
Luthiers en La Habana Vieja: ¿qué hay al final de la escalera?
Me gradué de Historia en la Universidad de La Habana. En aquel momento me sentía muy motivada a trabajar todo lo relacionado con la escena teatral, en la que me especialicé después. Recuerdo que una de las cosas que me apasionaba del teatro era su cualidad artesanal, el modo en que involucra a tantas personas para lograr la concreción de un hecho. Aprendía, y simultáneamente llevaba la fotografía como hobby; tenía una camarita semiprofesional con la que iba registrando las puestas en escena de algunos directores.
Llego a la fotografía de manera empírica, lo cual me hace investigar todo el tiempo. Me interesa la fotografía de espectáculo, llevo años documentando el mundo de los escenarios, ya sea danza, teatro o música. Me encanta sentirme libre en un concierto, moverme, buscar diversos ángulos, pero una de las cosas que más disfruto es la emoción y la interacción que se produce entre los músicos o con el público. Es un segundo y es irrepetible. Por eso pienso que de todas las manifestaciones artísticas es la música la más integral, y es mediadora entre el mundo espiritual y el mundo de los sentidos. No concibo el comienzo de un día sin escuchar algo: cuando despierto, mientras camino. Me declaro melómana irremediable.
El taller de luthiers en La Habana Vieja es el comienzo de un proyecto que tengo entre manos y al cual quiero dedicarle mis más lindas energías y todo el empeño posible. Me quedé encantada la primera vez que estuve en ese lugar desde el mismísimo momento en que subí esa escalera caracol encerada y un tanto enigmática. Después, por el trabajo de restauración que allí realizaba un equipo multidisciplinario. Recuerdo que escudriñaba todo, miraba las herramientas, las cuerdas, las manijas y la madera virgen que recién comenzaba a tomar forma.
Creo que la motivación mayor ha sido la música, como tema a tratar en este ensayo fotográfico que recién comienzo. El proceso de fotografiarlo ha tomado caminos insospechados, pues tenía una idea clara de utilizar la luz natural y fragmentos o detalles del instrumento, pero ya una vez in situ, me he dado cuenta de que hay tela por dónde cortar y me he concentrado en dos perspectivas: una con un enfoque más personal, y la otra basada en el proceso de restauración.