
Desmitificando el estudio (II): Los estudios de proyecto
El músico crea todo el tiempo, a cualquier hora y, a menudo, siente la necesidad de registrar esa idea brillante e irrepetible que le llegó a las tres de la madrugada. Es cierto que, aunque simplemente puede tararear la melodía y grabarla con su teléfono celular, muchos prefieren usarlo para hacer una incómoda llamada al ingeniero de sonido y citarlo con urgencia a su estudio, donde la registrará para la posteridad. Claro, esto es en el caso de contar con estudio propio, pues es poco probable que los grandes estudios estén disponibles a esa hora y sin previo aviso.
De ahí surge la necesidad de crear el estudio de proyecto, diseñado para satisfacer las exigencias artísticas de determinado músico. En consecuencia, el estudio de un compositor de música electroacústica, por ejemplo, no suele ser idóneo para un baterista o un pianista. Cuando unos optan por espaciosas salas de acústica tratadas meticulosamente y costosos micrófonos, otros priorizan una amplia y cómoda cabina de control, repleta de sintetizadores y procesadores de audio.
En décadas anteriores, el estudio de proyecto constituía apenas una alternativa para iniciar una obra que se concretaba luego en los grandes estudios, donde se encontraba la tecnología y las condiciones apropiadas para obtener un producto de calidad profesional. En la actualidad es más fácil adquirir equipamiento profesional a precios asequibles, lo que ha convertido al estudio de proyecto en una autónoma fábrica de obras de elevadísima calidad. Es por ello que, muchas veces, el músico solo decide recurrir al gran estudio por la imposibilidad de alojar en su sala un formato grande y evitar con ello la contaminación acústica entre sus componentes; o por evadir las ineficiencias acústicas que constituyen el principal flagelo de algunos estudios de esta categoría.
En La Habana existen tres excelentes ejemplos de estudios de proyecto, donde se han engendrado verdaderas joyas de la música cubana. Han sido fundados por tres figuras icónicas de nuestra cultura: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Frank Fernández.

Estudio de grabación Ojalá, de Silvio Rodríguez. Foto: Cortesía de Estudios Ojalá.
En la escondida calle 98A del municipio Playa encontramos el estudio Ojalá, fundado por el cantautor Silvio Rodríguez el 25 de noviembre de 1995. Al igual que los otros dos, fue diseñado por el ingeniero Carlos Hevia, en este caso conjuntamente con Maykel Bárzaga, entonces ingeniero de sonido de Silvio. El corazón del estudio lo constituye una excelente mesa análoga Solid State Logic 4000 G+, situada en una confortable cabina, aunque no muy amplia dado el tamaño de la consola. El estándar mundial Protools es su soporte principal de grabación en la actualidad, sustituyendo a la pionera grabadora multipista análoga Studer. Cuenta el estudio con excelentes micrófonos de altísima gama, como los Neumann M 149 y el Manley Gold.
En el recinto principal de Ojalá encontramos un piano Steinway & Sons Hamburgo modelo C-227, de 3/4 de cola; una pequeña cabina secundaria es usada para grabar batería o percusiones, mientras la sala principal se emplea para grabar el piano. A pesar de que el volumen de esta sala no sea el óptimo para captar la sonoridad de este complejo instrumento, una buena técnica microfónica y algo de pericia (con la que ya cuenta la actual ingeniera del estudio, Olimpia Calderón) aseguran una hermosa y sonora pista de piano.
La excelencia de este estudio, en su conjunto, se puede constatar en obras tales como Homo Ludens, del maestro Leo Brouwer; Delirium, de Ernán López-Nussa; El viaje, de Harold López-Nussa; o Amoríos, entre muchos otras, del propio Silvio Rodríguez.
En pleno corazón de la ciudad, a solo unas cuadras de la populosa esquina de Línea y G, en el Vedado, está el estudio PM Records. Fue inaugurado el 24 de febrero de 1998, para conmemorar el cumpleaños de su propietario, el cantautor Pablo Milanés. En los últimos 20 años, allí han plasmado su música Pablo y otros muchos artistas de prestigio de Cuba y otros países.
