
Bailar pegados con Red Bull
Está la pista muy linda, todo el mundo está en las gradas. Red Bull acaba de incluir a Cuba en el circuito del evento internacional Baila Tu Estilo. En consecuencia, La Cecilia está llena de un público entusiasta, el cual, tarjeta en mano, decidirá quién triunfa esta noche. Cada vez que la mayoría levante el lado rojo o el lado azul, alguien se irá de la competencia.
Justo una semana atrás, el sábado 7, mediante el mismo método quedaron eliminados 16 aspirantes, de 32 que se presentaron en El Sauce. Como en el Coliseo romano, la muchedumbre ruge su veredicto severo.
Resulta inevitable esa sensación de que esto se parece a algo. Por supuesto, a las películas del sábado por la tarde, donde los bailarines se afanan ensayando, hasta llegar al gran día —hoy—, cuando puedan rozar la gloria y quizás atrapar algún premio extraordinario. Quien gane aquí estará en París dentro de un mes, representando a Cuba en la Final Internacional.
Las danzas urbanas simbolizan la libertad sin reglas, el desparpajo vedado en otros géneros. No por gusto han seducido a los concursantes, bailarines profesionales casi todos. Además está la parte performática: se vale quitarse los zapatos, sacudir un pañuelo, levantarse el pulóver… (Solo cinco muchachas participaron en las eliminatorias, y tres en la final. Un sesgo de género que ahora no podemos descifrar).
El carisma también ayuda, pues la gente enloquece ante los besos lanzados al aire y los guiños retadores. Cada cual exhibe un talento comparable al paradigma cinematográfico.
Según la mitología nacional, los nacidos en la Isla se mueven con “un palo y una lata”, con cualquier cosa que suene “un, dos, tres…”. Sobre el escenario se reafirma la leyenda, porque los competidores no saben qué música les pondrá el Dj Iván Lejardi durante un minuto.
Rumba de Yoruba Andabo, o reguetón “clásico”, al estilo La Gasolina, de Daddy Yankee. Variantes como el break dance, el house y el locking pegan con lo que sea. El jurado, o sea, el público, se supone debe valorar la capacidad de improvisación.
Ya que estamos en una fiesta, ellos bailan también. La gente agradece tener otras opciones. Si estas además nos conectan de buena manera con el mundo, mejor. Si encima es un espectáculo como Dios manda —a diferencia de otros tan “faltos de gráfico”—, no se puede pedir más.
Diríase que el éxito de estos eventos se juega en su producción musculosa, en su amplio radio de promoción. Diríase que el low-budget no es cool.
Uno de los bailarines concursantes se llama Oscar Elías González Gómez, tiene 20 años y pertenece al Ballet de la Televisión Cubana. Subió a la pista usando el nombre de L Ment Dance. Él es el campeón, y ahora vive su propia escena peliculera: trofeo, abrazos, fotos, bulla de los fans, periodistas que preguntan qué se siente.
Los concursos de talentos llevan siempre ese ángel. Terminamos dándole la razón a la vocecita que repite: los sueños se realizan, tu momento llegará, las Cenicientas se convierten en princesas. Solo debemos esperar a que algún príncipe organice el baile.