
En la corte del freestyle cubano
En una noche la Carpa se convirtió en coliseo. Aún de día comenzó a llegar el público, emocionado por las campañas anteriores y el fuego cruzado de rimas y cadencias que harían derribar al contrincante o encolerizarlo más. La incertidumbre del ganador no importaba, todos fueron a celebrar el juego y la habilidad de los contendientes: el freestyle cubano otra vez se alzaría poderoso delante de sus aficionados. Es una noche de julio, y tiene lugar la quinta jornada de una primera temporada de Kingdom League, las contiendas de freestyle organizadas por Genesfree que desde 2021 no han dejado de crecer en expectativas y calidad del espectáculo.
El freestyle es un subgénero del rap basado en la batalla de improvisación lírica entre dos o más freestylers. Dentro de Cuba es un fenómeno en crecimiento que en los años recientes sufrió el golpe de la pandemia por las exigencias del aislamiento, pero rápidamente recuperó su fuerza en la medida en que se fue normalizando el país. Y es que su zona vital es el espacio público, los parques, y la complicidad de sus aficionados y practicantes que, autogestión mediante, han logrado multiplicar este movimiento por toda la Isla.
A la entrada de la carpa del Circo Nacional, ubicada en el antiguo Coney Island, un público ansioso rodeaba el escenario todavía desierto, animado por las pistas del DJ. Haces de luces, de cualquier color, completaban las gradas de los espectadores tranquilos, de algunos que aparecieron por allí sin haber ido nunca a una contienda similar. El local era una algarabía de sombras apretadas contra la arena musical, que parecía no encenderse nunca.
En ese escenario, Kingdom League ha surgido como un evento en busca de la profesionalización del freestyle cubano, donde se agrupan los mejores improvisadores del país. Detrás de la liga está Genesfree, un proyecto musical y audiovisual, encabezado por el productor Pedro Luis Díaz, que aspira a maximizar el reconocimiento del freestyle y la cultura hip hop en general dentro de Cuba.
Con un formato ligero, cada batalla en esta liga se compone de cuatro momentos: “Minuto de Palabras” —proyección de cuatro palabras a emplear en 60 segundos—, “Temática” —dos temas, cuatro compases cada uno, con ida y vuelta—, “Minuto de Sangre” —o lo que es lo mismo: de libre improvisación— y un “4×4” clásico —cada freestyler debe lanzar cuatro versos y su rival responder de la misma manera—. Un jurado, seleccionado entre aficionados de probada confianza y justa apreciación, elige a los ganadores de cada enfrentamiento.
Arrancaron las presentaciones (DRC, Fuky, Jaydi, Black, Chaplin, Zurdo, Vlady, más la actuación del grupo de breakdance Noone) y el público se levantó como si cada improvisador fuera su favorito. Música de guerra, el aire denso por los gritos, los aplausos, la luz pesada que se mueve. Todas las expectativas hirviendo delante de la escena y ni una sola certeza entre los rivales.
Aún faltan otras dos jornadas por desarrollarse y dejar concluida esta edición que ha reunido a freestylers de La Habana y sus provincias aledañas. Los organizadores de la Kingdom League aspiran a expandir la participación geográfica de los improvisadores en la próxima temporada, asegurando el ascenso a la liga mediante competiciones en escenas más underground.
El 22 de julio, la noche comenzó a arder un poco tarde, pero el hip hop le puso nombre. Cada verso improvisado que estalló, cada réplica, los puños alzados, la contorsión de los bailarines, el espíritu de los presentes, todo parecía decir: Kingdom League.