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Artículos Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM. Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

Desmitificando el estudio de grabación (I): Los grandes estudios de Cuba

Cuando entré por primera vez a un estudio de grabación, me creí Spock dentro de la nave Enterprise de la saga Star Trek. Nada más lejos de la realidad. Un estudio no es más que un recinto múltiple donde el sonido generado en un campo primario (dígase el estudio como tal) es captado, procesado, almacenado y reproducido en un campo sonoro secundario (la cabina de control… del Enterprise).

Un estudio de grabación se caracteriza por tres parámetros principales que lo colocan en un estándar de calidad: aislamiento acústico, acondicionamiento y nivel tecnológico. Un buen diseño acústico y arquitectónico evita que ruidos provenientes del exterior penetren en el local y viceversa, ya sea a través de ranuras, paredes ligeras o de la propia estructura el inmueble; quizás el aislamiento acústico sea el eslabón más costoso y por tanto endeble en los pequeños estudios.

Al igual que la caja de resonancia de un instrumento musical, un buen estudio debe “sonar” bien por sí mismo. El sonido es aire en movimiento, en forma de ondas que se propagan mediante contracciones y rarefacciones, y que al incidir sobre las diversas superficies se reflejan una y otra vez creando un fenómeno conocido como reverberación. El acondicionamiento acústico consiste en controlar este proceso de propagación de las reflexiones en un local a conveniencia, mediante diseños basados en materiales más o menos absorbentes que cubren sus superficies, así como difusores, trampas y paneles.

La finalidad del estudio define su acondicionamiento. Un estudio destinado a la grabación de grandes coros y orquestas suele ser voluminoso y reverberante, de modo que cuente con masa de aire suficiente para transmitir ondas sonoras de gran intensidad, generadas por gran número de fuentes sonoras, y enriquezca el conjunto con la reverberación propia del recinto. Por el contrario, un estudio de doblaje de voz, es generalmente seco y de pequeñas dimensiones, donde la reverberación podría atentar contra la inteligibilidad de los diálogos, y colorearlos con un ambiente sonoro diferente al que se quiere transmitir.

La tecnología empleada en un estudio de grabación puede ser de mayor o menor gama, definiendo la categoría de este. Tan importante resulta el equipamiento instalado en un estudio como la ergonomía de su diseño. En la actualidad, con el desarrollo del audio digital, el equipamiento de sonido se ha abaratado a tal extremo que han proliferado los pequeños home studios y estudios de proyecto, armados frecuentemente con tecnología que años atrás solo encontrábamos en los colosos de la grabación. Hago una acotación al respecto: se ha demostrado que dejan mayor impronta negativa en la grabación las condiciones acústicas adversas del local que la calidad del equipamiento empleado en ella, dentro de los límites razonables, por supuesto.

La modernidad ha ido enterrando uno a uno muchos de los grandes estudios a nivel mundial, debido a sus elevados costes de mantenimieto, altas tarifas, poca demanda y consecuente baja rentabilidad. Ello ha abierto el camino a los pequeños estudios que, aun en desventaja en condiciones y tecnología, satisfacen las necesidades de la mayoría de las producciones musicales actuales. De estos últimos no voy a hablar hoy, sino de tres de los colosales ancestros con que cuenta La Habana.

En el año 1943, se fundó el estudio Areito en la calle San Miguel, en pleno corazón de Centro Habana. Fue diseñado por el músico e ingeniero Ramón Sabat, e inaugurado como Pan American Recordings (Panart), nombre que lo identificó hasta 1964, año en que se fundó la EGREM y el estudio asumió su nombre actual. Por muchos años fungió como el principal estudio de grabaciones del país y hoy constituye uno de los más antiguos en funcionamiento en el mundo.

Cuenta con todo un arsenal de micrófonos antológicos Neumann U47, U87 y U89 en perfecto estado. Sus dos voluminosas salas, la 101 y la 102 (de 175 y 77 metros cuadrados de superficie respectivamente) cuentan además con pequeños cubículos de aislamiento para solistas, y cabinas de control, que debido a su diseño acústico anticuado, ya obsoleto en la actualidad, no resultan del todo confortables. Están equipadas, respectivamente, con una antigua y excelente consola Amek Mozart y una algo más reciente Yamaha 02R. Hasta hace algunos años, eran las grabadoras análogas Studer el soporte principal de registro utilizado en Areito, sustituido en la actualidad por estaciones Protools.

Muchos veneran la sonoridad de este estudio al calificarla de “vintage al estilo Buena Vista Social Club”. Sin embargo, en sus 75 años de existencia figuras tales como Nat King Cole, Pacho Alonso, la Orquesta Aragón, Irakere, Frank Fernández, Emiliano Salvador, los Van Van y Silvio Rodríguez han dejado plasmadas sus canciones en él, sin que por ello el sonido de sus surcos haya sido catalogado de vintage. Es cierto que el estudio aporta un color muy característico, pero el complemento para lograr esa aclamada por algunos “sonoridad antigua” es la técnica de grabación empleada con tal propósito.

