Magazine AM:PM
Publicidad
Canción a canción Yaíma Orozco. Foto: Lurdes R. Basolí. Yaíma Orozco. Foto: Lurdes R. Basolí.

Mi libertad, de Yaíma Orozco

Es noche de jueves en Santa Clara. El Mejunje, centro y espacio cultural de esa ciudad, cobra vida de a poco. En su patio, alrededor de un árbol que en el día ofrece sombra y en las noches, cobijo, se juntan grupos de personas en completa diversidad. Se respira libertad de movimiento junto al olor del cigarro y el ron, y las cuerdas de las guitarras que se afinan. Se van ocupando las gradas alrededor de un escenario de pared de ladrillos.

Antes de empezar el concierto, el silencio.

Una mujer no muy alta, de pies descalzos y cabello negro suelto, se ilumina. Sube al escenario con su guitarra y su panza embarazada a punto de reventar. Yaíma Orozco  sonríe, cierra los ojos. Rompe el primer acorde, fuerte, y la voz, suave. Una voz que parece volar levantando el peso de la guitarra. Todo el cuerpo vibra con la canción.

Tiempo después, en una tarde calurosa cargada de una lluvia que se augura, Yaíma está en el balcón de su casa regando las plantas. Desde donde estoy veo sábila y albahaca sembradas en una palangana vieja. La luz de la tarde toca su rostro y comienza a entrar en la casa, llena de colores y detalles. Hay recuerdos en cada estante, instrumentos que cuelgan, carteles de una gira, una guitarra recostada a la pared. En la mesa donde la espero hay dos tazas de café caliente, unas partituras con anotaciones viejas bajo notas nuevas y una libreta pequeña abierta con el listado de canciones que estarán dentro de su próximo disco: Mi libertad. Mientras Yaíma se apura en llegar a la mesa, pienso en los sentidos de una palabra tan grande como libertad. Y así empiezo: ¿qué significa “tu libertad”?, y nos lanzamos en una conversación de horas:

“Libertad es ser la dueña de lo que siento, y obrar con franqueza”, dice. “Es querer o desear algo y poder hacerlo. Tener el mando total y actuar a mi gusto, a mi manera, con mis tiempos. Sin obligaciones ni patrones impuestos por alguien: sin permiso. Es dejar fluir mis emociones. Hacer canciones me ha mostrado el camino del despojo. La creación es atrevida y no tiene miedo, ni prejuicios. Ese proceso para mí es una completa liberación”.

Foto: Cortesía de Yaíma Orozco.

Foto: Cortesía de Yaíma Orozco.

Un abrazo cada vez

“Para hacer una canción no tengo formato establecido, ocurre sin avisar. A veces cuando tengo etapas largas sin componer me obligo un poco, reviso papeles, toco la guitarra, voy poniendo acordes e invento melodías: provocándome a mí misma. El proceso de la canción en mí responde al día a día, a mis vivencias y emociones, lo que me hace vibrar, me alegra o entristece. Un día sucede que todo ese sentir acumulado se transforma y convierte en canción. Es como un canal o una salida que eterniza momentos claves. Lo que sí necesito es estar en soledad para que se dé. Unas veces salen de un tirón, otras, se estancan y pueden pasar meses, años, hasta que por fin florecen. De las dos maneras es magia para mí.

Un abrazo cada vez es una canción a la guitarra y una declaración de amor. Suelo tener largas crisis de tendinitis en las que no puedo tocar la guitarra, aunque no dejo de cantar nunca. Esas temporadas me entristecen mucho y me desesperan: me siento presa. Disfruto cantar, pero es distinta la manera cuando no me acompaño yo misma, la voz toma caminos diferentes. Esta canción la hice justo después de pasar cuatro meses sin poder tocar y me salió al primer intento. Le hablo a ella, a la guitarra. Le cuento la falta que me hace: Si tú me faltas habrá un dolor, puede que cante, pero sin tu cuerpo no hay oración que me salve…”.

