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Desmontando la noche Ilustración: Mayo Bous Ilustración: Mayo Bous

La casa que fue jueves

El problema de la Casa de la Trova no es llegar, basta con una pequeña caminata desde cualquier punto de la ciudad. Tampoco es difícil hallarla: situada en una de las calles más transitadas del down town espirituano —nótese el amor que va con la ironía— no tiene pérdida ni confusión.

Es de los espacios de referencia de la villa de Sancti Spíritus, de los que se usan para dar direcciones y definir distancias.

Lo  verdaderamente difícil es rebasar la cola, sortear los grupos, soportar la espera y entrar un jueves. Sí, porque el resto de la semana La Trova cierra mojigata y juiciosa a las 12 pero no el día que le corresponde a la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), al que le regala una hora más. Es así que el jueves se ha convertido en fecha pactada para la turba. Claro está, todo tiene su maña. Aquí va un tip: el mejor momento para entrar es sobre las 10 de la noche y la estrategia es amigarse con Lázaro que es portero, cobrador, hasta seguridad si es necesario. Y es, además, buen tipo.

La popularidad de los jueves no es azarosa. Para empezar El Colgao, el café de moda, se da un descanso que deja sin amparo y sin ocio a los universitarios que vienen desde sus municipios a hacer carrera y vida social a esta ciudad. También influye el precio de entrada, que hasta hace unos meses era de apenas cinco pesos en moneda nacional, aunque ya es el doble. Cosas de la vida. A la multitud parece no importarle porque todavía es muy costeable y deja un margen de gastos para la cerveza y el producto estrella: el combo botella de ron en oferta + refresco.

Quienes llegan primero atrapan una mesa, se acomodan y guardan puestos. Son poco populares las del costado de la barra, por la cercanía a los baños y el trasiego de los bebedores. Todos procuran las que marcan los laterales del patio central, desde donde se tiene dominio de la entrada, los movimientos de los presentes y de todo cuanto ocurre en el escenario. No obstante, las mesas nunca alcanzan para la multitud que desborda los escalones hacia el patio central, los canteros que dividen el espacio y cualquier pared de apoyo.

Una vez dentro, la Casa de la Trova puede convertirse en un ejercicio de estudio social. Si en la puerta la cola es un amasijo indefinible, en el patio de la casona se reordena y ubica. Para el observador es fácil distinguir a los profesores jóvenes vestidos con ese desenfado programado que los delata—, a los estudiantes muchachos con pelos en todas direcciones, vestuario entre la tendencia y la inconformidad, que se agrupan para comprar una botella en poninas—, los jóvenes trabajadores nostálgicos que no se desprenden de su libertad universitaria y hacen del espacio una máquina del tiempo engañosa—, y quienes nunca pasaron por los altos estudios y vienen atraídos por las muchachas jóvenes o la oportunidad de pasar mejor la noche esos tienen ropas otras, prendas otras—, y que seguramente pasaron por el filtro de Lázaro, para que los dejara entrar. Repito, él es un buen tipo.

Ilustración: Mayo Bous

Ilustración: Mayo Bous

Este mosaico de seres y estratos, esta convergencia anómala, es la prueba de que La Trova de los jueves es un saco en el  que todo cabe. La falta de espacios perfilados según públicos, de ofertas de acuerdo a la demanda, han hecho de la casona el espacio donde cada cual se acomoda a lo suyo y con los suyos. Y, extrañamente, funciona.

La noche se espesa y es difícil caminar. Entre tanta gente, los mangos altos y antológicos, los que bailan, los que tratan de conversar gritándose y los que fuman, empieza a escurrirse el tiempo. El Dj trata de complacer los gustos, construyendo la atmósfera nocturna según el público, las peticiones, el playlist de moda: pop rock para empezar, algo de salsa en el intermedio y a veces algo de reguetón. En algunos momentos de la noche Miguel Ángel Cruz, quien además lleva en Facebook “la descarga Universitaria”, anima a lo típico y propicia competencias de canto desafinado, intentos de baile o preguntas de agilidad mental con una botella como premio. Son muchos los atrevidos en esa justa pedestre que se pierde entre las buenas intenciones para terminar en un momento a veces incómodo.

Por programación, los segundos jueves de cada mes tienen espacio los performances y coreografías de los futuros galenos. Los cuartos jueves toca ADN, una banda que hace covers “a lo retro” de Carlos Varela, Maná y David Blanco. Quiero pensar, para no sentirme vieja, que esos son clásicos contemporáneos de alguien.

La fiesta universitaria de los jueves en la Casa de la Trova es un espejo de la propia ciudad. La villa, añeja y anquilosada en sus maneras, recibe confundida a una masa juvenil que necesita espacios donde divertirse y hallarse. En La Trova, donde los tríos animaban la noche con piezas de otro siglo, una FEU sin casa ha encontrado la forma de llenar de hoy una casona de ayer. 

Eso sí, a veces La Trova se siente como una copia endeble de El Mejunje villaclareño y razones no faltan: el espacio a cielo abierto, la juventud bulliciosa en un edificio antiquísimo, lo barato de la entrada… y si el proyecto de Silverio logró inspirar este, es un suceso feliz, pero desafortunadamente le falta el empuje, la rebeldía, lo diferente. Porque también a veces La Trova sabe a copia rebajada de otros espacios a los que se irían estos futuros ingenieros, sicólogos y médicos si fueran más solventes. Pero están aquí, eligieron permanecer y son los fieles conjurados de los jueves. 

Con la una de la mañana la música termina y la puerta vuelve a llenarse. Algunos van a merendar cerca, quizás luego al parque o a dormir. Otros seguirán la noche en esa especie de post party y post todo espirituano que es el Parque de los Viejos, cerca del Hostal del Rijo. Allí, mientras no molesten a los turistas, los entusiastas seguirán con una guitarra y lo que haya sobrado de la fiesta. Volverán la próxima semana a la puerta, al patio y a darle a Lázaro las buenas noches.

 

Nombre: Casa de la Trova «Miguel Companioni»
Dirección: calle Máximo Gómez, No. 26, Sancti Spíritus
Horario: De lunes a sábado, 9:00 a.m. a 12:00 a.m. Los domingos, 9:00 a.m. a 12:00 p.m.
Precio de entrada: 10 CUP
Precio de la cerveza: 1.25 CUC
Capacidad: 120 personas
Modos de uso de la música y géneros: Música grabada y en vivo
Modelo de propiedad: Estatal
foto de avatar Gladys M. Quesada Licenciada en Filología Española, Locutora, Guionista. Máster en Ciencias de la Comunicación. Convencida de que existe vida fuera de la Tierra y de la vida. Crespa por convicción, Filóloga por vocación. Consumidora voraz de series y música. Eternamente, niña guajira. Más publicaciones

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