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Artículos Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista. Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

Fluye la música en Wilma Alba Cal

Era poco más de las siete de la tarde de un día de mayo de 2015. Un día húmedo, como es habitual en los campos del Isa. Setenta músicos, incluyéndome, tocábamos sin pausa para el pequeño público que escuchaba, mientras recorría cada cubículo de las ruinas en la ciudad de las artes. Los ladrillos fríos de ese “gusano”—figura que recrea la edificación— alumbrado con focos de una luz tenue y amarilla, el silencio y la nerviosa ilusión convertían a aquel lugar en el sitio perfecto para hacer sonar el arte puro y experimental.

En casi una hora de música se interpretaron varias partituras, algunas de ellas escritas por la compositora, arreglista y profesora de coro en nivel medio, Wilma Alba Cal. La música, diría la maestra, fue “especialmente creada para ser tocada en la pieza”; más que música fue “una pieza sonora”. Allí sonó el jazz, la rumba, un cuarteto clásico de cuerdas, la trova, la música contemporánea. Las ruinas sonaron a ella.

Días antes, Wilma llegó ante nosotros —sus alumnos— con la propuesta de aquel concierto que buscaba reunir a varios músicos de la escuela y de los demás conservatorios. Con pentagrama y lápiz en mano, gestó, ensayo tras ensayo, aquella performance que congenió la sonoridad del ritual afrocubano de los tambores batá con la elegancia de tres trompetas que tuvieron a su cargo la introducción de la puesta y que, a modo de pregunta y respuesta, enlazaron a los demás músicos desde los extremos de la olvidada construcción.

Aquella presentación, bautizada como Ensayo sobre lo fluido, que se realizó en el contexto de la XII Bienal de La Habana, quedó en la memoria colectiva de toda mi generación. Desde entonces, somos alumnos orgullosos de una artista completa, cuyas ideas trajeron aire fresco a la composición cubana contemporánea con esa sonoridad signada por una identidad cultural arraigada.

Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

Wilma Alba Cal en sus clases del Isa. Foto: Cortesía de la artista.

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Con solo 33 años, Wilma tiene compuestas cerca de 50 obras entre piezas corales, para solistas, de cámara, orquesta, electroacústica, para audiovisuales, cine y teatro. Su musa la lleva, además de por los caminos de la creación, a realizar otros procesos como arreglar, versionar y orquestar.

Su historia comenzó un 16 de mayo de 1988 en el hospital materno de Guanabacoa, localidad donde nació y echó raíces. Pero su incursión en la música empezó en casa, en el antiguo piano de su abuela paterna y en las descargas aficionadas de trova que, guitarra mediante, improvisaba su padre. Las partituras de Chopin y las canciones de Silvio fueron un impulso directo y, tiempo después, parte de su imaginario sonoro.

Un día, Wilma decidió —entre caminatas, juegos, amigos, familia— estudiar en una escuela de arte. En 1997 se presentó a las pruebas de actitud y al año siguiente inició sus estudios musicales, en el perfil de Canto Coral, en el Conservatorio Guillermo Tomás de la histórica villa que vio nacer a Bola de Nieve, Rita Montaner y Ernesto Lecuona. La vida del músico es como un viaje en tren: si lo coges en la terminal adecuada este termina convirtiéndose en una nave espacial que puede llegar a los universos más lejanos e incalculables. Bajo la guía de la maestra Corina Campos, directora del coro de cámara Vocal Leo, Wilma recorrió sus nueve años de formación musical primaria, secundaria y nivel medio. En la escuela incursionó como cantante en el proyecto de música popular La Charanga, del maestro Ignacio Poey; y como arreglista trabajó la estética coral, el son, la tradición trovadoresca y otras músicas del mundo. La joven Wilma se dejó seducir por la samba, los chorus, la bossa nova, por las fuertes voces rockeras y souleras que fueron influencia directa para la música cubana. Su creación fue conformándose con ellas, pero también bebiendo del filin y del jazz cubano de los ’90 y principios de los 2000. De aquellos años surgieron los arreglos vocales de Mi ayer, de Ñico Rojas; o Samba de Orly, de Chico Buarque, concebidos especialmente para el ensemble de voces femeninas al que perteneció: Numen.

“Numen fue un octeto vocal que creé en tercer año de nivel medio con el objetivo de poder sonar algunos de los arreglos para formatos femeninos que iba concibiendo. [Gracias a él] tuve las primeras experiencias en un estudio de televisión, en un programa que ponían el sábado en horario estelar, Para no salir de casa, y en un estudio de grabación, en un espacio que nos cedió José Luis Cortés, El Tosco. La mitad de las integrantes eran flautistas y el resto estudiantes de Dirección Coral. Fue muy bueno; teníamos muchos deseos de hacer, a pesar de que en aquel momento el horario de clases era muy cargado”.

