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Entrevistas Tobías Alfonso. Foto: Joel Reyes. Tobías Alfonso. Foto: Joel Reyes.

La Monolactancia

—Te voy a contar cómo surgió el grupo, pero no te diré el porqué del nombre. Perdería la magia…el flow.

En las próximas dos horas no hay quien calle a Tobías —tampoco quien lo haga dar la explicación del nombre de su banda—. No para de hablar y eventualmente interrumpe al resto. Cigarro en mano; la otra en la cintura. Con un pie inquieto y descalzo marca el ritmo; los demás lo siguen. Cuando todo el mundo se acopla y las notas salen en talla —como él mismo diría—, suelta un: “¡Agua, qué rico!

Le mete a todo, coloquialmente hablando: lo mismo toca la guitarra que el piano, dirige, canta, evoca a Chocolate aunque no coincida con los mensajes de sus letras. Admira al reparto y no se preocupa en ocultarlo; no hay motivos. 

Yossiel Amaro, el trombonista, lo interrumpe y de la nada suelta un: caballero, siempre soñé con este momento, con que nos entrevistaran”. Joel del Río, el bajista, Kevin Espinosa, el friky guitarrista, y Lachy Torriente, el trompetista amante del jazz, no dicen nada, pero sonríen sutilmente. 

Es la cuarta alineación de grupo creado en 2018 bajo el nombre Tobías Alfonso y su banda. Con excepción de Tobías, ya no permanece ninguno de sus primeros integrantes. Ahora, se hacen llamar Los Monos Lácteos y, cuando están en confianza, la banda más tiza de Cuba, porque hay que pararse delante del espejo y repetirse ʽesta es la mejor banda de Cuba’ y, sobre todo, creérselo, dice su director, con una seguridad que solo parece perder por momentos.

Algo no ha cambiado desde entonces: los 12 monos lácteos de ahora tienen las mismas ganas —o más— de componer, de producir, de tener un aval del Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEART) que los reconozca como músicos. Ganas de tocar en Gibara, en Las Romerías de Mayo. Ganas de interpretar su repertorio en pequeños bares particulares, pero también en instituciones estatales, donde la afluencia de público es mayor. 

Evitan las etiquetas, quizás, porque al definirse con un género el público exige la misma línea musical. La monolactancia, ese es nuestro género”, se escucha de pronto en la sala que, horas antes, servía como espacio de ensayo.

“Tocamos un poco de todo. Llegamos a la conclusión de que hasta un tin de pop; hay mucho de funk también”, agrega Lachy. Nuestro sonido es bastante ecléctico, incorpora Kevin.

Cada canción es distinta: Niña es una combinación entre el jazz y el world music, no es un ritmo estrictamente cubano, sino caribeño y africano. Fresko es funk, trip hop. Meteorito es un guayasón —género creado por Gerardo Alfonso—, y Primavera es el tema más tradicional, tiene son tradicional, charanga, latin y timba, añade Tobías.

Así la monolactancia se reinventa, incursionan en varios estilos, se encargan de sus propios arreglos musicales; en el 2020 hasta crearon una miniserie documental sobre cada integrante. Sus músicos —podría decirse que omnipresentes— tocan con otras bandas: Kevin Espinosa, con Fito del Río y la Granja; Yossiel Amaro, en la orquesta de Joaquín Betancourt; Claudio González y Tobías, en Misifuz; Joel del Río, en dos grupos más, y Lester Domínguez, en unos ocho, pero a la hora del ensayo de Los Monos nadie falta, todo el mundo está en lo suyo y cada presentación lo demuestra.

Sin embargo, desde el 2018 hasta la fecha, los conciertos realizados los pueden contar con las manos. Bares pequeños como El Bembé, el ISA, festivales de aficionados de la Universidad de La Habana y la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, conforman  gran parte de la lista de escenarios pisados. Ellos, en su intento de reconstrucción han sabido adaptarse a distintos espacios, reduciendo así el formato de la banda y dando lugar al surgimiento del Monkey Trío versión conformada por Lachy, Lester y Tobías  y el Monkey Quintet, donde se suman Kevin y Joel.

Y es que la mayoría de locales para bandas grandes están descomercializados. Ahora mismo, los sitios que son rentables para estas agrupaciones son bares particulares que admiten formatos pequeños, comenta Joel.

