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Playlists Ilustración: Román Alsina / Magazine AM:PM. Ilustración: Román Alsina / Magazine AM:PM.

Playlist: viejos discos con tormentas y ciclones

Ahora que la temporada ciclónica está en pleno apogeo y que el Atlántico —miremos por un momento los mapas de centros de pronósticos— parece un hervidero, desempolvamos esta playlist que hace un tiempo nos hiciera Sigfredo Ariel, con esa maestría suya tan peculiar de traer al presente canciones de antaño. Este es un recorrido sonoro por músicas que alguna vez tuvieron a las tormentas y los ciclones de protagonistas, una lista para escuchar mientras pedimos una tregua al Caribe en este 2020 calamitoso. 

El ciclón (Alberto Villalón)

Interpretado por Regino López, Adolfo Colombo y Pilar Jiménez en marzo de 1907 para la firma Victor (Vi68532), es probablemente el primer impreso de la fonografía cubana con palabras cantadas que testimonia el paso por la Isla de un “meteoro”, como suele decirse últimamente. Se trata de un apresurado “bolero” que pertenece a la zarzuela del mismo título con música de Manuel Mauri y letra de los hermanos Robreño estrenada en 1906 en el Teatro Alhambra, al parecer con bastante éxito. También con el título de El ciclón aparece en los viejos catálogos de la Victor otro registro, fechado en octubre de 1915, de un “diálogo-canción” firmado por Alberto Villalón e interpretado por Colombo y la actriz Consuelo Novoa, acompañados por el autor a la guitarra (Vi69090). 

La tormenta (Oscar Hernández)

El propio Villalón figura con frecuencia como guitarrista en placas grabadas por artistas vinculados al teatro vernáculo, entre ellos la modesta tiple Blanca Vázquez quien, a dúo con Ofelia Rivas, grabó en marzo de 1913 la clave titulada La tormenta (Vi65738) del entonces muy joven trovador Oscar Hernández. 

Ilustración: Román Alsina / Magazine AM:PM.

Ilustración: Román Alsina / Magazine AM:PM.

Se perdió mi Cuba (Manuel Corona)

Grabada a inicios de 1911 (Vi63342) por Floro Zorrilla y el propio autor, esta rumba de Manuel Corona alude al desastre que dejara a su paso un potente ciclón conocido popularmente como “el de los cinco días”, que asoló la ciudad de La Habana y regiones tabacaleras de Pinar del Río a partir del 14 de octubre de 1910.

El chivo suelto (Antonio Morejón)

Al mismo huracán de la canción anterior alude este punto guajiro por el cantor de tonadas campesinas Antonio Morejón, grabado con su bandurria en enero del año 1911 (Vi 63255). 

 

Cuan destino tan fatal

te persigue patria mía.

Aquí llorando noche y día

más aumenta mi pesar.

Desventuras sin igual,

no se han visto con razón

porque después del ciclón.

los chivos en la sabana

han convertido a La Habana

en clásico chilindrón.

El huracán y la palma (Sindo Garay)     

A pesar de que algunos han aventurado la idea de que la canción fue inspirada a Sindo Garay por el “ciclón del 26”, la primera grabación de la obra data del año 1915 y fue realizada para la firma Columbia (Co62979) por Sindo y su hijo Guarionex. Esta “rapsodia” —como la nombró su autor— posee una letra de curiosa redacción de la cual se colige la resistencia valerosa de una palma real, uno de los símbolos nacionales, ante el embate de violentas ráfagas de viento aciclonado. 

Entre las más difundidas interpretaciones de El huracán y la palma se encuentra la del dúo de María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo, realizada a instancias de María Teresa Linares alrededor del año 1961 y publicada años más tarde en el tercer volumen de la serie de discos La Canción Tradicional Cubana (Areito 3388). He escuchado otra versión de María Teresa y Lorenzo, extraída de viejos archivos de la radio habanera, con mayor complejidad en el trabajo de la guitarra e incluso en el acople de las voces. 

Hacia 1964 Guarionex Garay (tenor) y Adriano Rodríguez (barítono) la grabaron también con la atenta supervisión del autor y respaldados por la guitarra de Octavio Sánchez “Cotán” (Areito 3109). A partir de este fonograma, transcribimos su letra:

 

Silbaron los pinos auxilio siniestro.
Los cedros tranquilos esperan dolor.
La ceiba frondosa temblando sonríe.
La yerba en el llano sumisa a morir.

 

Pero hay una palma que Dios solamente
le dijo al cubano: cultiva su amor
que erguida y valiente con blando capullo
que sirve de espada, doblada hacia el suelo,
besando la tierra batió al huracán
batió al huracán

batió al huracán.

