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Reseñas Portada Rozalén en la sala Covarrubias del Teatro Nacional Rozalén en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Foto: Heydy Montes de Oca

Cubadisco: comienzo y final en voces de mujer

El principal evento institucional de la música cubana, contó este año con varias mujeres locales y foráneas en su programación. La primera de las invitadas fue la cantautora  y compositora española Rozalén, quien ofreció en la sala Covarrubias del Teatro Nacional un concierto a sala repleta, que demostró la popularidad de que goza la artista española entre nosotros.

Poseedora de dos Discos de Oro, Premio Nacional de Músicas Actuales 2021, con  varias nominaciones a los Grammy Latinos y la Placa al Mérito Regional de la Comunidad de Castilla-La Mancha (de donde es oriunda), llegó acompañada de un par de músicos de su banda (los talentosos Ismael Guijarro y Álvaro Gandul) y su fiel intérprete de señas, Beatriz Romero, siempre a su lado comunicando a las personas sordas e hipoacúsicas los mensajes que vibran en su música.

El concierto comenzó con un piropo y la declaración de sentirse temerosa «de cantar para el pueblo más musical del mundo». Sabemos que muchos de nuestros invitados son así de gentiles, pero en el caso de ella se sintió sincero, y lo demostró a lo largo de casi dos horas. Rozalén es una intérprete pop que incorpora de modo sutil y creativo células y sonoridades del folclor español, lo mismo en sus propias composiciones que cuando entrega ritmos y aires de los pueblos de la península (fandangos, pasodobles, sevillanas…) acompañada por sus compañeros multinstrumentistas que alternan cuerdas y percusión menor o voces, y por su casi omnipresente bandurria, o por la guitarra, que incorpora según los requerimientos del setlist.

Rozalén junto a Beatriz Romero en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Foto: Heydy Montes de Oca

Rozalén junto a Beatriz Romero en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Foto: Heydy Montes de Oca

Así, recordó discos anteriores con un popurrí que repasó varios de sus números (Berlín, Aves enjauladas) y, sobre todo, expuso el más reciente: Matriz, uno de los premios Cubadisco Internacional de esta edición, que como indica su nombre muestra con vehemencia las raíces y rumbos de  su música y que también explica la empatía que siente Rozalén por la nuestra. A varios hits propios, algunos coreados por el auditorio como La puerta abierta, Vivir y Girasoles que debió hacer como encores, la española sumó personales homenajes a Silvio Rodríguez, de quien confesó sentirse deudora, mediante esa ars poética, ese acto de reafirmación humana que es La maza. Otro de los homenajes estuvo dedicado a su coterráneo y amigo Luis Eduardo Aute, quien prácticamente le regaló su tema La belleza, y que la artista proyectó haciendo todo el honor al título. No faltó el momento para recordar a otro paisano ilustre, el (tan musical) poeta y dramaturgo Federico García Lorca.

Con una voz muy bien timbrada y de hermoso color, María de los Ángeles Rozalén Ortuño trasunta gracia natural, y a juzgar por lo que vimos aquí, es de las que salpica sus conciertos de simpáticas o sentidas anécdotas y comentarios, con el equilibrio de saber combinarlas con la música sin desbordes, a diferencia de  algunos que  a veces no se percatan de que pueden saturar su actuación y fatigar al público. 

Otra intérprete extraordinaria que estuvo entre nosotros en estos intensos días de teatros llenos, fue la colombiana Marta Gómez, radicada en Barcelona desde 2009 pero fiel a las profundas raíces de su tierra y de toda Latinoamérica, las que aborda ya sea en su expresión pura o “contaminadas” por giros jazzísticos, en provechoso maridaje. Con su presentación, esta cantautora que se iniciara en las calles de Boston, donde fue reconocida en 2006 por el “Mejor acto nacional de world music”, nos enamoró a primera escucha.

En su primer concierto en el evento estuvo acompañada por la cubanísima Enid Rosales (tres cubano y voces) a quien considera su “alma gemela” musical. Enid enriqueció sus de por sí jugosas canciones con esa poderosa voz de contralto y las indiscutibles dotes para la autóctona cuerda pulsada.

Marta Gómez junto a la cantautora Enid Rosales. Foto: Heydy Montes de Oca

Marta Gómez junto a la cantautora Enid Rosales. Foto: Heydy Montes de Oca

Con matizado timbre que se luce en los registros medio y alto, Marta Gómez atrapó al público desde su “carta de presentación”, en la cual enlazaba diversas líneas melódicas que grababa mientras entonaba, para luego secuenciarlas. Le siguieron temas como Basilio, dedicado a un joven minero de Potosí (Bolivia), y que representa la triste cara de la explotación humana en tanta zonas de nuestros países; y el manifiesto antibélico que significa la lírica y tierna Para la guerra nada. Además compartió algunos momentos de su nuevo disco como Ritualito (canción que dedicó «a mi admirada y querida Gema Corredera» -sic-), y la combativa Manos de mujeres

Pese a su dimensión artística, esta suerte de Joan Báez colombiana ―reconocida en los Grammy Latinos, los World Musical Europa, y los Just Plain Folks― se confiesa humilde discípula de su amiga Liuba María Hevia, a quien iba a escuchar en centros nocturnos españoles, y que es además responsable de sus visitas anteriores a Cuba, invitada al evento Almas Creadoras, que dirige la cubana.

En el cierre de Cubadisco, el público capitalino tuvo una segunda cita con Marta Gómez, acompañada nada menos que por la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) para presentar su más reciente disco, Sinfónico, 20 años —originalmente Filarmónico, 20 años—, que a la postre recibió otro de los premios internacionales de la feria.

Marta Gómez en la sala Covarrubias del Teatro Nacional.

Marta Gómez en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Foto: Heydy Montes de Oca

Algunos de los temas ya escuchados en su concierto previo, llegaron ahora con el espléndido ropaje de la OSN bajo la batuta de su director titular, el maestro Enrique Pérez Mesa. El colectivo logró asumir y transmitir los aires folclóricos de la región y las escalas pentatónicas de la música andina suramericana que  nutren a la trovadora colombiana, que una vez más derrochó su simpatía y su agradable presencia escénica, cimentada en la sencillez y la delicadeza, para conversar y explicar las historias que conforman su repertorio. Títulos como Mírame, Carnavaliando, Llévame en tus alas, Yo te espero, La vida está por empezar o Cuando todo pase fueron nuevas y gratas sorpresas que confirmaron la valía y altos kilates de esta cantautora, que sin dudas trajo algunos de los mejores momentos de este recién finalizado Cubadisco.

Realmente se agradece poder disfrutar en una misma semana en esta ciudad a dos artistas que, si bien no han sido abrazadas por el mainstream, son auténticas y seguramente perdurables  joyas de la música hispanoamericana.

Frank Padrón Más publicaciones

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