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Escena Musical Ilustración: Mayo Bous Ilustración: Mayo Bous

Discos de vinilo: sueño redondo y de acetato del DJ

El avance de la tecnología determina en gran medida el trabajo de artistas como los DJs. En los últimos 50 años los soportes para almacenar y transportar música han cambiado vertiginosamente y, aunque muchos aún prefieran dejarse llevar por la magia de los vinilos, hace tiempo que estos fueron reemplazados por laptops y controladores de audio.

Si pudiéramos viajar en el tiempo y ver en plena acción a un DJ de los setenta, ochenta o noventa, lo encontraríamos rodeado de platos, en una mesa de mezclas llena de equipos. Pero las pesadas maletas de discos fueron cambiadas por computadoras y softwares de sonidos, con CDs primero, y luego con flash USB o tarjetas SD, durante el nuevo siglo.

Con el avance de disponibilidad de aparatos tecnológicos y el acceso a internet, cada vez es más fácil tener a la mano música actualizada y variada, y almacenar gran cantidad en poco espacio físico. Los softwares de audio permiten preparar las listas con antelación y ya casi nadie se arriesga a lanzarse a tocar en vivo sobre los vinilos.

Sin embargo —y a mucho tiempo ya de haber quedado técnicamente obsoletos— los vinilos siguen renaciendo. Al parecer nunca se fueron de la escena musical y hoy día se han convertido en objeto de culto para melómanos y músicos. Para muchos DJs es un instrumento exclusivo, dotado de un toque especial que convierte a quienes lo sepan dominar en un artista de merecido respeto.

“Cuando pinchas con vinilos la onda es diferente”, me dicen una y otra vez los DJs cuando les pregunto sobre su experiencia junto a esos discos grandes que ahora inequívocamente siempre nos transportan a otra época.

Al parecer, por mucho que haya avanzado la tecnología, los que aman hacer música siguen prefiriendo el sonido único que produce la aguja de un tocadiscos cuando roza aquel círculo negro y aplastado. “Es algo nostálgico”, me cuentan, y esta posibilidad de viajar en el tiempo en ruedas de acetato les confiere un sabor especial a las mezclas y sampleados.

Cuando le pregunto qué de especial tiene la música producida por estas máquinas, Bjoyce, una DJ cubana que comparte su vida entre Nueva York y La Habana, coleccionista de vinilos y amante de producir mezclas al old school style, dice:

“La técnica de acompasar con vinilos es diferente y el mezclar es más primitivo. Pinchar con vinilos es muy exquisito y único en verdad, tienes que tener muy buen oído porque es bien difícil. Mi técnica aún está en perfeccionamiento, pero es una adicción. Una vez que te adentras en el mundo del acetato no quieres salir nunca.”

La adrenalina de pasar de un disco a otro es algo que agradecen los productores que prefieren esta técnica. Incluso los defectos que pueden resultar de una sesión en vivo, para algunos, dotan de autenticidad la mezcla, haciendo que la satisfacción de un trabajo impecable sea única.

En escena, la tecnología de mezclar pistas ha cambiado, pero el principio sigue siendo el mismo desde el tiempo del acetato: combinar dos o más temas para crear una melodía con un sentido único en sí misma. Los softwares modernos, sin embargo, brindan las ventajas de agregarle a la sesión efectos de sonido sin tener que estar concentrados en el buen “girar” de los vinilos, o incluso, con el equipamiento necesario, combinar las dos tecnologías. Además, permiten que los DJs se concentren más en la música y en la intención del set, y puedan experimentar más en escena.

Para poder pinchar con vinilos necesitas una máquina tocadiscos, que se conecta a la computadora y a todo el equipo de audio para lograr la sesión. Y aunque actualmente puedes usar una tarjeta de sonido para grabar las pistas, cuando los DJs trabajan con vinilos suelen hacer las mezclas totalmente en vivo, lo que vuelve aún más complicado el proceso.

Sin embargo, en un trabajo tan mediado por el avance de la ciencia como el de DJ, las nuevas tecnologías siempre salen a flote. Para tocar con vinilos se necesita la conexión a otros equipos de audio; el llamado estilo old school, que describe la técnica de pinchar temas sobre acetatos, casi nunca está solo hoy día y suele reforzarse por el trabajo de softwares de sonido en laptops para combinar los temas que suenan en los platos con las pistas virtuales.

