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Reseñas Diseño: Jennifer Ancizar

En una gota / Nu9ve

La canción contemporánea cubana ha tenido que reinventarse, salir del molde de la nueva trova, explorar nuevos campos sonoros, y apostar por otros formatos que arropen sus letras.

Es difícil para un dúo que defiende la canción de autor en Cuba escapar de la influencia de Gema y Pavel, uno de los más icónicos exponentes del patio, como si la fórmula: “voz femenina + voz masculina + guitarra” fuera un patrón persistente. Pero no quiero caer en comparaciones que no vienen al caso, ya que dúos actuales como Iris y Nu9ve han sabido no solo mantener esta tradición, sino elaborar un discurso propio. Y precisamente del reciente —y primero, de hecho— álbum del dúo Nu9ve, conformado por Paloma Carina Henriquez Pinos Santos (voz) y Carlos Ernesto Varona Velázquez (guitarrista y voz), es que quiero hablar.

En la industria musical, algunos artistas han tenido el atrevimiento de realizar discos donde el concepto abstracto unifica cada canción, para que el hilo conductor sea el leitmotiv —véase (óigase) El Mal Querer, de Rosalía—. El álbum En una gota da esa idea, pero no en un concepto que encierra todas las canciones, sino en el concepto que se desarrolla desde lo genérico.

Llegué a ellos por Carlos, en una de las tantas peñas de trova de la capital. Si algo caracteriza a un trovador arquetípico “de la calle”, es la prevalencia del contenido por encima de la forma; obra primero e interpretación luego. Cuando escuché a Carlos y a Paloma, lo primero que me llamó la atención fue que la obra brillaba, no solo por su calidad compositiva, sino por el factor más importante, en mi opinión, y que se podía apreciar con los primeros acordes: había disciplina, había ensayo. Fueron tres canciones, y me quedé con ganas de más. Pocos años han pasado y ya tienen su primer disco, con aquellas canciones y otras, que completan un viaje y una madurez artística que inicia con el pie derecho.

En una gota contiene trece temas, y a pesar de ser considerado un número de mala suerte, la dramaturgia de la selección de obras para este fonograma me parece coherente.

El álbum, que sale bajo el sello Bis Music, cuenta con arreglos de músicos de la talla de Efraín Chibas Wilson (Los Van Van), en los temas Mi Habana y Mi Verdad, y de Yoyi Lagarza (Real Proyect) en el tema Sale el Sol. Los demás arreglos son del propio Carlos. Uno puede encontrar en el disco una ensalada de influencias: la nueva trova, el rock argentino, el reggae boricua, el gospel, el folk, alguna pincelada funky y, por supuesto, música cubana —guaguancó, son montuno—. Su sonoridad se adhiere al pop, con elementos electrónicos, y sin embargo, lucha por lo artesanal.

La voz melodiosa de Paloma lleva la batuta mientras que Carlos complementa las armonías en un segundo plano; un rol pasivo pero indispensable, como un eco que sale y que entra desde lo profundo de las historias contadas. En cambio, la guitarra eléctrica ejecuta los solos que rompen la timidez de  la mitad masculina de Carlos.

Arranca con la canción Ella. Es un reggae muy sensual, con imágenes surrealistas y emotivas. Ella nunca se sabe a quién o a qué se refiere exactamente, pudiera ser una persona, una oda a la feminidad, o al arte en sí. El oyente decide.

En una gota, canción que le da título al álbum, está entre mis favoritas; una power ballad muy cañera que habla sobre el perdón, el reencuentro y la felicidad nostálgica. La canción describe la palabra saudade a la perfección. En la parte B, después del puente, modula la tonalidad y me recordó a Michael Bolton, 100 puntazos por eso. “Sé que la distancia cabe en una gota” dice el estribillo. ¿Es o no una frase épica? Yo creo que sí.

Miel y Sal es un tema con varias influencias y detecto su base rítmica funky tirando para acid jazz, que se vuelve hacia un estribillo más beatleriano, con un ritmo constante y el bajo marcando corcheas a la par de la batería. Armonía con two five one, y motivos en la guitarra, combinando notas agudas con sus octavas más graves, como lo hace George Benson.

Quimera es una canción de amor muy rockera, y la uno a nivel imaginario con Sale el sol, que es pop, con sintetizadores, percusión electrónica y melodía jazzie. Las dos son muy ochenteras, y dejan un sabor a nostalgia —vamos a ver por dónde va cogiendo la cosa—.

