica de Leipzig.
Junto a su potencial versatilidad, lo mejor de este coliseo es que tiene la soltura de los espacios abiertos. Se puede comer, beber, conversar, sentarse con los pies encaramados… Hay sitio para que el público baile. Cada vez que suena un son se levantan más personas. Una pareja permanecía abrazada, otros dos cantaban sin dejar de mirarse.
Pero si eso resulta romántico, lo que vino detrás fue de película. En las imágenes proyectadas sobre el muro del centro apareció una pregunta: Roberto le pedía matrimonio a Susel. Mientras ella subía al escenario él se arrodillaba. Con el beso del Sí tronaron aplausos y silbidos.
Al fondo, cerca de la puerta, dos o tres puestos de venta improvisados nos recuerdan la inflación en que vivimos. Unas pocas mesas están dispuestas a modo de sección VIP, pero no compiten con el mármol vasto, cómodo a su manera.
Me gusta que la gente tenga ocasión de ponerse su ropa de sábado, que se les olviden las angustias cotidianas por un par de horas. El Anfiteatro dibuja un paréntesis en esta ciudad para otros, que a veces se parece a La Habana Vieja.
Si el tiempo lo permite, a las 9:00 comienza el concierto. Seguramente quienes pasen por los alrededores se llevarán un retazo de lo que sucede adentro. Cuando haya terminado, una fuerza ya conocida lo empujará a uno a pasear por la Avenida del Puerto, quizás hasta Prado, o en sentido contrario, hasta el muelle flotante. Música y mar; la especialidad de la casa.
Lugar: Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana
Dirección: Calle Peña Pobre entre Cuba y Avenida del Puerto
Modelo de gestión: Estatal
Precios: Variables (25 CUP para menores de 12 años; entre 50 y 300 CUP para adultos en dependencia del espectáculo).
Horario habitual: 5:00 p.m. para espectáculos infantiles; 9:00 p.m. para conciertos.