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Entrevistas Marcos Morales, baterista cubano Marcos Morales. Foto: Tomada de las redes sociales del artista.

Un Cosmos recorre Mercurio Sessions

Imaginar una entrevista con Marcos Morales. Siempre es un desafío de atrapar el justo vuelo de sus palabras. Todo está en su cabeza. Él fluye y, sin importar las preguntas que tenga preparadas, me toma de la mano y dice que le siga. En el transcurso, disfruto mucho el diálogo, esa comunicación bidireccional que logramos sostener. 

Lo que sigue es nuestra conversación, el 28 de diciembre a las 8:00 p.m. Havana time, aclaro, porque nos separan tres horas—, y es también una muestra de quién es él, como persona, más allá del compositor, baterista, líder del proyecto Marcos Morales Quintet con el que grabó el disco Ruinas (Unicornio, 2019), y que luego pasó cerca de dos años —gracias a la pandemia— creando música con algunos de los músicos más brillantes de su generación. 

¿Cómo y por qué surgió Mercurio Sessions como sello discográfico?

Después que regresé de Bélgica (donde estudié mucho) venía con muchas ganas de tocar, pero todo estaba cerrado a causa del aislamiento social, anunciado durante la pandemia. Se me ocurrió hacer sesiones a dúo desde Europa porque conecté con Interestelar Space, de John Coltrane junto al baterista Rashied Ali. Ese álbum me inspiró y no me conformé con solamente otro instrumento. Llamé a músicos de varias generaciones. 21 en total.

Tengo mucha afinidad con Mercurio. Mi signo zodiacal es Géminis y ese es su planeta regente. Por otra parte, me gustó saber quién era Mercurio en la filosofía griega y para los egipcios: era Hermes (Toth), intermediario entre los seres humanos y los dioses. En ocasiones se dice que la música es el lenguaje de estos últimos. 

A su vez, todo está relacionado con el dinamismo. Así que antes del sello llegaron las Mercurio Sessions. Me gustaba que las sesiones que grababa incluyeran la palabra “mercurio”, aunque no encontré muy fácil el nombre que finalmente quedaría. Y es que, aunque tengo la conciencia de grabar las cosas, no estoy tan pendiente de cómo nombrarlas; las siento, las vivo, solo eso.

Este proceso me permitió expandir mi mundo creativo y grabar, por ejemplo, los Bocetos de música primitiva, junto a Rasiel Aldama e Irán Farías El Menor, artistas que admiro mucho. Existe en ese proyecto una exploración en los paisajes, las tareas domésticas, interrogantes tales como ¿cómo suena un amanecer?, ¿cómo suena un río? Todo eso lo pensábamos en los ensayos; no buscábamos algo súper acabado sino que cada quien, con su instinto primitivo, sonara, hiciera música. Fue bellísimo: fue una experiencia que me vació de todo, ni batería tocaba. Me sacó de mi zona de confort. Me quité la responsabilidad de ser baterista, de ese ego de ser baterista, y me puse a tocar calderas.

Mercurio Sessions es la plataforma que creé para las expresiones musicales que se me ocurran en todas las facetas de mi vida, sin compromisos, sin prejuicios, sin pensar en un mercado establecido; por lo que su centro es mi obra, en principio. Es mi forma de ver la música en el mundo. Ahí entra entonces un disco que grabé con Wiwi, dos discos del grupo N.T., y hay discos míos solo. Los dos últimos años que estuve en Cuba, no paré de grabar.

Los músicos debemos aprender mucho de otras manifestaciones. Los artistas plásticos tienen bien claro desde hace mucho que lo más importante es crear. A nosotros nos enseñan a reproducir. El jazz no es solo música o un género. Es un estilo de vida. No soporto más las etiquetas. La música palpable no tiene forma. A la que conocemos, le pusimos palabras para entenderla. Es la manifestación artística más abstracta. A veces uno no entiende bien lo que escucha y eso no es malo.

Entonces Mercurio Sessions va de la forma abstracta de la música. Su intención es expandirla. La mayoría de los discos son sesiones en vivo. Llegar al estudio, hablar, compartir café, encontrar el estado de ánimo preciso que nos permitiera crear: de eso se trataba. Cuando estaba en Cuba era consciente que aquellos músicos que más disfrutaba no iban a estar disponibles para proyectos a largo plazo. Y así ha sido, casi todos se fueron del país.

¿Cómo quisieras que la gente percibiera este sello discográfico ?

Un sitio donde pueden encontrar todo tipo de sonido. Con él identifico los proyectos, ideas, experimentos sonoros y colaboraciones de mi obra artística, explorando las diferentes posibilidades tímbricas, rítmicas, armónicas y todas las maneras posibles en que decida manifestarse la música.

Marcos Morales, baterista cubano

Marcos Morales. Foto: Pepe Valderrama / Cortesía del artista.

Recientemente lanzaste Cosmos (Mercurio Sessions, 2023), ¿cómo fue el proceso de creación? 

Después de experimentar músicas, formas y sonoridades diferentes, empezaron a despertarse en mí sensaciones, comencé a buscar sonidos. Poner la música en función del sonido, que a veces no sepas identificar esa masa sonora con colores, matices, texturas… Experimentación sonora, en definitiva. Es un álbum muy experimental. No es usual que un baterista lleve adelante solo un trabajo de este tipo.