Kevin Espinosa y Joel del Río. Foto: Joel Reyes.

Kevin Espinosa y Joel del Río. Foto: Joel Reyes.

¿Se sienten parte del género que interpretan? ¿Cómo es su relación con él?

Tobías: No voy a responder esa pregunta. Es demasiado polémica para mí, pero un buen complemento para esta entrevista pudiera ser preguntarle a otras agrupaciones.

Nuestra generación tiene la característica de que todos los proyectos están interconectados. Pertenecemos a una misma corriente. Hay un factor que nos une y es presenciar sucesos culturales importantes a partir del año 2000: las tres veces que vino Fito Páez, las celebraciones del Día Internacional del Jazz, los festivales Leo Brouwer y el Havana World Music, por mencionar algunos.

Somos una generación extremadamente competitiva, una competencia saludable, digamos. Nos une, además, las ganas de renovar el panorama de la cultura cubana, cada quien con su perspectiva específica de cómo hacerlo. 

Porque sí, la música cubana es muy vasta, pero algunos artistas cubanos e instituciones no tienen un óptimo desempeño. No es absolutismo —aclara— sino un factor mayoritario. En el reparto, por ejemplo, hay mucha calidad a nivel de mercadotecnia, a nivel de producción musical y del concepto de vender. Ellos tienen el propósito de hacerse famosos, nosotros tenemos el mismo y el de hacer buena música también. 

***

La formación profesional de algunos de los integrantes de Los Monos Lácteos no ha sido motivo de debate o, al menos, no lo ha sido como el hecho de que su director —Tobías— sea uno de los hijos de Gerardo Alfonso.

 “Mi carrera artística, y la de la banda en general, se ha subvalorado por ser hijo de quien soy. Mañana hago un concierto en La Tropical, se llena, y la gente va a decir que fue por influencia de mi padre.

Mi papá es mi primera influencia, mi modelo a seguir. Cuando hicimos el concierto en Bellas Artes, lo único que me dijo fue ʽEstoy muy orgulloso de ti’, porque él siempre me ha incentivado a superarme. En este punto de mi vida, donde tengo la admiración y el respeto suyo, de mis músicos, amigos y el público, la opinión del resto es insignificante.

Cualquier observador se percatará de que estoy luchando. Al principio cuando participaba activamente en eventos de trova, puede que fuera más confuso, pero ahora no hay que ser un Premio Nobel para darse cuenta del sacrificio… de que los monos estamos comiendo aire

Tobías Alfonso. Foto: Joel Reyes.

Tobías Alfonso. Foto: Joel Reyes.

La expulsión del conservatorio Amadeo Roldán, por desaprobar el examen de piano con 50 puntos de 100, fue, quizás, un impulso para la superación artística individual de Tobías.  

Hay artistas que llevan años en la música, un día se dan a conocer y la gente empieza a decir ʽfulano se pegó’. No, fulano quemó el tenis. Hay que quemar el tenis”, dice

¿Entonces, para ustedes, qué tan determinante es la formación profesional en la carrera de un músico? 

Joel: La escuela elemental y media brindan una base importante, no las herramientas para hacer nuestro tipo de música, pero aportan una base técnica, teórica y de solfeo. Tocar la música de la calle corre por cuenta del artista, pero ya vienes con un entrenamiento. 

Tobías: La música popular en Cuba no se estudia formalmente en la academia. En ningún caso es completamente determinante ser de escuela o no. En nuestra banda, un tercio de los integrantes es autodidacta. 

***

Sábado 28 de mayo, 10:00 p. m., Nave 4 de la Fábrica de Arte Cubano (FAC).  Finalmente, ¡Los Monos van a tocar! 

Dos años han pasado desde la última edición del Havana World Music. Se acerca la fecha de la presentación postergada desde el 2020. Hay cambios: de sede, de horario, de día. El clima modifica toda planificación. Recuerdan a artistas que han despuntado su carrera artística después del festival, su sueño es correr con la misma dicha. Una vez más, vuelven la incertidumbre y el miedo a no poder tocar.

“El Havana World Music ha sido un incentivo para trabajar juntos, es un momento de tensión donde dices: ʽasere, estoy a cien con mi grupo, estos son mis socios, esta es mi familia y este es el proyecto donde quiero estar’.

