
Miami alternativa
Estudio música desde que tengo 5 años, es lo que hice gran parte de mi vida y de alguna forma continúo haciéndolo. Mis primeras fotos las tomé mientras cursaba estudios en el Conservatorio de Música Amadeo Roldán. Luego la cámara se convirtió en prolongación de mi brazo :-).
No tengo un tipo de fotografía favorita porque me da mucho placer producir imágenes en cualquier esfera, pero desde 2006 he hecho fotos de música y músicos; tengo algunas de mi vida escolar, de mis maestros y mi generación, incluso conciertos, ensayos de diferentes músicos, y de gran parte de mi servicio social, dando clases a alumnos de música, sus actividades, etc.
Desde 2013 vivo en la ciudad de Miami, Florida. La fotografía fue mi terapia y herramienta de adaptación, con la cual he explorado todo lo que me rodea, haciéndolo mío. Los espacios musicales han sido un punto importante en esto. Poder convivir de alguna manera con los músicos cubanos de esta ciudad que forman parte de distintas épocas dentro del exilio cubano tanto como de otros que vienen de paso , se ha convertido en una de mis temáticas fotográficas recurrentes.
Atractivo para mí, por ejemplo, ha resultado el poder compilar desde 2014 momentos que se viven en un club de jazz llamado Le Chat Noir, cuyos dueños cubanos Alexis Salis y Ezzio Chaviano, hacen una labor tremenda para con el jazz. Un sitio increíble, porque precisamente está en el punto cero del downtown de Miami, y su programación de conciertos es constante. Además, como dato curioso, uno de los dueños es descendiente del original dueño del club Le Chat Noir (sí, el del póster famoso) abierto en París en 1881.
Sigo asistiendo a cada concierto que puedo para disfrutarlo y tomar fotos que queden para recordar, con el empeño de cambiar un poco la perspectiva que se tiene de Miami como un lugar de cultura y vida muuuyy banal. Creo que he tratado siempre de transmitir el Miami que yo veo, y procuro reivindicar sus valores en mucho sentidos. La presencia cubana en esta ciudad y su importancia es innegable, y sin dudas la música es indivisible a nuestra cultura de grupo e idiosincrasia, así que… ¡seguimos!