Contar con una cámara acústica constituye, aun en la actualidad, el orgullo de cualquier estudio de grabación, y lo debería ser para Areito. Esta cámara consiste un recinto de gran volumen con superficies reflectantes, en cuyos extremos opuestos se instala un altavoz y un micrófono. La cámara se emplea para añadir reverberación artificial  a ciertas fuentes sonoras. Hasta la década de 1970, este era uno de los pocos métodos de reverberación artificial existente, y sin duda el más realista. El empleo de procesadores de efectos digitales en los años ochenta, y posteriormente de plug-ins simuladores de ambientes, puso en desuso la cámara acústica del viejo estudio de la calle San Miguel, dándosele otro fin más social al recinto, sobre todo a la hora del almuerzo de los trabajadores.

Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

Ilustración: Mayo Bous / Magazine AM:PM.

Fundado en 1963, en el número 210 de la calle Prado, sobrevive al paso de los años y la falta de mantenimiento el estudio de grabación musical del ICAIC. Según mi modesta opinión es el estudio con mejor acústica con que cuenta Cuba, a pesar del frecuente ruido que se filtra en la sala, proveniente de un elevador aledaño. Su espaciosa sala de grabación puede alojar una gran orquesta sinfónica dividida en secciones por paneles móviles, mientras el director conduce al compás de las imágenes proyectadas en la pantalla que cubre la pared del fondo. Una excelente consola MCI situada en una amplia y confortable cabina es el corazón tecnológico del estudio, que contaba entre otros elementos de interés con un antiguo  reverberador de plancha, una vez más desechado por nuevos artefactos digitales. En las últimas ocasiones que trabajé allí resultaba lamentable el estado del equipamiento y hasta de la carpintería del estudio, atacada por el comején. Una pena por las tantas memorias del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y de toda de la música del cine cubano que allí se atesoran.

El más joven de nuestros grandes estudios, quizás entre los mayores de América Latina, cuenta solo con 20 años de fundado y se alza en la esquina de 32 y 5ta Avenida, en Miramar. Estoy hablando del estudio Abdala, que en corto tiempo ha sido testigo de grabaciones de importantes artistas cubanos y extranjeros de la talla de Charles Aznavour, Inti Illimani, Arturo O’Farrill, entre otros. La instalación cuenta con tres estudios. Dos de ellos, el 1 y el 3, tienen similares recursos tecnológicos, aunque el 1 es de mayor volumen y posibilidades, con tres cabinas, un espacioso local principal de acústica neutra, y un segundo más pequeño, no muy amado por los ingenieros y productores por ser sumamente vivo.

El estudio 3 cuenta con una sala mediana, también bastante neutra, y tres cabinas con diferente tratamiento acústico que ofrecen diferentes opciones a la hora de grabar uno u otro instrumento. Además de una extensa gama de excelentes micrófonos y un amplio surtido de instrumentos musicales, engalana cada estudio un piano de la gran familia Steinway & Sons. Ambos estudios disponen de lujosas consolas Solid State Logic, que lamentablemente empiezan ya a padecer de “achaques” del uso y la falta de mantenimiento adecuado. Al igual que el estudio 2, destinado a la masterización, el 1 y el 3 están armados de estaciones de trabajo con audio digital (DAW) Avid Digidesign Protools de última generación, costosos equipos periféricos y monitores de alta gama.

En el 2018, el estudio Abdala cerró a causa del colapso del sistema de aire acondicionado central. Tengo esperanza de que en un futuro próximo reabra sus puertas y que la humedad imperante en el local clausurado y sin ventilación no afecte sus pianos y equipamiento.

Hasta en países del primer mundo los dueños de grandes estudios se han visto obligados a buscar alternativas para mantener a flote sus irrentables empresas, convirtiendo a gigantes como Capitol Records o Abbey Road en plató para la filmación y difusión en streaming de shows en vivo. Cuba no se queda atrás, al igual que sus homólogos de Los Ángeles y Londres, nuestros estudios han servido de escenario a múltiples conciertos plasmados en DVD. Pero cubanos al fin, nuestras iniciativas han ido más allá: se han creado cafeterías multipropósito en los espacios aledaños a los estudios, amenizadas con conciertos de agrupaciones pertenecientes al catálogo de la empresa o con transmisiones de partidos de fútbol o cine documental, y hasta con mesas de billar para el disfrute de los visitantes. Cualquier cosa por preservar estas joyas de la industria discográfica.

Alfonso Peña Ingeniero de sonido cubano con más de 30 años de experiencia en la industria musical cubana. Textos suyos y algunos ejemplos de sus contribuciones profesionales pueden consultarse en su blog https://piprofessionalaudio.home.blog/ Más publicaciones

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