
La feria de los tontos / Carlos Varela ft. Sweet Lizzy Project
Carlos Varela sabe perfectamente cómo volver una canción un himno: ya lo hizo antes, y sabe cómo funciona. Luego de lo que se puede decir que fue su obra maestra (al menos en cuanto a producción musical), No es el fin, y del modesto éxito de su último álbum El Grito Mudo, el autor de Guillermo Tell y Siete, nos devuelve a la nostalgia con La feria de los tontos, un single que rescata el lado más rockero del cantautor, que se acompaña de, en efecto, una banda de rock que ya tiene su recorrido. Aunque Sweet Lizzy Project (SLP) lleva muchos menos años que Varela en la escena alternativa, tienen una fuerza y un estilo único que no pasan inadvertidos, principalmente el talento de su vocalista. Estamos ante un dueto entre dos aparentemente distintas propuestas, una dupla de experiencia y juventud, magia y armadura, como en los videojuegos de RPG.
El viernes 3 de diciembre lanzaron la canción en todas las plataformas, y su aceptación se está haciendo notar tempranamente. En ella vemos un retorno de Varela a sus años dorados de El leñador y Robinson y a SLP pues… siendo el SLP que tanto hizo temblar el piso de los escenarios cubanos, primeramente como una banda de covers, aunque con rasgos que los diferenciaban del resto, y luego con un repertorio propio, aunque no tan mediático (en la isla, al menos, llevan unos años radicados en USA). Pura nostalgia ochentera.
No es la primera vez que se escucha una analogía entre un circo y la sociedad cubana, es algo que está en el imaginario -como dijera Erdwin Fernández «este país en un circo». Se trata de la idea de la feria, de lo que se vende, y de «los tontos» o crédulos, que no son más que el público que se traga el espectáculo, como una metáfora poderosa para contar una sátira social, una historia inmediata que le sirve el sayón y se lo pone. «Vengan, vengan» invitan al circo, donde todo no es lo que parece. ¿Quiénes son los visitantes? ¿son turistas? Lo dejo a consideración de cada cual, yo solo voy a analizar un par de aspectos musicales, voy por partes…
Es larga para los estándares de una canción comercial de pop rock, dura 05:09 min. Está en Bb menor (Si bemol menor), y tal vez se pregunten por qué en ese tono y no en uno más convencional. Especulo: la tonalidad de Bb menor en la música clásica siempre se ha relacionado con la muerte, de ahí que la Marcha Fúnebre de Chopin, de su Sonata para piano Nº2, esté en ese tono; sea o no casualidad, considero un acierto que se hayan decantado por ese color tímbrico. El beat de la batería es constante en 4/4, el golpe de «bombo-bombo-caja», (o dos negras y una blanca) le dan al tema un ritmo similar al del hip-hop; es bailable, o al menos «saltable», y es otro acierto. La armonía tiene una secuencia de acordes también invariable, casi obstinada, con riff suaves con algunos momentos de intensidad, que recuerdan un poco el estilo de la Dave Matthews Band (Varela de hecho ha compartido escenarios con Dave Matthews). La voz de Lizzy se siente en un segundo plano casi toda la canción, salvo algún que otro momento destacable. Tal vez no destaque demasiado, para mi gusto pudo participar más, no obstante, hace un colchón armónico agradable con el contrapunto que logra sobre la rasgada voz de Varela, con la melodía a distancias de 3ras.
Como preámbulo del clímax se escucha la estrofa «Son tan mentirosos (sib-fa-mib-reb-do-lab) jugando al acoso (sib-fa-mib-reb-do-lab), pero la tristeza (sib-fa-mib-reb-do-lab) no se esconde con cerveza (solb-sib-reb-sib-fa-la-do-fa)»; ahí la melodía cambia, te va preparando para lo que viene, hasta que rompe (atención) en el min 03:56: El Estribillo. Sí, como lo oyen, cuando pensabas que ya se iba a acabar la canción…
«Tú sabes que no fuimos, ni somos, tramposos. Sólo un poco hippies, nada peligrosos, ni tu tragafuegos ni tus dos leones nos van a callar, cabrones».
La palabrota, el insulto, la defensa ante el «dedo puesto». Se me parece un poco a aquel grito de «¡Viva México, cabrones!», utilizado en la canción de Molotov Gimme the power, y es que precisamente hasta tienen un arreglo parecido en cuanto a factura. Sea influencia directa o no, el efecto es el mismo, te llenan las ansias de corearla en un concierto, de sentirte libre; en ese momento es que la canción llega al pecho y sientes que valió la pena.
Un amigo me decía que le parecía un Patria y Vida para frikis. Sin entrar en comparaciones absurdas, La feria de los tontos quizás no llegue al gran público cubano como la condecorada con el Grammy Latino, pero capta la esencia de lo que es hacer una canción efectiva dentro de un mercado dominado por lo urbano, dirigido a un país donde el rock tiene una voz pequeña y un corazón grande. Espero que no sea el fin.
¿Este tema les recuerda al leñador y a Robinson? Pues a mí también, pero no en el buen sentido. De Robinson a esta canción no lo separan 30 años sino 1000 años LUZ. Lo único aceptable de esta «crítica» es cuando dicen que es como el «Patria y vida»…