Callejón

“No tengo preferencias en cuanto a géneros para componer o interpretar una canción. Un bolero o una habanera casi siempre están asociados a la nostalgia; el son es más diversión y desenfado; el rock es fuerza, determinación, rebeldía; el tango, lo pasional, lo desgarrado. Cuando hice Callejón no pensé eso. Fue una canción muy necesaria en un momento de mi vida en el que me faltaba valor para tomar decisiones. Es un tema que más allá de mí, rechaza las ataduras e invita a atreverse, a caminar. Callejón me liberó. Me hizo centrarme en mis sentimientos. La hice sin guitarra porque pasaba por una de esas crisis de tendinitis. Como no podía esperar a sanar para ver cómo sonaría, se la canté a Alain Garrido y él sacó la armonía básica, guiándose por la melodía y el ritmo que yo hacía con las manos sobre la mesa. ¡Resultó ser un tango! El arreglo para el disco me estremece. Es muy sencillo el formato y muy profundo: Gastón Joya en el contrabajo, con firmeza; dos guitarras tocadas por Alfred Artigas y Carlos Ledea; y el bandoneón bonaerense de Pablo Yanis. En el fondo, le noto un aire de bolero que me gusta. Es la candidata número uno para el videoclip”.

De soñarte

“Siempre canté de niña en la escuela. Elegía las canciones de Silvio, de Pablo, de Sara, me gustaba escuchar a Miriam Ramos, Elena Burke, Celina González. Raúl Cabrera, del Trío Enserie, me daba clases de Educación Musical. Él fue quien me enseñó canciones de la vieja trova, hasta me acompañó con su guitarra en festivales de pioneros. Seguí sus consejos uno por uno. Por eso me gradué ―como él― de Educación Musical en el Pedagógico Félix Varela de Villa Clara. De soñarte es una canción que nace de todos estos referentes. Es del 2007, más o menos. Yo empecé a componer en el 2005, recién graduada del Pedagógico y bastante ligada a La Trovuntivitis. Me flechó El Mejunje y ese proyecto desde la primera vez que fui: por auténtico, por diferente, por las canciones que cantaban. Me hice habitual a la peña y a los conciertos, y empezó a ser cada vez más normal compartir otros momentos con ellos, espacios más informales, descargas en casa de amigos, con poetas, con otros artistas de la ciudad, en el parque. Una cosa llevó a la otra. Dejé de estar en el público para estar en el camerino esperando para cantar con Leonardo García o con Diego Gutiérrez. Me sabía todas las canciones y aprendí a hacer voces. Fue el escenario perfecto para que se desatara en mí la creación. Tuve los mejores maestros, los más admirados por mí, los más amorosos. Con la certeza que empecé a tener de haber encontrado, por fin, el camino que tanto había buscado y la confianza que me dieron desde el principio; sólo era cuestión de tiempo ―pienso ahora― para escribir mi propia música. Y así fue. Quince años después, me siento una mujer muy afortunada y me enorgullezco de mí misma por haber sido fiel a mis sueños”.

Foto: Lurdes R. Basolí.

Foto: Lurdes R. Basolí.

Abundante

“La producción del disco, armar todo el proceso y pensar los tiempos según los momentos, lo hicimos entre Raúl Marchena, Alfred Artigas y yo. Alfred se encargó de los arreglos y el montaje con los músicos ―que eran muchos―, y Marchena, de la producción, junto conmigo. Él fue el principal impulsor de este proyecto. Si él está, yo estoy tranquila. Además se sumaron a ayudar Gisela Saíz, Migue De La Rosa, también miembro de La Trovuntivitis y compañero de vida, mi hermana Yaily y hasta mi mamá. Involucrar a la familia, a los amigos en los proyectos es una especialidad que tengo. Pero era la primera vez en uno así de grande. Estuvimos meses con Alfred pensando los arreglos, los instrumentos, convocando a los músicos, grabando maquetas, acomodando las agendas de todos. Un mes antes ensayamos juntos porque queríamos grabar un álbum lo más parecido a un directo para lograr el calor, la fluidez y la energía del en vivo. La casa en tiempo de disco fue un campamento. Fueron días hermosos y agotadores. Los nuevos arreglos exigían otra manera de cantar y si no se hubiera logrado esa conexión con la banda creo que no  hubiese sido igual. Es muy distinta Yaíma a voz y guitarra, a Yaíma con una banda”.

