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Reseñas Roly Berrío. Foto: Jorge Bonet / Diseño: Evelyn Batista. Roly Berrío. Foto: Jorge Bonet / Diseño: Evelyn Batista.

Moscas de Fuego (el concierto) / Roly Berrío

Hay un tipo de artista que no es famoso, popular, súper conocido, pero que tiene un público que lo sigue con especial devoción. Ese es el artista de culto. Roly Berrío es un artista de culto. Por eso Moscas de Fuego, el DVD publicado por el sello de la casa discográfica cubana Colibrí, ha sido uno de los materiales más ansiados de los últimos tiempos.

Durante 19 años de carrera como solista, Roly solo había conseguido dos materiales discográficos: el primero autoeditado (En concierto, 2009), y el segundo como resultado de la grabación de uno de los conciertos A guitarra limpia del Centro Pablo (Solo salen, 2011).

En la poesía de Roly, en su música, y en sus muchas voces, convergen lo tierno y lo fiero, lo triste y lo alegre. Y lo sincero. Cualquiera que lo haya visto por más de medio minuto en el escenario, coincidirá conmigo en que su proyección escénica y su histrionismo lo hacen un tremendo showman. Idolatrías aparte, Moscas de Fuego (el concierto) viene a ser la primera de sus producciones que refleja todo eso, con todos los hierros.

La idea original era hacer un álbum de estudio. Pero el equipo de trabajo de Roly entendió que enclaustrar esa energía en una sala de grabación significaría cercenar una parte importante del fenómeno que es este artista y propuso grabar un disco en vivo, un material excelente desde sus primeros fotogramas hasta el último fade a negro. 

Aquí debo nuevamente quejarme por la ausencia de un CD de audio que acompañe al producto audiovisual, porque Moscas de Fuego (el concierto) es solamente un DVD. No es un mero antojo de coleccionista y de fan. Lo digo y lo repito: no basta con picotear el audio con algún programita, ni con que la música esté en Spotify. Hace falta el puto disco.

Lo primero que me encantó fue desencontrar en el tracklist las-mismas-canciones-de-siempre. Es muy común —y hasta comprensible— que, en estos casos de discos demorados, el artista quiera meter sus grandes éxitos. Ello puede responder a un deseo de condensar todos esos años de carrera a la primera oportunidad, o bien de jugar al seguro con temas ya probados. Pasa muchas veces que el tufillo a recopilatorio no se lo quita nadie, porque se nota que las canciones vienen de distintas etapas creativas, aunque tengan una sonoridad similar. En ese sentido, la mayoría de los temas de esta producción fueron compuestos durante el último lustro, por lo que Moscas de Fuego (el concierto) es un retrato actualizado de su autor. Y eso está muy bien. 

No se puede esperar menos que un trabajo excelente si es Alain Pérez quien lleva las riendas de la producción musical y, aunque su añadido es evidente, estas canciones siguen siendo esencialmente Roly, y los arreglos, los justos: aquí no sobra ni falta una nota. Buena parte del mérito también lo merece la bandaza que acompaña al trovador en el material.  Dayron Oney en los instrumentos de viento, Andy García en el teclado, Rainer Pérez en el bajo y Roberto Vizcaíno en la percusión, todos músicos que habitualmente acompañan a Alain. Les invitades no se quedan atrás, y subrayo el solo bestial de tres que hace Maikel Elizarde en El pan caliente —en serio, y como dice Roly: “¿qué es lo que tiene en los dedos ese hombre?”.

Y sí, en el párrafo anterior dije que Roly era un trovador. Ya sé que la trova murió mucho antes de que Fito cantara que … Perdieron todas las apuestas los cantores de protesta…, de que se disolviera Gema y Pável, y de que muriera Santiago Feliú. Sé que le falta originalidad, le sobran exponentes y padece anemia de público. Sin embargo, todavía sobreviven, además de los dinosaurios, dos o tres artistas interesantes, auténtiques y atractives. A la cabeza de ese grupúsculo está Rolando Berrío. 

Moscas de Fuego… me parece algo tan exquisito que no necesita un texto, y escoger highlights se me hace bastante difícil, si no imposible. Pero lo intento. De la primera canción, Bernabéu, se desprende una frase que se vuelve recurrente a lo largo del material, y que estaría bien que repitiéramos cada día como mantra: “Ya está bueno de guapería, que en Cuba lo que hace falta es cariño”. Con una apertura como esa, une sabe que atravesará una hora y cuarto de amor y feeling total.

En Dientes de León se me hizo muy evidente el todoterrenismo de Roly: ¡cuánto quisieran los roqueritos trasnochados de “La Bana” hacer un blues la mitad de bueno y sanguíneo! De verdad creo que este tipo es capaz de romper todos los códigos de todos los géneros.

Justo al centro del concierto hay un momento hermoso donde Roly queda solo con su guitarra durante dos piezas: la tiernicómica Cuentos chinos, y la agridulce Los viejitos. Esta última, una lección sobre canción política, sinceridad y consecuencia. 

