
Mapa sonoro de Buenavista
Era solamente el 2 de enero. Los cubanos andaban al sol, sin nasobuco, abrazándose entre ellos. Por la zona de Buenavista, al Este de los túneles, los vecinos seguían de feriado, pero sin fiestas. Ya volvían los vendedores: el hombre de las galletas y la mujer de las escobas. En un portal antiguo —apenas una verja antes de la entrada—, se sentaba la señora mayor que vive sola, mientras en otra casa un albañil terminaba de pintar de blanco la reja alta. Tres niños mataperreaban afuera de una bodega y, detrás del mostrador, dos amigos jugaban dominó.
Los hombres ponían las fichas sin ninguna guapería, mientras al fondo sonaban en una radio grabadora varias canciones de una misma orquesta. Aquella música era el lugar común en el mapa sonoro del barrio. Cada persona tenía gustos distintos que pasaban lo mismo por el género romántico y el reguetón del reparto que por la rumba y el guaguancó, pero todos habrían ido sin dudas a celebrar el inicio de año en aquella bodega en la que sonaba La Candela de Los Van Van.