Magazine AM:PM
Advertising
Reviews Un concierto de películas. Clásicos de Hollywood Diseño: Aldo Cruces y Kalia León Diseño: Aldo Cruces y Kalia León

Un concierto de películas

No recuerdo un gran despliegue promocional anunciando el concierto. Vi el póster en las redes y confieso, seguí de largo. Cosa rara. La cara inconfundible de Marlon Brando en su icónico personaje de Vito Corleone esta vez con gafas en forma de violín en el llamativo cartel concebido a dúo por Kalia León y Aldo Cruces, más el poderoso título de Clásicos de Hollywood no es algo que escape a mi escrutadora y atenta mirada al mundo digital.

 No obstante, tuvo que aparecer nuevamente en mi sección de noticias de Facebook para que conectara con un concierto que tenía de antemano varios puntos a su favor. El primero, el hecho de que se propusiera recrear bandas sonoras de grandes filmes, lo cual es, espero que nadie lo dude, una garantía. Si esa recreación viene de mano de Daiana García como directora general y productora del espectáculo, además de directora de la Orquesta de Cámara de la Habana y de Pepe Gavilondo como director musical, definitivamente es algo a lo que se debe prestar máxima atención. Por último, si a lo anterior le sumamos que los arreglos estarían a cargo del mismo Pepe junto aAldo López-Gavilán, Alejandro Coqui Calzadilla entre otros, la combinación tiene, por mucho, que ser explosiva. Pero, sobre todo —e insisto—, estamos hablando de bandas sonoras, y a la mente de cualquiera tienen que venir nombres como Hans Zimmer (Interestelar, Gladiador, El rey león), Michael Giacchino (Ratatouille, Los increíbles, Up), Alexander Desplat (El gran hotel Budapest, La forma del agua y la reciente versión de Pinocho, estas dos últimas de Guillermo del Toro) por solo mencionar a tres compositores de la música de filmes que, amén de gustos, han animado las pantallas de los cines en los últimos tiempos.

Clásicos de Hollywood. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Clásicos de Hollywood en el Teatro Martí. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Uno de los resortes que mueve mi vida casi desde que nací es la música. Clásica, popular, tradicional, contemporánea… Tuve desde muy temprana edad una formación musical rigurosa que, tras completar el nivel elemental de piano básico, troqué por el camino de las ciencias, que finalmente ancló en la ingeniería. Pero como se puede ser cualquier cosa en esta vida y amar y beberse la música toda, acá estoy, sentada en la sección de la tertulia del siempre hermoso Teatro Martí, a la espera de lo que promete ser un magnífico concierto.

El maridaje perfecto entre el cine y la música que nació en los mismísimos inicios del séptimo arte, cuando este era mudo, ha dejado partituras inolvidables e imprescindibles si de buena música se trata. Compositores relevantes han dedicado toda o gran parte de su obra a hacer música para cine.

Entre mis preferidos contemporáneos están el norteamericano John Williams y el italiano Ennio Morricone, ambos presentes en el programa. El primero, prolífico donde los haya, presentó cartas con Tiburón, abriendo la tanda, y luego volvió a sentar cátedra con La guerra de las galaxias.
Ennio también estuvo por partida doble con sendos clásicos de su extensa obra musical: El oboe de Gabriel de La misión, limpiamente ejecutado por Frank Abel Fernández bajo la mirada indulgente de Jeremy Irons en sotana y un joven Robert De Niro ya consagrado. Y es que, desde el inicio de la velada, la música fue acompañada por las imágenes que escogió y editó muy acertadamente Lilmara Cruz. Para el grand finale, otra vez Ennio con una banda sonora de lujo. La belleza misma hecha música para una película que es un monumento: Cinema Paradiso.

Pero entre la pieza inicial y la última se sucedieron sorpresas que, una tras otra, fueron yendo a más. In crescendo. Detalles singularísimos como el saludo al público de varios de los compositores, con mensajes de cariño hacia Cuba, su música y músicos. Las imágenes a pantalla grande complementaron por esta vez a la música, que fue protagonista indiscutible. La sincronía perfecta que se logró durante todo el concierto tuvo, a mi entender, un instante cumbre en Over the rainbow en el momento en que el violín de Diana Gutiérrez fue silenciado por su voz doblando, en apenas una frase, a Judy Garland niña en el mágico mundo de Oz.

