
Nacional Electrónica o el viaje a la cumbre sinestésica
Dentro del escenario de la música electrónica en Cuba emergió hace ya quince años Nacional Electrónica (NE), fruto del ingenio de Alexis de la O Joya y Edwin Casanova González, una agrupación que destacó por asumir el reto de subvertir y mezclar lo experimental y exclusivo con lo popular e inclusivo, sin descuidar una calidad artística de altos quilates en sus producciones. Provenientes de las artes plásticas (Alexis de la O) y la arquitectura (Edwin Casanova), establecieron en su obra como grupo una especial sinergia entre las manifestaciones artísticas, tal y como ha quedado reflejado en los discos producidos, las colaboraciones para audiovisuales y sus propios videoclips.
Integrantes de la corta lista de intérpretes de música electrónica con alto grado de riesgo creativo en nuestro país, desde su propia gestación dejaron claro un modo de crear que recurre a diversas estéticas como el error, el ruido, la repetición, el cut and paste (corte y pega), el loop y el sample.
Desde la grabación de Llegamos al futuro, su debut discográfico en los primeros compases del siglo XXI, eslabonaron poco a poco una obra sólida dentro del panorama electrónico cubano. En ese entonces, el trovador Michel Portela era miembro de NE, una combinación que consiguió que los intereses vocales de Portela confluyeran con los de Alexis y Edwin en una producción que logró abrir senderos rítmicos para un género de tanto arraigo como lo es la trova. Son apreciables en las letras de las canciones preocupaciones de corte social y personal, a su vez que la indagación sonora de un registro futurista dejó entrever el talento de estos jóvenes.
Con este CD plantaron una semilla que más tarde echaría raíz profunda y los convertiría en artistas de gran versatilidad creativa —por solo citar un ejemplo, combinaron canciones de trovadores santaclareños como Roly Berrío y el ya mencionado Portela con la dinámica electrónica.
Su segundo disco, Plazas y Precipicios, merece estar incluido en cualquier recopilación de discos de electrónica con una alta concepción estética y artística. Ya lo afirmaba hace 12 años el destacado crítico Joaquín Borges-Triana en su sección Los que soñamos por la oreja, del periódico Juventud Rebelde: “Otro de los principales hallazgos que noto en este disco de NE es el modo orgánico en que logran transmitir cubanía. Ello está dado tanto en los nombres que otorgan a los cortes del álbum (muy apropiados para un estudio paratextual), pero, sobre todo, por la forma en que con «nuevos» sonidos consiguen transmitir las emociones que se dan en los ritmos primigenios de nuestra música.”
Con Mouse Music,su tercer lanzamiento musical, el grupo asume como uno de sus recursos esenciales la estética de la repetición, con una peculiar mutación de ritmos que descolocan a aquellos melómanos que no comprenden —o, mejor dicho, no quieren comprender— que la música electrónica abre un singular espectro sonoro. Si de algo ha servido el trabajo de NE es para despertar la curiosidad en un público poco diestro a la hora de acoger propuestas inusuales y poco divulgadas en los medios de difusión oficiales.
Este recorrido heterogéneo y seductor le ha valido a Nacional Electrónica situarse en una de las cumbres más altas del movimiento cubano de música electrónica. Por la solidez alcanzada, el Laboratorio Nacional de Música Electroacústica los acogió en su seno, en una especie de cátedra cohesionadora del entonces naciente movimiento. A partir de ese momento lograron insertarse en la programación de conciertos de la institución y se presentaron en espacios como el Festival Primavera en La Habana (2006); el Espacio Sonoro, en la sala Manuel Galich de Casa de las Américas; la Sala Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes; y la primera y tercera edición del Festival Proelectrónica.
Es meritorio destacar el trabajo realizado para Audio, su cuarta producción. En once piezas, Alexis y Edwin facturan un álbum cargado de intertextos con la mítica y legendaria banda alemana Kraftwerk, tanto por los propios nombres de los temas como por las sostenidas melodías que en más de una ocasión nos proponen alcanzar una nueva era industrial. De este modo rememoran uno de los objetivos del grupo gestado en los años 70 por Ralf Hütter: convertirse en una emisora del progreso tecnológico de su tiempo. Este mensaje es más visible en su siguiente trabajo: 3er Milenio, en donde sobresalen varios temas como La repetición, Polímeros polirrítmicos policromáticos, Música mecánica, Komputer band y su música absoluta y Armas y alarmas, coherentes con sus proféticas estéticas de la música electrónica.