A los futuros concursantes del certamen, si les tuviera que dar un consejo, sería que no se distraigan con la producción del HWM. Traten de conceptualizar su proyecto. Lo importante que debe tener cualquier músico, entre al concurso o no, es tener un concepto, una filosofía de trabajo y una estética definida. Tenerlo todo claro. Construir propuestas sólidas

Una hora ha transcurrido. Durante 60 minutos interpretan todo su repertorio. Cierran un ciclo.

Portada del álbum La Ilusión. Diseño: Lia Santos.

Portada del álbum La ilusión. Diseño: Lia Santos.

La ilusión: el concepto unitario de una banda

Sin un local de ensayos, con una infraestructura de mercadotecnia mejorable y con el reto de compartir el tiempo entre distintas agrupaciones, crearon La ilusión, su primer fonograma musical.

Compuesto por 14 temas, el disco fue grabado en vivo y con público a puertas abiertas, el 23 de abril en el Museo de Bellas Artes. Actualmente, se encuentra en proceso de postproducción, edición y mezcla para su lanzamiento, previsto en 2022.

La ilusión ha servido para cerrar una etapa. En 2019 cuando hice la segunda conformación de la banda y no entramos al Havana World Music, el grupo se disolvió, tuvimos una falta de perspectiva como grupo, no sabíamos qué camino seguir”, relata Tobías.

¿Durante el proceso de grabación del disco, tuvieron que renunciar en algún momento a la calidad para crear un sonido comercial? 

Lachy: No, preferimos llegar a tres personas con el máximo de calidad que a una masa grande sin calidad. Al final, si el producto es bueno, llegará como sea. No queremos ser un boom, queremos trascender.

Tobías: No es que sacrifiquemos calidad en función del comercio. Nuestro objetivo es ser comercial, pero con calidad. Que el público escuche el disco y tres horas más tarde se quede con el ritmo de una canción. Tampoco pretendemos que este disco sea trascendental, sino que nuestra forma de hacer música deje una impronta en la cultura cubana y que, a partir de nuestro concepto y forma de concebir la calidad musical, otros proyectos empiecen a expandir su visión de lo que es la música comercial.

El arte da de todo, menos seguridad, Tobías lo tiene claro y no tiene que pensar demasiado para encontrar un calificativo para definirlo: un deporte de alto riesgo, eso es el arte”. 

Luego apunta: “Cada vez que tenemos una presentación nos tiramos en paracaídas. Los directores de cine pueden hacer un excelente cortometraje y no ir al cine el día del estreno, y así, no tener que ver las impresiones del espectador. Todas las expresiones artísticas son emocionantes, pero ninguna es tan cálida y arriesgada como la música, a excepción quizás, del teatro, y esta tiene la desventaja de no ser masiva. 

Entonces, cuando leo una crítica a un concierto o cantante en un medio de prensa, me pregunto quiénes son para emitir un criterio de ese tipo. Yo no quiero que nadie escriba bien o mal de mí, quiero únicamente hacer mi pincha. Ninguna opinión se ajusta a todo lo que está en la inspiración de un músico. Nada es equivalente a todos los meses de esfuerzo y de ensayo, de tener que decirle al músico no tengo para pagarte, pero te puedo dar almuerzo…

Algunos piensan que el arte que hacemos Los Monos y otras agrupaciones similares no es un arte comprometido porque tiene un fin comercial; eso es un error. Hay otros que piensan que el arte real tiene que ser crítico, raro, metido en una cajita; esa es simplemente la estética de un tipo de arte que ya tiene su marketing creado: el marketing del ʽarte raro’. No hay nada más fácil ahora mismo que vender arte contemporáneo.

Ser artista es difícil, ser productor es difícil, ser músico es difícil; todo en la música lo es. Las personas tienen que entender que esto no es un juego y lo hacemos a riesgo de morirnos de hambre, literalmente, de sacrificar mis veintitantos años por algo que puede no funcionar.

Dos horas y medias pasadas, le pregunto a Tobías si quiere agregar algo para terminar la entrevista:

—Sí, termínala con esto último, el arte no es un juego.

foto de avatar Daniela Dashiel Hija de Centro Habana. Aprendiz de Periodismo y experta en procrastinación. Más publicaciones

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