
La música entre Cuba y Estados Unidos en 2017
A comienzos de 2016 era titular común las posibilidades que propiciaría el “deshielo” entre Cuba y Estados Unidos para el desarrollo del turismo y el intercambio cultural.
En los dos años que siguieron al 17 de diciembre del 2014 sobrevino un periodo de señales de ambos lados: se reabrieron las embajadas en los dos países, Barack Obama visitó Cuba, se flexibilizaron las condiciones para que los estadounidenses pudieran viajar a la Isla, se restablecieron los vuelos directos desde diversas ciudades, se levantaron ciertas restricciones para que los estadounidenses de origen cubano pudieran viajar y enviar remesas monetarias a sus familias en Cuba, se puso fin a la política “pies mojados-pies secos” y se eliminó a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
El relativo acercamiento de unos estados enemistados durante medio siglo, resultado de negociaciones de alta política entre los gobernantes Obama y Raúl Castro, parecía el caldo de cultivo ideal para que la música, esa embajadora plenipotenciaria prejubilada en los años de la Guerra Fría, se reinstalara en el avión para volver a acercar a potencias musicales de distinto tamaño y desarrollo con una larga historia de interinfluencias.
En abril de 2016 autoridades culturales de la Smithsonian Institution y del Ministerio de Cultura de Cuba daban a conocer una declaración conjunta, publicada bajo el rubro de Joint Statement of the Smithsonian Institution and the Cuban National Council of Cultural Heritage, que comenzaba con esta afirmación: “Los pueblos de Cuba y los Estados Unidos y sus instituciones comparten un fuerte compromiso de ampliar los límites del conocimiento y la apreciación de nuestra historia, arte y cultura”. En ese mismo documento, suscrito por la parte cubana por Gladys Collazo, Directora del Consejo Nacional de Patrimonio, adscrito al MINCULT, se anunciaba que ambas partes estaban trabajando para “presentar la cultura cubana en el Festival Smithsonian Folklife 2017”.
En la misma dirección, otros importantes centros culturales y eventos estadounidenses organizaban para 2017 homenajes a la cultura, especialmente a la música, de la mayor de las Antillas. El New Orleans Jazz & Heritage Festival programaba para mayo, junto a Steve Wonder, Maroon 5, Alabama Shakes, Kings of Leon, Dave Mathews Band, Usher y Preservation Hall Jazz Band, conciertos de Los Van Van, Chucho Valdés, Gente de Zona, Pitbull, Telmary y Habana Sana, Adonis y Osaín del Monte, el Septeto Santiaguero, Daymé Arocena y hasta La Conga de los Hoyos.

Bobby Carcasses en la celebración del Día Internacional del Jazz en La-Habana Cuba. Foto: Alba León.
L.A. Music Center intentaba no ser menos y organizaba para noviembre y diciembre el desembarco en Los Ángeles de Pancho Amat y su Cabildo del Son, Telmary y Yissy García & Bandancha, quienes además de protagonizar musicalmente el espacio CUBA: Then, Now dentro del mega evento Pacific Standard Time L.A/L.A, ofrecerían charlas sobre cómo se vive el día a día de los músicos en Cuba.
El flujo de artistas en una y otra dirección fue notable durante el año 2017. A las ya habituales excursiones musicales de artistas cubanos como Chucho Valdés, Afrocuban All Star, Buena Vista Social Club y Omar Sosa, se sumaron grandes giras de Alexander Abreu y Havana D’ Primera (quienes en mayo tocaron en Florida, New York, Washington, Oregon, California y Nevada) y de Los Van Van, que en agosto cubrieron un circuito similar.
Importantes agencias de representación artísticas como IMN, The Kurland Agency y Magnus Media incluyeron en sus catálogos a nuevos artistas cubanos residentes en la Isla, aprovechando los orificios que las medidas tomadas por el gobierno de Obama hicieron en la vieja Ley del Embargo (Trading with the Enemy Act) y sus regulaciones complementarias enfocadas a Cuba. Específicamente, IMN incluyó en su roster a Dayme Arocena, quien giró por New York, Louisiana, Illinois, California, Maryland y Pennsylvania durante abril, mayo y junio. The Kurkland Agency es responsable en buena medida de las excelentes críticas recibida por Harold López Nussa ante públicos de Puerto Rico, California, New York, Florida, Oklahoma, Colorado, Missouri, Maryland, Massachusset y California. Gente de Zona, ya prácticamente afincados al Norte desde 2014, realizaba en 2017 su primera gran gira por la Unión. Entre agosto y septiembre pusieron a perrear a Louisiana, North Carolina, Connecticut, District of Columbia, New York, Wisconsin, Illinois, Kentucky, Florida, Texas, California y Nevada.