Abundante es una canción sugerida, se pudiera decir. Fue Alfred quien, en una conversación sobre el proceso de componer, me dijo que probara elegir un tema, un motivo, y que escribiera sobre eso. Entonces, como si fuese un juego, pensé hacer una canción usando adjetivos y salió esta. Describe un amor tremendo con todas sus aristas: un amor transformado y revolucionario. Fue un ejercicio que, ahora con este arreglo para el disco, agarró un hermoso vuelo. Es uno de los temas que más me gusta”.

Amazona

Amazona, en un arreglo con cuerdas y yo cantando solamente, fue como flotar. No es la única así en el álbum. De 10 canciones que tiene Mi libertad, toqué la guitarra únicamente en cuatro. Cantar sin tocar la guitarra es algo que vengo experimentando a partir del trabajo a dúo con Alfred Artigas desde el 2013, también por lo que él me provoca cuando toca este instrumento. Tener la voz como única manera de mostrar la canción me hace cantarla de una forma diferente y eso me gusta. Es un retozo con la melodía todo el tiempo. Me encanta moverla de su lugar con la confianza de que la base la están haciendo otros y yo sólo debo dejarme llevar por sus timbres y cadencias. En las primeras reuniones con Alfred para soñar el disco le pedí un arreglo así, de cuerdas, quería escuchar la profundidad del chelo, del contrabajo. Creo que logró el punto exacto, eligiendo esta canción para hacerlo. La siento como una mezcla perfecta entre la ternura y la suavidad de la sonoridad de estos instrumentos, y la fuerza y la convicción que quise expresar con este tema. Amazona es un canto al valor y la entrega sin miedo. Una canción en la que me reconozco y me acepto. Es mi canción de lucha contra lo establecido, pero desde el amor. Me gusta mucho cómo Alfred la vistió para mí”.

Nueva melodía

Después de Mi libertad me gustaría hacer un disco acústico y con formato pequeño donde interprete a mujeres cantoras como Violeta Parra, Teresita Fernández. Soy incapaz de proyectarme a largo plazo, pero uno siempre desea cosas e imagina. Nueva melodía es una de mis primeras canciones y mi primer son. La incluí en el álbum junto a De soñarte porque quería mostrar un poco el camino desde mis inicios hasta ahora, aprovechando que quedarían oficialmente registradas gracias a Bis Music. Por eso también incluí Desde mí y Gracia que ya estaban grabadas en un disco anterior independiente. Me acuerdo cuando la canté por primera vez ―de madrugada, como corresponde―, al lado de un río en el campismo Las Clavellinas en Camagüey. Esa noche fue una inyección de valor, un empujón. En Mi Libertad, el arreglo de este tema fue hecho de manera más grupal. A última hora en el estudio saltaban ideas de Gastón, Armando Osuna, Oscar Sánchez e Irán Farías El Menor que tomaron las riendas. Fue muy divertido”.

Desde mí

Desde mí casi fue el nombre del disco. Es una canción que escribí para mi padre después de su muerte. A él está dedicado este álbum. Esta canción ya estaba grabada en Gracia (2013), a dúo con Alfred Artigas; pero tenía clarísimo que quería retomarla. Era necesaria. Cuando trabajábamos con Alfred en el formato para el disco imaginamos un arreglo de fuerza para este tema. Yo quería rock: batería, percusiones; pero quería también suavidad. Esta es una canción que me dolió mucho y ahora me alegra. Tiene la tristeza tremenda que sufrí y el dolor que el tiempo ayuda a poner en un sitio de amor y recuerdos. Ese espíritu era para mí esencial en el nuevo arreglo y Alfred lo consiguió, gracias a su talento y a la complicidad que hemos llegado a tener haciendo música juntos. Es como si pudiera verme por dentro. Y eso que mis maneras de explicar la música son rústicas. Casi bailo cuando explico una canción. Cuando imaginé este fonograma pensé en él enseguida para los arreglos, no podía ser otro. Luego fui más allá y, cerveza en mano, una noche le propuse la producción musical”.

