
Canto Sentimental/ Amanda Cepero
La carta de presentación de un músico a otro siempre será su arte y la emoción que proyecta. Acercarse a los sonidos de Amanda Cepero sin conocer su trayectoria artística ha sido un reto y una alegría tremenda. Hay varias razones: primero, llegó recomendada por dos mujeres a las que admiro muchísimo; segundo, mi experiencia de escucha no fue constante como en otros casos, pero sí atenta y disfrutada en cada uno de los temas que iba desmenuzando sonoramente en mis viajes itinerantes. Por eso, esta reseña pretende ser un acercamiento atípico (diferente a mis textos anteriores), sin vínculos, sin historias compartidas aparentemente, sin mucha información. Solo el contexto, la música y yo.
Suena Solo Sé mientras escribo estas líneas. Me desconcentro al escuchar el tema por la rítmica que lo perfila y no se me ocurren maneras de contar lo que siento. Estuve revisando su Instagram mientras suena esta bossa nova, comencé a seguirla, acto seguido ella lo hace igual (wow, cosas pasan). Me acerco a su día a día, descubro que en sus últimos años en Cuba compartía escena con el trovador Ariel Díaz, y así la recuerdan personas que estuvieron en aquel concierto en Casa de las Américas el 14 de marzo de 2002, cuando hizo su debut como cantante a los 17 años, y donde también estaba el dúo Karma.
Leo varios textos y salta Desenchufadas, un proyecto radicado en España que busca apoyar y visibilizar la labor de la mujer en las industrias creativas y acompaña además a Amanda en el camino del disco desde antes de su lanzamiento, en septiembre de 2022, como sello editorial. Sigo descubriendo a la artista, porque al contrario de lo que dije al principio, todo sucede por algo, y para hablar sobre una producción tan completa como lo es Canto Sentimental no se puede solo escuchar, cantar y escribir.
Vayamos a la cuestión.
Amanda Cepero es una cubanísima artista multifacética, cantante, compositora y actriz, que tiene en su andar por Cuba y el mundo, mucho que contar. Su última producción discográfica pretende ser su debut como compositora, aunque comparte en él la interpretación de canciones como Espera segunda del cantautor Pedrito Beritán, y el Guaguancó pa’ que no llores de la autoría de Tito Junco Martínez, acompañada por la voz de su madre Coralia Rodríguez.
Del disco destaca el trabajo que logra con los músicos que integran la producción. Los arreglos musicales son muy buenos —en manos de Lino Lores—, el trabajo con la orquestación y los timbres nivelados y naturales le añaden frescura a los temas.
Canto Sentimental representa a la Cuba musical y sus diversas conexiones con los sonidos foráneos que la conectan a lo universal. Tiene guiños rítmico-melódicos que representan la tradición, la religión, lo popular contemporáneo que ha formado a Cepero a lo largo de su trayectoria dentro de la música. Por ejemplo: Apuntalada es un changüí songuea’o muy sabroso, con coros pegadizos, que me recuerda muchísimo a Kelvis Ochoa y un poco a esos temas “descargosos” de Habana Abierta. Este se enlaza con Canto Sentimental, muy parecido en cuanto a sonoridad. Lo distintivo aquí es el trabajo del arte sonoro, cómo se logran articular los timbres de las percusiones, la guitarra con el tres y las armonizaciones de los coros con la voz de Amanda, una contralto que cuenta historias a través de toda esta magia resolutiva. La guajira Siempre tú, y Crecer son canciones que recomiendo escuchar luego, y juntas, porque se recrean en ellas misterios ambiguos que cada una sola no podría descubrir sinceramente. Crecer es un tema que dedica a su colega y amiga cantautora Lien Rodríguez.
Andando a tientas por La Habana, continué la escucha el domingo de las madres y llegué a casa con Habanece, una de las canciones más nostálgicas del disco. Un danzón con cuerdas que tiene calma y en su poesía describe las imágenes de nuestra capital, cuando dice: “Hay una ciudad que inspira cuando la tarde envejece, y el romance y su canción rejuvenecen”. Así saltó A solas con mi pena, de rampampán (creo que tenía el modo aleatorio en este disco que nunca escuché en su orden original). Es un fonograma de instantes, por eso, cada canción contempla un estado de ser, estar y sentir la esencia de Amanda, pero logra captar por momentos las necesidades emocionales de quien escucha y también las de los músicos que la acompañan, que no puedo dejar de mencionar porque sus talentos enriquecen sobremanera esta producción. En este equipo, junto a Lino Lores, se encuentran Pity Cabreras en el piano y los teclados, y Raudel Betancourt en el drums.
A solas con mi pena tiene un maravilloso arreglo a piano y voz, que te engancha desde las primeras notas. Aquí descubrí a una mujer sensible, que rodea las penas con mucha disposición para continuar la vida por otros caminos. Que quiere volver a sus lugares, pero prefiere conocer otros en los que la sonrisa sea infinita, siempre.
Lo negativo que le noto a la producción, en general, además de pequeñas cuestiones sonoras en el máster de algunos temas, es el poco alcance que ha tenido en el público cubano, sobre todo en el receptor músico que reside en Cuba y necesita activar esas escuchas externas. Siempre han existido talentos y almas cubanas regadas por el mundo, pero ahora hay un movimiento musical muy interesante que fuera de la isla está dando mucho de qué hablar sobre la música cubana. Canto Sentimental es un ejemplo de ello en toda regla.
Por último, quiero hablar de Cuerda Floja y Llegará. Blues y guajira respectivamente, trabajan las melodías de manera sencilla y hermosa con textos sentidos, inmersos en las historias típicas del amor, lo simple e ingenuo de la vida. La segunda habla de las experiencias maternales; la primera es ambigua y sensual.
Es bonito el balance que se crea en el setlist de algunos álbumes musicales. A pesar de que este pudiera parecer un poco largo, es tan fluido y variado que no consigue cansarte. Creo que contraponer un tema movido con una balada dramática es un reto y un arte que hay que trabajar bien en la curaduría de cualquier producción. Aquí se logra esa combinación perfecta entre lo cubano, lo jazzeado “a lo americano”, lo trovadoresco, lo latinoamericano y lo más popero.
Todavía me queda mucho por descubrir de Amanda Cepero y su música. Este disco fue un primer acercamiento, desprejuiciado y honesto, que hago de mi experiencia sonora para con la producción y la personalidad de Amanda. Nos parecemos un poco en el estilo musical, hay nexos sentimentales que me hablan sobre lo que ha sido, es y será Amanda Cepero.
Creo, sin miedo a equivocarme, que el álbum funciona como un anuncio de lo que va a ser Amanda en un futuro cercano. Todos los temas son, desde mi rol de receptora, la esencia que marca su estilo: variopinto, empoderado, en colores, sutil y caractoso, rosa y azul oscuro. Doce canciones que muestran la diversidad de géneros musicales que se pueden hacer con sabor cubano, ese que conforma su estirpe, esté cerca o lejos de su tierra.