El 10 de septiembre Silvio Rodríguez se presentó con su banda en el Summer Stage, en el Central Park de Nueva York. El Director Ejecutivo de la Fundación City Park lo presentó así: “Rodríguez es uno de los más grandes cantautores de América Latina y estamos orgullosos de ofrecer a los newyorkinos esta rara oportunidad de verlo tocar bajo las estrellas”. Silvio había actuado por primera vez en los Estados Unidos en el año 2010.
Ópera de la Calle, que dirige el barítono Ulises Aquino, comenzó este año también una fructífera colaboración con el Music Theatre-Group de Nueva York. Y la Preservation Hall Jazz Band volvió a enamorar (y a enamorarse de) La Habana.
Como espaldarazo institucional, la UNESCO decidió celebrar el Día Mundial del Jazz —anteriormente realizado en la Casa Blanca— en La Habana, para lo cual desembarcó un line up de lujo que durante una semana se paseó por instituciones culturales de la Isla, impartió charlas y talleres a jóvenes estudiantes e intercambió musicalmente con algunos de los más relevantes artistas cubanos del género. Como colofón, el día 30 de abril del 2017, el restaurado teatro capitalino Alicia Alonso fue testigo de un concierto histórico con más de 40 músicos, de ellos una docena de norteamericanos y unos 20 cubanos, bajo la dirección artística de Herbie Hancock y Chucho Valdés, y con John Beasley y Emilio Vega como codirectores musicales.
En medio de la euforia del reencuentro, la prestigiosa Berklee College of Music, cuyo Departamento de Producción Musical e Ingeniería del Sonido había estado presente con un Taller de Producción Musical organizado en el marco del evento AM-PM “América por su Música” en junio, soñaba con organizar en Cuba en 2018 una suerte de experiencia estudiantil de primera mano para sus alumnos de grado, trayéndolos durante una semana a grabar música cubana en los estudios EGREM y a vivir de cerca la vida musical habanera.
Pero Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados Unidos –que estrenó mandato el 20 de enero de 2017–, no comparte el entusiasmo por el intercambio cultural entre los artistas y pueblos de las dos orillas. En el mes de junio adoptó una serie de medidas que incluían la imposibilidad expresa de alojarse los ciudadanos norteamericanos en un grupo de hoteles propiedad del Estado cubano y la recomendación de no viajar a Cuba, lo cual puso el pie en el freno de muchos de estos planes.
La parte cubana, descolocada y al parecer sin señas claras ante la nueva actitud agresiva del magnate Trump, paralizó las conversaciones con el Smithsonian, al punto de que la institución estadounidense se vio obligada a anunciar la cancelación de sus planes.
Berklee College of Music canceló la semana de programa académico en La Habana por recomendación de sus abogados. Se detuvo un programa de conciertos de importantes figuras de la música estadounidense que planeaban viajar a Cuba con un grupo de sus fanáticos norteamericanos para vivir el concepto de experiencia única, de la que ya habían sido pioneros Ben Folds y Rufus Waingright. De aquí para allá se suspendieron giras como la segunda de Daymé Arocena, prevista para fines de año.
Como para aumentar las dificultades, más adelante en el año Estados Unidos redujo al mínimo su actividad consular en la Isla y anunció que para solicitar y obtener visado de casi cualquier índole (incluyendo el preceptivo P1 para actuaciones musicales) los cubanos tendrían que trasladarse previamente a un tercer país y tener una entrevista con las autoridades consulares norteamericanas en dicho territorio.
Ante tan enrarecida y confusa situación, no obstante, algunos siguieron adelante con sus proyectos de intercambio y así, a pesar de todos los sustos, el John F. Kennedy Center for the Performing Arts anunció una maratónica jornada de dos semanas llamada Artes de Cuba en mayo del 2018 con más de cien músicos y casi trescientos artistas cubanos en total.
A nivel más local, Miami se ha ido convirtiendo en un escenario natural de nuestros músicos urbanos y su plataforma de lanzamiento, especialmente para los géneros de moda. Los conciertos llamados CUBATONAZO y organizados por la emisora Ritmo 95.7 (fundada en 2016, asociada a Spanish Broadcasting System, SBS, conglomerado radiofónico de Estados Unidos centrado en el público hispano) consiguen audiencias relativamente amplias compuestas mayormente por cubanos y latinos. Por su parte, Fundarte y Miami Light Project organizan con éxito hace ya varios años el Global Cuban Fest, con artistas cubanos de calidad radicados en ambas orillas. Programas académicos de intercambio musical como Horns to Cuba siguen sus andaduras y se fortalecen.
Por acá deseamos que las instituciones musicales cubanas, en lugar de convertirse en aliados involuntarios de la política de Trump, apoyen cualquier iniciativa interesante que consiga continuar haciendo caminos culturales de ida y vuelta. Y ojalá que estos pasos no necesariamente terminen por llevar a nuestros artistas y al patrimonio musical cubano a caer en brazos de las voraces multinacionales de la industria musical, en tiempos en que ser independientes es casi, casi, la única forma de ser en la música.