Una versión más reciente de El huracán y la palma aparece en 20 Canciones de Sindo Garay del dúo Voces del Caney con la guitarra de Sarvelio Montero, CD grabado en 2015 y producido por Lázaro García para el sello Colibrí.

Ilustración: Román Alsina / Magazine AM:PM.

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Recuerdos del Valbanera (Miguel Puertas Salgado)

Miguel Puertas Salgado, llamado “El juglar villareño del laúd peregrino”, dejó impresas en 1920 para la firma Columbia dos caras de disco con el título Recuerdos del Valbanera (C3943), con seis décimas que lamentan la pérdida en el estrecho de la Florida del trasatlántico español nombrado así en honor a la Virgen de Valvanera. Considerada la mayor catástrofe naval sufrida por España en tiempo de paz, con 488 víctimas fatales, el naufragio del Valbanera fue provocado por un violento huracán el 9 de septiembre de 1919. 

La siguiente es la penúltima de las décimas de Recuerdos del Valbanera:

 

Pasó el ciclón mar afuera,

no se siente ni un rumor

del pasar de ese vapor

ni hubo uno que lo viera.

El pueblo se desespera,

la tristeza es sin igual.

El silencio es sepulcral

pues noticias no se tienen.

Los amigos se detienen

al ver el ciclón pasar.

 

Ciclón (Jorge Anckermann)

Uno de los grandes éxitos de taquilla del Teatro Alhambra fue la zarzuela cubana La Isla de las Cotorras, con libreto de Federico Villoch y música de Jorge Anckermann, estrenada el 23 de febrero de 1923. Denominada “sainete-revista en un acto”, la obra comienza con la representación de un huracán de grandes dimensiones el cual empuja al negrito Tango y el gallego Muñeira a una isla desconocida donde los protagonistas encuentran a otros personajes que también han sido arrastrados por los vientos. Como era usual en este coliseo, la obertura fue dispuesta en forma de danzón por el laborioso maestro Anckermann, quien dirigió por más de dos décadas la orquesta del Alhambra, partitura que lleva por título Ciclón, actualmente en los archivos del Museo Nacional de la Música. 

La escena del huracán de La Isla de las Cotorras fue recreada brevemente en una secuencia de La bella del Alhambra, de Enrique Pineda Barnet en 1989, e incluida en el disco de larga duración que publicó Egrem con la banda sonora de la película, que contó con arreglos orquestales de Mario Romeu sobre las partituras originales. 

El Trío y el ciclón (Miguel Matamoros)

El segundo viaje del Trío Matamoros en 1930 a República Dominicana coincidió con la toma de posesión del funesto Rafael Leónidas Trujillo, y con el embate de uno de los más devastadores huracanes registrados en esa parte del mundo. Llamado “El ciclón del 3 de septiembre” o “San Zenón”, cobró millares de víctimas fatales y daños materiales cuantiosos.

La primera grabación de El Trío y el ciclón, compuesta por Matamoros a partir de lo vivido por ellos durante el meteoro en Santo Domingo, e identificada como bolero son, fue realizada por el Trío en La Habana del 23 de febrero de 1931 aunque su versión más difundida es la que apareció originalmente en el disco de larga duración “El último LP del Trío Matamoros” (LPV 1061), grabado por la firma cubana Velvet en los estudios de Radio Progreso y publicado en 1960. Ramón “Mongo” Huerta tuvo a su cargo la guitarra prima.

Esto fue lo más sabroso
que el Trío en un aeroplano
volviera a suelo cubano
para seguir venturoso.

Cada vez que me acuerdo del ciclón
se me enferma el corazón.

Aquí termina la historia
de tan tremendo ciclón,
los muertos van a la Gloria
y los vivos a bailar el son.

 

Que te lleve un ciclón (Walfrido Guevara)

El menos conocido de los hermanos Grenet, Ernesto, vivió entre 1908 y 1981, con estancias más o menos extensas en Nueva York, París y varias ciudades españolas. A finales de los años 40 se presentaba en Tropicana, al frente de su conjunto, con el cual grabó para la firma Panart a inicios de la quinta década del pasado siglo, esta guaracha de desconsiderada letra que, al parecer, le pertenece a Walfrido Guevara (P 1261). El conjunto de Ernesto Grenet alternaba con la orquesta dirigida por Armando Romeu Jr. y luego por Bebo Valdés en el famoso cabaret, donde permaneció por una larga temporada. 

