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Reseñas Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM

Diario de un melómano: La Trilogía de David Blanco

En un país tan marcado por el machismo, ningún músico que cuente historias de seducción y se mueva sensualmente en el escenario, escapa a que lo tildemos de creído y automáticamente nos caiga mal. Por esos mismos recelos pasé mucho tiempo sin querer saber nada del papirriqui ese que cantaba Mueve la pachanga o El despechao. Hasta que un día una amiga me puso una música que captó al momento mi atención: una mezcla de percusión caribeña con cantos y tambores tribales, con una trompeta cubana y una guitarra eléctrica que irrumpe en algún momento junto con una batería y efectos de programación pop. Resultó ser el intro de Parar el tiempo, otro de los temas famosos de aquel papirriqui. A partir de ahí comencé a desaprender tanto prejuicio inútil y descubrí una obra rica en géneros, fusiones y texturas que incluía, si no el mejor, uno de los mejores discos de pop-rock que se han hecho en Cuba: La evolución (Bis Music, 2008). Verlo en vivo supuso otra mandíbula caída. Sus conciertos son electrizantes, potentes, energéticos… David, que posee un sentido total del espectáculo, se echa al público en el bolsillo desde los primeros compases, convirtiéndose en una especie de gurú guiando un ritual religioso. Queriendo compartir mi experiencia traté de que amigos y amigas lo escucharan, pero fracasé la mayoría de las veces. Entonces se me ocurrió arrastrarlos a sus conciertos. Así, no pocos empezaron a seguirlo y todos reconocieron su calidad como músico e intérprete y su destreza como showman

El 30 de agosto pasado, David Blanco presentó en un concierto en el Pabellón Cuba su nuevo material: La Trilogía (Bis Music, 2019), un DVD con uno de los conciertos de presentación de su último álbum de estudio Vida Libre (Bis Music, 2017).

El título de La Trilogía hace referencia a que este es su tercer DVD, luego de La evolución: El concierto (Bis Music, 2010) y El nuevo mundo (Bis Music, 2014). Y es el primer desacierto que le encuentro a este trabajo, pues no logro entender la selección del nombre. Sí, es el tercer DVD de David Blanco con Bis Music, pero bajo esa lógica cabría suponer que el siguiente se llamará La tetralogía, ¿no? Tampoco hablamos de un set con los tres DVDs. Y, por último, no creo que la definición de trilogía aplique a estos tres materiales, pues no existe ningún tipo de continuidad o concepto que los aúne. Precisamente eso es una trilogía: tres obras más o menos independientes entre sí, pero que juntas conforman una unidad, ya sea narrativa o conceptual. Una trilogía es, por ejemplo, la que forman los discos Silvio (Ojalá, 1992), Rodríguez (Ojalá, 1994), y Domínguez (Ojalá, 1996), compuestos por canciones intimistas,utilizando la guitarra como único acompañamiento instrumental y con diseños similares.

En este DVD el diseño pasa con algunas penas y ninguna gloria. Es anticuado, a medio camino entre el retro futurismo y el diseño contemporáneo, con unos triángulos como obvia referencia al título. La autoría y el contenido del DVD es muy pobre: solamente trae las opciones de concierto completo o selección de temas. No tiene configuración de audio, ni extras, ni subtítulos. La duración del show no es excusa para ello pues la entrega anterior, El nuevo mundo, trae un concierto más largo y, como extras, tres videoclips y un making of, además de configuraciones de audio estéreo y envolvente. 

Como decía al principio, las actuaciones de David suelen ser emocionantes, y este caso no escapa a ello. Al igual que el álbum que se presentaba, la mayoría de los arreglos están influenciados por esa bomba de disco que supuso el Random Access Memories (Columbia Records, 2013) de Daft Punk, en el cual el dúo francés rescata la esencia de la música disco de los 70 y los 80 para devolverla con un sonido actualizado. No por esto el concierto deja de tener la mixtura típica de David Blanco y así, al lado del funk, la disco y la new wave típicas de esos años, encontramos reggae, cha-cha-chá, rumba y son. 

Portada del DVD La Trilogía, de David Blanco (Bis Music, 2019).

Portada del DVD La Trilogía, de David Blanco (Bis Music, 2019).

En relación con su dramaturgia, el concierto está muy bien armado, y los cambios emocionales y de intensidad fluyen suavemente, no solo al pasar de una canción a la otra, sino también dentro de una misma canción. Un ejemplo de esto es Solos en la oscuridad, para mí de los mejores momentos del material, tanto por el arreglo y la ejecución como por el acertado juego de luces. 