Lo grabé en el estudio de Vicente Alejandro. Un día, al llegar a su estudio, él tenía una pedalera de guitarra, yo quise ponérsela a la batería y él me dejó. Fue mágico. Me gustó tanto que grabé un disco completo con pedales de guitarra eléctrica. Y salió Cosmos. Fueron en total 17 pistas grabadas de las que , para este disco, seleccioné nueve. Son diferentes sonidos de diferentes galaxias. Sensación espacial. Expresión entre sonidos de cada botón de los pedales, explorando la batería. Solo quería escuchar platillos, tambores. Es mi forma de presentarme. Cuando grabo necesito despojarme de prejuicios, sin nada premeditado. 

¿Qué zonas del universo de Marcos Morales refleja y/o profundiza Cosmos?

El vacío como punto de partida. Cuando tienes la posibilidad de que de la nada surja todo lo que quieres, es un pacto, un acuerdo contigo mismo. Como es el primer disco del sello, estoy al desnudo musicalmente. Es mi forma de mostrarme ante el mundo, sin comprometer a otros. Quería despojarme de otras sonoridades que no salieran de mi cabeza, ser lo más sincero posible conmigo mismo. Siento que nunca antes me había presentado.

¿Qué nuevos horizontes has explorado, tanto en la relación contigo mismo como en tu relación con la música y hasta con los otros?

Estoy en un proceso entre la música y yo, tratando de aprender de mí cosas que no conozco. Ese enigma de la creatividad, ¿de dónde viene? Esa búsqueda me llevó adentro; cada disco es una etapa más. Los demás discos son con otros músicos porque no puedo grabar cuatro instrumentos. Ellos entendían la música que se tocaba. Cada uno con historias de vida interesantes, cosas reales que decir, algo que me interesa mucho. Por eso estaban Miguel Ángel García (Wiwi), Rasiel y Rafael Aldama (este último grabó tanto el bajo eléctrico como el contrabajo), Delvis Ponce, El Menor (Irán Farías) y Mario Salvador. Con Mario y Rafael precisamente, gracias a los discos de nuestra agrupación N.T, pude tocar en vivo. Quise aprovechar esa confluencia tiempo y espacio; y ninguna disquera se interesaba o se daba cuenta de lo que sucedía. Pero sentía que había que grabarlo.

Algunos discos los pensé más desde lo documental, sonido valioso que encontré (y reuní) en Cuba, donde hay puntos en común con lo que decía, música que me gustaba mucho. Y nunca hubo imposición de nada, mientras más profundo era el músico, mejor.

Respecto a la historia de de los temas, cada sesión es diferente y lo que cuentan está relacionado con el título del disco. No digo más, para que se vaya descubriendo poco a poco. 

¿Cuán importantes son para ti la innovación, la experimentación y la energía?

Lo veo como una sola cosa y parte permanente de la vida, somos seres de energía. La música es energía y somos instrumentos que encuentra para manifestarse. Cuando creo, me arranco un pedazo, pongo siempre una carga energética en la creación. A cada oyente le transmite además, algo diferente. Cuando un concierto está cargado energéticamente la gente sale en silencio, agotada, en calma. Por otro lado, si tenemos en cuenta los disímiles géneros musicales como la rumba, la salsa, etcétera, todos transmiten estados de ánimo diferentes.

¿Para ti qué implica lo cubano en la música ?

Creo que Cuba es una tierra sagrada. Ancestralmente tenemos una cultura riquísima. Lo primero en lo que pienso al responder es en la música folclórica. Todo ese mundo sonoro que adquirimos de África. Entre otros, admiro particularmente a Gilberto Valdés, músico cubano increíble mi tío abuelo además, a Bola de Nieve y Ernesto Lecuona. 

Marcos Morales, baterista cubano

Marcos Morales. Foto: Tomada de las redes sociales del artista.

Hablemos de comunicación y producción en la música en Cuba

En Cuba los medios de comunicación masiva están colonizados por las mismas personas desde hace 40 años. Las disqueras cubanas no se interesan en descubrir a los nuevos talentos y eso podría afectar el alcance que pueda tener la comercialización de determinado álbum; a nadie le interesa verdaderamente lo que se está haciendo. Se les da poco valor a los músicos. Los mecanismos de gestión de la música son obsoletos. Hay gente buena que está tocando y lo está intentando. Los jóvenes siempre han propiciado algo nuevo. [Las disqueras] deberían preocuparse un poco más por la factura del producto que están presentando.

El que tiene suerte puede grabar. Yo gané un JoJazz y pude grabar pero hay otros que han ganado el concurso y no han podido grabar, y nunca se ha sabido por qué.

Me gustaría que muchos más músicos fueran conscientes de la posibilidad real de la producción independiente. Es importante que aprendamos a distribuir de manera autónoma nuestra música. Creo que es parte de la solución a ese silencio.

Mirian Delgado Mirian Delgado Díaz Melómana que sueña con discos de vinilo que a veces encuentra y otras no. Más publicaciones

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