Magazine AM:PM
Publicidad
Artículos Ilustración: Mayo Bous. Ilustración: Mayo Bous.

Proyectando el streaming del 2021

Desde hace años, los clásicos soportes de audio y video han ido cediendo lugar a la difusión mediante el ya familiar streaming, que pone al alcance de todos los usuarios, siempre que estén equipados con un dispositivo móvil o un televisor Smart, un vasto archivo de música y programas audiovisuales. En el 2020, con la pandemia de la COVID-19 y el consecuente estado de confinamiento mundial, el streaming adquirió mayor relevancia al ser aprovechado para llevar a los hogares shows que, desde otras casas, locaciones y teatros tristemente vacíos, han sido transmitidos de forma remota, supliendo la tan anhelada asistencia a clubes de jazz y salas de concierto. De este modo, han llegado a nuestros receptores eventos organizados por grandes transnacionales, con amplios despliegues tecnológicos y la presencia de importantes figuras del espectáculo; así como performances minimalistas, captados con los rudimentarios recursos de un teléfono móvil, pero que han hecho más llevaderos estos meses de obligado ocio.

He disfrutado de excelentes presentaciones de grandes músicos transmitidas desde casa, en las que evidentemente han contado con apenas un celular con una calidad sonora poco satisfactoria. Reconozco que, aun así, han atrapado mi total atención, tal vez por aquello de music first. Paradójicamente, me he sentido muy decepcionado ante ambiciosas transmisiones, con derroche de tecnología pero de resultante baja calidad sonora. Por lo que, desde mi experiencia, me gustaría hablar un poco acerca de algunos elementos a tener en cuenta en la captura y el procesamiento del sonido para esta actividad, sin adentrarme en complejos detalles técnicos que, para los interesados, expongo en mi blog con mayor profundidad. Tal vez algunos de los tips que aquí recomiendo puedan resultar útiles, sobre todo para quienes profesionalmente, por afición o necesidad, se ocupan del audio de sus transmisiones en streaming.Ilustración: Mayo Bous.

El escudo de la microfonía

En la actualidad, existen teléfonos celulares con excelentes prestaciones de audio y video. Incluso así, sin abandonar la simplicidad del empleo de un dispositivo móvil, podría significar una mejora significativa el añadirle un micrófono, posicionado y dirigido adecuadamente, en dependencia de la fuente sonora y las condiciones acústicas del local. En el mercado existe una vasta gama de micrófonos accesibles a distintos bolsillos que, igualmente, pueden ser conectados a una cámara de video.

Por ejemplo, del tipo Lavalier (también conocido como micrófono de solapa) y más adaptado a transmisiones podcast, son excelentes opciones el Rode SmartLav+ y el Shure MVL. Su miniplug TRRS de 3.5 mm garantiza la conexión directa al smartphone a través del puerto de audífonos. Otros como el Audiotécnica ATR3350iS, aún más versátil, añade un conector TRS (plug stereo) permitiendo su enlace a otro dispositivo como una consola mezcladora.

Ilustración: Mayo Bous.

Ilustración: Mayo Bous.

En caso de desear planos más abiertos o para abarcar con un único transductor un mayor número de fuentes sonoras, se puede recurrir a un micrófono shotgun (o cañón, por su diagrama de directividad muy precisa). La firma Rode, que tiene en su haber una gran cantidad de modelos de este tipo para uso con cámaras de video, ha puesto en el mercado el Rode VideoMic Me, especialmente diseñado para usar con teléfonos celulares.

Ilustración: Mayo Bous.

Ilustración: Mayo Bous.

Para los intérpretes acostumbrados al micrófono en mano, el IRig de IK-Multimedia puede resultar una solución interesante y económica. Y como ocupa la toma de audífonos del teléfono móvil, incluye una salida para auriculares.

Subiendo un eslabón en la escala de calidad (y precio), se puede optar por los micrófonos Blue Yeti y Blue Raspberry, procedentes de Letonia. Ambos son de tipo condensador, diseñados como micrófonos de mesa, con conexión USB para ser enlazados directamente a una computadora o a la entrada de un teléfono móvil tipo mini USB o USB-C, mediante un adaptador OTG o un hub USB C-USB, respectivamente.

Con estas escasas herramientas podemos decidirnos por una transmisión streaming directa, en plataformas como Facebook Live; o diferida, contando en este caso con el factor tiempo para pulir en edición los detalles imperfectos. De no tener acceso a estaciones de trabajo en computadora, aplicaciones como Cubasis (versión reducida y adaptada a dispositivos móviles de Cubase de Steinberg), Shure Motiv, entre muchas otras, permiten grabar la señal de audio captada por el micrófono externo y hacer la edición y el procesamiento de las pistas obtenidas.