Paradójicamente donde más falla el espectáculo es en los temas a los que David convidó refuerzos. El único que resulta ciertamente interesante es Mayito Rivera en Alucinado; un corte de dance music extraído de Vida Libre. Cerca del final de la interpretación, la base rítmica se transforma en un tumbao de guaguancó mientras teclado, guitarra y bajo mantienen la línea melódica dance del tema original, logrando una simbiosis perfecta entre estos géneros tan dispares. Todo esto sazonado con la exquisita voz sonera y los dotes de improvisación de Mayito. Tanya, invitada en Sueños de ángeles, abusa en su interpretación del vibrato alejándose notablemente (y para mal) de la grabación original, y termina echando por tierra esta balada mid-tempo incluida en Vida Libre. Adrián Berazaín es el invitado en esa suerte de himno pop que es La tierra prometida. Su actuación se limita a un solo de armónica que dura el grueso de la canción, solo que, después de tres minutos, se hace tedioso. Para rematar, hacia el final del tema se establece un diálogo de armónicas entre David y Adrián que se alarga hasta el aburrimiento. Cerrar con Conga final hubiera sido un acierto de no ser por la actuación del invitado Paulo FG, quien despachó una pobre actuación con improvisaciones sosas y vacías de gracia, musicalidad y creatividad.

El concierto, con sus altos y bajos, podemos calificarlo de bueno, pero no sucede igual con el registro audiovisual del mismo. Uno de los primeros errores en saltar a la vista son las notables diferencias de imagen que existen entre las cámaras utilizadas; esto hace que, en un mismo instante y bajo una misma iluminación, David se vea desde un ángulo amarillo, desde otro rosado, y desde un tercero verdoso. Es muy probable que se hayan utilizado distintos modelos de cámaras, pero esto no justifica la falta de unidad entre las imágenes. Para empezar, las cámaras digitales modernas tienen muchísimas configuraciones y ajustes de color, mediante los cuales se puede lograr que distintos modelos produzcan paletas cromáticas similares. Pero aun con un buen ajuste y utilizando equipos iguales existen procesos obligados como la corrección de color o la postproducción de imagen, que persiguen alcanzar una armonía entre cada fuente de video y utilizar efectos para lograr una estética específica. La Trilogía, me atrevo a asegurar, no pasó por las manos de un corrector de color. 

Por otro lado, la dirección de fotografía resulta insulsa; (al menos) siete cámaras fijas, dos grúas, dos GoPro, un dolly y una cámara en mano encima del escenario no lograron transmitir eficientemente las vibras de este concierto. Aquí no hubo planificación de movimientos de cámara, ni planos interesantes, ni empleo de recursos fotográficos; podría decir que los camarógrafos trabajaron en piloto automático. Y esto es grave, porque en un concierto grabado la dirección de fotografía es la principal encargada de conectarte con lo que sucedió allí, con las dinámicas de las canciones, con las emociones que vivió el público… Esto, además, influye grandemente en la edición, que muy poco puede hacer cuando se la alimenta con un esquema de filmación tan básico. Las cámaras en el escenario te permiten experimentar el concierto desde una perspectiva que casi nunca tenemos, por lo cual son, probablemente, las tomas que más se disfrutan al ver un concierto grabado. Y, sin embargo, aquí queda totalmente subutilizada, limitándose a grabar al baterista y a la percusionista. Un ejemplo magistral del poder de la fotografía de conciertos es el DVD Ofertório (Universal Music, 2018) de Caetano Veloso y sus hijos. Un trabajo tan meticuloso que se nota que los camarógrafos ensayaron cada movimiento y pase de foco tanto como los músicos sus canciones. Pero sin necesidad de ir hasta Brasil, La evolución: El concierto echa mano a muchísimos recursos y podemos ver zooms, cámaras en el público, en el escenario, cámaras lentas, blanco y negro, barridos… Puede que muchos de estos se vean hoy cheos y anticuados, pero al menos funcionan a la hora de transmitir la energía de aquel concierto.

La grabación del audio corrió mejor suerte que la de las imágenes. Los instrumentos se escuchan bastante nítidos, fundamentalmente en las canciones más relajadas. Esto se agradece sobre todo al poder percibir claramente detalles de las programaciones, tan importantes en las canciones de Vida Libre. Sin embargo, el volumen de la audiencia me parece demasiado bajo. Cuando se graba un disco en vivo muchas veces el artista quiere agregar a su música ese instrumento tan impredecible y caótico como lo es el público. Y al consumir un concierto grabado es importante escucharlo (y no solamente en el tradicional momento en que el artista hace el silencio y cede el micrófono a la audiencia), porque somos seres sociales y siempre se genera empatía al presenciar un espectáculo en compañía de otras personas (aun siendo, como en este caso, una compañía virtual). Ese sentir las reacciones o las emociones del otro sugestiona tremendamente nuestra percepción del espectáculo en sí. 