Habichuela es un derroche de swing, de euforia, de ricurancia: Andy García en los teclados y Tato Vizcaíno en la percusión nos llevan a un estado de gracia. ¿Cómo es posible que una pista de ocho minutos se haga tan corta? Los emotivos fraseos del fiscorno de Dayron Oney, y el flow de bajas revoluciones marcado en Moscas de Fuego, convierten este hermoso reguetón en el tema más sensual del trabajo. 

Por último, no puedo dejar de destacar tres canciones que me parten la vida, donde la poesía y el corazón de Roly brillan más intensamente: Riscos de ilusión, El olor de las rosas y La vida es un collar. Las lágrimas —de dicha, tristeza o nostalgia— están garantizadas.

El diseño viene a ser uno de los pocos defectos que le encuentro al material: no guarda relación con el arte de créditos y títulos del audiovisual, ni con la escenografía del concierto. La idea del afro, la pose, y el tratamiento del arte de la cubierta, son recursos demasiado trillados como para retratar a un músico tan auténtico. De hecho, me recordó bastante al Natty Dread (1974) de Bob Marley. No encuentro armonía entre las tipografías utilizadas y la imagen, algo lamentablemente común en los discos cubanos, que suelen dar la sensación de que los textos se piensan como una etiqueta informativa y no como un elemento más de diseño. En fin, veo ahí más la intención de generar una imagen “letal” que la de retratar al artista o a la obra. 

Nelson Ponce es un buen diseñador, no hay duda. Sin embargo, a veces pareciera no manejar bien los códigos del diseño discográfico —recuerdo la nefasta portada del 4 Décadas de Síntesis. Entonces, ¿por qué escogerlo una y otra vez para trabajar un soporte en el que no se desenvuelve tan bien? Quizá una más feliz elección hubiera sido Evelyn Batista, responsable del diseño gráfico de la campaña de lanzamiento, quien ha demostrado, además de talento, que es dueña de un ángel coherente con la sensibilidad de Roly. ¡Por Dios, solo hay que ver las hermosuras de portadas de los sencillos del álbum, en los que resuena la pincha de un “mostro” como Javier Mariscal!    

Es difícil no morderse el hígado de la rabia por no haber estado en el rodaje de Moscas de fuego... Por suerte, otra de las virtudes de este trabajo es la del efectivo registro audiovisual, de Marc Campà e Igor Cortadellas (quien, a propósito, concursa en Cannes este año con su película de realidad virtual inmersiva Symphony). Con los mínimos recursos que permite un lugar con las características espaciales de El Mejunje, estos realizadores catalanes son capaces de engañarnos y hacernos sentir que ver este audiovisual es (casi) lo mismo que haber estado allí. 

Lo dicho, Moscas de Fuego… es un trabajo casi impecable, capaz de mirar de tú a tú a proyectos internacionales. Sorprende que un material como este, minucioso desde la mezcla hasta la producción ejecutiva —respetos para Marihué Fong y Gisela Sais—, solo haya sido nominado al Cubadisco en el apartado de Making Of. Pero bueno, ya debería une estar acostumbrade a semejantes dislates del premiecillo ese.

Con lo terrible que viene siendo un 2021 signado por la ubicuidad feroz de la COVID-19, el desgaste de más de un año de esta situación exasperante, el comportamiento errático del gobierno cubano, o la escalada de odio que ha vivido el mundo, pocas compañías serán mejores que la de estas canciones. ¡Y qué grandes nuestras disqueras que no tardaron ni 20 años en descubrirlo! 

Este es un material muy oportuno porque funciona como muestra de lo que puede ser el genio de Roly cuando tiene los recursos a su disposición. Ojalá sirva para colocarlo más allá del entorno musical underground, por decirlo de alguna forma. Y solo pienso en esto como una posibilidad porque, según funciona el mundo, no basta tanto nivel de detalle, de profundidad y de calidad para dar ese salto. Espero también que sus próximos proyectos no demoren tanto. Porque Roly lo merece. Y nosotres lo necesitamos.

Iván Egued Iván Egüed Melómano coleccionista. Ingeniero automático y otros disparates. Niño empedernido. Adicto a la guanábana. Siempre Feliúz, nunca inFeliúz. A veces con los pies sobre la tierra... Más publicaciones

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  1. Darío. dice:

    Excelente.

  2. Omara, dice:

    Excelente artículo!, El gran Roly se merece ser promocionado con intensidad por el bien del público cubano.

  3. Anais dice:

    Excelente reseña, de acuerdo en todo excepto por el lenguaje «inclusivo». Roly es un ARTISTA.

  4. Raul berrio cabrera dice:

    Durooo hermano soy muy cercano pero estoy muy de acuerdo con usted he vivido todo de muy cerca y se de su entrega total a su pasión saludos

  5. […] collar”, la divinidad en la flauta que desborda Katherine Herrero. Recomiendo la lectura de una reseña sobre este audiovisual a cargo de Ivan Egüed en la revista AM: […]

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