Cuando se tiene escudo, luego se quieren los guantes

Un micrófono en muchos casos ya no es suficiente. Incluso, para el más elemental formato, como puede ser guitarra y voz, se deben emplear al menos dos; y cerca de una decena para capturar el balance correcto de un trío de jazz. En ese caso, se puede recurrir a una sencilla consola mezcladora de pocos canales, o una mayor con todos sus recursos de procesamiento y mezcla. Ambas deben contar con un puerto USB que permita su comunicación bidireccional con dispositivos que operen el mismo sistema de transmisión de datos, en los que se incluyen los dispositivos móviles. Nuevamente, recurriendo a un cable OTG o un HUB USB-C, la señal proveniente de la consola puede ser enviada al móvil para su almacenamiento o transmisión directa en streaming.

Ilustración: Mayo Bous.

Ilustración: Mayo Bous.

Durante la era del CD, se desató entre las productoras una competencia por el álbum con mayor volumen, conocida como “guerra del loudness”. Las plataformas digitales de streaming han implantado parámetros muy estrictos que, además de marcar una tregua en la batalla de los decibeles, regulan el volumen de los fonogramas para obtener programas sonoros uniformes con obras provenientes de diversas productoras. Lamentablemente, no terminan de acatar un criterio común, lo que requiere de cada producción musical varios masters (“Sandunga-master for Spotify”, “Sandunga-master for iTunes”, etcétera). En el proceso de masterización, el ingeniero debe regirse por las pautas establecidas; de lo contrario su master se verá manipulado antes de salir al aire, y muchas veces en detrimento de la calidad. Un detalle paradójico está en que los anuncios publicitarios no siempre acatan dichas normas y con frecuencia sucede que, entre dos temas con similar intensidad sonora, puede aparecer una locución de la “versión Premium” de la propia plataforma a tal volumen que el oyente diligentemente se desconecta de sus audífonos para no ensordecer.

Si me dijeran: pide un deseo…

Las transmisiones en streaming son consumidas por tres tipos de espectadores básicamente: el que prefiere disfrutar a plenitud del audiovisual frente a un televisor inteligente, conectado a una cadena de audio HI-FI; el que se conforma con mirar una pantalla de cinco pulgadas de un teléfono móvil y escuchar el sonido de limitada gama que proviene de su diminuto altoparlante; y, el más común, el que se aísla del mundo circundante para disfrutar del sonido estereofónico de sus auriculares, de calidad variable. Entonces, si el mayor consumo de materiales sonoros en streaming es a través de audífonos, se debería trabajar más en función de esos oyentes, sin violar por supuesto, la compatibilidad de los fonogramas para su reproducción en otros medios. Es decir, deben aprovecharse las ventajas que esto ofrece.

Ilustración: Mayo Bous.

Ilustración: Mayo Bous.

En un artículo anterior, me referí al sonido binaural como recurso expresivo de gran interés —si es usado con gusto— y que por naturaleza requiere el empleo obligatorio de auriculares. ¿Por qué entonces no incluir esta novedosa técnica en los programas sonoros transmitidos en streaming? No se trata del trivial truco de tomar una canción cualquiera y hacerla girar alrededor de la cabeza del oyente mediante métodos binaurales artificiales, lo cual después de apenas unos minutos comienza a ser aburrido; sino de emplearlo en una nueva mezcla, con el objetivo de lograr planos más definidos de las fuentes virtuales y perspectivas sonoras más realistas, sin desechar la posibilidad de paneos a 360 grados, siempre que estén bien justificados. Los usuarios de Logic Audio —músicos en su mayoría— cuentan por defecto con un control de panorama binaural por canal. Otras estaciones de audio (Protools, Nuendo, Cubase, etcétera), que carecen de este interesante recurso, pueden ser complementadas con la inserción de plug-ins de panorama binaural en formato VST, AAX y AU, algunos disponibles en versión freeware como el Ambeo Orbit de Sennheiser, el Panagement, el DearVR Micro (con limitaciones por supuesto), y sus versiones completas a precios no muy elevados. También existen otros, no tan económicos, como el  Waves B360 Ambisonic Encoder.

El streaming se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad, para muchos es más habitual que comprar un CD, un vinilo o un DVD, y ha jugado un rol fundamental ante la escasa actividad cultural del año 2020. Con detractores y defensores es innegable que cada día gana más fuerza y popularidad, aunque queda mucho por hacer por parte de los técnicos, productores y músicos, en aras de elevar las transmisiones en streaming a una escala técnica y, sobre todo creativa, superior.

Alfonso Peña Ingeniero de sonido cubano con más de 30 años de experiencia en la industria musical cubana. Textos suyos y algunos ejemplos de sus contribuciones profesionales pueden consultarse en su blog https://piprofessionalaudio.home.blog/ Más publicaciones

Deja un comentario

Aún no hay comentarios. ¡haz uno!

También te sugerimos