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Reseñas Concierto de Aldo López Gavilán. Foto: Abel Carmenate. Concierto de Aldo López Gavilán. Foto: Abel Carmenate.

El jazz abre sus alas

La 38 edición del Festival Jazz Plaza 2023, que acaba de finalizar en la capital y Santiago de Cuba, me dejó la certeza de que el género cada vez gana más en inclusividad y alcance. Si alguna vez lo que constituye todo un complejo musical fue tierra de iniciados, “autoconsumo” de virtuosos y parcela limitada a sus propios cultores, afortunadamente ha recuperado sus piernas y brazos cada vez más largos en eso de aunar y mezclarse con  otras músicas (y músicos) que encuentran en sus escalas libres y polifónicas, espacio y oportunidad. 

No olvidemos (afortunadamente no lo hace la directiva del evento) los orígenes populares, humildes, marginales incluso, del género, que ha ido colectando en su largo camino numerosos aportes y dádivas en un proceso de ósmosis y simbiosis, de saludable y enriquecedora hibridación que, cada vez con mayor ímpetu derriba barreras y fronteras.

La intensa semana que ocupó el Jazz Plaza 2023 en los teatros habaneros quiero suponer que otro tanto ocurrió en el oriente cubano demostró también el inmenso arraigo popular de este género en Cuba. No hubo un espacio —al menos en los que estuve presente— donde el público no abarrotara las salas hasta elevadas horas de la noche, y que conste que había más que expertos y músicos entre los asistentes.

Orlando Valle Maraca, Paula Morelenbaum y la Orquesta Sinfónica Nacional. Foto: Abel Carmenate.

Orlando Valle Maraca, Paula Morelenbaum y la Orquesta Sinfónica Nacional. Foto: Abel Carmenate.

Valga resaltar entre esas provechosas confluencias entre el jazz y otras expresiones, las otrora y mal llamadas expresiones “cultas”, con la presencia de la Orquesta Sinfónica Nacional en una poderosa “arrancada” donde se rindió homenaje a la flauta y a la música brasileña. Tanto uno de nuestros líderes del viento – madera, Orlando Valle Maraca, como varios músicos del “gigante suramericano” ( el matrimonio Morelenbaum entre ellos, él prestigioso orquestador, ella cantante) protagonizaron una exquisita jornada de ritmo y vigor armónico, empañada únicamente por penosas dificultades con el audio.

También debe encomiarse en tal acápite, la fusión del pianista y compositor Aldo López Gavilán con la Orquesta de Cámara de La Habana junto a varios músicos invitados, quienes, a células esencialmente jazzísticas agregaron aires clásicos y barrocos, a más de cubanísimos géneros como el danzón o el son.

Concierto de Aldo López Gavilán. Foto: Abel Carmenate.

Concierto de Aldo López Gavilán. Foto: Abel Carmenate.

Esta cercanía del jazz con nuestros ritmos emblemáticos y de otras zonas geo-culturales que alguna vez se adjetivaron con el término “latino” ( hoy mucho menos usado quizá ante la aludida internacionalización del género y sus frecuentes “contaminaciones”) tuvo en esta edición del Jazz Plaza no pocos momentos  que demostraron que tales viajes de ida y vuelta solo indican un pasaporte hacia la valía musical y estética en general. Como prueba, nos quedan las profundas y singulares incursiones de grupos como Síntesis o Mezcla en lo afrocubano, el magisterio de una agrupación  paradigma en el complejo de la rumba como es Los Muñequitos de Matanzas, la inextinguible salsa de Issac Delgado, los legados de José Luis Cortés El Tosco o de Celina González (a quienes se rindió  homenaje) y del maestro Bobby Carcassés, fundador del festival, aún activo y quien sigue derrochando gracia y savoir faire en los scats.

Otro terreno donde el jazz encuentra fertilidad y sólidos vasos comunicantes es en la canción. En tal sentido, los homenajes que recibieron cantautores como  Marta Valdés y el recientemente desaparecido Pablo Milanés, devinieron lecciones de riqueza musical e interpretativa. 

El guitarrista y compositor Dayron Ortiz Robles, en su concierto Mucho más que palabras, se acercó al legado de esa dama que tanto ha contribuido al cancionero iberoamericano, recreando literalmente varias de sus piezas. En las armonías de Marta, fiel a las raíces “feelinescas” donde la mayoría de estas se insertan, late el jazz como verdadero ADN, de modo que para el oído agudo y adiestrado del joven músico, acompañado de colegas no menos sensibles, no fue nada titánico el trasvase: Llora, Canción fácil, Como un río, y otras que sonaron esa tarde, bien servían la mesa para una labor así, que significó indiscutible suceso.

Idania Valdés junto a Jorge Luis Pacheco. Foto: Tomada de las redes sociales.

Idania Valdés junto a Jorge Luis Pacheco. Foto: Tomada de las redes sociales.

Otro tanto ocurrió con el bordado que el pianista y cantante Jorge Luis Pacheco logró sobre la obra del trovador mayor. Pachequito, como se conoce al músico, Mariela González e Idania Valdés, junto con varios destacados instrumentistas, extrajeron no solo el tesoro melódico arropando los textos de La soledad, La novia que nunca tuve, Yolanda o Para vivir, sino también mucho del tejido armónico que permitió a los músicos lucir sus improvisaciones, brillante fraseo y virtuosismo interpretativo.

Grata resultó la visita de otros colegas de los más diversos lugares y representantes de escuelas y estilos variopintos: la pléyade de jazzistas norteamericanos — sobre todo de Nueva York, como se sabe plaza fuerte del género—, pero también de Holanda, Eslovaquia, Noruega, Italia, Guyana, Haití, Argentina… aportó no solo colorido a los programas donde se insertaron, sino conocimiento y disfrute de expresiones poco conocidas entre nosotros.

Dentro de ellos, casos como los de la neoyorquina Venissa Santi, nieta del compositor cubano Jacobo Ros Capablanca, quien trabaja la rítmica y la cancionística nuestra con un sentido de pertenencia y recuperación que arroja jugosos frutos; o del brasileño Arismar do Espíritu Santo, multinstrumentista que practica los gimmicks vocales para una saludable mixtura entre el afrosamba y el jazz, fueron representativos del costado experimental que también caracterizó esta edición del Jazz Plaza. 

Fue este, entonces, un festival que demostró el orgullo de ser sede y epicentro de un género cada vez más cosmopolita y universal, porque justamente somos, sin que haya chauvinismo en ello, de esos anfitriones que llevan, cómo no, la “voz cantante”.

Frank Padrón Más publicaciones

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  1. Pablo Menendez dice:

    Excelente reseña de un critico conocedor, algo que resulta realmente valioso para un evento tan diverso y amplio. Con lenguaje efectivo y entendible resume algo que realmente desborda los reportajes enfocados en uno u otro de los tantísimos conciertazos e innumerables figuras y agrupaciones y sin alardes ni innecesaria grandilocuencia nos recuerda que esto fue un logro de décadas sostenidas de trabajo de artistas, musicólogos, público fiel y el pensamiento coherente, al fin, de la expresión cultural lógica de este pais y sus luchas.

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