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Reseñas Portada del álbum: Brianna McCarthy / Diseño: Pepe Menéndez. Portada del álbum: Brianna McCarthy / Diseño: Pepe Menéndez.

Mendó / Álex Cuba

En Cuba, “mendó” significa talento, gracia, virtud innata. Para la RAE, sin embargo, algo “mendoso” no se parece a ninguna de estas cosas. Fallido, desliz, metedura de pata, a eso se parece. Mientras “mendó” se destila de la savia cubana, “mendoso” se agrieta con severidad ibérica. Hay que ver, en este cara o cruz, dónde Álex Cuba pone la cara y dónde caerá la moneda. 

Octavo disco, 11 canciones, siete colaboraciones, una versión y ninguna tensión. Mendó (Caracol Records, 2021) es un álbum de temperamento sereno, casi flemático. Desde que Álex Cuba dejó de fumar tiene, detrás de la respiración saludable, una voz más clara con una coloración casi pálida. La desliza por mambo, funk, flamenco, salsa, todo sobre una base jazzy. Y bueno, siendo jazzista de formación, todo le fluye de maravilla. 

El artista invitado de turno también parece estar en paz con los tempos y las mezclas. Tal vez porque entre los ingredientes está el género donde se mueve con gusto. Basta observar a Gilberto Santa Rosa en Mírame, un punto cubano con mucho tumbao en el que, gracias a la sola aparición de su voz, nos puede remontar al amor heavy y viscoso que idealizaron nuestros padres. O a Antonio Carmona interpretando Corazón gitano, un tema de los bien llegadores, de los que vienen con mucha luz y dicha, porque sí, como para recordar tiempos de Ketama. Y a Cimafunk, quien no pierde ocasión para armar su fiesta e irradiar glow allá donde vaya. En Hablando x hablar da las notas a las que estamos acostumbrados, con esa voz a la que no se le despegan las lentejuelas. En fin, todos a gusto. 

Entonan letras parcas en las cuales es algo difícil concentrarse. Tienen un extraño efecto letárgico, el tema en su conjunto parece un coro nebuloso desgastándose hacia el infinito, sobre una base melódica siempre propensa a la monotonía. Esta impresión me la provoca, sobre todo, Para dos

Bastaría esta balada baladísima para recordar que nunca es imprescindible decir algo. No es que expresarse esté prohibido, pero, parafraseando una lección de Sorrentino, dada a través de uno de sus personajes: Al mundo no tiene por qué importarle tu dolor. El problema no es tu dolor, sino que tu dolor no es original. 

Las canciones suenan bien, hay que precisarlo, y la composición en todas es impecable, pero incluso en un tema que aspira a contagiar algo de alegría como H x H versión jazzeada de Hablando x hablar, la energía del álbum permanece tenue. No sencilla, relajante, ni suave. Tenue.

No quisieron retocar demasiado las ideas iniciales para conservar las emociones intactas y eso está bien. Pero dentro de las cosas a cuidar, también está el tiempo. Si lo que vamos tarareando no pasa del minuto, si esa es la duración necesaria para lograr concentrar una emoción, mejor no dilatarla para llegar al canónico 3:44. 

La piedra angular de la producción del álbum, comentaba Álex Cuba, fue la intuición. Algo mágico, divinidades manifestándose a través de la interioridad del hombre, melodías dictadas al oído, naturaleza expresándose a través de la voz. Puede ser, quién sabe.  

Realmente nadie sabe. 

El dilema de la espontaneidad y las revelaciones, sobre todo en el caso de Mendó, tiene una posible respuesta en la portada. Puede estar en mi cabeza, pero en la cabeza de Álex Cuba hay un nimbo rojo con cruz destinado, por cierto, a la imagen de Jesús y una paleta de colores que recuerda a un icono ruso. Para pintar un icono, primero había que visionarlo en una epifanía. Podía ocurrir, pero luego, al momento de llevarlo a pintura, había un lenguaje visual consensuado, tradicional, bien terrenal, mediando entre el hombre y la pureza de la visión. Todo el oro y las figuras estilizadas no alcanzaron a tanta luz y aterrizaron en el esquema. Porque nadie tiene ese toque de Midas. 

Pero hay una canción, entre todas, que podría poner a dudar al más escéptico. Le llegó en una noche, a la hora en que solo pueden ocurrir las iluminaciones y en silencio trató de escribir lo que acababa de escuchar.

De alguna mujer bonita se forjaron mis senderos

De alguna mujer bonita se forjaron mis senderos

Caminando en noche blanca con la luna allá en el cielo

Mi sombra no me dio miedo 

Mi sombra no me dio miedo 

Y ahora soy un hombre nuevo. 

Puso un punto final y, con ritmos propios del Nuevo Mundo, creó un Mundo Nuevo. Hay un paisaje espeso, con hondura, algo en él respira. La canción te pide que la escuches detenidamente, aunque no la entiendas. La imagen llega primero, el entendimiento después. Eso es importante, llega una imagen, con ella su extrañamiento y belleza. El acompañamiento, el coro, la voz de Lila Downs, las subidas, las bajadas. Nada le falta, nada le sobra. 

Mundo Nuevo es una excepción para un álbum cuya regla fue no haber dado con el mendó. Ni tampoco, por el contrario, podría decirse que todo en el intento fuera mendoso. En el cara o cruz, al final, la moneda cayó por su canto. 

En cualquier caso, ¿de qué lumbre habrá nacido Mundo Nuevo? Divinidades manifestándose a través del hombre, melodías dictadas al oído, naturaleza vertida en la voz. Puede ser, quién sabe. 

Escucha Mendó acá.

Amalia Echemendía Amalia Echemendía Artista visual, silbadora entusiasta, sacadora de formidables puntas de lápices. Se ríe como una hiena. Más publicaciones

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