Clásicos de Hollywood. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Clásicos de Hollywood en el Teatro Martí. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Escoger repertorio tiene que haber sido un trabajo arduo. Hay tanto y tanto y tanto… Pero no creo que sobrara nada en un programa donde el formato orquestal también debe haber impuesto retos. Pese a todo ello, una selección que incluye clásicos como los que antes mencioné, junto a El padrino, Casablanca, La pantera rosa; a la par de bandas sonoras más recientes como la de Los vengadores y El señor de los anillos, pasando por Corazón valiente con notas celtas que incluyeron una gaita (a cargo de Juan Carlos Prado), arman un concierto de lujo en cualquier parte. Encima con arreglos impecables, ejecuciones cuasi perfectas y un sonido excelente, salvo un par de brevísimas chapuzas que seguramente corregirá postproducción. Todo ello en una sala teatro cálida y hermosa, la más, ahora mismo en esta Habana. No hay que dudar, la tarde fue redonda.

No se puede reseñar este concierto sin mencionar a los intérpretes, comenzando por los solistas. El violín sobrecogedor de La lista de Schindler ejecutado por Yilian Concepción; el saxo en las manos de Coqui Calzadilla desgranando las notas inconfundibles de La pantera rosa; el laúd de Sofía Pedrera en el Tema de Amor de El Padrino, precedido por el sobrecogedor solo de trompeta que arranca en el Tema principal de Nino Rota; o la exquisita voz de Mariana Núñez que removió emociones en El señor de los anillos.

Los solos de vientos en la flauta y piccolo de Lena Ross, el clarinete de Coqui y el oboe de Frank Ernesto pusieron altas cotas en varias piezas. El toque de distinción del arpa de Mayté Rodríguez en la partitura de Zimmer para El origen. La apoyatura en varios temas de la percusión minimalista y, a la vez, variada de la excelente Janet Pino, flanqueada por Alejandro Aguiar y Jesús Estrada. Y, en general, el desempeño de la orquesta toda, con destaque de las cuerdas en pasajes como en Tiburón, decisivos para crear la tensión de las escenas angustiosas de aproximación del escualo a la playa, y el ataque final.

El Coro Entrevoces ingresó a escena en la segunda parte del concierto para apoyar la partitura de Los vengadores, y luego permaneció dando cuerpo a otras piezas que cobraron tintes monumentales al añadirles nuevos planos sonoros.

Clásicos de Hollywood en el Teatro Martí. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Clásicos de Hollywood en el Teatro Martí. Foto: Paula Piñeiro Benítez

Si tuviera que apuntar alguna nota baja, ello sería el manejo de las luces que debieron encenderse por momentos, esos en los que Daiana, carismática anfitriona y enérgica directora de orquesta presentaba a sus solistas o se deshacía en agradecimientos. A esto agregaría otros dos instantes perfectibles: al inicio no me pareció lo suficientemente potente la trompeta de Damián Salvent en La guerra de las Galaxias; y al final, inapropiado el “falso cierre” del espectáculo con un El rey león desprovisto de la fuerza de los ritmos africanos tan presentes en la partitura original. Fuera de eso, emocionante —muy—, fue la tarde.

Un lujo ver a Gavilondo derrochando energías y a López-Gavilán regalándonos su virtuosismo de siempre. Y al final, ver fundirse a Daiana y Aldo en un abrazo largo, coronado por un beso de película. Colofón. Cierre perfecto para una tarde noche cinematográfica y muy muy musical que dejó a toda la sala, más que conmovida, feliz.

Avatar photo Alynn Benitez Castellanos La música es el combustible; el mar aporta el oxígeno para la combustión interna que mueve mis pistones. La literatura y la fotografía después de la música y la ingeniería. More posts

Leave a comment

No comments yet. make one!

We also suggest