En febrero de 2007, Wilma se graduó y desde la Universidad de las Artes (Isa) comenzó a abrirse caminos. El maestro y compositor Juan Piñera la acompañó y, durante cinco años, la composición fue su foco creativo, insertándose en el ámbito contemporáneo de la música de concierto. Las noches interminables, los viajes “interprovinciales” de Guanabacoa a Playa, las tardes experimentales en los talleres de composición de la alfombrada aula del Estudio de Música Electroacústica y por Computadoras (Emec), los conciertos, festivales y los Premios de Composición de Casa de las Américas desarrollaron su potencial, permeándola de sonoridades locales y foráneas que, más tarde, crearon sinergias en sus procesos creativos.

Casi terminados sus estudios de licenciatura, mereció la Beca Conmutaciones de la Asociación Hermanos Saíz. En 2012 puso rumbo a la Academia de Música y Drama de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, donde pasó una estancia de estudios por cinco meses. Suecia le aportó una nueva forma de sentir la música, le enseñó a “interactuar con nuevos  ritmos, tecnologías enfocadas a la programación y lo que tiene que ver con la música electrónica y electroacústica. “Me brindó una visión distinta de todo el repertorio coral nórdico al poder integrarme a los coros de la universidad”.

Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

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Las horas de ensayo junto a Wilma se definen por un teatro con olor a humedad, un antiguo espejo en la pared, el piano que permite armonizar nuestras voces, que nos convoca a reunirnos a su alrededor, lecturas de clásicos de la literatura universal, risas, bailes atravesados por New York, New York, de Frank Sinatra. Entre retos para desarrollar nuestras capacidades musicales y escénicas —cerrar los ojos, escuchar, respirar profundo y caminar en puntillas por el teatro— transcurre el tiempo y llegan las seis de la tarde sin darnos cuenta. Con el coro mixto y el femenino interpretamos algunos de sus arreglos a Los tamalitos de Olga, Silencio y El baile del buey cansa’o.

A lo largo de estos años, Wilma ha compartido su trabajo como compositora con la pedagogía en conservatorios como el Guillermo Tomás y el Amadeo Roldán. Crear e impulsar proyectos independientes o grupales con sus alumnos ha sido una labor diaria. De ese afán salieron inolvidables propuestas como el propio Ensayo sobre lo fluido y el concierto Misceláneas —también en 2015—, dentro del espacio En confluencia, del guitarrista y compositor Eduardo Martín, en la Casa del Alba Cultural.

“Lo que más recuerdo de esos dos proyectos es el proceso de ensayo y el trabajo constante que hubo que hacer para llegar a feliz término. Me encantó ponerle una meta a los estudiantes, quienes crecieron al participar en ese tipo de actividades fuera del techo académico”.

Wilma es una eterna estudiante. Su formación es constante. Esta mujer —que canta lo mismo canciones de Alicia Keys a guitarra que un sensible Amazing Grace al piano; que compone lo mismo un blues que un guaguancó— en 2017 viajó a México para cursar el Diplomado en Creación Sonora con Nuevas Tecnologías del Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras, junto a grandes maestros como Antonio Russek y Juan Galindo Muñiz. En 2018 realizó una residencia artística otorgada por Ibermúsicas en la Universidad de Quilmes, Argentina.

En el camino, su música coral, la más abundante dentro de su catálogo, ha sido interpretada por Entrevoces y el Coro Nacional de Cuba, ambos conjuntos dirigidos por Digna Guerra, quien ha escogido piezas suyas —como 5 canciones para coro mixto a capella (2009), con texto de Federico García Lorca— para su producción discográfica El canto quiere ser luz (Colibrí /MDG, 2011). Otras obras como Retrato de Bola (2012) y Sin palabras (2013) también han llegado a conformar fonogramas del Ensemble Vocal Luna, con la maestra Wilmia Verrier al frente. El Danzón No.2 (2017), compuesto para orquesta de cuerdas, fue escrito especialmente para el CD Todo concuerda mejor (Colibrí, 2017) de la Orquesta de Cámara de la Habana, bajo la égida de la maestra Daiana García.

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El 2019 significó para Wilma el año más importante dentro de su creación. Primero vio nacer su álbum debut Transfiguraciones, bajo el sello Colibrí, nominado al Premio Cubadisco de ese año en las categorías de Música de Concierto y Notas Musicológicas (Juan Piñera).

Ahí, entre la Suite para coro infantil, orquesta de cuerdas y piano, Ida y vuelta, Episodios del Libro de Manuel, Homenaje a Piazzola y Escenas para orquesta, se agolpan unas a otras las influencias artísticas —pintura, literatura y música— que están bien marcadas en la compositora.

