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Reseñas Portada del álbum: Gustavo Chourio / Diseño: Pepe Menéndez. Portada del álbum: Gustavo Chourio / Diseño: Pepe Menéndez.

7 / El B

Digámoslo desde el principio: El B es el mejor rapero cubano, de ahí la improbabilidad de que publique un mal disco. Y 7, su más reciente producción lanzada el pasado 4 de febrero, definitivamente no lo es. Sin embargo, ¿qué nos entregó en realidad Bian Oscar Rodríguez?

Solo siete canciones integran este trabajo. “Ya por eso me tiene”, pienso al descubrirlo. Es un disco corto, conciso, que se aleja de esta tendencia que tiene el género de entregarnos álbumes con alrededor de 20 temas que incluso si tienen excelente factura, son demasiado extensos. Aunque, minutos después me encuentro que eso que me había llevado a celebrarlo, no era tal; al anunciarlo en sus redes sociales, el rapero cubano aseguró que esta es solo la primera entrega de una serie de EPs que verá la luz en lo adelante. O sea, no es una obra completa, y ¿cómo juzgarla si es solo una parte, y no su totalidad? Ahí se pierde un poco el propósito de esta reseña. 

Acá voy, no obstante: 

El disco se titula 7, una cifra que, en la numerología, se relaciona con Dios, estableciendo intencionadamente una referencia mística. Ello se confirma desde la portada que, dicho sea de paso, no me convence del todo; luce como póster de un videojuego de moda, sobreexplotado en colores y detalles, pudiendo haber hecho  algo más simple e icónico con el concepto del número. Hay a lo largo del EP ciertas alusiones metafísicas, ya sea bíblicas o de otras corrientes espirituales o filosóficas, que son esenciales en el primer track, Revelación, y que aparecen dosificadas en el resto, como un sabor que atraviesa toda la obra, un condimento. 

Hasta ahí, 7 presenta coherencia. Pero hay algo que me molesta, cuando profundizo en el set list. Aburrimiento, segunda pista, fue lanzada en marzo de 2022, hace casi un año; Muerto contigo y Flores, en abril y junio respectivamente. Por lo general, los artistas de élite a no ser que publiquen un disco íntegro de manera sorpresiva, hacen un roll-out con varias publicaciones para tentar a la audiencia, dando pistas, ante la proximidad de un nuevo álbum. El B no hizo eso. No anunció estos temas como parte de un todo, sino como elementos aislados, dando la impresión de ser el tipo de rapero que solo le otorga importancia funcional al contenido y no a la manera en que es presentado. Un error grave para los tiempos que corren.  

Pero ya lo decíamos: en el primer semestre del 2022 publicó tres sencillos. Otros dos fueron lanzados más cercanos al estreno de 7 en plataformas: primero KBCA, luego Cypher, este último en colaboración con Benzina, Ali Aka Mind, La Reyna, Mecal, Elephanto & Aczino. O sea, a los efectos, este es un EP de siete temas, de los cuales ya conocíamos cinco, y cinco singles es un lujo extremadamente arriesgado incluso para obras más extensas (en esta representan dos tercios del conjunto). Entonces, a pesar de cierta coherencia en la estética sonora, la falta de un planteamiento y el innecesario relanzamiento de material preexistente, vuelven precaria su consistencia. Francamente, esto no es un disco ni un EP, es un mixtape

Un mixtape que suena bien, que está limpiamente mezclado, pero un mixtape pobre, en mi opinión. El B, como artista, no tiene un enfoque muy actual y si bien en esta producción incluyó un trap (Aburrimiento), y dos pistas guitarreras y con sonoridades de instrumentos reales (Flores y Muerto contigo), lo cierto es que le falta atrevimiento, aburre un poco. No porque los temas estén mal logrados, ni mal defendidos, sino porque el momento de El B para darnos el mejor disco del rap cubano ya sucedió y no parece vaya a volver a repetirse. Me da la impresión de que no ocurrirá de nuevo, que El B saque otro parteaguas, otro álbum que marque un antes y un después. Ya él, en su momento, cambió el juego. Ahora se limita a dar más de lo mismo. 

