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Artículos Luis Miguel Parapar Roque. Foto: Cortesía del artista. Luis Miguel Parapar Roque. Foto: Cortesía del artista.

El empeño de Parapar o la modernidad soñolienta

Más allá de vítores locales o cánticos de promoción vernácula, los eventos deportivos en Cuba suelen disfrutarse a ritmo de canción, escoltados por una embajada sonora “oficial”. El video de La estrella de mi voluntad me alcanzó de casualidad, como buena serendipia dominical, resultado de un zapping ineficaz. Interrumpida la reiteración de nuestros ocho canales, una cadencia inusitada sujetó mi atención en Tele Rebelde.

El Dúo Iris (de popularidad in crescendo), acompañado por Leonard Akozta y Rapzodia (intérpretes de una renovación generacional en la escena hip hop), protagoniza un tema intrépido, cargado de optimismo y certidumbre. A ello contribuye Luis Miguel Parapar Roque —“Tato” en sus redes y entre sus cercanos—, quien exhibe con soltura su virtuosismo instrumental, guitarra mediante, al tiempo que oficia como productor de la pieza.

La gestación de esta obra masiva (inevitablemente popular, por su repercusión televisiva, radial, por su respaldo a la delegación olímpica cubana) implica por lo general una gran responsabilidad por parte del equipo de realización. Al parecer, Luis Miguel —compositor, arreglista y productor musical de trayectoria incipiente, aunque prolífica— contó con el aval suficiente para asumir el desafío.

Como bautismo musical, Tato recibió lecciones de piano durante ocho años, encaminando su apetencia melódica hacia el compás de los cordófonos. De esta forma comenzó su andadura en la guitarra, guiado por un mentor de reputación indiscutible: Fabiel Pérez, fundador y frontman de la banda Septum, pionero del power metal sinfónico/folclórico en Cuba y principal responsable del festival Eurometal.

Luis Miguel Parapar Roque. Foto: Cortesía del artista.

Luis Miguel Parapar Roque. Foto: Cortesía del artista.

Influenciado por los grandes clásicos del rock y el metal (The Beatles, Led Zeppelin, AC/DC, Iron Maiden, entre otros), pasó a formar parte del grupo Saloma, presentándose en eventos nacionales como el festival Rotilla. Después de dominar la palpitación recóndita del bajo, Luis Miguel Parapar inauguró en 2018 su Zahara, una banda de registro alternativo, síntesis de su inquietud creativa.  

En cuanto a los artistas del patio, Tato se deja seducir por Chucho Valdés, Carlos Varela y Robertico Carcassés. A pesar de que nunca estuvo entre sus prioridades la faena del productor, el proceso de grabación de su propio material lo impulsó a meterse en este terreno. Por esta vía cobró forma La señal (República Records, 2019), primer EP de la Zahara, estreno discográfico que prendió los estímulos para futuras realizaciones.

La experiencia como músico de sesión —facilitada por su cualidad de multiinstrumentista— favoreció su incursión en el microcosmos del estudio y estimuló su aprendizaje de códigos inherentes a la producción, y esto lo motivó a incorporarse a otros proyectos. Estudios como Wailer Music, Revolution Boyz o Corasound Music, acogieron la pericia de Parapar, quien firmó colaboraciones con representantes prominentes del registro urbano como Yulién Oviedo, Jacob Forever y Diván, entre otros.

Desde la fusión de géneros simuladamente dispares, tendencias que orbitan entre lo tradicional y lo moderno hasta la prioridad que alcanza la repercusión económica al interior de sus aspiraciones, todo cabe bajo el esquema de profesionalidad hilvanado por Tato. Una vez perfeccionada su técnica de producción —gracias en buena parte al magisterio de Gerónimo Labrada Fernández, ingeniero ganador del Grammy Latino y tutor desde la virtualidad—, Parapar asumió la formación de Atlanta, un estudio propio y proyecto musical en comunión con el joven rapero Leonard Akozta.

Leonard Akozta, Daniela Pérez y Parapar, integrantes de Atlanta. Foto: Cortesía de Parapar.

Leonard Akozta, Daniela Pérez y Parapar, integrantes de Atlanta. Foto: Cortesía de Parapar.

Los integrantes de Atlanta persiguen la mezcla rítmica, buscan la renovación constante de todas sus piezas. Amparada en una base sonora de factura hip hop, la dupla Parapar-Akozta fortalece su trabajo con el apoyo de Daniela Pérez Pedroso y Oswalt Cisneros, participantes regulares del proyecto. Sus miembros, partidarios de la filosofía underground y defensores de un arte menos favorecido por los medios, comparten igualmente el anhelo del éxito y la difusión. Según afirman, tras las consolas se debe garantizar la calidad de cada pista, velando por la inversión y preservando los intereses del cliente. La popularidad y su consecuencia económica no deben asumirse como antagonistas inevitables de la profundidad artística, imaginativa.

En otro intento por despabilar a esa modernidad soñolienta que bosteza en la Isla, Tato y sus aliados comprenden la relevancia de la tecnología. Los sonidos digitales, así como las máquinas de procesamiento vocal e instrumental, constituyen métodos de “fabricación” melódica que anuncian su permanencia en la industria. Admitiendo este procedimiento como lícito, Atlanta experimenta con el trap, el drill, el R&B y el gospel soul, incorporados con eficacia a la música urbana de Cuba.

En la actualidad, la aventura más reciente (acaso la más atrevida) de Parapar tiene como escenario al Festival Oralitura Habana. Encargados del tema-portada para este evento, Tato y su equipo consiguieron la mixtura de la música tradicional (esto es, repentismo y armonía de guateque) con el acento citadino del trap. Este compendio genérico benefició a ambos sectores: el primero “refrescó” sus elementos distintivos, e intentó seducir al gusto juvenil, mientras que el segundo, exento de oportunidades “oficiales”, certificó su presencia institucional. 

La vida es improvisá —video representativo del evento— deviene estandarte de transformación, coctel de ritmos análogos que ponderan el protagonismo de la palabra. Con letra e interpretación de Alexis Díaz-Pimienta, Leonard Akozta, Alex Díaz, Mayra Cruz, Daniela Pérez y Junior Morales Borrego (Jaque), esta pieza descubre una ciudad arropada por la cadencia de la décima, sostenida por la ubicuidad del sonido urbano. Parapar, por supuesto, estuvo encargado de la producción. A raíz de este trabajo, la AHS le ha encargado la realización de un álbum homónimo, dispuesto para recibir en su placa la ingeniosa fusión trap-repentismo, y listo para ser grabado en los estudios Abdala.

En estos momentos se encuentra desarrollando además el diseño, la ingeniería y la producción de sonido para Inconsultamente, una serie de televisión que será estrenada en el Canal Habana durante los próximos meses. Asimismo, los discos In da Jaus, fonograma de Rapzodia que competirá en el próximo festival Cubadisco y Estella, pieza urbana de Israel Rojas Jr. (Awnil), resultan sus proyectos actuales más prometedores.

Con todo esto en mente, Tato tiene todavía mucho por hacer, aunque, al paso que va, pronto le quedará poco por demostrar. Solo nos resta esperar, siguiendo de cerca su carrera, su evolución.

Senén Alonso Senén Alonso Alum Filólogo de profesión; inconforme por vocación. Investigador literario, historietista incompleto (mis trazos asombran) y aspirante (perenne) a escribidor, como me enseñó la tía Julia. Sigo intentando afinar mi oído musical. Más publicaciones

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