
Abrazo de poetas
Bejucal, Mayabeque. Abril 2017. El museo se llena de gente extraña. Se disparan las ventas de ron. Mucho movimiento, risas aquí, abrazos allá. El Primer Encuentro de Poetas y Cantores.
Noslen Porrúa lleva una pila de años calentando el pueblo, pero esta vez se pasó. Jessica Zequeira, su compañera, recuerda cuando el municipio pasaba por una gran crisis, la Casa de Cultura se estaba cayendo en el 2007 cuando los muchachos de Enfusión empezaron a levantar, con música, la vasta tradición cultural. Con Noslen al frente, la peña era una gran fiesta, siempre con invitades que representaban el panorama de la trova nacional. Después de habernos puesto a bailar durante años, en 2014 Noslen y Jessica iniciaron la peña Otro Tono, mucho más intimista, mística y poética. Les invitades, también de lujo, ahora no eran solo trovadores; venían, además, muches poetas. El público ante la noble e imponente energía del cantautore, aprendió a escuchar en silencio y a respetar. De una calidad asombrosa, la peña iba reuniendo cada vez más artistas asidues, y el after party reunía piquetes portentosos. Las condiciones estaban dadas:
—¡Cuervito! ¡Trae una guagua llena de gente de La Habana pa’ acá!
Alejandro Cuervo producía y llevaba las redes. Daniel Duarte invitaba a les poetas. Noslen dirigía aquella locura creando el espectáculo en el momento. La AHS ponía la guagua y Cultura Provincial el presupuesto. Yo llegué temprano: —Pa’ mí que esto se les fue de las manos, que cantidá de gente.
Pero aquello estaba destinado a funcionar fluyendo como un río.
—Realmente lo que pasó es que Cultura recortó el presupuesto para la peña Otro Tono, y se decidió hacer una gran peña bimensual (que después sería trimestral). Habíamos visto que los poetas tenían muchas ganas de leer. Jorge García Prieto, Juan Puentes, Yenis Laura, Claudia Expósito, Andrés Pérez, Jessica Pérez Quesada, Armando Landa, Jamila Medina… Eran en total 12 poetas y 12 cantores en cada peña.
Todo estaba montado orgánicamente, sin muchos tecnicismos. Aun así, nunca hubo nada que reprochar al sonidista o al flujo del espectáculo. Las tensiones quedaban ocultas tras la sonrisa zen de Noslen.
En la noche, el museo estaba llenísimo. Las sillas no alcanzaban y casi todes estaban de pie, conversando, cuando el anfitrión daba la bienvenida. Dos poemas o canciones para cada une era la única ley. Así comenzaron a desfilar, sin orden pero en sucesión lógica, una estirpe de artistas que no se definía por generación o estilo, sino por la bomba y calidad en la propuesta.
Oscar Sánchez, Yaíma Orozco, Jorgito Kamankola, Nelson Valdés, Freddy Laffita, Inti Santana, Erick Méndez… todes presentaron allí su voz y su performance. Muy distintes, atrapaban al público bejucaleño y a sus colegas como si estuviéramos en un teatro.
—Lo más impresionante era que la peña duraba tres horas y la gente estaba todo el tiempo atendiendo de verdad. ¡Tres horas de poesía y canción! Y cuando se acababa pedían más y más.
Recuerdo una noche en que Armando Landa leyó un poema de cuatro páginas con enfermiza pasividad. La gente escuchó. El complacido poeta municipal escribió unas palabras sobre aquel Encuentro de diciembre de 2017:
“Esta cuarta edición de la tertulia Encuentro de Poetas y Cantores que tiene como centro de reunión y celebración el Museo Municipal de Santiago y San Felipe del Bejucal, que auspicia el trovador y animador cultural Noslen Porrúa, es una muestra de lo que se puede cuando de deseos de hacer se trata. Noslen Porrúa es el centro imantado de este reencuentro con un hecho artístico que si no es apoteósico por lo meramente cuantitativo; es un espacio destinado a exaltar el buen gusto y por ende lo cualitativo, de lo cual se ocupa la cultura. Hay que dar por hecho que este espacio ha ido creando un público que lo sigue y que va sumando nuevas voces a su entorno natural (…)”.
Roberto Manzano, el poeta, le confesó a Noslen que él “nunca había estado en un espacio en Cuba donde la poesía tuviera ese valor”. También recuerdo lo complacido que quedó Joaquín Borges-Triana en su visita. Era un encuentro de mostros alegres y entusiastas, borraches de fiesta, extasiades con el arte y ávides de amigues y cantos.
Para les chamaques era, en primera instancia, una escuela. La influencia de Jorge García Prieto y Juan Puentes durará siglos. El maestro Roberto Manzano, siempre atento a las nuevas generaciones, leyendo uno de sus discursos, ponía a vibrar a todas las almas. La oportunidad de ver, con especial poder, al ermitaño poeta y pintor Omar Pérez tocando el cajón fue inolvidable. Pero también nosotres nos sentábamos tras el micrófono y hacíamos nuestros par de poemas o canciones. Poder compartir entre grandes nos hizo crecer, sin dudas. Frank David Guerra, Frank Mitchel Chirino, Tobías Alfonso, Fito del Río, Wendy Martínez, fuimos todes principiantes aplaudides por manos muy valiosas.
El Encuentro de Poetas y Cantores se fue convirtiendo en un movimiento cultural. Durante tres años, en ese espacio dialogaron distintos patrones estéticos sobre un mismo concepto de espectáculo. Un circo de arte, gozadera y seriedad bailando, calidad al descuido. La canción se convertía en poesía, y les poetas leían melodías. Un grupo íntegro, con diferentes posturas artísticas, sociales, políticas, caminos y actitudes, reunido en la oscuridad del público, observando; atentes y apasionades.
En abril de 2020 fue la última peña. El público a las 12 de la noche quería que continuara, pero hubo que parar. Hasta entonces, el Encuentro de Poetas y Cantores había sido un espacio único con buena repercusión entre les bohemios habaneres y les bejucaleñes. Alrededor de 200 artistas deben haber pasado por ahí. Venían desde cualquier lugar del país, incluso muches latinoamericanes y españoles utilizaron aquellos humildes micrófonos.
Ahora el silencio en Bejucal hace daño. La desconexión ataca a la cultura municipal. El vacío de espacios de presentación deja a les poetas y cantores inútiles y deprimides. En la capital tampoco hay reuniones frecuentes, por lo que la lírica nacional, guardada en gavetas, sufre. Espacios como este son indispensables para la continuidad, para la tradición cultural. Esperemos que el silencio traiga pronto una primavera para ver florecer el abrazo de les poetas.
El silencio va a aumentar. Ante la salida del país del director de la Banda Municipal. La solución, aún con posibles directores para sustituirlo, es cerrar la banda y dejar a los músicos que llevan 10 años en ella, sin trabajo. Y lo peor, a Bejucal sin su banda.
Excelente recuento del espacio, estimado Abel, ojalá que en algún momento se recuperen esos maravillosos encuentros entre música y poesía.