En ese sentido, Revelación es un statement, un tema formulario que ya le hemos escuchado hacer un montón de veces y que, ubicado de primero en la secuencia, parece estar anunciando que hay muy poco de nuevo aquí. Después salta a Aburrimiento, que es, esencialmente, un tema para raperos, que se disfruta bastante por la modernidad de su base, la destreza técnica, el flexeo de habilidades. Sin embargo, es ininteligible para la mayoría de la gente, no solo por lo rápido de su flow, sino por lo enrevesado de su lírica. Por ello quizás compartió la letra en Facebook: más que para poder admirar su laberíntica composición, para garantizar que se entienda, dado que, en cierta medida, se siente como uno de esos juegos extremadamente difíciles, un producto para público iniciado y donde todo público nuevo queda alienado y debe ir a buscar tutoriales en Internet para saber cómo se vence a determinado boss

Flores es el tercer sencillo. Un tema emocionante, aunque la guitarra termina encerrada en un loop quizás demasiado invariable, con una referencia bellísima a Martí en el coro. Acá me percato de algo: extraño una voz femenina en todo el EP, pero sobre todo en este tema dedicado a las madres, donde hubiese preferido que muchos de los coros los interpretase una mujer. Eso no sucede; el B arrastra el disco entero, excepto en el último track

Termina Flores y continúa otro sencillo dedicado a una mujer, concretamente a Lyda Cao, su esposa y DJ. Asumo que se hizo con la intención de que un tema transicionara hacia otro de manera fluida, ambos temas comparten guitarra, tratada de manera similar, pero a mí el efecto que me provoca es aburrimiento. Si bien Muerto contigo, a nivel vocal tiene una intención medio reggae en el coro, lo cual lo diferencia de Flores, sigue estando en el mismo tempo, sigue siendo rap, rap por las reglas. Incluirlos, uno detrás de otro es, cuanto menos, tedioso. Muerto contigo, a pesar de ser el tema más personal y bonito del EP, se siente poco íntimo. Es un tema de amor, pero no se escucha desnudo, tiene la ropa puesta. 

Candil, quinta pieza, es —a mi entender— uno de los despropósitos más grandes del EP. Respeto el intento, el hecho de tomar el riesgo de hacer un tema entero sin instrumental; es un indicio de que El B tiene aún cierta disposición a intentar alguna cosa nueva. Sin embargo, se escucha como un tema al que le quitaron el background y se le extraña. Sientes como que va a ocurrir: que en algún momento le pondrán el beat. Y eso pasa, intuyo, porque el tema no fue escrito con la intención de que fuera a capela y si era la intención , falló. Es un tema muy rítmico, muy rapero, gran parte está en tresillos con un flow medio trap durante mucho tiempo y ese tipo de rapeo, a capela, abruma. Quizás en spoken word, o con un enfoque más enteramente melódico que rítmico, hubiese quedado mejor. Porque, tal y como está, el tema no termina de aterrizar nunca, independientemente de la cuestión lírica, que es lo que a El B más le importa. De nuevo, me parece bien que haga este tipo de experimentos, pero si no funciona, no funciona.

En KBCA, por otra parte, el background es delicioso, magistral. Hay, además, una referencia a Wu-Tang Clan tanto a nivel lírico como musical, con Bian cantando el coro de C.R.E.A.M. mientras el piano le hace la base. Un detalle compositivo bastante rupturista y sorpresivo. Quizás el cambio repentino se siente algo inestable pero este tipo de florituras musicales y referenciales, dotan a los temas de mucha frescura y variedad (más de esto, por favor). Si bien la letra no es tan destacable, el delivery y el background lo hacen sentir como un tema viejo sin serlo, con una vibra innegable de tema clasicón, noventero, de rap old school. Constituye a mi entender, junto a Flores, lo mejor de esta placa, y hubiese sido mi elección para cerrarla.

Y es que Cypher no amerita esa posición. Hubiese preferido que los featuring estuviesen más repartidos por todo el EP y no esta talla MCU, como una batalla final donde todos los “vengadores” tienen que aparecer y donde el único de los invitados moderadamente memorable es Aczino, quien cierra el sencillo y el disco — siendo un disco de El B— .  

Con 7 no estás escuchando el disco al borde de tu asiento, comiéndote las uñas esperando a ver qué sucederá. Carece del dinamismo y variedad de muchos álbumes de hip hop actual —el Funky Fresco de Akapellah & Lil Supa por solo poner un ejemplo —que no los puedes consumir de manera pasiva porque están constantemente ocurriendo cosas nuevas. Acá los temas se dejan conocer ni bien llegados al primer coro, además de que la voz, a nivel de producción, no está muy tratada como instrumento; más allá de alguna que otra reverberancia. Hay cero experimentos con el pitch y casi ninguno con efectos y filtros que le otorguen texturas o sonoridades distintas, dando la impresión de que para El B la música es solo funcional, un vehículo para mostrar su dominio del retruécano, de los calambures y de las rimas altamente estructuradas. Vende su obra como si lo único que importara fuese el mensaje, pero el mensaje en sí mismo no es lo suficientemente profundo como para prescindir de la música. Ahí está entonces esa pretensión trovadoresca grimosa de que el arte es sustancia sobre estilo, cuando realmente el estilo es, en sí mismo, parte indivisible de la sustancia. 