Transfiguraciones es un disco que contiene música coral, de cámara y sinfónica; por esto abarca una muestra bastante amplia de mi catálogo como compositora. Estoy complacida con el resultado porque es mi primer monográfico y, sobre todo, por la calidad tremenda de los músicos que participan”.

En esa nómina destacan la Orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana, dirigida por José Antonio Méndez y el conjunto de música contemporánea de Puerto Rico, Alea 21, bajo la batuta de Manuel Ceide, junto a otras agrupaciones que ya incluían en su repertorio parte de la obra de Wilma: el Trío Móviles y el Coro Infantil del Coro Nacional de Cuba. Ello le dio, además, la oportunidad de trabajar con músicos como Aliet González (saxofón) y María Del Henar Navarro (piano).

“Es un disco hecho al detalle, en el cual Juan Piñera (productor musical), Yentsy Rangel (productora ejecutiva) y yo nos sentamos a pensar cuidadosamente cuáles serían los temas a grabar. Aprovechamos la posibilidad de incluir música sinfónica y también coral, que está muy presente en mi catálogo”.

También en 2019, nació Instrucciones para respirar —marcadas por su embarazo y un llanto de vida— que se estrenó en el Festival de Música Contemporánea de La Habana por el Ensemble Musikfabrik de Alemania.

Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

Wilma Alba Cal. Foto: Cortesía de la artista.

Instrucciones para respirar es una combinación de sonidos que realizan los músicos —no precisamente con los instrumentos— a través de una serie de instrucciones, como anuncia el título de la pieza, para respirar en los distintos momentos por los que uno puede estar atravesando y que pueden ser de mucha tensión o de relajación. En esos momentos la respiración es esencial para controlar el estado de ánimo y las distintas cosas que te puedan pasar”.

Precisamente la pandemia que desde 2020 mantiene paralizada a la industria de la música es uno de esos momentos de mucha tensión. En la búsqueda de alternativas a la que ese contexto nos ha impulsado, Wilma creó su página web, un blog y un canal de Telegram como espacios virtuales para comunicarse con su público.

Mientras, ha participado como jurado en el Concurso Primera Base, del Festival Havana World Music; su obra ha sido exhibida por numerosas agrupaciones dentro y fuera del ámbito contemporáneo cubano. Entre las más significativas presentaciones está el estreno de la pieza electroacústica Parque Vidal en el evento Ventanas Acústicas, del Encuentro Internacional Red Ecológica Acústica (México) en el 2020. En mayo del presente año su pieza para cello y electroacústica, Hej! (2012), fue presentada en el reconocido Festival Flores y Balas, que auspicia cada año el Conservatorio de Música de Puerto Rico, celebrado en esta ocasión de manera virtual.

Wilma encontró la voz en el arte de los sonidos. Hoy, entre música de fondo y la vida cotidiana, aprovecha cada instante para escaparse hacia su rincón y componer. Desde ahí viene pregonando con las ganas de hacernos sentir emociones y contar sus historias. Inmersa en nuevos proyectos, su sentir profundo por la vida envuelve melodías, polirritmias electrónicas y ciclos armónicos que  traspasan  universos de ida y vuelta, en un mundo suyo, donde siempre fluye la música.

foto de avatar Meily Téllez Siempre corriendo por la Habana. Una nerviosa que se duerme viendo series. Su tiempo es para la música y su familia. Sueña con producir y cantar en muchos escenarios. Una musicóloga con papeles queriendo ser muchas cosas... Más publicaciones

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  1. Yansert Fraga dice:

    Muy especial esta reseña sobre la obra de Wilma Alba Cal, para mí la más completa compositora cubana contemporánea. Creánme que es un privilegio conocer a Wilma, acercarse a su trabajo y a su humildad. Gracias AMPM por este trabajo

  2. Federico Gastell Álvarez dice:

    Felicidades por el artículo y muy bien reconocer la labor de la Maestra Wilma, excelente músico y compositora, además excelente persona. ¡Viva la buena música!

  3. Honey Moreira Abreu dice:

    Estelar artículo sobre Wilma Alba, talentosa compositora y amiga querida. Lo amé

  4. Esteban Campuzano dice:

    Excelente artículo Meily, es muy justo divulgar la obra de la compositora Wilma Alba, quien a pesar de su juventud ha cosechado una importante obra artística; su gran talento nos traerá de seguro muy buena música, y además con su trabajo docente desarrolla plenamente el futuro de sus alumnos. Es una artista muy integral. Felicidades a las dos, a Wilma y a tí.

  5. Loidel Hernández dice:

    Excelente artículo y un buen reconocimiento a la obra de esta importante compositora..felicidades

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