Remolino

“El trabajo en estudio es algo que adoro. Grabamos Mi libertad durante 12 días seguidos, con lo cual logramos un ritmo que, por un lado, dejaba poco espacio a la duda, pero por el otro nos puso al máximo de entrega, de conexión. No había otra cosa en la que pensar que en el disco, y tampoco queríamos. Fue hermoso ver cómo iba tomando forma, sonido a sonido. Los músicos con los que trabajamos son increíbles todos. Una vez puestas las bases y los instrumentos, me tocó poner la voz encima. Todo aquello sonando, para mí, fue inmenso. Me dio miedo, me emocioné, lloré. Sebastián Perkal, ingeniero de sonido argentino y productor musical que convoqué a este disco, hacía que todo fuera fácil. Algunos instrumentos fueron registrados después: el bandoneón por Pablo Yanis y la batería por Mariano Tiki Cantero, desde Argentina, y el trombón por Rita Payés, desde Barcelona. Ahora nos escucho y me sorprendo de lo logrado.

Remolino nació bajándome de una guagua repleta de gente en La Habana. No va de eso la canción, para nada, pero el título sí. Son insospechados los momentos en los que puede llegar una melodía. Originalmente Remolino es un son, pero luego quise convertirlo en guaguancó. Fue el último de los arreglos. Participaron como invitados Irina González desde Toulouse, en las voces, y Michel Hernández El Gato desde Miami, en el bajo eléctrico.

Vuelve

Vuelve es una canción de amor vieja que pide amor, porque no se conforma con la calma, con la costumbre. Quiere movimiento, atrevimiento, quiere pasión. Es una canción de claridad y añoranza. Me provoca nostalgia todo lo que una vez me movió cosas fuertes dentro, y un día deja de ser así. No lo soporto y me aferro para recuperarlo. Apelo a todo sin cansancio, sin perder esperanzas: sufro. Me pasa con las relaciones de amor que acaban y luego me resisto a que mueran. Las mantengo a fuerza de dolor primero, pero luego las ubico en un nuevo lugar donde pueden seguir siendo bellas. Me pasa con los amigos que, por situaciones de la vida, se alejan, con los lugares en que fui feliz. Me gusta volver, recordar, rememorar. No vivo la nostalgia con tristeza. La he convertido en herramienta que me impulsa a buscar caminos para recuperar y acercar lo que quiero y extraño”.

Viento y lejanía

Viento y lejanía es la canción que cierra el disco y es el arreglo más parecido a la Yaíma que soy en la música: voz y guitarra cantando a la vez un ritmo nuestro, una habanera. La comparto con la artista catalana Rita Payés. Con este tema estoy agradeciendo a todos los que se involucraron en el disco. Es la canción de despedida. Queda en el deseo poder hacer un EPK del álbum. Tenemos todo filmado: ensayos, grabación en el estudio, comidas, fiestas. Quisiera, además, poder hacer un DVD de un concierto en vivo que capte toda la emoción y la energía. Presentarlo en el Teatro de Santa Clara con los músicos y cantarlo para el público de siempre. Si tengo que elegir dónde presentar Mi Libertad entre todos los lugares del mundo, elijo Santa Clara.

“Vendrán nuevos proyectos, nuevas experiencias que darán vida a otras canciones. En lo personal este nuevo viaje que estoy haciendo a la maternidad me tiene con muchas expectativas, con temor y con el pecho a reventar lleno de nuevas emociones. Han sido meses de mucha intensidad y muchos cambios. De jugar a imaginar mi vida en adelante. El disco está por salir y mi niña acaba de nacer. Tendré dos hijas de un tirón. ¡Voy a morir de amor!”.

 

 

Carla Valdés Más publicaciones

Deja un comentario

Ver comentarios publicados
  1. Yaima Orozco Gálvez dice:

    Agradecida y feliz!

Ver comentarios publicados

También te sugerimos