Si bien a nivel lírico el EP está muy bien —hay una notable perfección técnica, métrica impecable, todos los acentos en su lugar, lo normal para un rapero de la maestría de Shao Kahn—, hay otras cosas que se han vuelto muy importantes en el juego y que El B no tiene en cuenta. Casi no hay, por ejemplo, ad libs en el disco, un recurso de uso fundamental en pleno 2023. Tampoco existe demasiada intertextualidad (acaso una referencia a Bad Bunny con olor a guardado en Aburrimiento, el guiño a Wu-Tang en KBCA, y alguna más); mientras cuando escuchas el trabajo de muchos artistas contemporáneos observas todo un universo intertextual que conecta el disco con el resto de la escena y el actual contexto histórico-cultural, volviéndolo un nervio dentro de un sistema muchísimo más grande. Eso, con El B, ya no pasa. Está muy seguro de su propia profundidad.

Tampoco hay mucho egotrip en el EP, lo cual está bien, es de esperarse. Parece más fruto de las condiciones que de una decisión consciente pues, si bien todos los raperos inventan o exageran sus propios conflictos, ya todos sabemos quién es El B: un hombre que tiene la aprobación unánime de toda la escena, que recibió el beneplácito de gente como Talib Kweli y que incluso artistas que no son raperos respetan y admiran. Más allá de una cada vez menos disimulada animosidad con “La Cueva”, esta temática de desafío o confrontación es bastante superflua. Y si bien ese tipo de rimas o temas de beef sonarían innecesarios en su estatus actual, lo cierto es que el disco carece también de cualquier otro tipo de conflicto, de una narrativa; es un disco, en general, poco empático. 

En otros álbumes hemos visto a El B tocar temas personales, ha hablado desde y sobre Bian Oscar Rodríguez; sin embargo en este da la impresión de tener poco que contar o no estar dispuesto a hacerlo. Bian no se deja ver. Está ausente, o establece una pared entre el público y él. Entonces, no llegamos a saber qué momento en la vida de El B representa esta producción. En temas de otros artistas de la escena hispana, que también se encuentran en ese estado de comodidad y asentamiento tanto personal como artístico —tal es el caso de Piezas, un rapero español de su generación—, subyace al menos el conflicto interno, la tribulación espiritual, además de que no dejan que las gambetas les impidan meter el gol, tienen producciones más intrépidas, se atreven a fluir sobre beats más modernos y dinámicos, incluso a hacer algún que otro tema bailable sin dejar de cuidar con respeto la estética sonora. El B, por su parte, se queda muy corto en su propuesta que es, repito, a duras penas un mixtape. ¿Es malo? No. ¿Es excelente? Tampoco.

Tomando este trabajo como lo que es, un proyecto más desenfadado y sin las pretensiones de sus anteriores y críticamente aclamadas obras, es aún evidente que 7 se siente por culpa de un roll-out excesivo, inconexo y falto de intención como un intento de reempacar contenido ya  publicado, algo muy bizarro en un artista reconocido desde siempre por una hiperproductividad insólita. Incluso para alguien que llevara todo el 2022 debajo de una piedra y que se enfrenta a estos temas por primera vez, sería innegable que los pasos hacia un futuro inexplorado son cortos y las sorpresas pocas esperemos que estas puedan multiplicarse en próximas entregas de este proyecto serial. 

El rap cubano continúa lastrado por el estatus sacrosanto de una doctrina ya superada y, como ocurre demasiado a menudo y en tantos contextos, los revolucionarios anteriores se vuelven los censores actuales dado que una generación conocida por cambiar el juego para hacerlo resonar más con su tiempo, se muestra ahora incapaz de hacerlo de nuevo, y en algunos aspectos, reacia a tan siquiera intentarlo. 

El turno es, como siempre, de la juventud. Aun así, hay quienes esperábamos con fe que el mejor de Cuba nos volviese a sorprender. Por ahora seguimos esperando.  

J.C. García Más publicaciones

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  1. Nelson (Eclypse) dice:

    Excelentisima Reseña. Me parece acertada en todos lados aspectos, y remendamente bien fundamentada.

    Mis respetos para el gran reseñista tras estas palabras. No tengo la suerte de conocerlo, pero todos mis respetos.

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