Una bella sala de medianas dimensiones y cálida acústica, cubierta de madera preciosa africana, aloja un piano Steinway & Sons “Baby Grand” New York (modelo especial algo mayor que el mediacola) que, a pesar de su pequeño tamaño, ha sido elogiado por su gran sonoridad por muchos pianistas.
Es realmente una lástima que, estando el estudio ubicado en un inmueble tan grande, el proyecto original no haya contemplado la idea de destinar otra habitación para cabina secundaria.
La microfonía con que cuenta el estudio, sin ser demasiado vasta, incluye ejemplares de elevada calidad y en cantidad suficiente para satisfacer los requerimientos de cualquier producción (Neumann U87, Sennheisser MD 421, AKG D112 y C 3000, entre otros clásicos). Una antigua consola análoga DDA Profile, dotada de excelentes preamplificadores, engalana su cabina, conjuntamente con excelentes procesadores análogos de señal. Inicialmente, su soporte de grabación fue el efímero sistema Tascam DTRS (DA-88, DA-78), que empleaba la cinta de video análoga HI 8 como soporte para registrar ocho pistas digitales (algunos ya olvidaron que este sistema era digital). En la actualidad cuenta con estaciones Protools 7 y Protools X.
A pesar de haber sido el estudio de proyecto más explotado desde su fundación (tal vez por su céntrica ubicación), se conserva en perfecto estado funcional y resulta el preferido por muchos músicos y productores.

Estudio de grabación PM Records, de Pablo Milanés. Foto: Cortesía de PM Records.
Quizás el menos conocido de los tres es el estudio del maestro Frank Fernández, ubicado en la esquina de 62 y 5ta B, en Miramar. Cuando tuve la oportunidad de trabajar por primera vez allí, percibí que era el estudio perfecto para un pianista concertista y compositor. Fue concebido, principalmente, para grabar obras pianísticas y música de cámara de pequeños formatos. Para ello cuenta con un excelente piano Steinway & Sons serie D Hamburgo (el maestro ostenta la prestigiosa distinción de pianista Steinway), emplazado en una amplia sala con vista al jardín, de acústica viva, donde la sonoridad del instrumento alcanza su mayor esplendor.
Dos locales adicionales complementan el estudio, uno de acústica neutra y otro más seco, con total comunicación visual entre ellos, lo cual facilita la grabación de instrumentos de toda una base de forma individual y simultánea. En su amplia cabina de control encontramos los sintetizadores, desde los que el maestro ejecuta en sus producciones con los samplers de diferentes modelos de piano (Steinway, Yamaha, Bosendorfer, entre otros); además de excelentes preamplificadores, tales como los dos Avalon 767 o el Rupert Neve 511 conectados a la consola digital Yamaha DM 2000. Aunque cuenta el estudio con estación Protools, el software principal usado es el Logic (que ejecuta a través de una interfaz MOTU 2408), quizás más adecuado que aquel para el trabajo que se lleva a cabo en él.
Otro motivo de gran orgullo para el estudio son sus excelentes micrófonos, muchos de ellos únicos en el país, como los Brauner VM1, o la serie completa de micrófonos Oktava de fabricación rusa, además de otros más comunes como los DPA, Neumann, Apex y Earthworks. El ingrediente final de las obras provenientes de este excelente estudio de proyecto es sin dudas la dedicación y los grandes conocimientos del maestro Frank Fernández como compositor, instrumentista y productor musical He citado solo tres de los magníficos estudios de proyecto con que cuenta nuestra ciudad, donde paralelamente encontramos un gran número de home studios de mayor o menor relevancia, pero de estos voy a hablar la próxima vez. Cuando entrevisté a algunos trabajadores y a los propios artistas gestores de los citados estudios en búsqueda de información fidedigna para este escrito, aproveché para indagar un poco en sus planes futuros de producción: les puedo asegurar que hay mucha buena música en camino.
Puedo coincidir con alguien más, pero es mi comentario. Excelentes artículos, muy interesantes; espero darme todo el tiempo que se merecen para conocer más acerca del maravilloso arte de la musica. Muchas gracias.