Lo dicho, este material es un DVD y nada más. Es decir, no incluye un CD con el concierto o al menos una parte de este. No sé por qué en Cuba hay una tendencia a la publicación de DVDs sin una contraparte en audio: 4 Décadas (Abdala, 2018) de Síntesis; De Revé a Van Van: Dos leyendas (Egrem, 2018), Italuba Big Band (Bis Music, 2018) de Horacio El Negro Hernández, por solo citar algunos ejemplos de distintas casas discográficas, han sido producciones que han optado por este formato, a pesar de no ser tan popular. Basta echar una mirada a los estándares de certificaciones de venta para poder verlo: en Estados Unidos la RIAA establece que un álbum y un sencillo se certifican como discos de oro al alcanzar 500 000 copias vendidas, mientras que los DVDs obtienen el mismo certificado con tan solo llegar a las 50 000 copias. Entonces, cabe preguntarse, ¿por qué no incluir un CD con el audio, como en La evolución: El concierto? Incluso muchos documentales musicales son acompañados por un CD, como el Pearl Jam Twenty (Columbia Records, 2011). Al fin y al cabo hablamos de música, y escuchar un álbum en vivo es algo que podemos hacer decenas de veces, pero sentarnos durante dos horas a ver un material de este tipo, no tanto. Y en este caso específico se hace doblemente triste la ausencia del CD, puesto que el audiovisual no es atractivo pero la mayoría de las interpretaciones sí lo son.

Entonces, La Trilogía no es un trabajo que le recomendaría a quien no conoce a David Blanco. Bueno, tampoco al que lo conoce, pues como producto audiovisual resulta mediocre. Y más lamentable resulta que estas críticas bien pueden aplicarse a muchos de los DVDs que se han lanzado en los últimos años en nuestro país. Los músicos y productores deberían velar por esto con rigurosidad extrema. Primero, porque se trata del registro de un concierto para el que, casi seguro, trabajaron duramente, desde la selección de temas y sus arreglos hasta la concepción del show y todas las coordinaciones logísticas necesarias. Segundo, porque estos proyectos son, por lo general, costosos, y si se está invirtiendo un gran presupuesto en medio de la situación económica que tienen las disqueras cubanas hoy, hay que garantizar que el producto final tenga la mejor calidad en todos sus aspectos, y que no sean asumidos con palpables vagancias creativas. 

 

Track list:

  1. Locos por la música (Autor: David Blanco)
  2. Solo te quiero a ti (Autores: David y Ernesto Blanco)
  3. Donde más nos duele (Autor: David Blanco)
  4. Una y otra vez (Autor: David Blanco)
  5. Solo en la oscuridad (Autores: David y Ernesto Blanco)
  6. I belong to you (Autor: David Blanco)
  7. Tu recuerdo (Autor: David Blanco)
  8. Dancing over me (Autor: David Blanco)
  9. Alucinado (Autor: David Blanco)
  10. Tu rastro (Autor: David Blanco, Invitado: Mayito Rivera) 
  11. Liberación (Autores: David y Yamil Reyes, Invitado: Orland Marx) 
  12. Adrenalina (Autores: David y Ernesto Blanco, Invitado: Ernesto Blanco) 
  13. Como el avestruz (Autor: David Blanco)
  14. De mí (Autor: Charly García, Invitado: X Alfonso) 
  15. Parar el tiempo (Autores: David y Ernesto Blanco)
  16. La tierra prometida (Autor: David Blanco, Invitado: Adrián Berazaín) 
  17. Sueños de ángeles (Autores: David y Ernesto Blanco, Invitada: Tanya) 
  18. Lánzate (Autores: David y Ernesto Blanco)
  19. Mueve la pachanga (Autor: David Blanco, Invitados: Qva Libre) 
  20. La evolución (Autores: David y Ernesto Blanco)
  21. Opatereo (Autor: Carlos Alfonso, Invitado: Carlos Alfonso y Ele Valdés) 
  22. Conga loca (Autor: David Blanco, Invitados: Carlos Alfonso, Ele Valdés y Paulo FG) 

 

Músicos de la banda:

David Blanco: Voz líder, piano, teclados, guitarra eléctrica, guitarra acústica, armónica y trompeta.
Ronny Blanco: Guitarra eléctrica y coros.
Yaimi Karell: Percusión y teclado.
Andy Gamez: Batería.
Mariel Rivas: Bajo y coros.

Iván Egued Iván Egüed Melómano coleccionista. Ingeniero automático y otros disparates. Niño empedernido. Adicto a la guanábana. Siempre Feliúz, nunca inFeliúz. A veces con los pies sobre la tierra... Más publicaciones

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