Los tres Juanes (Bienvenido Julián Gutiérrez)

En al menos dos de sus composiciones Bienvenido Julián Gutiérrez se refiere, si bien no a un ciclón, sí a un temido “mal tiempo”. A Los tres Juanes, plegaria en tiempo de bolero a la Patrona de Cuba, pertenece esta línea: “Virgen que a los tres Juanes apareciste / aplacando la furia del elemento”, grabada por primera vez en 1948 por el conjunto de Arsenio Rodríguez (Vi 23-1072) e integrada una década más tarde en el LD Sones de ayer (Gema 1108) de Miguelito Cuní con un grupo dirigido por Niño Rivera. 

“La furia del elemento” del piadoso bolero de Gutiérrez, imagina al huracán que según la tradición religiosa estuvo a punto de hacer naufragar la barca en que bogaban tres esclavos, tormenta mitigada instantáneamente cuando ante sus ojos, en las turbulentas aguas de la Bahía de Nipe, emergió una imagen sobre una tablilla de madera con la inscripción “Yo soy la Virgen de la Caridad”.

El cielo tenebroso (Bienvenido Julián Gutiérrez)

En la misma placa Sones de ayer de 1958 se encuentra este bolero son, que comparte con Los tres Juanes argumento de inclemencia climatológica e intervención celestial, aunque concluye con enigmático montuno:

El cielo tenebroso

amenazaba estallar

la horrible tormenta 

de mi triste final 

pero un ángel velaba

el momento fatal

y entonces las nubes

tristes huyeron

ante mi lealtad.

 

Alabao sea Dios, 

mi compadre me quiere 

llevar la mujer.

Ciclón (José Barros) 

El conjunto Jóvenes del Cayo tocaba esta guaracha en 1955 con el canto de su director-fundador Domingo Vargas y el coro de Chelino y Ferrán (Panart 1695).  

Vendaval sin rumbo (José Dolores Quiñones)

Celio González lograba uno de los mayores éxitos de su carrera con este típico “bolero de victrola” o “bolerón”, como Leonardo Acosta gustaba calificar a estos ejemplares del género con letras tremendistas: “Vendaval sin rumbo que te llevas tantas cosas de este mundo…”. Luego desde México lo cantó en los años 60 Javier Solís con envión ranchero y unos años más tarde lo recordaba Héctor Téllez en un disco de 45 revoluciones que tocaban las últimas victrolas automáticas accionadas por monedas.

El huracán (Manuel Saumell)

Así se titula una de sus breves contradanzas que Frank Emilio incluyó en 1962 en su primera producción discográfica en solitario, Danzas cubanas (Egrem 3138). 

Cataclismo (Manuel Saumell)

Pura Ortiz dedicó a Saumell en 1975 su único disco (Areito 3694) que no incluye El huracán; ausente también del larga duración de diez pulgadas de Paquito Godino, editado en 1956 con las primeras grabaciones de obras de Saumell y Cervantes (Panart 4000). Ambos fonogramas, en cambio, contienen la contradanza Cataclismo (o El cataclismo), quién sabe si dedicada a algún olvidado fenómeno meteorológico de la época de don Manuel.

Lo que me llevó el ciclón (Chanito Isidrón) 

En 1985, pocos días después del paso del huracán Kate, cuando aún las luminarias de Línea estaban doblegadas, había muchos árboles caídos en El Vedado y el agua de mar no se había retirado totalmente de las calles cercanas al malecón, escuché en la radio unas regocijadas décimas de Chanito Isidrón en voz de no recuerdo cuál intérprete guajiro, que relacionaban la inexorable merma de la potencia sexual de un veterano semental con la marcha del “meteoro”: Lo que me llevó el ciclón. Se sabe que el humor acompaña a los cubanos en las buenas y las peores. 

CODA

Un playlist de música cubana surtido con tramas de ciclones, huracanes y tormentas en general podría estirarse hasta alcanzar, por ejemplo, a Adalberto Álvarez y su Agua que cae del cielo, de los tiempos de Son 14 con Tiburón Morales, revisitado por Omara Portuondo en 1987 en su disco con Adalberto y su Son (Areito 4071), y a Chachao López en su Lluvia, viento y caña, contenido en Master Sessions Vol. I (Crescent Moon EK 64320) de 1994, y a Huracanes, del trovador matancero Tony Ávila, perteneciente a su fonograma Credenciales, de 2012.

Para terminar, como solía despedir su informe diario un simpático meteorólogo de televisión —el licenciado Lima—, me gustaría compartir este deseo, muy apropiado para la temporada: “Que el buen tiempo esté con ustedes”. 

Sigfredo Ariel (1962-2020). Autor de veinte libros de poemas, culpable de intrusismo en varias otras disciplinas: artes plásticas, guiones, periodismo. Obsesión: la frágil memoria de la música cubana. Más publicaciones

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