Me detengo en Mi Habana. Siempre he tenido prejuicios con las canciones sobre ciudades, y esta engrosa la enorme lista de las dedicadas a la capital cubana pero, honestamente, no deja qué desear. Es bailable, el tema «popular» del álbum. Habla de una ciudad con desidia y angustia, pero también de los colores, de la belleza imperfecta, de lo mejorable. Es una canción con un arreglo muy complejo, que va de la rumba al son montuno. Tiene una participación del artista Ronkalunga, que le aporta la parte sonera con su peculiar voz.

Seguimos con Nada, tema bien funky con todos los hierros. Sus sintetizadores, los beats electrónicos constantes y todo lo que podemos esperar. Hace featuring Jotabarrioz, y su rap combina y le añade frescura. Además, sirve como cortina separadora de un acto a otro, ya que está justo a mitad de álbum.

Volar es, a mi juicio, el tema más trovadoresco del álbum, y no lo digo por su clara influencia de la nueva trova, sino porque (también) recuerda a la música renacentista inglesa. En especial a John Dowland, cultivador del ayre, como se denomina el estilo que parte de una voz acompañada por un instrumento, menos artificioso, con un patrón rítmico más marcado que el otro, para distanciarse de los madrigalistas italianos. Bueno… esta muela es para que entiendan de dónde viene Volar, pero claro, con una factura mucho más contemporánea e instrumentos como el teclado, además de las cuerdas.

Luces de Neón comienza con un halo noir, como una película de John Houston. Tono menor, la letra describe un encuentro nocturno súbito. Cuando progresa la canción y llega al estribillo, en la historia amanece, en la armonía también, y dice: “despierto en la mañana, y tú ya no estás” y cambia el tono menor a su relativa mayor. Suena brillante, como si hubiera amanecido, en un juego de contrastes, donde cambia también la métrica de los versos. Otra muestra de lo consecuente que es la música con la historia.

Miedo —irónicamente la canción número nueve, que es el mismo nombre del dúo, y probablemente sea de las más valientes— va hacia el rock progresivo con algunos tintes de música programática, pero en el fondo se cuelan unos tambores japoneses taikos, haciendo un compás de bulería. Experimental, fresca, y de las que lleva varias escuchas para descifrar todo lo que tiene para ofrecer.

Mi verdad es una de esas canciones que empiezan con mucha delicadeza, acompañadas a piano, con una introducción romanticista, que luego va añadiendo un poco de blues, para terminar incorporando cuerdas que recuerdan la mano de George Martin en algunas de las canciones más revolucionarias de The Beatles. Letra poética, con un ritmo ternario que le da una cadencia de vals y una factura clásica.

La vida es una espiral, otro tema de pop rock que abarca una temática recurrente, pero no por ello agotada. Habla de lo cíclico de la vida, de las emociones que vienen y van. Al puente le noto una influencia de Gun’s and Roses que le da una energía tremenda, dentro del álbum es el penúltimo tema y, precisamente, se siente como una casi despedida.

Motivo es el tema que cierra el álbum, a modo de epílogo. Pareciera ser una extensión de Mi verdad, como primos hermanos, pero añade nuevos timbres, de sintetizadores y tambores que crean un clima más centrado en la sensación incidental que en el mismo mensaje de la letra. Mantiene el blues. Es un resumen de todo lo que oímos, su mensaje es optimista. Pudiera ser la banda sonora de una película animada de Disney, y lo digo en el buen sentido, no por ligera ni ingenua, sino por la intención dramatúrgica, como un café después del postre.

El dúo Nu9ve ha logrado un álbum ideal para oídos sensibles, que invita a dejarse llevar. A mí, en lo particular, me vienen a la mente los musicales de Broadway, por la combinación bastante peculiar de elementos y la teatralidad, que no deja a nadie indiferente.

Pudiera ser la gota que colme el vaso de tu lista de reproducción y, si eres optimista, lo vas a ver medio lleno. Disfruten este nu9vo álbum, debut y entrada del dúo a una carrera discográfica que va a dar mucho de qué hablar en los próximos años.

Visti Cárdenas Músico, compositor Humorista, dice él... Papá de dos gatas, fiel. Hijo de Aleida y cantor. Más publicaciones

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