
grllxs / Abel Lescay
En algún momento del 2021, Abel Lescay empezó a ir al bosque a cantarle a la luna, hasta que esta comenzó a sacar el canto en él. De esos viajes salieron las obras de su álbum debut en solitario, grabadas gracias a una campaña de crowdfunding a través de la plataforma Verkami, y cuyas recompensas oscilaban entre agradecimientos en redes sociales hasta instrumentos de viento hechos personalmente por Abel y Dayron Li, colaborador del fonograma.
Abel se ríe cuando le pregunto cómo se pronuncia el título del disco; me dice que así se debe decir “grillos” en su lenguaje. Y, aunque no venga al caso, me resultó curioso que nombrara de esa manera a este material que habla desde lo más honesto y, que si bien no tiene como intención confrontar, sí pudiera lograr la recepción conflictuada de aquel que no se permite a sí mismo ser tan libre.
Partiendo de la idea de John Coltrane de cambiar la realidad a través de vibraciones musicales, Lescay logra un álbum orgánico; lo que me lleva a la reflexión de si todo lo orgánico es también conflictivo, directo y —en principio— extraño, pues mi primera sensación fue no saber qué hacer con esta música, a la vez que notaba que todo lo que escuchaba estaba donde tenía que estar.
Lo que en verdad importa en grllxs es la creación de un espacio sonoro que se intuye aunque no se entienda a la primera, y que nos envuelve en las frecuencias de “lo natural”. El concepto, en este caso, no define la narrativa de su contenido lírico, sino la sonoridad y el espacio que ambienta Lescay a lo largo de esta obra. Cada una de las seis canciones que completan este trabajo tiene su esencia individual, pero también es parte de un todo coherente e integrado que atraviesa el álbum, tanto en tono, como en producción e intención.
Anairó está llena de pasajes sonoros singulares. La interpretación vocal se queda en un lugar lejano a mi gusto, pero las texturas, la melodía principal (el loop del piano), la flauta y los sonidos ambientales se compensan y hacen que este tema valga los minutos de escucha.
Awa es una bossa polirrítmica, guiada, principalmente, por la guitarra; una experiencia sensorial con una paleta sonora bien rica, alimentada por onomatopeyas que parecen inspiradas en el canto de las aves, detalle estético recurrente en todo grllxs. Este es, sin dudas, mi track favorito del disco.
Grillos es un envolvente pasaje ambiental donde el canto de Lescay por instantes me recuerda a Fito Páez (específicamente hacia el minuto 1:20), y es lógico, pues el argentino es una pieza clave de su imaginario artístico. Su intención narrativa, guiada por sonidos ambientales incidentales, incorpora y espacia elementos a placer, potenciando el dinamismo de la pista, y convirtiéndola en una de las más etéreas e inmersivas del álbum.
Bailarini, o “el tumpa-tumba de los grillos”, es un reguetón irónico. Más que una canción, me parece una burla dirigida hacia el contenido “lírico” de ese género y de parte de la música bailable —o puede ser Abel simplemente dando chucho—. De aquí amo la flauta, nuevamente, y los sonidos de grillos que ambientan y se intensifican a lo largo del tema. Me llega a fundir la letra y la manera en que Abel la canta, pero creo que ese era el point. Confieso, por lo bajito, que tengo miedo de que se me pegue esa parte de la letra que reza: ella me miró intensamente, como una lagartija.
Autorretrato comienza como una meditación guiada hacia la introspección. Abel —a modo de declamación, entre trompetas y percusiones — narra su experiencia humana y, al percibirse a sí mismo, se declara espejo del entorno que lo habita. Entre las montañas soy como el reflejo, y por las ciudades soy como el reflejo, podrido, humo, negro.
Libérense es la declaración de quien no tiene miedo a decir que no cree en aquello que es deshonesto. Hablar sobre este tema es prácticamente innecesario; invito a escuchar la canción que se explica por sí sola y deja poco que agregar. Incluye grabaciones que, presumo, datan de un 11 de julio de 2021.
Creo que Abel buscaba con este álbum replicar esos momentos específicos donde la naturaleza lo rodea y las piedras, al igual que él, son iluminadas por aquella luna de la que hablaba al principio. Tuvo la lucidez suficiente para definir sus prioridades: ser honesto e intentar llegar a todo aquel que necesite liberarse, de sí mismo, de sus ataduras o de alguna situación que lo oprime. No es una tarea particularmente sencilla para una ópera prima, y aunque no sea perfecta, siento que es un buen punto de partida.