En Ambientes, su siguiente recopilación, se embarcan en una simulación de la identidad de los meses del año a través del uso de sonidos de texturas diversas. No acudieron al facilismo de encausar su propuesta en lo estrictamente emocional, sino también en lo sensorial. Ambientes fue una demostración de la madurez discursiva del grupo y fue usada como banda sonora en diferentes plataformas audiovisuales.
Por su parte Ranas, pieza de una hora de duración, constituyó una instalación sonora para 5.1 en la Fundación Ludwig de Cuba que fue pensada como complemento de una investigación biológica a este anfibio ―no desarrollada por los artistas, aunque pudiera decirse que tanto valor exploratorio posee esta indagación científica como el propio montaje sonoro realizado por NE. En este caso la intención fue reforzar la identidad nacional a través de grabaciones previamente hechas y montadas para una escucha inmersiva.
Posterior a estos empeños, el coreógrafo George Céspedes les propuso realizar la música original para dos interpretaciones de la compañía Danza Contemporánea de Cuba. En Mambo 3XXI destaca la (re)construcción sonora que compuso Nacional Electrónica; este trabajo por encargo fue un pretexto para redimensionar el horizonte de uno de los patrimonios culturales de la nación (el mambo). El resultado fue una perfecta síntesis de tres temas que marcaron otra pauta en el trayecto musical del grupo. ¡Cuánto daría por que Pérez Prado estuviese durante la ejecución paralela del mambo con la música electrónica en esta coreografía! El otro espectáculo danzario, Premiere, no se queda atrás y, una vez más, NE reforzó los vasos comunicantes que tiene la música electrónica con la música clásica. Son evidencias de ello las coreografías Finding himself y Ghost of the memory, originalmente diseñadas para ser interpretadas por el reconocido Carlos Acosta y Zenaida Yanoski.
En Habanastation, su ópera prima de ficción, Ian Padrón necesitaba sonidos electrónicos primarios, con la intención quizás de hacer un homenaje a la generación del Nintendo. Con esta idea en mente solicitó los servicios de NE, y terminaron realizando buena parte de la banda sonora del filme. Posteriormente, remezclaron los temas y surgió un álbum que recrea la música compuesta originalmente para la película. De esta forma nacieron los temas Mario en el laberinto, ¡Mario y Carlos ganan!, Mariostations, ¡Mario huye! y El paradero, que rememoran de forma magistral, pero con un discurso mucho más agresivo en ocasiones, la tendencia de la música electrónica conocida como chiptune, el nostálgico subgénero cuyos timbres remiten, inevitablemente, a los años en que los videojuegos ocupaban un eje central en la vida de los niños nacidos entre los años 80 y 90.
Quizá el desencanto de no llegar a producir un CD en un estudio profesional, el lento avance de la cultura electrónica dentro de las instituciones cubanas, así como la escasa retribución económica de producciones que se articulan al margen de la industria hizo que la creación de NE girara, casi por completo, a la música por encargo. Esta etapa nos legó Happy Ending, Identidad ̄ ¹, NDA, Transire y Matria Etnocentra; todas para coreografías homónimas de Norge Cedeño y George Céspedes indistintamente.
Mientras escribía este artículo sobre NE y conversaba por videollamada con uno de sus integrantes, no pude evitar la emoción al descubrir que existe una nueva producción del dúo del año 2015. Cuando pude tener el CD en mis manos empecé a conocer, poco a poco, cómo nació I Sing to the Sea. Uno de los detalles que más me sorprendió fue el tiempo de grabación: 10 días aproximadamente para doce temas. Es un disco en colaboración con el productor TKU quien, al descubrir a NE, decidió juntarse para grabar un fonograma que funciona como ritual y viaje y que nos hacer ver lo pequeños que somos como seres humanos ante la enormidad de la naturaleza.
Actualmente las colaboraciones de NE están en pausadas puesto que Edwin Casanova no vive en Cuba, aunque no descartan una reinserción en el panorama discográfico como tampoco las presentaciones en vivo. Mientras tanto, ahí está para el disfrute de todos su obra de indiscutible valor. Quienes escuchen sus producciones serán parte de un auténtico viaje sinestésico, en el que música y sentidos se entremezclan mutuamente para hacernos protagonistas de una nueva era musical de la que NE es primerísima vanguardia.