
Vedado State / Milton McDonald, Papá Humbertico
Si en la confluencia del parque G tu séquito era el de los pañuelos en el bolsillo y la gorra al lado, los pantalones anchos, el caminar y las rimas intimidantes, tú sabes de quién te hablo. Sabes, además, qué es el Vedado state of mind, ese sentimiento melancólico que se apoderó de las generaciones que vivieron la “descentralización” de la cultura en los 90´s y su repercusión a lo largo de los 2000.
La influencia de la vorágine cultural occidental y el espacio que ganaron gradualmente los géneros urbanos propiciaron el surgimiento de artistas con una visión particular, innovadora y contestataria. Y en la ciudad capital de la isla, en El Vedado, comenzaron a anidarse tales personajes durante un período fecundo de esperanzas y sueños, pocos de los cuales vimos cumplirse, antes de que se disipara la cortina de humo.
En ese contexto, muchos conocieron a Milton McDonald, quien entre 2009 y 2012 era apenas un joven ávido de experiencias. Aquellos dos años de sacrificio no le rindieron fama, pero sí cierta visibilidad. Una década después, sin embargo, el rapero se erigió como un “veterano” dentro de la abrupta historia del rap cubano, y lanzó un disco donde lo testimonial es, me atrevo a juzgar, la pepita de oro. Publicado en alianza con Papá Humbertico —productor del fonograma y creador del mítico Real 70—, la línea sonora del álbum es el clásico trip-hop con tempo de 4×4, atravesado por el rap-fusión y alguna presencia aislada de drill. Los referentes de este trabajo saltan a la vista: Nach (España), Control Machete (México) y Bárbaro el Urbano Vargas (Cuba).
La tesis central de Vedado State (Real 70 Producciones, 2022) se compone de los relatos de aquel tiempo, narrado a través de un prisma de añoranza. Si bien las historias contadas son vivencias de Milton, este las presenta de manera tal que nos permite extrapolarlas a recuerdos propios.
La secuencia no tiene un orden de pistas particularmente inflexible, pero si vamos a escucharlo es necesario comenzar por la Intro. Es justo en ese tema donde Milton conceptualiza su propuesta y declara: “El Vedado no es solo un barrio, es un estado mental”. ¿Conocen eso de que la primera impresión es la que cuenta? Bueno, el primer sencillo de este disco “te vende la moto”, por lo bien logrado que está (lástima que dure tan poco). Piano, riffs de sintetizadores, y trompetas en una amalgama de trip-hop y Lo-fi, mientras la voz de Milton asoma, limpia, con una cadencia que sintoniza perfectamente con el fondo.
No obstante, en el devenir del disco, sucede algo: después de la Intro, nos quedamos con las expectativas altas y no las veremos satisfechas hasta la altura del cuarto tema, Ya yo perdoné. Ahí, por primera vez, notamos un cambio que viene de la conjugación de tres elementos: el beat, el piano y el sintetizador. El detalle está en la cohesión, en el modo en que se llenan los vacíos entre los riffs. El resultado ya lo hemos escuchado, es el background por excelencia que te cuenta una historia callejera.
De ahí, si vamos a quedarnos con lo más destacable, pasamos de inmediato a la novena pista: No hay cara, no hay caso, el tema más cargado del disco. Si crees que la letra lo dice todo es porque no has escuchado con detenimiento la melodía. Papá Humbertico repite la misma fórmula pero con más peso. Los elementos esta vez se coordinan para marcar una intención de persecución, de asedio, con ostinato que, aunque al inicio es muy sutil, no pasa inadvertido.
Quiero destacar, además, la similitud en la composición entre el segundo tema Who’s next y Prendo uno, que cierra el álbum. La diferencia radica en el piano; me gusta pensar que es una suerte de estrategia.
Dicho lo anterior, noto que la base sonora del disco es prominentemente plana. En ese sentido, me parece que, efectivamente, no había mucho espacio para fusiones innovadoras en un álbum referencial, es decir, donde la intención es reproducir los backgrounds y beats de los 90 y principios de los 2000. Aun así, tanto Milton McDonald como Papá Humbertico intentan hacer ciertos experimentos en el álbum sin dejar de ser conservadores dentro del género. El material resume la carrera del primero y deja claro que ambos aún tienen buenas rimas que aportar. Logran, además, condensar con su lírica urbana los sentimientos de muchos cubanos que compartimos sus espacios, adversidades y sueños.