
Despertar / Adrián Estévez
Pocas personas nos son más desconocidas que nosotres mismes. Toda una vida con un cuerpo y una mente a cuestas no son suficientes para desentrañar la madeja del yo. La mayoría de la gente —si es que siquiera se lo cuestiona—hace las paces con eso bastante temprano, pero de vez en cuando aparecen seres a los que esta pregunta les obsesiona de manera particular. Adrián Estévez parece ser uno de ellos.
Resulta lógico, si pensamos en lo que es. Un joven pianista cubano, que ha decidido asumir el jazz como forma de expresión. Si hay una ruta que ha sido trazada y recorrida hasta el hartazgo en el último medio siglo es esa, así que cuestionarte tu lugar en el (este) mundo no es algo descabellado. “¿Quién soy y cuál es mi camino?”, parece ser la pregunta que ronda las diez composiciones que conforman el álbum Despertar (Egrem, 2022), debut discográfico de Estévez.
Luego de varios años curtiéndose junto a artistas como Yaima Sáenz y Gastón Joya, Adrián consideró que ya era hora de expresarse en sus propios términos. Grabado en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes en 2021, como resultado de la beca de creación Ignacio Villa (2019) que otorga la AHS, Despertar es, como su nombre indica, un comienzo, el viaje iniciático de un joven de 28 años que sale al ruedo con la esperanza de encontrar un sendero original.
Nova, tema que abre el disco, pone las cartas sobre la mesa, al mostrarnos las habilidades compositivas de Adrián Estévez y su excelente dominio de la técnica. Es un pianista fluido, que apuesta por la melodía y un sonido acústico, un poco tradicionalista, si se quiere. Esto no lo hace menos interesante, aunque sí resulta cuando menos curiosa su austeridad, en una época en que sus pares apuestan por la experimentación.
De ahí en lo adelante se van sucediendo el resto de las composiciones, y los sugerentes títulos nos reafirman esa idea de la búsqueda que permea todo el álbum (Reflexión, Buscando la salida, Espiritual, Ser). La secuencia que conforman Buscando la salida y Laberinto es un buen ejemplo de lo que caracteriza a este trabajo. En la primera asistimos al despliegue de un compositor brillante, capaz de marcar una ruta tan clara como abierta a los instrumentistas que le acompañan, lo que les da un margen precioso para que estos suelten sus improvisaciones. El segundo, en cambio, nos dice que también carga con una serie de tics que pulir, particularmente en lo que a estructura se refiere, pero quiero creer que la curiosidad en pugna con el aburrimiento son acicates lo bastante poderosos como para no verlo estancarse ahí.
Dicho eso, lo que más me gusta de Estévez tal vez sea su peor defecto. Esa serenidad que le insufla a toda su obra y ejecución parece anestesiarlas e impedirle dar el salto mortal. Es capaz de capturar al escucha, pero no logra aniquilarlo. Oír concienzudamente Despertar es pasarte una hora disfrutando de un ambiente, pero quedarte con las ganas de que suceda algo imprevisto y memorable. De momento, su música es una agradable sorpresa cuya ancla no es capaz de hallar el fondo, y en el intento resulta arrastrada por la corriente.
De ahí que los mejores momentos del disco sean aquellos donde aparecen invitados, cómo es el caso del guitarrista Héctor Quintana, en Reflexión, y del trompetista Rasiel Aldama, en El puente de hierro, instantes en los que la energía de esas otras fuerzas lo espolean y sacan a su ejecución ese extra que se extraña en el resto del álbum. (Es interesante observar el proceso de interinfluencias de los músicos de esta generación que aún no supera los 30 años. En ese intenso participar en sus respectivos proyectos, han alcanzado un nivel de conexión y estimulación muy notable, que extrae lo mejor de ellos y les otorga una química y un sonido muy compacto. Habrá que ver si sus personalidades son lo bastante fuertes como para desarrollarse de manera independiente, pero eso es tarea para el futuro).
Como ha sido tendencia en lo que va de siglo, Estévez es miembro de una generación de jazzistas cubanes que ha asumido otros referentes más allá del latin jazz que por tanto tiempo reinó en el patio. En su obra se notan influencias de conceptos más contemporáneos y cosmopolitas cómo los de Brad Mehldau, Avishai Cohen, Vijay Iyer, y referentes locales como Roberto Fonseca y Harold López-Nussa. Como cabe esperar de un álbum debut, todavía son evidentes las deudas, aún se perciben los tanteos y las exploraciones. Pero Despertar es mucho más que una promesa. Adrián Estévez abrió los ojos y, música mediante, nos va a contar quién es.