Según me explican, solo los DJs Joyvan Guevara (DJoy de Cuba), Kike Wolf y Wichy de Vedado tienen la combinación de tecnología más la experiencia en las mezclas para hacer dijing con vinilos en Cuba, o al menos su trabajo en ese sentido es más conocido. Ellos se han encargado de mostrar a sus colegas cómo funciona, y de vez en cuando, si la situación lo merece, sacan sus aparatos de casa por algún evento.

Muchos otros DJs preferirían poder tocar al estilo clásico, con vinilos y tocadiscos. Pero poder conseguir todos los implementos para hacerlo de esta manera es muy difícil: las agujas y las máquinas en general son caras y hay que comprarlas fuera del país.

En Cuba no hay tiendas convencionales donde adquirir vinilos. Digo “convencionales” porque sí se pueden encontrar en tiendas particulares de coleccionistas, como la de Rafa Jiménez en Neptuno y Águila, donde el mismo QuestLove, líder de The Roots, compró un par. O en tiendas de objetos antiguos, como las que encontramos últimamente de forma frecuente, sobre todo en la Habana Vieja y el Vedado, donde entre máquinas de coser Singer, lámparas extrañas y radios de la primera mitad del siglo pasado, siempre encontramos algún disco viejo.

Sin embargo, ya sea por las vías antes mencionadas o porque en casa tienen unos cuantos vinilos que heredaron de los abuelos, en cualquier caso, la música que se consigue en este formato es vieja y mayormente cubana.

Ivan Lejardi y Joyvan cuentan que la mayoría de su colección la han armado a partir de los vinilos que compran cuando salen del país o con los que les regalan los DJs que vienen de fuera, y esta es la experiencia de muchos otros de sus colegas.

La cuestión de la disponibilidad de música variada y actualizada en este formato se vuelve fundamental. El Bolo SM, uno de los DJs cubanos que ha tenido la oportunidad de incursionar en el dijing con tocadiscos, me dice de este particular trabajo: “Es muy difícil poder hacerte de una colección de vinilos suficientemente amplia como para valerte solo de ella a la hora de tocar”. Pero este artista se ha atrevido a hacerlo y por varias horas en el local La Flauta Mágica, junto al proyecto Funky Groove.

Hay que tener en cuenta además que los vinilos son mucho más sensibles al deterioro que otras tecnologías: se desgastan poco a poco por la fricción de la aguja contra los surcos del disco y esto puede influir en cómo suenan; además de que la aguja termina provocando un efecto de “siseo” que resta nitidez al sonido.

Para Joan Coffigny, un DJ joven en la escena cubana, preferir las “máquinas” en lugar de los vinilos es más una cuestión de necesidad. No disponer de música actualizada y variada en acetato hace que, aun teniendo los equipos necesarios, estés obligado a limitar este trabajo o terminar pinchando la misma música todas las semanas.

Por otro lado, es muy difícil transportar todos los equipos necesarios para pinchar al old school style. Cuando un DJ va a tocar en algún club, muchas veces tiene que llevar él mismo las máquinas. Ya lo básico implica equipos pesados que necesitan ser manipulados con cuidado. Si además quiere llevar tocadiscos y una colección de vinilos, necesita de un esfuerzo mayor. Téngase en cuenta que la cantidad de música que una flash de unos cuantos gigabytes puede almacenar viene siendo equivalente a un saco lleno de discos de vinilos.

De hecho, no solo en Cuba, sino a nivel mundial, uno de los motivos principales que llevó a los DJs a dejar de usar vinilos y reemplazarlos por tecnologías más “cómodas” fue lo difícil que resulta transportar los primeros.

La suma de todas estas dificultades —transportación, disponibilidad de música actualizada en formato vinilo, altos costos de las máquinas para tocadiscos…— han vuelto esta técnica algo raro y exclusivo dentro de los DJs de la Isla. A nivel mundial pasa algo similar: los productores de música electrónica prefieren la gran cantidad de posibilidades que brindan los softwares de sonido a la hora de tocar música, y quienes trabajan con vinilos suelen reservar su uso para espacios especiales.

Sin dudas, en Cuba o en China, el DJ con un par de discos de acetato dando vueltas enfrente es la imagen idealizada que todos tenemos en la cabeza cuando pensamos en este arte, pero la música, mientras sea buena, ¡que venga de donde venga!

Ailén Rivero Periodista. Activista por los derechos sexuales. Feminista, ecologista, de izquierda. Y amante de la música, por supuesto. Más publicaciones

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